Cuando tratamos
de hacer una exégesis de lo representa un pacto, haciendo uso de la hermenéutica
bíblica, sin la dirección del Espíritu Santo, podemos llegar a múltiples interpretaciones
erradas, qué se asumen como una verdad y logran minar nuestras mentes y
corazones de tal manera que nos convertimos en unos religiosos manipuladores y legalistas
tendientes a aparentan piedad, pero en realidad somos una generación de víboras
como lo diría Juan el Bautista al referirse a los fariseos y pecadores que buscaban
bautizarse con él, sin arrepentimiento, cómo tratando de obtener la salvación y vida
eterna; entonces hacían diferentes obras aparentemente buenas para el reconocimiento
de los hombres, pero ellos perseguían un fin oscuro, despiadado y vanidoso, el
cuál fue develado por el Jesucristo cuando vino como hombre a la tierra, y también lo hará en el momento que lleguemos a su comparecencia en el juicio eterno, porque Dios no
puede ser engañado.
Génesis 17:4 “He
aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes”; Génesis 17:6-9
“Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de
ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en
sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia
después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en
que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de
ellos. Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y
tu descendencia después de ti por sus generaciones”.
La palabra Pacto
proviene del Latín “pactum”, y está definido como un convenio o tratado
solemne, estricto y condicional entre dos o más partes, el cual establece una
obediencia o acuerdo a cumplir de uno o varios acápites establecidos en una
palabra, ley o contrato formal, y en que las partes se comprometen a ejecutar
ciertas acciones o promesas para recibir retribución acordada por su
cumplimiento.
Todo pacto es
nulo o desentendido cuando una de las partes lo incumple o no permanece en él; Hebreos
8:8-9 “Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que
estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el
pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de
la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me
desentendí de ellos, dice el Señor”.
Ahora, antes
de continuar, es necesario orar y pedir al Espíritu Santo que nos enseñe y
revele lo que ha de venir, porque en la carne no se podrá discernir esta parte
ya que es muy profundo y requiere que tengamos bien abiertos todos los sentidos
espirituales para que la palabra tenga cabida en nuestro corazón.
La Santas
escrituras dicen en Hebreos 9:16-17 “Porque donde hay testamento, es necesario
que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se
confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive”; donde haya un
pacto, necesariamente los pactantes deben morir, derramando sangre; más si hay
incumplimiento del pacto por parte de uno de ellos; en este sentido Cristo se
hizo hombre, sin escatimar a su condición de Dios, para darle vigencia al pacto
que hizo el Padre desde tiempos antiguos porque el hombre lo ha anulado desde
siempre, regalándonos adicionalmente su gracia ampliando el poder del mismo,
por eso se habla en la biblia del nuevo pacto; muchos piensan que: “Él vino a
abolir el pacto antiguo”, todo lo contrario vino a cumplirlo y hacerlo más
glorioso trayendo cosas nuevas, este es un detalle muy sublime que a pocos ha
sido revelado; ahora, nos toca morir a nosotros para darle validez, porque el
pacto con la muerte se confirma, pero ojo ¿Cuál muerte?, la muerte del viejo
hombre, el espíritu corrompido por el pecado, aquel que debería morir cuando
recibimos a Cristo como Señor y Salvador, es decir ese hombre carnal, almático,
esclavo de sus deleites, amador de sí mismo, el de boca lisonjera, pensamientos
oscuros y de corazón apartado de Dios, que no lo honra por falta de conversión,
ya que hasta tanto esto no ocurra el Pacto no será válido, así de simple. Mateo
26:28 “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados”; 2 Corintios 3:6 “el cual asimismo nos hizo
ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque
la letra mata, más el espíritu vivifica”; Hebreos 9:15 “Así que, por eso es
mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de
las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la
promesa de la herencia eterna”; Gálatas 3:17 “Esto, pues, digo: El pacto
previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos
treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa”; Mateo 5:17 “No
penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para
abrogar, sino para cumplir”.
¿QUÉ DEBO
HACER PARA QUE SE CUMPLA EL PACTO DE DIOS EN MÍ?
1.
Ponerme en acuerdo con el Señor; Amos 3:3 “¿Andarán
dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”.
2.
Ser hacedores de su palabra, su tratado, sus
estatutos, para no romper el enlace. Hebreos 8:10 “Por lo cual, este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré
a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo”;
3.
Permanecer en alianza con el Espíritu Santo; Juan
15:6 “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y
los recogen, y los echan en el fuego, y arden”.
4.
Mantener comunión íntima con el Señor, honrando el
Compromiso y el pacto.
5.
Conciliándome con el Señor, volver y devolver su
gloria con obras dignas de arrepentimiento; Hechos 26:20 “…que se arrepintiesen
y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”.
6.
Rendirme a sus pies, humillando mi corazón, quebrar
mi dura cerviz, estableciendo una relación de amor y perdón genuino.
7.
Entrar en amistad verdadera, desarrollando los
frutos del Espíritu, sin dilaciones ni justificaciones.
8.
Congregándome, desarrollando el amor al prójimo,
el amor ágape del cuerpo de Cristo.
9.
Santificando el Matrimonio, la unión que el
Señor ha hecho con su iglesia, con el tabernáculo de mi vida.
10. Anhelar
con todo mí ser las bodas del Cordero, velando y manteniendo encendida siempre la
lámpara y no descuidarnos.
11. Renunciar
a mi condición espiritual actual y proseguir a la meta, en búsqueda de lugares
más altos, donde se vea la gloria de Dios en mi semblante.
12. Sometiendo
mi alma al Espíritu Santo, obligándola a alabar al Señor, llevándola al reposo.
13. Cumpliendo
la promesa de fidelidad, guardando nuestros ojos, lengua, corazón y
pensamientos.
REFLEXIÓN:
Qué
difícil es cumplir el pacto de Dios, pero qué fácil es hacer pactos de oscuridad
y muerte. Invalidar el pacto que Dios ha hecho en mi es muy fácil, que sencillo
es pisotear la sangre de Cristo, solamente tenemos que darle rienda suelta a
nuestra carne y pecar premeditada y listo. A menos que circuncidemos nuestro corazón, nos humillemos en su presencia, oremos, nos convirtamos de nuestros
malos caminos, este pacto de heredar todas las cosas, el honor y la gloria de
Dios quedará invalidado por siempre; el llamado es a volver a Jesucristo para
devolverle su Señorío, para que nos escuche, perdone nuestros pecados y sané
nuestras vidas espirituales, que tristemente hemos descuidado por estar siguiendo
al alma, enfermándonos por tanto mundo, tanta maldad y tanta carne que nos ha corrompido llevándonos a la perder la promesa que el Señor nos hizo en su pacto
de gracia. Génesis 17:11 “Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y
será por señal del pacto entre mí y vosotros”; 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare
mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro,
y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Apocalipsis 21:7 “El que venciere
heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”; Apocalipsis
3:5 “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre
del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de
sus ángeles”; Apocalipsis 2:26 “Al que venciere y guardare mis obras hasta el
fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”; Tito 3:4-7 “Pero cuando se
manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo
nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” Amén...
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