En los tiempos de antes, contaban mis abuelos,
que la palabra de una persona era un pacto o como un documento escrito donde el
honor, la dignidad y la integridad se ponían a prueba y evidencia, tanto era así
que, quien fuese descubierto mintiendo o incumpliendo su palabra deshonraba su
buen nombre y la de su familia, a tal punto que era desechado e ignorado por la
sociedad de aquel entonces.