domingo, 24 de noviembre de 2019

¡AUXILIO, AUXILIO, ME PERSIGUEN!



Es lícito que toda persona trate de vivir al máximo sus emociones, de alcanzar sus sueños, expresar sus ideas, pensamientos, sentimientos, socializar, relacionarse y establecer alianzas con determinado grupo, especialmente si se tienes varios puntos de encuentro o coincidencias, pero no todo conviene. Esto pareciera maravilloso, sin embargo lo que hace que esto sea imperfecto y abominable es el hecho de que en esta ecuación, por lo general, hemos excluido a Dios en todos los aspectos o lo hemos minimizado, a tal extremo, que lo que predomina es la carne y la corrupción del alma, despreciando el Señorío del Altísimo.
Quizás sea producto de, lo que la palabra llama, la concupiscencia del hombre o de nuestra naturaleza humana; por eso apreciamos hijos de Dios queriendo acoplarse a una sociedad corrompida, por demás idólatra al dinero, aferrados a creencias religiosas, ideológicas, desbocados sin razón, control ni ley, viviendo bajos los deseos de su carne, pensamientos, ira, fantasías, desconociendo a Dios, ejecutando cosas apartadas de su esencia santa, exaltando las pasiones vergonzosas, diciendo a lo malo bueno y a lo bueno malo, a la luz tinieblas y a las tinieblas luz, sin reconocer su pecado, su maldad o adicción a unos derechos, que en su lógica, es lo mejor porque no están haciendo daño a nadie, pero están destruyendo la creación que Dios hizo, empezando por ellos mismos, forjando todo de manera aborrecible para el Señor, pero agradable a los hombres.
2 Pedro 2:10 “Y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío…”; Efesios 2:3 “…haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”; Gálatas 4:8 “…no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses”; Romanos 2:14 “…aunque no tengan ley, son ley para sí mismos”; Romanos 1:26 “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza”; Isaías 5:20 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”; Jeremías 3:13 “Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová”.
Entonces, después que se ha consumado el pecado, empieza nuestra mente a maquinar como podemos echarle la culpa a otros, justificar nuestra condición, y sufrimos de miedo o del síndrome de persecución y vemos enemigos por todos lados, cuando realmente el principal enemigo somos nosotros mismos; y después cuando tocamos fondo y nos vemos con el agua al cuello, es que empezamos a pegar gritos ¡Auxilio, Auxilio, Sálvenme, mis enemigos me persiguen!; Mateo 14:30 “Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”.
Ser un perseguido significa, según el Diccionario RAE: En tratar de destruir o causar el mayor daño posible (A alguien o algo); Tratar de conseguir o de alcanzar algo (Un objetivo), si tratamos de hacer daño a alguien, nuestra naturaleza es demoníaca y si nuestro objetivo es malo, también; sólo el Señor es quién tiene la potestad de perseguir, juzgar, castigar o condenar todo, ya sea por falta de sometimiento o sujeción a su palabra. Entre sus sinónimos perseguir se encuentran: Esclavizar, Conquistar, Acosar, Hostigar, Estrechar, Provocar, Atosigar, Importunar, Oprimir, Apremiar, Asediar, Ceñir, Castigar, Precisar, Apretar, Sujetar, subyugar, abrumar, agobiar, bloquear, entre otros.
Hay diferentes tipos de enemigos que tratan de destruirnos o causar el mayor daño posible; todo dependen de en qué bando estoy, quiénes son mis amigos, con quién estoy asociado, con quién hice alianzas, a quién me uní para luchar, contra quién me levante, cuál es el fin que persigo. Hoy vamos a discernir con ayuda del Espíritu Santo ¿Quiénes son mis enemigos? Y ¿Por qué me siento perseguido? Pero, es necesario que oremos previamente: Señor, derriba todas mis argumentaciones que impiden que está palabra llegue a mi corazón, muéstrame porque me siento asediado y revélame quienes son mis verdaderos enemigos, para orar por ellos de acuerdo a tus propósitos eternos, no permitas que me invada el miedo, que me pueda mantener firme sin desfallecer. Amén
¿QUIÉNES SON MIS ENEMIGOS?
Muchos son, internos y externos, entre los que me persiguen puede estar el alma, la carne, el mundo, el prójimo, el malo, las diferentes potestades y el mismísimo Señor, dependiendo de ¡Cuál sea mi condición espiritual!
La palabra dice en Lucas 11:23 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”; muchas veces nosotros por querer ganar las cosas que el mundo nos ofrece, nos desparramamos por el alma, la mente o las emociones, constituyéndonos en creyentes inconstantes, adúlteros, fornicarios de la palabra, en simples ENEMIGOS DE DIOS, ya que tratamos limitar, acomodar o dividir lo santo de Dios para insertar carne, mundo o maldad, entenebreciendo nuestra fe y manteniendo una condición de tibieza espiritual sin un verdadero arrepentimiento, el cual nos lleva directamente a concebir el pecado; es entonces cuando quedamos atrapado entre lo santo y lo profano, producto de nuestra concupiscencia, y decidimos aparentar una falsa piedad, bondad, benignidad, santidad para tratar de engañar a Dios y mi entorno, como el propio hipócrita, fariseo, que siendo hijo de Dios, conociendo su palabra, le costaba cumplirla, ya que no era un hacedor, la utilizaba según le convenía para señalar los pecados de otros pero no mirabas los suyos. Santiago 4:4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”; Apocalipsis 3:16 “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”; Lucas 11:17 “Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae”; Lucas 5:30 “Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?”; Lucas 6:42 “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”.
Pero cuando somos perseguidos, acechados, provocados, juzgados y condenados por causa del Señor debemos gozarnos de manera sobrenatural (aunque me desechen y haya perdida), porque el Señor me dará mucho más de lo que he esperado, solo por el hecho de haber escuchado, guardado y creído su palabra, y obtendremos nuestra recompensa; nos llenaremos de santidad, nos apartaremos para Dios, sin temor alguno, sin carga y con gozo en el corazón, teniendo la confianza de la acción poderosa del Señor y que recibiremos el galardón para los vencedores en Cristo. Juan 15:20 “…Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”; Lucas 21:12 “Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre”; Salmo 119:161 “Príncipes me han perseguido sin causa, Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras”; Mateo 5:10-12 “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”; 1 Pedro 4:12-13 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”.
¿POR QUÉ ME SIENTO PERSEGUIDO?
1.    Porque mi corazón está lleno de incredulidad, y me aparto del Dios vivo. Hebreos 3:12 “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”.
2.    Porque me he convertido en mitómano, mentiroso, calumniador, rebelde, concibiendo maldad en mi corazón, cambiando a Dios por cualquier cosa. Isaías 59:13 “El prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira”.
3.    Al Desechar el bien, lo bueno, lo puro, lo santo, y sufro persecución y tormento por parte del mal, producto de mi pecado. Oseas 8:3 “Israel desechó el bien; enemigo lo perseguirá”; 1 Samuel 16:14 “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”; Hebreos 10:31 “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”; Proverbios 13:21 “El mal perseguirá a los pecadores, Mas los justos serán premiados con el bien”.
4.    No atiendo la voz del Señor, y la palabra establece que seré alcanzado por las enfermedades, la calamidad y la muerte física o espiritual, trayendo maldición para mi vida. Deuteronomio 28:45 “Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó”; Deuteronomio 28:15 “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán”; Deuteronomio 28:22 “Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas”.
REFLEXIÓN                                             
Dejemos actuar al Espíritu Santo en nuestras vidas, no nos convirtamos en adúlteros, perseguidores ni menos perseguidos de Dios, acerquémonos y limpiémonos en su presencia. Muchos hijos de Dios, pretendemos asumir funcionen que no nos corresponden a los hombres, por eso nos convertimos en perseguidores, jueces y carceleros de la obra de Dios, es decir, por querer ayudar al Espíritu Santo, en la carne, tratando de convencer a otros de justicia, juicio y pecado lo que traemos es condenación, juicio y pecado para nosotros mismos, ya que lo hacemos sin la intervención del Señor, produciendo un efecto contraproducente, pudiendo ser piedras de tropiezo para otros y la obra de Dios.
Acordémonos que el Señor es quién hace el llamado, el que edifica, quién pelea la batalla diaria por mí, así acampe un ejército en mi contra; así qué humillemos ante su presencia, no dejemos de orar, abandonemos nuestra altivez, acerquémonos, limpiémonos de nuestros pecados con verdadero arrepentimiento y purifiquemos nuestro corazón que está lleno de iniquidad, inmundicia e impiedad. Deuteronomio 3:22 “No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros”; Salmo 27:2-3 “Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado”; 1 Pedro 5:6 “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”; Santiago 4:8 “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.
Quién tenga la sensación de que está siendo perseguido por el mal, siendo hijo de Dios, ¡Revísese!, no vaya hacer que esté siendo atormentado por su pecado, o quizás no se le ha revelado 1 Juan 4:4 “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” y necesita ser tratado como discípulo de Cristo, por falta de conocimiento y entendimiento de la palabra; es hora de clamar con corazón sincero ¡SEÑOR, SÁLVAME!, y el Señor hará.
Oremos:
Señor, ¿De dónde vendrá mi socorro?, mi socorro viene de Jehová; gracias Señor porque me has quitado el velo, he visto que mi principal enemigo soy yo, reconozco que he establecido alianzas con mi alma, mi carne, el mundo y hasta con el mal en muchas áreas de mi vida; por eso me doy cuenta que más que un perseguido he sido un perseguidor, un perseguidor de mi prójimo, porque lo he tratado con indiferencia, he tenido dureza de corazón, falta de perdón, lo que prevalece es la crítica, chisme, carga, asedio, acoso, etc., ya sea de boca o actitud, por demás estéril y llena de altivez, contienda, soberbia que no edifican, ni glorifican tu santo nombre por falta de amor y temor hacia ti.
Ahora me doy cuenta que no me he ceñido a ti, perdóname, me he dejado esclavizar nuevamente por el viejo hombre, estoy dando vueltas perdido en el desierto, cuando ya debería haber conquistado la tierra prometida, estoy tan estancado y paralizado por falta de fe, que no he metido los pies en el Jordán (la adversidad) para apreciar las cosas maravillosas que tienes para mí, todo por incredulidad; entonces me voy hundiendo poco a poco, hasta la necesidad de gritar ¡Auxilio mi Señor, Sálvame!
¡Oh mi Señor!, cosa horrenda es caer en tus manos lleno de todas estas cosas que no te agradan, por eso me siento perseguido; pero hoy me humillo ante ti, te pido perdón por mis pecados, perdona porque te he sacado de la ecuación de mi vida en muchas áreas no convertidas para evitar ser redargüido, lo reconozco; sé que a ti no se te escapa nada; envía tu Espíritu para que este detrás de mí, para exhortarme, persuadirme, convencerme de juicio, justicia y pecado, trataré de luchar, esforzarme para no hacerme el sordo, porque, ¿A dónde huiré?; Ahora entiendo que prefiero pasar por tus manos, por tu disciplina y castigo, que caer en las manos de las tinieblas, perderme las bodas del cordero por no tener las vestiduras dignas; no quiero perderme ese honor de estar en tu presencia, de compartir la mesa contigo y saborear los deliciosos manjares que tienes preparados para los que vencieren la dura prueba. Señor gracias porque no me has abandonado, gracias por tu bendición, gracias por tanta misericordia, gracias por mi iglesia, gracias por esta tierra, por este país que me diste para crecer, gracias por las adversidades que forman mi carácter espiritual, gracias por ser mi Dios. Te amo y bendigo tu Nombre, Padre de los cielos. Socórreme, estoy esperando confiado que lo harás; mi alma y espíritu reposan sosegadamente sabiendo que tú tienes el control. Amén.

sábado, 2 de noviembre de 2019

ESTAR ENTRENADO


Todo en la vida requiere de un entrenamiento; se conoce que entrenar consiste en llevar a cabo una serie de ejercicios previamente establecidos para desarrollar ciertas habilidades (dones) o aumentar el rendimiento físico o intelectual (hasta espiritual), con el objetivo de lograr el máximo potencial o capacidad de una persona ante cualquier prueba que se presente.
La palabra en 2 Timoteo 4:7 dice: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”, de acá se derivan las siguientes interrogantes: ¿Me ejercitado para dar la buena batalla? ¿Mis músculos espirituales están preparados para acabar la buena carrera? ¿El potencial de mi fe es acorde al tiempo y entrenamiento que llevó como cristiano?; por eso el Señor nos exhorta a estar alertas (velando en todo momento), firmes (sobre la roca) y preparados (fortalecidos para resistir las asechanzas del diablo) en todo momento, ENTRENADOS ESPIRITUALMENTE; 1 Corintios 16:13 “Estad alerta, permaneced firmes en la fe, portaos varonilmente, sed fuertes”; 1 Tesalonicenses 5:6 “Por tanto, no durmamos como los demás, sino estemos alerta y seamos sobrios”.
¿QUÉ ES ENTRENAR LA FE?
Entrenar la fe es la disposición, actitud y preparación que tiene el cuerpo de Cristo (iglesia o creyente) de mejorar (convertirse), resistir (apartarse) y superar (vencer) la prueba, esforzándonos a sujetar o someter diariamente el alma, cuerpo y espíritu al Espíritu Santo; por eso los ejercicios diarios son tan importantes, porque con estos se fortalecerán con paciencia nuestros músculos espirituales para caminar conforme a nuestra salvación, manifestándose así, el poder del Cristo, el testimonio de que vive en mí.
La falta de entrenamiento es producto de nuestra insensatez (falta de planificación), indisciplina (en contra del discipulado de Cristo), debilidad (doblegarse ante la tentación y los deleites), pereza (falta de sobriedad, perseverancia y constancia), desobediencia (negarse a sujetarse o someterse al Padre) o rebeldía (dar rienda suelta mi maldad), nos lleva a vidas espirituales depresivas, doble ánimo, inestables en nuestros caminos, tendientes a la incredulidad y los afanes del mundo, convirtiéndonos en presas fáciles para que el león rugiente nos devore, quién anda suelto buscando quién devorar por falta de entrenamiento.
Otro indicador que demuestra languidez espiritual (debilidad o enflaquecimiento) es la falta de entrenamiento por falta de voluntad para estar preparados para todo tiempo y/o situación, que puede venirnos en la tierra, porque creemos que por ser hijos de Dios es suficiente; Mateo 24:44 “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
¿CUÁLES SON LOS BENEFICIOS DEL ENTRENAMIENTO ESPIRITUAL?
Lucas 12:35-38 “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos”.
Muchos son los beneficios que trae consigo el entrenamiento espiritual; por ejemplo:
1.   Mejora nuestra relación y comunión con Dios, fluye la comunicación a través del Espíritu Santo; nos mantenemos firmes (ceñidos vuestros lomos); 1 Corintios 10:12 “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”;
2.   Hay mayor calidad de vida espiritual, nos convencemos de justicia, juicio y pecado, obteniendo genuino arrepentimiento y disfrutando de lo glorioso de Dios; que solo es posible por acción del Espíritu Santo en nuestra vida (vuestras lámparas encendidas).
3.   Desarrollamos los dones concedidos, potencializamos las capacidades, habilidades y fortalezas espirituales (vosotros sed); y llegamos a ser más allá de lo que imaginamos.
4.   Equilibramos todos los aspectos del ser: alma, cuerpo y espíritu, entran en armonía perfecta con el Espíritu Santo, proporcionando un crecimiento continuo de nuestras vidas a través del aprendizaje estimulante del amor de Dios, que no deja de ser (Bienaventurados); 
5.   Nos proporciona el discernimiento para los problemas, nos ayuda a identificar los caminos adversos y oscuros (halle velando), es decir nos da mayor agudeza en la visión espiritual (la segunda vigilia), claridad y entendimiento de los misterios de Dios (la tercera vigilia);
6.   Permite conocer el plan de Dios para nuestra vida, nos convertimos en testimonio santo para los demás (hará que se sienten a la mesa).
7.   De acuerdo a los resultados obtenidos con Él, permite transformar los afanes, las dificultades o circunstancias en verdaderas oportunidades de crecimiento espiritual, aumenta la manifestación del poder de Dios en nosotros, fortaleciendo nuestra confianza en el Señor (vendrá a servirles).
8.   Mejora las relaciones con los hermanos, con el cuerpo de Cristo, somete nuestra vida exactamente a lo que quiere el Señor, aumentando el nivel de conciencia sobre lo que somos en Él, generando más oportunidades de conversión y mejor toma de decisiones basadas en lo que realmente importa (aguardan a que su señor regrese).
9.   Se crea la sinergia del cuerpo de Cristo extendiendo su cobertura a los demás, a la familia, a la comunidad, a todos los ministerios establecidos, servicios, enseñanzas, adoración, alabanza, convivencia, para santificación, con armonía deleitosa entre los hijos de Dios y nos hace aptos para ganar el mundo inconverso (si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos).
¿CÓMO DEBEMOS ENTRENAR?
El entrenamiento se acciona a través de la palabra, Lucas 11:28 “Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”; Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
En la palabra se encuentra la forma, manera y estilo de entrenamiento que debemos asumir dependiendo del carácter y temperamento que posee cada quién, poniendo en movimiento la fe, siendo hacedores de sus mandamientos, estatutos y enseñanzas, hasta que las obras y los frutos hablen por si solos, notándose en el resplandeciente semblante y en un gozo sobrenatural a pesar de la aflicción, ya que el Cristo que vive en nosotros es manifiesto, llevándonos por caminos de conversión progresiva hasta alcanzar su estatura;
Nuestro temor y responsabilidad como siervo del Señor se hace evidente cuando entrenamos en la palabra, somos cuidadosos de no ser piedra de tropiezo para los demás.
Nuestra alma es entrenada por el Espíritu Santo (El coaching personal), que en conjunto con el cuerpo se someten a su poder, para santificar y endurecer el musculo espiritual (El corazón dispuesto) para transformar nuestras vidas.
¿CUÁL DEBE SER NUESTRO PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO?
Es necesario que para lograr el fortalecimiento y la transformación ejercitemos:
1.   LA ORACIÓN, en todo tiempo, dando gracias por todo. 1 Tesalonicenses 5:17-18 “Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”; Efesios 6:18 “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
2.   LA ALABANZA, estando de continuo en mi boca. Salmo 34:1 “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca”; Salmo 150:6 “¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!”.
3.   LA ADORACIÓN, postrado en reverencia, con integridad de corazón. Salmo 95:6 “Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor”; Salmo 145:1 “Te exaltaré, mi Dios y rey; por siempre bendeciré tu nombre”; Apocalipsis 19:10 “…adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
4.   EL AYUNO, para liberación ante la impiedad y opresión. Isaías 58:6 “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”; Joel 2:12 “Ahora bien -afirma el Señor-, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos”.
5.   LA VIGILIA, alerta de las maquinaciones del mal. Lucas 21:36 “Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre”; 1 Pedro 5:8 “Sed sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente, buscando a quien devorar”.
6.   LA CONVERSIÓN con el firme propósito de no ser más oidores (ovejas obesas, infladas de palabra muerta, llenas de religiosidad o hipocresía, listas para el matadero), sino hacedores, varones listos para cumplir con la gran comisión, el servicio, la obra que nos encomendó el Señor Jesucristo, para su honor y gloria. Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”; Marcos 1:15 “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”.
7.   EL TESTIMONIO de Cristo que vive en mí. Santiago 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”; Deuteronomio 6:17 “Debéis guardar diligentemente los mandamientos del Señor vuestro Dios, y sus testimonios y estatutos que te ha mandado”; Hechos 1:8 “pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
8.   EL CONOCIMIENTO de Dios en espíritu y verdad, con el alimento no adulterado de la palabra, la cual nos dará la revelación, el discernimiento, el entendimiento y la conversión suficiente para vencer. 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”; Filipenses 3:8 “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
9.   EL AMOR ÁGAPE, Nos congregamos por obediencia porque necesitamos permanecer pegados a la vid, no es un favor que hacemos a Dios, más bien Dios nos da el privilegio de ser parte del cuerpo. Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”; Hebreos 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos {unos a otros}, y mucho más al ver que el día se acerca”; 1 Juan 4:8 “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”.
REFLEXIÓN:
Entrenar espiritualmente en la carne, sin la presencia del Espíritu Santo, es perder el tiempo, es un trabajo vano, solo traerá religiosidad y corrupción a nuestro espíritu. Si decimos amar a Dios y no entrenamos el amor a nuestro prójimo hacemos mentiroso a Cristo.
Pero si nos ejercitamos y procuramos su salvación, el crecimiento de la fe, en Espíritu y verdad, nos pondrá en lo más alto del pódium, nos permitirá permanecer sentados juntamente con Él en su trono (ya es un hecho) y veremos su gloria, las verdaderas manifestaciones del Señor en nuestras vidas, porque nuestros frutos dirán de qué estamos hechos.
Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican (entrenan); Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guarda”;
No olvidemos que para pelear la buena batalla debo estar preparado, para lo cual el Espíritu Santo es mi entrenador personal, para mantenerme en forma y no sucumbir.
2 Timoteo 4:7 dice: “He peleado la buena batalla (Con el Espíritu Santo), he acabado la carrera (Me he esforzado), he guardado la fe (He vencido)”;
Oremos para que la luz de Cristo sea nuestro tesoro y nuestros corazones tengan la fortaleza de pasar cualquier prueba que se presente, porque si hicimos el buen entrenamiento, Él nos mantiene firmes y más que vencedores.
Apocalipsis 3:21 “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono (Corona de vida), así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Amén