“Meter la pata” es una expresión muy común utilizada en
el lenguaje cotidiano de los latinoamericanos, suele referirse a la falla, error o torpeza cometida por una
persona de manera inoportuna o inapropiada por una cuestión equivocada
que denota ignorancia, ineptitud, impulso, nerviosismo o simple estupidez
producto de un alma no sometida, en otras palabras, tendiente a embarrarla
pues.
Hay quienes la relacionan directamente con el
acto en el creyente de meter las de caminar (cae) en una trampa colocada por el
cazador (piedra de tropiezo o lazo del enemigo) y queda apresado (encarcelado o
esclavizado), como por ejemplo un matrimonio obligado, aceptar un embarazo por
compromiso, cegarse ante una estafa por el deseo de enriquecerse inmediatamente,
comprar cosas del mundo que no hacen falta, etc., manipulaciones que la persona
llega a discernir después que sufre en carne propia y pierde la libertad espiritual
que Cristo le dio en la cruz, justamente cuando toda la verdad sale a luz,
diciendo: ¡Qué tonto fui!
Otras metidas de
patas, son con conocimiento de causa producto de la maldad de reside en nosotros,
la concupiscencia; por lo general nuestra carne y alma (mente, emociones, sentimientos,
deseos, etc.) impiden un genuino arrepentimiento y perdón, entonces
utilizamos la razón para evaluar los daños, consejo y/o amenaza sin consultar
al Espíritu Santo, tratando de salvarnos de la situación o circunstancia,
entonces: huimos, aceptamos las cosas condicionadamente o por puro interés,
como tratando de engañar a Dios, sin doblegar nuestra dura cerviz, a sabiendas
que Él conoce nuestro corazón y que por todo daremos cuentas ante su presencia.
Cuando no hay
arrepentimiento y perdón metemos la pata, si hacemos un estudio epistemológico
de la palabra arrepentimiento observamos que tiene dos tendencias: (a) proviene
del francés “repentir” que a su vez deriva del latín tardío “poenitere” que
quiere significar “ser penitente”, es decir la carga que una persona lleva por
algo que ha hecho, dicho o dejado de hacer. Quien se arrepiente, por lo general,
cambia de actitud, siempre y cuando ha perdonado de corazón o ha pedido perdón a
Dios, lo que lo lleva a dejar de ser un consecuente metedor de pata, ya que existe
una conversión profunda, logrando negarse a sí mismo. (b) del griego "metanoeo"
que traduce arrepentimiento, significando “cambio de mente”, y pudiéramos agregar
cambio de mente en Espíritu, lo que implica un cambio total de su perspectiva con
respecto el pasado, presente y futuro, donde se evalúa muchas cosas previamente
bajo la lupa de Dios, lo que conlleva a la comprensión de quién soy en Jesucristo, quién es
el que culpa y tengo conocimiento pleno de que he hecho, hago o haré de malo.
Es en este momento es cuando se toma la decisión de cambiar de vida, de conducta,
actitud, orientación o dirección producto del control del Espíritu Santo; sino sigo
revolcándome en mi cieno, ya que me niego a ser consumido por el fuego
purificador del Señor, la santidad manifiesta, que debería ser el indicio de que
quiero presentar una obra digna de arrepentimiento, lo demás es pura religiosidad.
¿CUÁNDO METEMOS LA
PATA CON EL SEÑOR?
1.
Cuando no hay conversión en nuestra vida, el pecado y las tinieblas
prevalecen por falta de discernimiento, orgullo o vergüenza; preferimos dar
vueltas en nuestro desierto u ocultarnos igual como lo hizo Adán y Eva que los
sacó del plan original de Dios. Jeremías 14:10 “Así ha dicho Jehová acerca de
este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová
no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados”.
2.
Al estar justificando nuestro pecado, con pensamientos perversos, cuidando
las apariencias, a sabiendas que daremos cuenta por ello. Proverbios 6:18 “El
corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al
mal”; Marcos 9:45 “Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es
entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al
fuego que no puede ser apagado”.
3.
Al resbalar por la autosuficiencia y la sabiduría terrenal, que nos aparta
de la palabra de Dios, prevaleciendo el conocimiento humano, el poder y las riquezas,
lejos del temor al Señor. Salmo 37:31 “La ley de su Dios está en su corazón; Por
tanto, sus pies no resbalarán”.
4.
Cuando andamos o permanecemos en reino dividido; cuerpo, alma y el espíritu
alejados de la presencia del Espíritu Santo, hijos de Dios llenos de religiosidad,
corrupción y tinieblas; siendo presas fáciles del mal y sus maquinaciones. Daniel
2:41-42 “…será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro,
así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los
pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte
fuerte, y en parte frágil”; Marcos 3:24 “Si un reino está dividido contra sí
mismo, tal reino no puede permanecer”.
5.
Al olvidar mantener la Janukía encendida, sin la luz del Dios viviente ni
el aceite del Espíritu Santo, quienes me dan firmeza en los caminos escollados o
difíciles. 2 Samuel 22:34 “Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar
firme sobre mis alturas”; Salmo 119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y
lumbrera a mi camino”.
6.
Cuando amamos más al mundo y sus deleites que a Dios. Convirtiéndose en impíos,
idólatras, fornicarios, llenos de una luz de tinieblas. 1 Samuel 2:9 “El guarda
los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será
fuerte por su propia fuerza”.
7.
Al dejar de cumplir los votos de anunciar el evangelio de la paz por la maldad,
rebeldía, pereza o procrastinación espiritual que hay en nosotros, creyendo que tenemos tiempo de
sobra, postergando la instrucción del Señor de ¡Id y Haced!; Nahúm 1:15 “He
aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la
paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá
a pasar por ti el malvado…”; 2 Corintios 6:2 “…He aquí, ahora es el tiempo
propicio; he aquí, ahora es el día de salvación”; Romanos 10:15 “¿Y cómo predicarán
si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los
que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”.
¿DÓNDE EL SEÑOR QUIERE
PONER NUESTROS PIES?
1.
Sobre tierra santa, tierra fértil donde damos fruto y nos gozamos de estar
cara a cara con Él. Éxodo 3:5 “…quita tu calzado de tus pies, porque el lugar
en que tú estás, tierra santa es”.
2.
Dentro del lavatorio del tabernáculo personal, en su altar para que
nuestra maldad e inmundicia diaria sea lavada para traer vida. Éxodo 30:20-21 “Cuando
entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y
cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida
para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán
por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones”; Juan 13:8 “Pedro
le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no
tendrás parte conmigo”.
3.
Frente a la adversidad para probar nuestra fe, para tener la confianza plena
en Él. Josué 3:13 “Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que
llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del
Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de
arriba se detendrán en un montón”.
4.
En sus caminos de conversión, para que nunca caigamos por las piedras de
tropiezo ni el lazo de nuestros enemigos: el mundo, la carne y satanás. Job
23:11 “Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté”; Salmo
25:15 “Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red”.
5.
Sobre la peña, la roca del Cristo, la que endereza mis pasos y me hace
caminar correctamente. Salmo 40:2 “Y me hizo sacar del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis
pasos”; Mateo 15:30 “Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos,
mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y
los sanó”.
Oremos: Padre de los cielos, puedo
discernir en el espíritu que he cometido tantos pecados, errores, torpezas en
contra tuya y tengo tanto que pedir perdón por haber metido muchas veces la
pata; Señor vergüenza tengo, y vengo a este tabernáculo personal a que me laves
con tu amor y misericordia; gracias mi Dios porque puedo venir confiadamente,
con un corazón contristo y humillado a suplicar por tu Espíritu, trae a mi: conversión, testimonio y santidad. Quiero caminar con tu luz, se lumbrera para
mis pies, endereza mis pasos y no permitas que caiga en los lazos del enemigo,
que su red no me atrape; Hoy quiero vestirme de santidad, quiero que mis
vestimenta sean lavadas con la sangre que derramaste en la cruz, porque me
siento indigno, como puedo amarte, si he dejado de amar a mis semejantes, no me
condolía de sus necesidades, solo pensaba en mí, se me había olvidado que tú me
amaste primero y mandaste a tu preciado hijo a morir por mí en la cruz, una
muerte que merecía por el horror de mis pecados. Gracias Señor, por tu inmenso
amor, no podre nunca pagar tu sacrificio. Espíritu Santo manifiéstate en mi
vida, inquieta mi espíritu para que te busque día y noche, que tu fuego
consumador encienda mi janukía, mi vida y pueda resplandecer tu luz en este tabernáculo
que es mi cuerpo, que pide a gritos tu presencia. Gracias mi Señor, porque
siento que escuchas mis oraciones. Ahora en tu nombre bendigo a toda persona
que lea esta palabra, pon sus pies sobre la peña y que nunca caiga en el
resbaladero, guarda sus caminos y siembra en su corazón tu palabra, Hijo de
Dios se bendito en el nombre de mi Padre Santo. Amén.