“Él, respondiendo, les
dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y
los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por
tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Mateo 19:4-6
Existen palabras
clásicas, muy renombradas, en las diferentes sociedades, culturas y religiones,
a la hora de efectuarse una boda; muchas veces hemos escuchado, a lo largo de
nuestras vidas: “Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud
y en la enfermedad, para amarte y respetarte todos los días de mi vida…”, “Hasta
que la muerte nos separe”; más que una declaratoria de amor, esta antiquísima
frase cliché a muchísimas personas, hombres y mujeres por igual, les puede
sonar a una terrible condena, mucho más si han vivido largos matrimonios sufriendo
con un conyugue posesivo, egocéntrico, de carácter insufrible, duro de corazón,
controlador, manipulador, perfeccionista, que no da descanso ni paz a su alma o
inconmutablemente altivo.
Al meditar sobre declaración
del párrafo anterior, las seis últimas palabras entre comillas, con la antesala
de la frase anterior, nos podemos dar cuenta de la enorme responsabilidad que hemos
asumido, siempre y cuando las tomemos en serio, ya que aunque llueva, truene o
relampaguee estaremos totalmente dispuestos a respaldar con mis acciones el
compromiso que éstas conllevan.
PERO, ¿QUÉ PASA CON LAS PAREJAS DE HOY?
Estudios estadísticos
describen que en las últimas 4 décadas se ha acentuados los problemas
matrimoniales, predominando los divorcios, la violencia doméstica, la
intolerancia conyugal, las divergencias de caracteres, las familias
disfuncionales, entre otras. Para nadie es un secreto que la falta comunicación
entre las parejas y la infidelidad, han sido los factores de mayor incidencia,
y en estos tiempos, hay estudios en diferentes partes del mundo que evidencian que
las mujeres han superado a los hombres con respecto al tema de la infidelidad.
Los Doctores Amaya y Prado (2005), en su libro “¿Qué hago si mi Media Naranja
es Toronja?”, dejan entre ver que nadie esperaba que la longevidad de los matrimonios afectara tanto a una
relación matrimonial, porque el “HASTA
QUE LA MUERTE LOS SEPARE” parece mucho tiempo. Ellos explican, jocosamente,
que no es lo mismo convivir o compartir una vida 20 a 30 años, que 50 años o
más, mucho más si la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años y se
proyecta a seguir subiendo a nivel general.
Es importante resaltar, que la mayoría de las parejas se enfocan más en sus diferencias que en los puntos de encuentro,
haciendo que la relación conyugal sea una cruz difícil de llevar, ya que se ve como un yugo
o una carga llena de sacrificio y abnegación, más que de bendición, felicidad o
privilegio.
Existe un sueño
hedonista en todos los seres humanos basado en tres características
fundamentales: (a) dejar a sus padres con la finalidad de independizarse, (b) edificar
con esfuerzo sus propios destinos y (c) la búsqueda de la realización y la
felicidad. Este Hedonismo matrimonial, definiéndolo como el placer supremo de
la vida conyugal suprimiendo el dolor, es una utopía si el amor no está
presente, es decir, si Dios no está como eje central de la relación; porque
Dios es Amor. Dios no elimina el dolor y los problemas, pero si cambia nuestra perspectiva,
transforma nuestro corazón, nos enseña a mirar lo bueno, lo puro y lo santo,
nos enseñar a amar y respetar nuestra pareja y mantenerse fiel y en paz a pesar de las
circunstancias, por pura misericordia y amor hacia nosotros.
EL AMOR SE APAGA
El Amor es la fuente de
energía (fuego) que mantiene encendido el carbón de la pasión y el deseo; hay
quienes creen que Dios no tiene nada que ver con la pasión y el deseo, porque
la pasión y el deseo la relacionamos, generalmente, con lujuria y perversidad
y si es prohibida mejor; pues, ésta es una apreciación errada, porque la pasión
y el deseo son parte del amor y el anhelo de permanecer apegados a Dios,
trayendo gozo a nuestro ser. Otra cosa es, que nosotros producto del pecado, lo
hemos transformado en algo abominable, en una cosa despreciable, pero eso es un
tema para evaluar en otro momento.
Paradójicamente, cuando
la mayoría de las parejas jóvenes, y no tan jóvenes, se casan lo hacen en una “iglesia”
para recibir la bendición de Dios, el amor que compartirán para “toda” la
vida, ya sea por costumbre o religiosidad, pero no han entendido lo que representa
Dios para sus vidas como Fuente inagotable de Amor que no se consume, como la
zarza en el monte; Por eso cuando los problemas aparecen por nuestra
necia y terca manera de vivir hacemos que su Amor puro y perfecto se apague en nuestro corazón, por falta del aceite, permitiendo
que se consuma el carbón de la pasión y el deseo con nuestro fuego infernal, extinguiéndose
poco a poco hasta convertirlo en polvo, y es cuando decimos ¡Ya no lo amo, me
quiero separar! O por el contrario le hacemos la vida cuadritos a nuestra
pareja, involucrando muchas veces a los hijos como herramienta de venganza.
PSICÓPATA
El o la psicópata no
es su pareja, es usted; por definición es aquella persona que se caracteriza
por tener alteración del carácter o de conducta social producto de un trastorno
en la mente; entonces no le eche la culpa a su pareja o a la persona que le
robo su amor, sino a usted mismo por sus conductas psicópatas y le explico por
qué:
¿Qué dicen las mujeres de sus esposos?
¿Qué dicen las mujeres de sus esposos?
1. ¿No expresan sus sentimientos, siempre evitan la conversación? El hombre y
la mujer son totalmente distintos desde la creación y así lo confirman los
estudios científicos, por ejemplo: Las mujeres hacen tres y cuatro cosas a la
vez, en cambio los hombres solo pueden hacer una cosa, ¿por qué? Porque
su cerebro está dispuesto para hacerlo así, Dios así lo decidió; no le pida que
exprese sus sentimientos o entable una conversación si hay algo que lo
distraiga en el lugar, por ejemplo la televisión, una computadora, una reunión
con los amigos; muchas mujeres se desgastan preguntando ¿Por qué les molesta
tanto, cuando lo interrumpo cuando está viendo la televisión?, ¡Es evidente, están
diseñados para eso!, deje el frenetismo, conviértase en su ayuda idónea; ayúdelo
a expresar sus sentimientos, cambiando usted su forma de tratarlo, sea sabia,
inteligente, evalúe que decir y cómo decirlo, y no pretenda invertir los roles
o imponer cosas, porque eso traerá sus consecuencias, porque de lo que sembrare
eso segaremos.
2. ¡Mi
esposo no me quiere acompañar hacer las compras en el supermercado o a cenar,
es un egoísta! Las mujeres tienen un empeño desquiciante o una manía de ir
acompañadas a cualquier lugar público, por ejemplo, si van al baño en un
restaurant, deben ir acompañadas de otras mujeres, el motivo de tan rara
conducta, es la necesidad de sentirse protegidas, respaldadas, acompañadas por alguien
o requieren mantener todas las áreas de su cerebro bien ocupadas, por eso
maquinan tanto, creando cuentos llenos de fantasías; sin embargo, cuando ponen
la torta por su inusual creatividad y se dan cuenta de ello, viéndose atrapadas
buscan la manera de echarle la culpa al más cercano, sea esposo, hijos, padres,
suegros, vecinas, amigas, serpiente, etc., para salir favorablemente y evitar que la
señalen.
3. ¡Todos
los hombres son iguales, cuando se casan ya no nos hablan y quieren seguir
viviendo como solteros! Desde pequeños, los niños, aprenden a jugar por manadas
o por géneros por muchos motivos, por un problema social y cultural; ya que después
de cierta edad, si vemos a una niña jugando beisbol y comportándose rudamente,
decimos esa es marimacho; o por el contrario, si vemos un varón jugando con
muñecas, decimos ese niño es raro. Cuando las parejas se casan, no existe un
switche en modo soltero o modo casado, eso es una aseveración sin fundamento. Respételo,
ellos son en esencia seres socialmente activos, formados en manadas, gracias a una
mujer, sus madres, no pretenda cambiarlos de la noche a la mañana, acepte sus
defectos, amigos o manías y aprenda a lidiar con ellos, usted también las
tiene; usted se casó para ser feliz a otra persona desbordando su felicidad, no
para ser infeliz a los demás con su infelicidad.
¿Qué dicen los hombres de sus esposas?
1.¡Las
mujeres cuando se casan nos quieren dominar, apenas se casan cambian de piel, son
unas cuaimas! Pues, mi estimado amigo, abra los ojos, usted salió de la
esclavitud de sus padres para cederle el puesto a su esposa, los epítetos no
ayudan en nada a la causa, por eso muchos hombres, quiera o no reconocerlo, fallamos
en eso, no le damos el valor y la honra que ellas merecen, por eso vivimos en
ocultismo, haciendo cosas clandestinamente para que la esposa ni se entere, y
por nuestra naturaleza propia de pecadores, hacemos esto una cultura y
festejamos cuando nos salimos con la nuestra, y si fanfarroneamos con nuestros
amigos es mejor, demostrando que somos mentirosos en esencia, mitómanos por
excelencia.
2.¡Mi
mujer llora por todo, eso es puro teatro!; las mujeres buscan de una u otra
manera llamar atención de parte de su marido, revísese no vaya hacer que su
conducta este afectando o destruyendo su matrimonio por falta de amor, atención,
comunicación asertiva, valoración o cariño. Diferencie cuando es manipulación y
cuando ella tiene razón. Ceder no es muestra de debilidad, sino todo lo
contrario fortaleza y humildad al reconocer que podemos estar equivocados, deje
la altivez, ira y la arrogancia, como trastorno de conducta.
3. ¿Por
qué responden tan emocionalmente ante cualquier mínimo detalle, error u olvido?
Todos los seres humanos poseemos alma; nuestra alma es el lugar donde amalgaman
la mente, los sentimientos, las emociones y la voluntad. Dependiendo de cómo
esté mi alma, a que obedezco y con quién me asocio, espiritualmente hablando,
así también serán mis actitudes y acciones. Reconsidere las cosas, no vaya
hacer que los errores y los olvidos sean conductas recurrentes que afecten la
relación, producto del pecado que hay en nuestras vidas, y así como las mujeres
tratan de echarle la culpa a alguien, nosotros como hombres tenemos que asumir
la responsabilidad de nuestras acciones, independientemente de lo que pase a mi
alrededor.
Esto es para ambos: ¿Por
qué no me dicen claramente lo que quieren o pretenden, no soy adivino? No se trata
de ser adivino o no, sino de tender puentes, a veces el perdón es el mejor
puente para comunicarnos, y es necesario para iniciar una conversación donde se
busca mejorar una situación de conflicto, acuérdese que el perdón lleva consigo
olvido, así qué asunto perdonado, no debe ser tocado nuevamente en ningún
conflicto posterior; el Señor nos manda a perdonar y pedir perdón, si asumimos
actitudes de rencor y soberbia no hemos perdonado, esto nos llevará a destruir lo
construido; nada, absolutamente nada sin la presencia del Señor prevalecerá,
sus ruinas serán hechas polvo, esto tiene que ser revelado; pero para ello debemos
entregar y deponer nuestras armas, trastornos y conductas de psicopatía extrema
que lo único que hace en mantener relaciones enfermizas afectando a todo el
entorno familiar.
Pudiéramos escribir
todo un libro de situaciones puntuales que viven los matrimonios día a día y la
lista sería interminable, pero es necesario que si verdaderamente usted querido
lector quiere salvar su matrimonio, restaurar lo que un día fue, debe seguir
los siguiente pasos: Are, siembre, abone, siegue. Procure Arar su terreno,
aceptando que usted no es bueno, acepte que necesita sujetarse de Dios ya que su
condición espiritual de pecado no le permite avanzar en su matrimonio; Siembre amor
con verdadero arrepentimiento, que su testimonio así lo certifique, perdone y
pida perdón con un corazón limpio y sincero, entierre el pasado y ponga la
mirada en lo eterno; Abone con templanza, apartándose del pecado y muera a su
carne, a sus deseos engañosos, someta su alma a Dios; y por último Siegue, recoja
del fruto del amor, que el néctar del gozo, la paz, la fidelidad, la paciencia, la
bondad, la benignidad y la mansedumbre sean deleitosos en el paladar de su
matrimonio.
REFLEXIÓN
La vida en pareja
requiere reconocer que existen diferencias entre uno u otro las cuales debo
aceptar, es entender que necesito a Dios como eje central de mi matrimonio,
desconocerlo es exponerme a la dura tortura de un yugo desigual, el cual me traerá
maltrato y dolor.
Igualmente es
necesario, aderezar nuestro matrimonio con la oración, con la presencia del
Espíritu Santo, con la palabra para endulzar la relación, es dar la justa
medida a cada cosa; actuar con un corazón solamente emocional es empalagar al conyugue, puede originar que se convierta
en un adicto enfermizo, idolatrando, dependiendo de un amor que no es el Amor de
Dios, llevándonos a cometer locuras, por eso debemos menguar y bajar la cerviz.
Menguar es morir a
nosotros mismos, a nuestro carácter por amor a Cristo, es la manifestación de
las obras dignas de arrepentimiento y disposición del corazón, es dejar que el
Señor crezca en mí y permitirnos que nosotros, como matrimonio, crezcamos en Él,
para que se pueda glorificar y bendecir su nombre en nuestras vidas.
Ahora diré con
verdadera convicción y entendimiento “con mi muerte me he separado”, pero separado de este mundo
corrompido y Él me llevo en resurrección a mantenerme unido eternamente al Amor de
Dios todopoderoso por los siglos de los siglos. Amén