Muchas culturas coinciden que la
sociedad actual se caracteriza por una ausencia de principios y valores, los
cuales están condicionados a normas sociales, morales, costumbres religiosas,
etc., que se han diseñado alejadas de lo que realmente Dios ha ordenado y
enseñado. Existe una gran verdad: muchos principios y valores son utilizados
con maldad o conveniencia; elementos tales como la mentira, la manipulación, el
miedo, la corrupción, la violencia, el robo, etc., son cotidianos, traen consigo
extravío y distorsiones que han llevado al hombre a asumir conductas que se
desvían del plan original de Dios; hay quienes buscan solo encajar dentro de
una sociedad descompuesta y que apesta a muerte, apartándose del Señor, y como
nadie baja su cerviz y orgullo reconociendo su error, simplemente atacan y
despotrican de Dios y en especial de sus siervos.
Los expertos aclaran que los “antivalores”
han invadido todos los sectores: familiar, social, político, económico,
cultural, religioso y en especial en las vidas de los hijos de Dios; si hacemos
una evaluación sincera, en el Espíritu, nos damos cuenta que en la mayoría de
las veces en esas áreas no está el Señor, porque existe una ausencia total del
Espíritu Santo, todo es carne, es humanidad terrenal, animal y diabólica, así
se hagan mil cosas “buenas”, no discernimos que su estado es descomposición, aunque
tratemos de justificarlo colocando atavíos que traten de adornar nuestro vergonzoso
estado espiritual, a menos que, busquemos con diligencia y con corazón sincero
al Señor Jesucristo.
Pero, ¿Qué es un Principio y
cuándo se anula?
1.
Según el diccionario es el primer momento de la
existencia de una cosa. El Señor dijo: “En el principio creó Dios los cielos y
la tierra” (Génesis 1:1); la creación es un principio, que testica de la majestuosidad
de Dios, de su Poder y Gloria, manifestada en cada detalle. Pero, que hemos
hecho con ella; la destruimos, contaminamos o la corrompemos por falta de fe y santidad,
haciéndonos daño a nosotros mismos. Éxodo 32:9 “Dijo más Jehová a Moisés: Yo he
visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz”; Números 14:11 “…
¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con
todas las señales que he hecho en medio de ellos?”; CREER CONDICIONADAMENTE NO
ES SUFICIENTE, ANULA EL PRINCIPIO; Juan 20:25 “Le dijeron, pues, los otros
discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la
señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi
mano en su costado, no creeré”.
2.
Punto de donde parte, nace o surge una cosa. La
palabra aclara varias cosas con respecto al punto de inicio: Apocalipsis 1:8 “Yo
soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor,…”; Juan 1:3 “Todas las
cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”;
Juan 1:1-2 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo
era Dios. Este era en el principio con Dios”; Juan 1:14 “Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Si el Señor Jesucristo era
el Verbo, la palabra, la verdad, TODO LO QUE ESTA FUERA DE ÉL, ESTÁ FUERA DEL
PRINCIPIO; quién quiera dar necias explicaciones sobre de donde parten todas
las cosas o surgió la vida sin considerar al Verbo, anula el principio en su
vida y está desconociendo a Dios, al Señor Jesucristo.
3.
Es una ley o regla que se cumple o debe seguirse
para alcanzar cierto propósito. El principio de Dios no puede ser violado ni modificado, el está dispuesto según el plan eterno que el Señor diseñó
para salvación; QUIÉN NO LO CUMPLA ESTÁ DESVIÁNDOSE DEL PLAN CELESTIAL PARA SU
VIDA, trata de cumplir un plan que se ajusta a sus necesidades perversas o una
potestad de maldad, que lo corrompe y saca del plan de Dios, con el fin de
implantar un nuevo sistema, un nuevo principio o reino, que conduce a muerte espiritual. Mateo
16:23 “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!;
me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de
los hombres”.
¿Qué son los valores, y a dónde
conducen?
a.
Son principios que nos permiten orientar nuestro
comportamiento. Si Dios es el principio y nos dejó al Espíritu Santo para guiarnos,
redargüirnos y enseñarnos, es de entendidos disponer nuestro corazón para su
consejo y orientación, cualquier otra cosa es rebeldía oculta o no.
b.
Son creencias fundamentales que nos ayudan a
preferir, apreciar y elegir un comportamiento en lugar de otro. Si decimos que
somos hijos de Dios y nos comportamos como hijos del mundo, somos mentirosos y
hacemos mentiroso al Señor. Realmente no hay frutos dignos de arrepentimiento.
c.
Son fuente de satisfacción y plenitud. La
plenitud de gozo solo está en su presencia, cuando somos hijos manifestados,
llenos del fruto del Espíritu Santo. Sin su presencia soy fuente de amargura, pozo
seco donde sube humo oscuro de muerte, que ciega los ojos de otros.
d.
Los valores son aquellos principios, virtudes o dones
que caracterizan al creyente. El fruto del Espíritu revelado son los que nos
conducirán a la perfección del Cristo, separado de Él nada podremos hacer,
somos huesos secos, religiosos llenos de palabra muerta y blancura de sepulcro.
Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo
en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Él es el principio, el alfa, la
luz, que se acciona en mí a través del Espíritu Santo en temor y obediencia, permaneciendo como único valor desde
que decido recibirlo como Señor y Salvador, por eso necesariamente debe haber
la negación de mí mismo, una conversión real, genuina, ser nueva criatura;
cualquier otro principio es terrenal y nulo, por eso no hay ley que lo suplante.
Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.
Oremos: Padre de los cielos, cuántas cosas he realizado sin tomar
en cuenta tu principio, me dejado impregnar por principios terrenales, que
parecieran ser buenos pero que no están de acuerdo a tu palabra; tu palabra
dice que ame a mi enemigo y he hecho lo contrario, asimismo que haga frutos
dignos de arrepentimiento y he hecho del arrepentimiento una práctica burda y religiosa,
además dice que ponga la otra mejilla cuando me la golpeen y lo que he hecho es
llenarme de ira y he entrado en contienda, y aún que bendiga al que me maldice
y mi ser paga con bendición de los dientes para afuera con un corazón lleno
de maldición; Perdóname Señor avergonzado estoy; tu amor está lejos de mí por
mi causa, falta mucho por revelarse en mí. Jesucristo hoy me aferro al
PRINCIPIO, tu eres mi principio, tu eres la verdad, la luz, el camino y la vida,
en ti se conjuga el amor, el verbo y la misericordia; enséñame a amar y a ser
misericordioso, a condolerme del necesitado, del confundido, del hermano perdido,
de la oveja que está en asecho por los lobos de mal. Que el único valor del que
quiero apropiarme sea el fruto del Espíritu Santo, que mi corazón anhele el
amor y gozo que mana de tu manantial, la paz y la paciencia que solo tu das a
mi vida, la benignidad y bondad hacia mi hermano, el hombre natural, sobre todo
al que no conoce de Dios y busca conocerte, aumenta mi fe y mansedumbre, que mi
corazón permanezca en convicción y certeza de lo que no se ve y la humildad de
reconocerte como Dios, Señor y Salvador, pero sobre todo que me esfuerce por mantenerme
firme en ti, que mi templanza sea para glorificarte, seguirte con ferviente deseo,
sin desmayar en la carrera. Padre de los cielos, sé que somos hijos de Dios que hemos vivimos llevando un evangelio emocional por las redes sociales y poco
espiritual, hacemos esoterismo al querer bendecir a otros si pasan tontas cadenas,
alejado de tu principio de amor que ordena “Id y Haced”, también te pido perdón
por tu pueblo; espero, por amor, que está palabra la reciba todo el mundo y
sobre todo aquellos que seleccionarás para que formen parte de tu reino, que se
conviertan y se olviden de ir detrás de pensamientos ilusorios, porque muchos
son los llamados y pocos los escogidos, si hay bendición que sea la de tu
presencia y que a partir de hoy valoren el sacrificio de amor que tu hiciste en
la cruz, dándote alabanza, honor y gloria. Te amo mi Señor Jesucristo, a ti sea
honra, te adoro, Bendito sea tu nombre. Amén.