lunes, 24 de junio de 2019

EL TRONO SIN CETRO



Un trono está asociado al ejercicio de la majestad y potestad real; es el lugar oficial sobre el que se sienta un rey en ocasiones especiales: ceremoniales, coronaciones, asambleas, festejos entre otros, que en muchos casos se transforma en un centro de adoración y alabanza. La palabra trono proviene del griego θρόνος (tronos), “asiento” o “silla”. 
Hay una gran cantidad de tronos y tronitos, de diferentes clases y estilos, que una persona puede poseer, por ejemplo: el trono de inmundicias, escarnecedores, hipocresía (falsos), justicia, santidad, honor, poder y gloria; ahora bien, existe un trono que es único, verdadero, glorioso y excelso: el Trono de Dios; que la palabra aclara que está establecido en los cielos, pero al escudriñar y discernir bajo revelación, podemos observar también que, el Trono de Dios está donde el Señor se pose, se siente o more; donde muestra su poder, haciendo que se sometan todas cosas, lo visible e invisible, lo que es imposible para la mente del hombre, manifestando el resplandor de su gloria. 1 Reyes 22:19 “…Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda”; Isaías 33:5 “Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de juicio y de justicia”; Apocalipsis 4:2 “Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado”; Salmo 99:1 “…Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra”; Isaías 40:22 “Él está sentado sobre el círculo de la tierra,…”; 2 Samuel 7:5 “…Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more?”; Juan 8:2 “Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba”; Salmo 135:21 “Desde Sion sea bendecido Jehová, Quien mora en Jerusalén. Aleluya”; Juan 14:10 “…Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras”; Éxodo 40:34 “Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo”.
Aunque mi reflexión no se enfocará propiamente dicho en el Trono de Dios, porque es un tema muy profundo y requiere alta revelación, si hablaremos del trono que se encuentra en el corazón, quien está sentado y qué cetro utiliza para ejercer el gobierno de nuestras vidas. Sabemos que somos reyes y sacerdotes, porque así lo ha dicho el Señor; todo rey, coronado, sentado en su trono, se le entrega su cetro para ejercer el mando. El cetro, en hebreo shevet, significa vara o bastón; en griego es rabdos, que significa vara, báculo o bordón, el cual representa el señorío, autoridad, mando, poder y gloria. Asimismo como hay cetros gloriosos también hay otros de iniquidad, entre ellos tenemos: cetro de corrección, de palabra, de justicia, de heredad, de impiedad, de soberbia, de insolencia, de opresión, de furor, de fuerza, de hierro, entre otros.
Hay muchos hijos de Dios, que no han dejado que el Señor sea quien gobierne su reino espiritual o no han dejado que establezca el Reino eterno en sus vidas, tienen un TRONO SIN CETRO, es decir un trono sin la autoridad y el poder de Dios. Cuando el Espíritu de Dios mora sobre mí, es decir, está sentado en mi trono, y no estamos sujetados o afirmados en el Cetro, que es Cristo, no habrá manifestación del poder de Dios, entonces vivimos sometidos a un rey que nos esclaviza a la carne, el mundo o el mal, prevaleciendo la falta de santidad, el ego, la desvergüenza, la ira, la crueldad, trayendo inmundicia en nuestras vidas, queja, critica y juicio en todo, comienza la religiosidad, la hipocresía en vez de conversión y santidad. En cambio cuando en nuestro trono estamos firmes en Cristo, agarrados del Cetro, no hay nada que nos detenga, si y solo si, tenemos una fe manifiesta, porque todo lo puedo en Él; Salmo 45:6 “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino”; Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”; Colosenses 4:11 “…Jesús, llamado Justo;…”; Éxodo 14:16 “Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco”; Éxodo 14:21 “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas”.
Entonces, ¿POR QUÉ TENGO UN TRONO SIN CETRO?
1.    Porque me niego a cumplir la voluntad del Padre. Juan 5:30 “…y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”; Éxodo 7:20 “Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre”.
2.    Me alegro de mi iniquidad y perversidad, despreciando al Señor. Ezequiel 21:10 “Para degollar víctimas está afilada, pulida está para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera”.
3.    No se me ha revelado el Cristo, soy de doble ánimo, vivo mirando el pasado, no quiero tomar el cetro de Dios con firmeza. Éxodo 4:2 “Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara”; Éxodo 4:17 “Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales”; Lucas 9:62 “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.
4.    Porque minimizo el poder de Dios, con mi incredulidad. Éxodo 9:23 “Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto”.
5.    Me dejo vencer por las asechanzas del diablo, no quiero subir la montaña, a los lugares altos.
6.    Porque no se han manifestado los frutos del Espíritu en mi vida. Números 17:8 “Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras”.
7.    Soy obrero inútil, no cumplo la gran comisión, indolente con las ovejas y no golpeo la piedra para que fluya la fuente de agua viva y para que otros beban, justifico mi inacción. Números 20:11 “Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias”.
8.    Estoy lleno de pecado, maldad y rebelión, huyo a la disciplina y el castigo del Señor. 2 Samuel 7:14 “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres”; Salmo 89:32 “Entonces castigaré con vara su rebelión, Y con azotes sus iniquidades”.
9.    Me dejo atrapar por el afán, la adversidad y la desesperanza. Salmo 23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”.
10. Vivo juzgando con injusticia. Salmo 9:4 “Porque has mantenido mi derecho y mi causa; Te has sentado en el trono juzgando con justicia”.
REFLEXIÓN.
A veces es necesario utilizar a otros hermanos que sirvan de cetro para mí, para fortalecer mi espíritu, como parte del cuerpo de Cristo, intercediendo en mi debilidad, reconociendo que no puedo hacerlo solo, porque aunque el Espíritu Santo esté allí, que puede estar contristado, quizás sea yo quién este sentado en un trono sin el fundamento, la roca fuerte del Cristo, y mis fuerzas se acaben por el cansancio de mi carne y el mundo, llevándome a perder la batalla contra el mal. Éxodo 17:9 “Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano”; Éxodo 17:12-13 “Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada”; ojalá que en mi trono esté sentado el Señor en todo tiempo, que nunca falte la alabanza, honra, gloria y reconocimiento de su poder, que pueda yo  vivir lo que me reste de años fortalecidos y afirmados en su Cetro y reciba lo que Él, en su infinito amor y misericordia, tiene preparado para los vencedores; Te pido Señor que nunca me falten tus fuerzas y si así fuere coloca tus hijos, mis hermanos, que intercedan por mí para mantener firme sobre la roca, el Cristo que me hace más que vencedor, porque te necesito. Amén

viernes, 14 de junio de 2019

¡ES UNA BARRABASADA!



Esta expresión popular, se utiliza mucho cuando cometemos “un error catastrófico” o “una metida de pata”. Ella alude al personaje Bíblico muy famoso llamado «Barrabás», preso que fue indultado por los romanos, en los tiempos de Jesucristo; quien estaba condenado por sus delitos y crímenes, los cuales había cometido, tales como: robo o asalto (ladrón), motín y homicidio. Juan 18:40 “…Y Barrabás era ladrón”; Lucas 23:19 “Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio”. La historia de Barrabás es conocida por todo el mundo, inclusive se han realizado películas refiriendo algunos hechos, sin embargo, a muy pocos, se le ha revelado el significado espiritual, que es más profundo de lo que parece además de su importancia para mi vida.
Algunos religiosos, referencian la Barrabasada como un error, solo por el hecho de que el pueblo de Dios eligió mal en el año 33 d.C. En ese tiempo, por tradición en Jerusalén, en el período de Pascua, el gobernante podía indultar a un preso sentenciado a muerte mediante aclamación popular; allí comienza la historia, se presentó a Barrabás y a Cristo ante el pueblo, los verdaderos barrabases, quien por petición de los líderes religiosos, los lanzaron para que el pueblo decidiera entre el bien y el mal, como lo hizo la serpiente con Eva; Mateo 27:15-17 “Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?”; y el pueblo manipulado, enceguecido, enloquecido, distanciado de Dios, prefirió desestimar y menospreciar al salvador, desatando su maldad condenando a un inocente, y peor aun desechando al Cristo, escondiendo sus rostros de Él; Mateo 27:20 “Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!”; siendo “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3).
La etimología del nombre de Barrabás ha sido muy discutido, existen diferentes orígenes: griego, arameo, hebreo, latín u otros; por ejemplo se puede citar: Barábbas, Barábas, Barrábas y Barrabán; cuya etimología es la siguiente: Bar, según arameo, significa “hijo de…” que unido con otra palabra daría significado a su estructura semántica; en tal sentido los griegos escribían: “bar-rabba”, «hijo del doctor»; “bar-rabban”, «hijo de nuestro doctor»; “bar-Abba”, podía significar «hijo del Padre», «hijo de Abba»; “bar-Abban”, «hijo de nuestro Padre». En la lengua hebrea el vocablo “Ab” o “aba” significaba “fuente”, es decir proveniente de la fuente.
Algunos estudiosos modernos del idioma, afirman que “bar” procedente del inglés, significa por un lado “barra” (lugar donde se embriagan, disfrutan su consumición o derroche, dilapidándose o malgastándose) y por la otra “barrera”, la barrera separadora en las cortes de justicia (lo que separa al condenado de la justicia). Asimismo “raba” la definen como la carnada o el cebo utilizado para pescar, usados para atraer pequeños cardúmenes como por ejemplo de sardinas.
Dispongamos nuestro corazón, ahora, para recibir lo que el Señor quiere enseñarnos, pero primero oré y pídale discernimiento al Espíritu Santo, que le revele, confirme y transforme, para que la palabra no caiga en saco roto, sino que se siembre para fructificar en mi espíritu:  
¡BARRABÁS, BARRABÁS...!
1.    En revelación, nosotros somos “hijos de” algo, podemos ser hijos de mi padre o madre, hijos de la mentira, hijos de los deseos del alma, hijos del mundo o hijos del Padre; el detalle está de quién quiere ser hijo, a quien quiere honrar, temer, apreciar y permanecer; si digo ser un hijo de Dios y lo que prevalece en mi vida es el menosprecio hacia Él, fructificando en la carne, embriagándome en mis deleites, en la palabra manipulada (robo), en los pensamientos oscuros, mis emociones, la iniquidad, la mentira, los deseos desordenados, la amargura, la ira, la contienda (motín), el resentimiento o venganza (homicida en espíritu) estoy ofreciendo inmundicia ante su altar, dilapidando mi vida, entonces es cuando grito ¡Barrabás, Barrabás!. Malaquías 1:6-7 “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Sí, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable”; Juan 8:44 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.
2.    Si permito minar mi vida de pensamientos, doctrinas y sentimientos extraños, ensuciando mi vestidura de santidad, descuidando las cosas santas, no velo ni oro, me cuesta dejar todo lo terrenal solo por buscar primeramente el reino de Dios, al justo que me da justicia y me hace justo con Él, es porque soy Barrabás, hijo del pecado, las riquezas y la muerte. Mateo 24:43 “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa”; Lucas 14:26 “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”; Marcos 10:22 “Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”.
3.    Cuando nos préstamos para seguirle el juego al enemigo, haciendo su voluntad o la de otro que no es Dios, nos esclavizamos de nuevo, sirviendo de carnada para otros que están en el mundo y aun en la iglesia de Cristo, convirtiéndome en barrera o piedra de tropiezo para la obra del Señor, es acá cuando cometo barrabasadas, sembrando tinieblas y muerte en otros, asaltando la vida que Dios ha dispuesto para los perdidos. Romanos 8:15 “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor…”; Lucas 22: 42 “diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”; Mateo 18:7 “… ¡Ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!”.
De Barrabás a “BAR-ABBA”
1.    Seremos hijos del Padre cuando se nos revele quién es la fuente, la fuente de vida, que significa la adopción por medio de Jesucristo, al ser BAR-ABBA, nuestro espíritu, a través del Espíritu, brama al Padre con gemidos indecibles, clamando ¡Abba, Padre!; Romanos 8:15 “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”; Efesios 1:5 “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”; Gálatas 4:6 “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”; Romanos 8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.
2.    Somos hijos de Dios cuando a través de su Espíritu, realizo cambios radicales a mi vida, para salvación y vida eterna en verdadero arrepentimiento, sino seguiré siendo un barrabás un hijo bastardo que no entrará al reino de Dios, a menos que decida recibir a Cristo en espíritu, negándose a sí mismo para conversión y santificación. 1 Pedro 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”; Hebreos 12:8 “Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”; Deuteronomio 23:2 “No entrará bastardo en la congregación de Jehová…”.
Oremos: Padre de los cielos hoy nos inclinamos a tus pies, reconocemos que somos unos hijos bastardos, sin disciplina, que conocemos tu palabra pero nos hemos negado a cumplirla, creando una revuelta, un motín en mi vida donde mi alma, cuerpo y espíritu han entrado en rebeldía, en oscuridad y tinieblas. Padre perdona, ya no quiero ser Barrabás, quiero ser imagen y semejanza del Cristo vivo, ser ese Bar-ABBA, que clama por ti con gemidos indecibles, desde lo más profundo de mi corazón. Queremos subir a los lugares celestiales acompañados de tu Espíritu, beber de las mieles y compartir los manjares que tú tienes dispuestos para tus hijos. Gracias Señor por sufrir por mí en el Calvario, gracias por llevar amarme tanto, gracias porque aunque soy un vil pecado fuiste capaz de pagar el precio por mis transgresiones. Señor ya no quiero ser más hijo del pecado, envía tu fuego, bautízame con el Poder de tu Espíritu, y así como tus apósteles, después de revelárseles el Cristo, dieron su vida por obedecer tu palabra y levantar tu obra. Padre heme aquí…

viernes, 7 de junio de 2019

RECONCILIAR Y REEDIFICAR



Me llama mucho la atención que, a través de la historia, todas las posiciones humanas antagónicas radicales han traído muerte, destrucción y miseria a los pueblos, más que RECONCILIACIÓN y REEDIFICACIÓN; es gracioso ver como unos defienden sus intereses, creencias, posiciones e ideas sin condolerse de su entorno, a pesar de que no les ha funcionado para nada sus posturas radicales y en cambio a los otros “tampoco”; parecen que fueran cortados de la misma forma pero con tijeras diferentes. Mi reflexión del día de hoy, no busca tomar una postura parcial ni hacer un análisis ideológico, económico o geopolítico sobre lo que está pasando en el mundo, ni mucho menos en un país en particular, solo les pido, por amor al Señor, que hagamos una introspección personal y que quede para consumo propio; Lo que sí quiero, es tratar de discernir el origen de que nos está destruyendo, desde el punto de vista espiritual, y qué hemos estado sembrado en nuestra corta vida.
¿POR QUÉ NOS ESTAMOS DESTRUYENDO?
1.     Nuestro enfoque es errado, ya que por la autosuficiencia y la confusión ideográfica que nos hemos dibujado; seguimos corrientes y doctrinas humanas que nos han llevado al yerro delante de Dios. Tanto es así que todos los caminos y las estructuras religiosas, sociales, políticas, económicas, financieras que se han creado hasta este momento solo han traído destrucción. Habacuc 2:12 “¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad!”; Jeremías 22:13 “¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!”; sin embargo, según la palabra de Dios, sólo hay un camino correcto que es Jesucristo y seguir ese camino traerá lo demás, llegará por añadidura, peeeero… eso es muy difícil para el hombre natural o el hijo de Dios que anda en la carne, porque eso atenta contra su “zona de confort”, por eso aunque estemos sumergidos en el estanque de cieno llenos de estiércol hasta la coronilla, no somos capaces de observar más allá de lo que nuestros ojos espirituales ven, a menos que decidamos tomar el camino correcto, dejando de enfocarnos en el ahora y el mesías llamado “Yo”, “Tu” o “El” lejos del Señor, que pensamos que nos va a resolver la vida y lo que hace es empeorar mi condición espiritual.
2.    Al no darnos cuenta que nos encontramos en medio de una gran Babilonia, una tierra llena de confusión emocional, ideológica, religiosa, política, social, económica y financiera que no permite reedificar o reconstruir en la presencia del Dios verdadero; sólo por la soberbia y orgullo tonto que nos tiene estancados, morir y nacer de nuevo no es una opción, deponer posiciones estériles que me lleven a muerte, enfermedad y desolación es preferible si mi orgullo prevalece; y lo más cumbre de todo, que aunque me dirija al despeñadero, continúo neciamente en pos de ídolos terrenales, sin medir las consecuencias eternas, la destrucción de mi ser: alma, cuerpo y espíritu, ni el dolor que produzco a mi entorno.
3.    Nos destruimos cuando las intenciones del corazón no son buenas, aunque nuestra boca diga lo contrario, los hechos me delatan. Hay quienes dicen amar, pero hacen todo lo contrario: viven airados agrediendo al prójimo, cometiendo infidelidades, dañando vidas con una relación tóxica, conspirando y maquinando maldad en el corazón; asimismo hablando de paz, pero no son capaces de ceder, tolerar o ponerse de acuerdo, ya que su ego, crueldad e implacabilidad no lo deja; no ponen la otra mejilla como enseño Jesucristo, viven en constante contienda, no hayan paz en su alma, el lenguaje que sale de su boca es guerrerista, se gozan del fracaso de otros, inclusive asesinan virtualmente en su corazón deseándole muerte o desgracia a sus adversarios trayendo maldición para sí mismos.
Entonces, ¿QUÉ DEBO HACER?
1.     Reconciliarnos, primeramente con el Señor de paz, valorando su sacrificio, pidiendo perdón por nuestras transgresiones y arrepintiéndose del mal que hicimos y restaurando relaciones, deponiendo nuestra actitud necia y orgullosa, humillándonos ante Dios y fortaleciéndose en Él para ir y reconocer su pecado delante de los hombres. Efesios 2:14-16 “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”; Números 15:28 “Y el sacerdote (Cristo) hará expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado”; Colosenses 1:20 “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.
2.    Seguidamente reconciliarnos con el mundo, llevando la palabra de reconciliación, reedificando sobre la roca que es Cristo, para poder gloriarnos en su presencia. 2 Corintios 5:18-19 “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”; 1 Corintios 3:10 “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”; Romanos 5:11 “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.
3.    Dejar que el Señor reedifique mi vida, transforme mi corazón, llevándome por caminos de conversión y santidad; velando y manteniéndome firme, siendo celoso, antes los intentos de volver atrás, de levantar otros baales, otros ídolos o diosecitos que quieren distraerme de lo glorioso y eterno, poniendo puertas de afán, cerraduras de ansiedad y cerrojos de angustia, tratando de controlar y destruir mi vida, porque el Señor dará pago justo por nuestra negligencia. 2 Crónicas 33:3 “Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto”; Nehemías 3:14 “…él la reedificó, y levantó sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos”; Apocalipsis 3:19 “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”; Salmo 69:35 “Porque Dios salvará a Sion, y reedificará las ciudades de Judá; Y habitarán allí, y la poseerán”.
REFLEXIÓN
Es hora de ir a reconciliarnos con Dios y reedificar a otros, dejemos de estar procrastinando, y convirtámonos en siervos útiles para el Señor; Nehemías 2:5 “y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré”. Y Dios con su infinito amor nos da esta promesa: Hechos 15:16-18 “Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos”. Amén