Esta es la conversación de un hijo
de Dios llamado Jacob Israel, pero le decían Pastor, que preocupado por los
eventos de los últimos tiempos, trataba de ponerse a cuentas con la justicia divina, por lo que entró en una conversación profunda con el Señor Jesucristo, quien
escuchaba atentamente su oración y le respondía a cada inquietud con todo el amor
y justicia que posee:
Pastor: - Señor, ¿Es verdad que todo lo que somos, todo lo que tenemos
y hemos recibido proviene de ti y te pertenece a ti?
Jesucristo: - “He aquí,
al Señor tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y
todo lo que en ella hay” (Deuteronomio 10:14); “Acuérdate de estas cosas, oh
Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú;
Israel, no me olvides” (Isaías 44:21).
Pastor: - Claro que no, mi Señor, ¿Cómo podré olvidarte si me has
cuidado desde siempre, te amo de todo corazón?
Jesucristo: - “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también
segará” (Gálatas 6:7); “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de
él mana la vida” (Proverbios 4:23).
En eso traga grueso y continúa
con la conversa:
Pastor: - Lo tomaré en cuenta, mi Señor.
En eso el Señor Jesús le recuerda:
Jesucristo: - “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea
la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”
(Apocalipsis 5:13); a si que “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
Para pasar el susto, trata de
generalizar, diciéndole:
Pastor:
- Señor trataré de hacerlo, he visto como muchos hijos tuyos no cumplimos
lo que has mandado, ¿Qué pasará si seguimos así, con esta actitud de deshonra,
ya que todos somos salvos? ¡Verdad!
Jesucristo: - “Ciertamente
yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí para
siempre”; pero ahora el Señor declara: “Lejos esté esto de mí, porque yo
honraré a los que me honran, y los que me menosprecian serán tenidos en poco”
(1 Samuel 2:30).
Ante esta repuesta, no pudo más y él confiesa lo siguiente:
Pastor: - Pero, Padre de los cielos, me da mucho temor eso que has dicho.
Entonces el Señor serenamente le
dice:
Jesucristo: - “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor
echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme,
no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18).
Pastor: - Entonces me pregunto Señor, ¿No hay temor y honra en
aquellos que hemos predicado tu palabra y te hemos servido por años? ¿Qué
pasará con todos nosotros?
Jesucristo: - “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos” (Mateo 7:21); “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si,
pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor?
dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi
nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre
mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis
que la mesa de Jehová es despreciable” (Malaquías 1:6-7).
Pastor: - Pero, pero Señor, yo no he despreciado tu mesa, no hecho
nada de eso.
Jesucristo: - “¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a
sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os
vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No
fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la
perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida,
sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes
por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han
dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo
collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no
hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas” (Ezequiel 34:2-6).
Pastor: - ¡Guao, Padre! Es verdad, me has abierto los ojos, he
visto cómo las ovejas se pierden y no me ocupo de irlas a buscar; a ti no te puedo engañar, tú lo
conoces todo y sabes lo que hay en lo más profundo de mi corazón, es verdad que
me he apacentado a mí mismo, que vergüenza tengo.
Jesucristo: - “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10); “De cierto, de cierto os
digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones
son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por
mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:7-9).
Pastor: - Así es Padre, yo he tratado de ser un buen hijo, yo he
ayudado a muchas ovejas a que entren al redil por años.
Al ver que trataba de justificar
su condición de pecado, el Señor le responde:
Jesucristo: - “El asalariado, y que no es el Pastor {Cristo}, de
quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y
el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque
es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10:12-13).
Pastor: - Razón tienes, he huido y apartado tantas veces de tu
redil, del rebaño, sin importarme las ovejas.
Entonces el Señor afirma:
Jesucristo: - “Yo soy el buen Pastor; y conozco mis ovejas, y las
mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi
vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas
también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me
ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la
quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo
poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan
10:14-18).
Continuó el Señor, y el temeroso Jacob
Israel postrado escuchaba atentamente, una palabra que venía del Padre:
Jesucristo: - “Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi
rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras
del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores
se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores,
oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los
pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas;
ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus
bocas, y no les serán más por comida” (Ezequiel 34:8-10).
Y así mismo le dio una palabra
para su congregación:
Jesucristo: - “Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo,
yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, por cuanto empujasteis con
el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles,
hasta que las echasteis y las dispersasteis. Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más
serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja” (Ezequiel 20:22).
Y el Señor le dejó palabra
profética:
Jesucristo: “Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará;
a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. Yo Jehová les seré
por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado. Y
estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán
en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques. Y daré bendición a ellas
y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias
de bendición serán. Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto,
y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa
las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. No serán
más por despojo de las naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán; sino
que habitarán con seguridad, y no habrá quien las espante. Y levantaré para ellos
una planta de renombre, y no serán ya más consumidos de hambre en la tierra, ni
ya más serán avergonzados por las naciones. Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy
con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor”
(Ezequiel 34:23-30).
Entonces aterrado Jacob y con
lágrimas en los ojos, clamo con sincero arrepentimiento, sabía que su
transgresión no quedaría impune a menos que se hiciera obras dignas de
arrepentimiento y diera el paso definitivo a la conversión, decidido a no
mentir más ni ocultar las cosas, dijo:
Pastor: - Perdóname Señor, que tengo que hacer para que me
perdones.
Jesucristo: - “No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y
apártate del mal” (Proverbios 3:7); “El hombre o la mujer que cometa cualquiera
de los pecados de la humanidad, actuando pérfidamente contra el Señor, esa
persona es culpable; entonces confesará los pecados que ha cometido, y hará
completa restitución por el daño {causado,} añadirá un quinto y {lo} dará al
que él perjudicó” (Números 5:5-7);
Pastor: - He aquí, Señor que haré como Zaqueo, la mitad de mis
bienes lo daré a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, le devuelvo
cuadruplicado. (Lucas 19:8)
Jesucristo: - “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y
síguela” (Salmo 34:14); “Y vivirás para siempre” (Salmo 37:27)
Sin embargo, como conocía su corazón,
le preguntó:
Jesucristo: - Hijo de mío, “¿me amas más que éstos?” (Juan 21:15).
Pastor: - Sí, Señor; tú sabes que te amo – sabía que sus funciones
de pastor no la estaba cumpliendo.
Jesucristo: - “Apacienta mis corderos” (Juan 21:15)
Volvió a decirle la segunda vez:
Jesucristo: - “¿Me amas?” (Juan 21:16).
Pastor: - Sí, Señor; tú sabes que te amo – tanta insistencia le molía
el alma en dos,
Jesucristo: - “Pastorea mis ovejas” (Juan 21:16).
Le dijo la tercera vez:
Jesucristo: - “¿Me amas?” (Juan 21:17).
Jacob entristecido de que le dijese
por tercera vez: ¿Me amas?, le respondió:
Pastor: - Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo – En ese
momento su espíritu fue libre, supo que tenía que renunciar a la corrupción de
su carne.
Jesucristo: - “Apacienta mis ovejas” (Juan 21:17).
Con su espíritu molido, y alma
sujeta al Espíritu Santo, enmudeció y siguió escuchando:
Jesucristo: - “Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un
varón sobre la congregación, que salga delante de ellos y que entre delante de
ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no
sea como ovejas sin pastor” (Números 27:16-17).
Jesucristo: - “Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay
espíritu, y pondrás tu mano sobre él; y lo pondrás delante del sacerdote
Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de
ellos. Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los
hijos de Israel le obedezca” (Números 27:18-20).
Jesucristo: - “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y
arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré
tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5).
Entonces Jacob se humilló, invocó
el nombre del Señor, oró fervientemente, no perdía la oportunidad de buscar su
rostro, se convirtió de sus malos caminos y el Señor oyó desde los cielos y
perdonó sus pecados y sanando en alma, cuerpo y espíritu (2 Crónicas 7:14); así
es la justicia de Dios, la justicia Divina, nadie puede escapar de ella, cuando
un pecador se arrepiente de verdad, el Señor es tan fiel y justo que lo
perdona, solo basta con creerle y morir al viejo hombre, a la vieja manera de
vivir, al ego, la altivez y soberbia que entorpece nuestro crecimiento
espiritual y es piedra de tropiezo para los más débiles. Gracias Señor por tu
palabra. Bendito sea tu nombre. Amén…