domingo, 21 de marzo de 2021

DISFUNCIONAL

 


Cuando nos referimos a la palabra disfuncional, por lo generar, lo enfocamos a una afección orgánica o biológica; si se dice que existe disfunción de un órgano, todos entendemos de qué se habla, por ejemplo: disfunción hormonal, ovárica, eréctil, hepática, etc., sabemos que se trata de un órgano del cuerpo que no cumple su función de forma adecuada, en tal sentido deja de ser aprobado, requiere una intervención médica. Romanos 12:4 “…En un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función”.

Una disfunción neuronal es la causa de enfermedades como el Alzheimer, una disfunción en el alma te puede llevar a una enfermedad del espíritu; por ejemplo, si decimos que existe una disfunción en la verdad (alma), es por causa de la mentira, esto enferma poco a poco nuestro espíritu, corrompiéndolo, llevándolo a la mitomanía, enfermedad que se apodera del ser, inclusive la persona llega a creerse sus propios cuentos o engaños. 2 Pedro 3:14 “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”.

Al enfocarnos en la “disfunción en la persona”, es un tema muy complejo y espinoso, porque involucra a todo nuestro ser: alma, cuerpo y espíritu; y nadie está dispuesto a reconocer que la tiene; Cuando nos referimos al alma, estamos hablando de todos esos pensamientos, emociones y decisiones que describen el carácter y mi personalidad, y el espíritu como la conciencia que me inquieta o da paz cuando hacemos lo bueno o malo, la relación personal que tengo con quien me “gobierna la vida” y discernimiento que tengo para sentir su presencia; partiendo que estás áreas del ser son disfuncionales, podemos decir que, en un hijo de Dios que tiene malos pensamientos, emociones desordenadas, hace su voluntad sin considerar la del Padre Celestial, tiene cauterizada su conciencia, el Espíritu Santo no controla su vida y vive sintiendo presencia de fuerzas oscuras, es porque es un hijo rebelde, hay áreas que no ha convertido, no cumple lo que el Señor ha ordenado, es decir no funcionamos como corresponde; mucho más cuando nuestra visión es corta, como corto es nuestro conocimiento del Señor.

Son muchas las personas que pueden padecer disfunciones espirituales sin darse cuenta, es decir, no obedecen al Espíritu; aunque algunos están conscientes de ello, no toman las medidas para corregir por falta de conversión;  por ejemplo: entendemos que una función es el servicio a Dios, que este es un rol que nos llevará a otro nivel espiritual añadiendo bendición en áreas personales que son vitales, sin embargo, no lo hacemos, quizás por idolatría, falta de valentía, esfuerzo o compromiso, pereza e incredulidad, prefieren la comodidad del mundo (Egipto), que el sacrificio de pasar por el desierto acompañado de Dios. Salmo 2:11 “Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor”.

Hay muchos hermanos que pueden dar fe de las bendiciones que han recibido sólo por servir, por haber dado el paso de fe, sus vidas han sido transformadas, cambiadas positivamente, su  testimonio así lo confirman, no porque estén pasándola chévere sino porque el Señor es su respaldo, entonces vemos que han crecido como matrimonio, padres, hijos, empleados, jefes, trabajadores, etc., entonces, qué no podrá hacer el Señor si fuésemos siervos funcionales a plenitud como reyes, sacerdotes, ministros, discípulos, pastores, ovejas, soldados, adoradores, etc. del gran Yo soy. Mateo 25:23 “Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.

¿CUÁNDO SOMOS DISFUNCIONALES ESPIRITUALES?

Somos disfuncionales cuando existen afán, celos, vicios, abusos, adicciones, deseos descontrolados e ilusorios, depresión, frustración, baja autoestima, complejo de superioridad o inferioridad, maltrato, mentira, manipulación, miedo, ocultismo u otros comportamientos desviados, controladores o desmotivadores. Si vivimos contendiendo recurrentemente es porque hay una enfermedad o atadura espiritual que se originó por una disfuncionalidad del alma; que como hijo de Dios no nos podemos dar el lujo, porque estar en constante conflicto, intriga, chisme, ira, soberbia, discordia, señalamientos, maquinación, etc. no es de Dios, sino donde está el amor, la tolerancia y la misericordia, acuérdese que separados de Dios y su palabra, nada podemos hacer.

La falta de tiempo para buscar del Señor es un conducta disfuncional del alma, note que eso NO aplica para las cosas del mundo; no poner al Señor de primero en todas las cosas indica que existe un “dios” que prima en nosotros convirtiéndonos en idólatras, por ejemplo: La TV, hacer deporte, ir conciertos, playa, etc., si estos son primeros que Dios allí hay un ídolo que nos hace ser disfuncional; asimismo las fiestas, rumbas, reuniones con viejas amistades, actividades sociales, políticas, etc., si ellos están primero que Dios, pues usted es un idólatra obstinado, propenso a la rebelión, hechicería, adivinación, iniquidad; lo cual nos expone a las tinieblas y convierten en víctimas de los asechos del enemigo y nuestro pecados.

ALGUNAS ACTITUDES DISFUNCIONALES

1. Perfeccionismo: El alma nos hace sentir insatisfacción, afán en todo lo que hacemos o hacen lo demás, es muy difícil alcanzar sus expectativas, vivimos en juicio, tensión, frustración e irritabilidad permanente, tienden a no ser agradecidos.

2. Egocentrismo: Es la actitud de complacer los deseos del alma porque creemos que lo merecemos, somos orgullosos, autosuficientes, no nos gusta pedir favores; al no conseguir lo que queremos, desatamos sentimientos de rabia, resentimiento, rechazo y frustración. Nos negamos a humillarnos y rendirnos a los pies del Señor.

3.  Dependencia: Son aquellos que requieren asistencia permanentemente, prefieren ser complacientes con quien le hace daño por temor a ser abandonado, vive agobiado, prefieren ser esclavos terrenales y no buscar del Señor, por temer a perder lo que tienen.

4.  Vulnerabilidad: Es vivir en constante miedo, con elevada ansiedad, permaneciendo en un estado de alerta constante, duermen poco. Desconoce el amor de Dios y no descansan en su presencia.

5.    Control: Es la actitud de someter todo a mis deseos, no perder el control tanto de si mismo como de su entorno; posee tensión constante y rigidez en su actuación, demuestra inseguridad, no confía en el poder del Señor, cree que el Espíritu de Dios debe ser ayudado, su diligencia es contraria a Dios.

6. Victimización: Siempre tiene la razón, posee la necesidad de ser querido y atendido por otros, considera que está injustamente tratado por todos. Demuestra queja, insatisfacción, amargura, depresión, resentimiento, rabia y manipulación. Su actitud es pasivo-agresiva, explota y huye cuando es confrontado con la palabra.

7. Suspicacia: Vive observando pecados y malas intenciones en los demás y tiende a ser desconfiado, es incapacidad de establecer lazos estrechos en los ágapes, su comportamiento es hostil y defensivo hacia los demás. Sus pensamientos están alejados de lo puro, lo bueno, lo santo.

8. Acomplejamiento: Se aparta de los demás, se considera inadaptado en el entorno e incomprendido, prefiere estar solo. Se siente superior o inferior al prójimo, se cree con gran cantidad de virtudes o defectos, está lleno de insatisfacciones, tiende a deprimirse, posee un vacío insaciable.

9.   Culpabilidad: Piensa debe ser castigado por sus pecados, no se le ha revelado el arrepentimiento, ni el perdón de Dios. Tiene gran capacidad de autocrítica, vive con constante tristeza, angustia, no hace obras dignas de arrepentimiento, sus pensamientos son obsesivos sobre los hechos pasados.

10.  Ocultismo: Viven del que dirán, siente que los demás pueden juzgar sus defectos, criticar o señalar, por eso ocultan sus pecados, no se abren ni son transparentes, conocen que Dios lo sabe todo aún así no dejan de hacerlo. Busca aislamiento social, soledad, huye cuando se siente asechado por las consecuencias de sus malas acciones.

CARACTERÍSTICAS DE LOS HIJOS DISFUNCIONALES

1. La falta de empatía, comprensión y sensibilidad hacia ciertos miembros de la iglesia, familia, trabajo, etc., no se comportan como hijos de luz. Romanos 12:15 “Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran”.

2. Se niegan a morir al pecado o menguar en actitudes que no agradan a Dios, no se levantan en el Espíritu porque son de tendencia impía, no aceptan el trato del Señor, desconocen lo que es el verdadero arrepentimiento, perdón y conversión. Mateo 16:24 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.

3. Su oración no es eficaz, no ponen la mirada en Cristo y su palabra, aparentan piedad pero no tienen temor del Señor, le falta conocimiento y revelación del Espíritu, no ponen freno a su actitud pecadora, viven dispersándose alocadamente, su iniquidad les consume y lleva por caminos de muerte, sufren de alzhéimer espiritual. Santiago 1:25 “Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta ley, que es la de la libertad, y perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho”.

4.  Aman al Señor de boca y no de corazón, no aman al prójimo ni a sus enemigos, se aprovechan de las circunstancias adversas de otros, le faltan el respeto, son injustos, critican, estafan, roban sus pertenencias, destruyen la confianza, no mantienen la palabra, se justifican por todo, etc. Mateo 5:44 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.

5. Magnifican los problemas, se ahogan en un vaso de agua, ven demonios en todos lados, se sienten acosados, dudan y no aprenden a descansar en el Señor. Proverbios 3:11-12 “Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni aborrezcas su reprensión, porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita”.

6. Son mentirosos, desobedientes, rebeldes, injustos, codiciosos, necesitan ser liberados de ataduras, rompiendo cadenas y lazos, derribando muros, cárceles y cerrando portillos, abriendo la puerta al Cristo de gloria. Juan 8: 36 “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.

QUÉ DEBO HACER PARA SER HIJO DE DIOS FUNCIONAL

Escudriñe la palabra y dirija sus esfuerzos en cumplirla. ¿Qué le dice el Señor? ¿Cómo está su comunión? ¿Su confianza está en él? Será que ¿Él puede confiar en mí?, cumpla sus funciones sin esperar nada a cambio, el Señor conoce su corazón, nunca olvida un corazón contrito y humillado. Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos {No sean disfuncionales}, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”.

Reconozca su condición de pecado, revalúe y conviértase, empiece a reasignar funciones. Revise que roles o funciones está ejecutando y si estos honran el nombre del Señor; también que responsabilidades ha estado evitando por estar ocupado en las cosas del mundo, la familia, mi pareja, el trabajo y conmigo mismo. Pida discernimiento e identifique la raíz de su desapego con el Señor. Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”.

Evalué: ¿Qué tipo de reacciones tienen ante las circunstancias? ¿Qué pecados, vicios, actitudes se repiten en usted reiterativamente? ¿Cuándo dejó de creerle al Señor? ¿Qué lo motiva hacer lo malo?, ore, arrepiéntase, pida perdón y decida a cambiar de verdad; así podrás enderezar sus pasos por el camino correcto y el Señor le sanará de esa disfunción. Juan 16:33b “… En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Sométase y sujétese al  Señor, para que le enseñe a manejar los conflictos, las adversidades, los tiempos malos, saludablemente, no reprima ni exteriorice sus sentimientos con otros, entregue todas sus cargas al Señor, no se quede con nada, no se deje manipular por el alma, no se meta autogoles. Crezca espiritualmente, mengue y muera a sí mismo, déjese gobernar por el Espíritu Santo, viva en santidad. Ezequiel 18: 32 “Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”.

Pida discipulado, congréguese, levante un muro de protección, ore y clame por dirección. No sea solo oidor sino un hacedor, decida a modelar su alma, haga obras dignas de arrepentimiento y conversión. Ponga la mirada en Cristo, no vea el punto negro en la pared blanca. Manifiéstese como hijo de Dios y hasta la misma creación se lo agradecerá. Romanos 8:19 “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.

miércoles, 3 de marzo de 2021

SCOOBE

En el hedor del basurero le vi por primera vez, comiendo las sobras entre un torbellino de moscas y gusanos que demandaban la miseria humana que les pertenecía por derecho. Mi corazón se entristeció a ver tan deplorable retrato, pintado de rojo de abandono, negro de dolor, y marrón de miedo; me atreví a acercarme lentamente y extendí mi mano para acariciarlo y recogerlo, sin saber si algún mal le acontecía, me miraba con disimulo, temor y recelo, lo abrace y lo puse en mis brazos, al ponerme de frente de sus ojos, en el espejo de su alma vi la nobleza de su corazón, su pulgosa cola empezó a batirse dando gracias. ¡Pobre Scoobe!, exclamé, así le llamé al perrito mal oliente que tanto amé, no tenía pedigrí, ni mucho un nombre, su raza era Ca-Cri, pues de las Calles fue sacado y más Criollo no podía ser, si existe una raza impura, esa era la de este querido can.

Scoobe, era un animal muy peculiar, aprendió a comer solamente comida servida por mi madre o por mí, su padre adoptivo. No le gustaba ladrar y caminaba en silencio, se paseaba sigilosamente por los bordes de la pared de cerca de la casa, en un paralelo perfecto, como soldado que cuida atentamente su fortaleza, sobre todo de noche cuando tenía libertad de maniobra, solo atacaba cuando era estrictamente necesario y si era un extraño más rápido.

El condenado perro comenzó a ganarse el respeto de la familia el día que un cliente de mi madre trato de abrir el portón de la casa para ingresar, sin percatarse que había un perro flacuchento del lado dentro; uno muy astuto, de ojos juguetones y con una habilidad para saltar audazmente, ya que podía asomar la cara por encima de la pared que medía más de un metro ochenta, en un solo brinco. El punto es qué, casi le arranca la nariz de un mordisco al hombre, cuando quiso asomar la cara para ver donde estaba la cerradura del portón que se abría por dentro y no tenía visibilidad para saber quién estaba del otro lado. Por eso, antes de entrar todo el mundo llamaba primero al perro, antes que al dueño y le decía ¡Scoobe, Scoobe soy el Tío Ramón!, por ejemplo, para que no le fuera a morder; no sé cómo hacía el perro, pero él sabía a quién iba a clavarle los pequeños pero filosos colmillos, porque tonto no era.

Scoobe no conocía de modales, los rines de lujo de la camioneta de mi papá los tenía completamente oxidados, y eso puso un clima de tensión entre el perro y mi padre; cada mañana cuando trataba de calentar la camioneta, el viejo pegaba gritos a mi madre en señal de queja, porque se había embarrado con la “mier… del perro” que había depuesto justamente al lado de la puerta del conductor; mientras tanto el perro corría a esconderse, cómo si supiera la maldad que había hecho; yo me imaginó a Scoobe muerto de la risa como Patán, después que salía mi papá a limpiar su calzado.

Una vez otro Tío, llamado Óscar llegó a la casa de mis padres bien “carburado”; se encontraba muy melancólico y decidido a terminar de embriagarse en la terraza con quien fuese, con una botella de ron, escuchando los discos de acetato de Javier Solís, pero no encontró quien lo acompañase. Mi mamá, su hermana, soltó al perro y este salió como un bólido a ver que era todo ese ruido que sonaba en el frente, al mirar al Tío, decidió quedarse a su lado para acompañarlo, acostándose en posición de alerta, mirando fijamente hacia el portón cómo cuidando que nadie fuera a estropear el momento que estaba viviendo el intoxicado Tío.

Pues, a Óscar no se le ocurrió otra cosa que comprar una caja de cerveza para bebérsela con Scoobe, ya que no consiguió quien le siguiera la corriente. Al comienzo Scoobe no quería, y él le decía: “Bebe, Scoobe, bebe, para que el diablo no os halle ociosos”; entonces de pronto, el can empezó a tomar la cerveza, y ronda a ronda se destapaban dos cervezas: una para Scoobe y otra para él; el perro ya había dejado de mirar cautelosamente hacia el portón de la casa, se dedicó a observar al Tío cada vez que destapaba las cervezas y echaba una de ellas en el abrevadero destinado para que le acompañara en su viaje a la melancolía. Entre cantos desafinados de Óscar y chistes malos que le contaba al perro, como si este le entendiese, se fueron consumiendo las botellas, como diría “el Chente”. El perro se levantaba e iba golpeándose de pared a pared a depositar sus fluidos en los rines de la camioneta, no había ninguno que ya no hubiese meado.

Pues llegó el momento de la última ronda, Óscar se percató que solo quedaba una sola cerveza y le dijo sonriendo al perro con la lengua medio enredada: ¡Te Jodiste Scoobe, queda una y es para mí!, cuando el animal se percató que era la última cerveza, se abalanzó sobre el embriagado Tío y lo demás fue historia.

Al día siguiente mi madre, a carcajadas limpias, le pregunta a su hermano que había pasado, y este respondió que: “el condenado perro lo había mordido por todo lados y le quitó la cerveza”, y ella muerta de la risa le dijo: “Pero, ¿Cómo así?”; Y él le respondió reflexionando: ¡Hay que ver que borracho no es gente!; refiriéndose al corrompido Scoobe; “con razón la biblia dice que: No os embriaguéis”.

REFLEXIÓN:

Es más fácil condenar y criticar los defectos de los demás, que reconocer los propios, sabemos que la borrachera es mala pero no la dejamos, inclusive incitamos a otros para que caigan en el mismo vicio, aún somos capaces hasta de invocar a las fuerzas del mal deportivamente solo para satisfacer nuestros deleites, y después que la concupiscencia ha dado a luz el pecado, sufrimos sus consecuencias sin poder hacer nada, y al terminar revocándome en el cieno y haber perdido todo, es que nos acordamos de Dios. No esperemos caer en lo más bajo para querer cambiar, hagámoslo mientras todavía se puede, porque llegará un día que será demasiado tarde y Dios no quiere la muerte del pecador, sino la vida para el que se decide a buscarle.

Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados

Hebreos 10:26