Cuando escuchamos la palabra “Separado” por lo general lo relacionamos con una persona que ha roto la relación matrimonial con su cónyuge, es decir, ha roto el pacto establecido, el acuerdo, aunque todavía no haya se concretado el divorcio o la anulación de su relación. Hay matrimonios que no necesitan vivir en diferentes lugares para estar separados, el pacto de amor y fidelidad ha sido anulado por una o las dos partes.
No existen esposos que se hayan separados y quedado ilesos, sin
haber sufrido consecuencias profundas ni dejado huellas en sus vidas, independientemente
el tipo que sea: sicológica, física, emocional, espiritual o económica, sobre
todo si hay hijos de por medio. Muchos de los traumas de los hijos son producto
de las separaciones de los esposos, y de las acciones previas a estas. Efesios 2:12
“(recordad) que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la
ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza,
y sin Dios en el mundo”.
La Iglesia como esposa de Cristo, tiene un llamado a amar,
santificarse y serle fiel al esposo, y cuando hablamos de la iglesia, nos referimos
a cada uno de sus miembros, porque todos forman parte de esa esposa, que será
vestida de lino fino, limpio y resplandeciente en las bodas del Cordero. Apocalipsis 19:7-8 “Gocémonos y
alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa
se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio
y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.
Hay quienes creen que, después de haberse desbocado a su
pecado, “lo ideal es separarse con el menor daño posible” de su conyugue; pues
eso no existe, ya que el “daño” no es algo que se puede medir ni pronosticar;
si sembró dolor, resentimiento, infidelidad o ira de eso recogerá, porque no se
puede recoger papas si se sembró ají; los árboles gigantes, como por ejemplo la
mostaza, son obra de una pequeña semilla, quien puede decir que este árbol va a
tener 7 o 70 metros de altura si la semilla es la misma, así es la separación, ¿Cuánto
daño traerá?, no lo sabemos, esto es algo que se ha de discernir en el
Espíritu, y sólo se podría evitar si el Señor gobernara nuestras vidas.
Nadie se casa con la intención de pecar, medir o pronosticar los
daños, sino con la promesa de serle “fiel, amarse, respetarse,
apoyarse todos los días de su vida, en la salud y en la enfermedad, hasta que
la muerte los separe”; sin embargo, sin Cristo, sin una verdadera conversión todo
esto es una utopía, un sueño que pocos por no decir nadie ha cumplido, porque en realidad nuestra
naturaleza humana es pecaminosa, lo que la palabra llama concupiscencia, ya que
preferimos prevaricar contra el Señor que apartarnos para Él. Santiago 1:14-15
“sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido. Entonces LA CONCUPISCENCIA, DESPUÉS QUE HA CONCEBIDO, DA A LUZ EL
PECADO; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”; Miqueas 3:4 “Entonces
clamarán al SEÑOR, pero Él no les responderá; sino que esconderá de ellos su
rostro en aquel tiempo, porque han hecho malas obras”.
Estar separado es apartarse de algo o alguien con un
propósito, la mayoría prefiere separarse del amor eterno con el propósito de ir
detrás de sus deseos ilusorios; también, es establecer una distancia,
acortándola o aumentándola, dependiendo de la decisión que se tome, por
ejemplo: separado de la familia. Es renunciar a algunas cosas para establecer
grupos, alianzas o asociación con otras
ya sea el mal, el mundo, mi carne, los amigos, la familia o el Espíritu
Santo. Pregúntese: ¿A qué le dedica actualmente más tiempo de su vida? Y sabrá
con quien se ha asociado.
Es distinguirse por su testimonio, dando a conocer sus
frutos: ¡Me separare de la bebida!, ¿Será verdad? ¿Eso dice mi testimonio? Es tan
importante conocer qué tipos de frutos estoy entregando, porque estos dirán si
realmente soy un hijo de Dios o hijo del pecado, si mi testimonio es de
santidad o maldad. Asimismo es tomar un camino distinto al que estaba acostumbrado, con
nuevos acompañantes, ¡Dime con quién andas y te diré quién eres! Está seguro
que el Espíritu Santo le acompaña, tiene esa certeza!! Por último, es abandonar sus creencias, deseos,
pensamientos, opiniones, pasiones, rutinas, acciones, etc., para adentrarse en
algo diferente, por ejemplo, ¿Ya dejó el miedo de romper sus paradigmas y
decidió acercarse y creerle al Señor?
Gálatas 6:8 “Porque el que siembra para su carne, de la
carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna”; Juan 15:5-6 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque SEPARADOS DE MÍ
NADA PODÉIS HACER. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y
se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”; Levítico 20:26 “Me
seréis, pues, santos, porque yo, el SEÑOR, soy santo, y os he apartado {separado}
de los pueblos para que seáis míos”.
Muchos hijos de Dios que se han separado del Señor quieren
justificar su pecado con letra muerta o condenando las acciones pecaminosas de
otros, tratando de aparentar justicia y santidad, están tan entenebrecidos que
ya no tienen temor de Dios, de su palabra ni lo santo; esto los lleva a caer
de la gracia que Jesucristo dio en la cruz. Gálatas 5:4 “De Cristo os habéis
separado, vosotros que procuráis ser justificados por {la} ley; DE LA GRACIA
HABÉIS CAÍDO”; Romanos 12:17-19 “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo
bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de
vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos,
amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la
venganza, yo pagaré, dice el Señor”.
¿QUÉ OCURRE CUANDO
NOS SEPARAMOS DE DIOS?
1. El
mundo nos absorbe, empezamos a hacer lo que antes hacíamos, entramos en muerte,
convirtiéndome en enemigo de Dios. Juan 15:6b "…porque separados de mí
nada podéis hacer".
2. Damos
a luz iniquidad, concebimos maldad, confiamos en cosas vanas, nos olvidamos de
orar y clamar por la justicia de Dios, la verdad se aparta de nuestra boca. Isaías
59:4 “No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad;
confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz
iniquidad”.
3. Nuestras
vestiduras son viles se manchan de impiedad, son vergüenza en los ágapes,
nuestras obras no son dignas de arrepentimiento si no tinieblas, iniquidad y
rapiña. Isaías 59:6 “Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán
cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos”.
4. Recogemos
poco, no nos saciamos porque comemos en tinieblas, estamos llenos de
insatisfacción, andamos fríos y con un vacío espiritual tremendo, nuestro
trabajo no rinde, todo lo gastamos, andamos afanados, en queja y padeciendo. Hageo
1:6 “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no
quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal
recibe su jornal en saco roto”; Eclesiastés 5:16 “Este también es un gran mal,
que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?
Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y
dolor y miseria”.
5. Nuestros
pies transitan por caminos oscuros, sin rectitud, nuestros pensamientos son de
maldición más que de bendición, destruyendo y quebrantando nuestra alma, no concebimos la paz.
Isaías 59:7-9 “Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre
inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y
quebrantamiento hay en sus caminos. No conocieron camino de paz, ni hay
justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas
fuere, no conocerá paz. Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos
alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y
andamos en oscuridad”.
6. Nos
conducimos con inseguridad, tropezamos por nuestra ceguera, vivimos molestos, en
contienda, con ira, la salvación se aleja de nosotros. Isaías 59:10-11
“Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a
mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos. Gruñimos como
osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos justicia,
y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros”.
7. Tratamos
de engañar a Dios, prevaricamos constantemente, somos rebeldes aun reconociendo
nuestros pecados, empezamos a calumniar al prójimo, a creernos nuestras
mentiras. Isaías 59:12-13 “Porque nuestras rebeliones se han multiplicado
delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con
nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados: el
prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el
hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira”;
Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará”.
¿QUÉ OCURRE CUANDO
DECIDIMOS APÁRTANOS PARA EL SEÑOR Y CONVERTIRNOS?
1.
Borra
nuestras rebeliones, nuestro prontuario espiritual. Isaías 43:25 “Yo, yo soy el
que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”.
2.
Somos
redimidos, ya no somos esclavos de nuestros deseos, seguimos los caminos del
Señor, en nuestra boca no será hallada mentira, ni cosa que avergonzarnos. Apocalipsis
14:4-5 “…Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos
fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el
Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del
trono de Dios”.
3.
Procuramos
presentarnos diligentemente como hijos aprobados, irreprensibles, sin mancha,
llenos de la paz de Cristo, el pasado ya no me afecta. 2 Pedro 3:14 “Por lo
cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser
hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”.
4.
Vivimos
orando fervientemente, buscamos su palabra, nos humillamos de corazón,
invocamos el fuego consumidor de su Espíritu, nos devolvemos de nuestros malos
caminos, para ser escuchados, sanados y perdonados por el Altísimo. 2 Crónicas
7:14 "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y
oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra".
5.
Decidimos
aceptar su salvación y vida eterna de corazón, nuestros huesos secos cobran
vida, nos llenamos de tejido espiritual, hacemos honor al pacto de gracia.
Ezequiel 33:11-12 "Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos,
volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel? Y tú,
hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo
librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el
día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia
el día que pecare".
REFLEXIÓN
No hay pacto de vida si permanecemos separados de Dios,
mucho menos si el pecado es quien reina en nuestra vida, porque separarse del
Señor trae consigo muerte, por eso es tan importante que escudriñemos la
Palabra, la entendamos, le demos vida, haciéndola y aplicándola en nuestro ser.
Hebreos 10:16-17 “ESTE ES EL PACTO que haré con ellos Después de aquellos días,
dice el Señor: PONDRÉ MIS LEYES EN SUS CORAZONES, y en sus mentes las
escribiré, añade: Y NUNCA MÁS ME ACORDARÉ DE SUS PECADOS Y TRANSGRESIONES”.
No estemos más separados del Señor, echemos nuestras trasgresiones sobre Él para que sean perdonadas en la cruz, arrepintámonos de corazón; ya es hora de dejar el doble ánimo, la debilidad ante el pecado, diga el débil fuerte soy en Cristo, seamos el hombre y la mujer nueva a la que fuimos llamados; venzamos y recibamos la heredad eterna, porque la vida y su gloria nos espera, esforcémonos con fe en ser justos, santos, obedientes, hacedores de su palabra para recibir la corona de vida, prometida por Dios. Santiago 1:12 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”; Apocalipsis 3:5 “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.