martes, 12 de febrero de 2019

¡LA CARNE ES DÉBIL!



Es muy común escuchar, de manera jocosa, dentro y fuera de los diferentes grupos sociales que: ¡LA CARNE ES DÉBIL!; haciendo referencia a las personas que somos tendientes a sucumbir a las tentaciones “placenteras” a sabiendas que eso no es lo correcto. Esto se debe a que como no hay una razón que justifique esta acción entonces se utiliza dicha expresión para salir del paso, cómo una vía de escapatoria astuta y “elegante”.

Cuando decimos que la carne es débil es porque nosotros espiritualmente no nos hemos fortalecido en el Señor, muchas veces nos dejamos llevar por los impulsos almáticos, a tal punto que no hemos velado ni orado lo suficiente producto de nuestra propia concupiscencia, que es, por lo general, la que domina nuestro ser. 

Ahora, no nos extrañe cuando Dios actúe con dura y "violenta" justicia, y nos haga entrar al reino en obediencia, a las bodas del cordero, como le pasó a Jonás, Pablo y otros tantos; nos guste o no nos guste.

Si dentro de mis relaciones, predomina mis pataletas o rabietas por falta de cordura, humildad o prudencia es porque hay una debilidad de la carne en mí, y necesito ser tratado, del castigo y la disciplina sanadora. 

Por otro lado, si nos dejarnos seducir por los deleites del mundo y los "buenos ratos" de manera adictiva, sin medir las consecuencias que tienen para la eternidad, vamos directo al colapso espiritual, es como revolcarnos en el cieno, luego de que la puerca ha sido lavada, echando a perder el trabajo de limpieza que el Señor ha hecho en nuestra vida espiritual a través del perdón. 

Jesús decía en Mateo 26:41 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”; Santiago 1:14 “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”; 2 Pedro 2:13 “recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aún mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores”; Ezequiel 34:4 “No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”.

Para entender un poco más lo que el Señor quiere decir, escudriñemos sobre el significado de la palabra débil: La debilidad está asociada a mi fragilidad espiritual, a lo enfermiza u obsesiva que puede ser nuestra alma por obtener las cosas del mundo, a la inestabilidad emocional que manifiesto cuando se me presentan circunstancias difíciles por una fe defectuosa, lo endeble que soy cuando paso por una prueba adversa sin la ayuda del Espíritu Santo e inclusive a lo deleznable (inconsistente) que somos ante cualquier agente externo o interno (tentación y deseos engañosos) por la falta de abrigo del Señor. Por eso el Padre de los cielos manda a través del profeta Joel lo siguiente: “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” (3:10).

Es verdad que debemos tener el azadón para cavar y labrar, tratando de sembrar en surcos profundos de tierra árida la palabra, extrayendo las viejas raíces de amargura y pecado que me separan de Dios y también tener preparada la hoz para segar porque la mies está lista para la obra; pero para ello debe existir humildad y debilidad espiritual en los obreros para decir ¡Fuerte soy!; Es necesario que ante la tentación, nuestro azadón se convierta en espada de doble filo, que penetre a lo más profundo de mi ser y evalúe las intenciones de mi corazón, es decir, si estamos decididos a ser valientes y obedientes o a ser simples fariseos de apariencia que creemos que podemos engañar a Dios; por eso tenemos que dejar que la espada o la palabra, saque la fuerza de mi debilidad haciéndome fuerte en la batalla personal, esa que somete mi alma al Espíritu Santo. 

Asimismo la cortante hoz convertirla en una fulgente lanza para clavar en la cruz mi pecado, y llevarnos a la victoria por medio la sangre del Cordero inmolado. Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”; Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”; Hebreos 11:34 “…sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas…”; Apocalipsis 5:9 “…porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”; Romanos 8:3 “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”.

Es necesario que seamos débiles en espíritu para con el Señor, para salvación y vida eterna; pero, no débiles en el carne para con el mundo y el príncipe que lo gobierna; humillémonos ante el Señor, está bueno de hacer tanta resistencia, la incredulidad nos conduce a muerte así como al deterioro de nuestra fe en Cristo. 

La poca perseverancia, la desobediencia y la rebelión son síntomas de falta de conversión en mi vida; podemos decir señor al Señor pero no es mi Dios, es una simple ilusión religiosa que permite que seamos arrebatados por la violencia del mal y sus asechanzas; porque existen violentos en las iglesias de Dios que tratarán de confundir a las ovejas más débiles, la palabra habla de perros mutiladores del cuerpo, pero ellos seguramente darán cuentas y recibirán el pago justo por su pecado, pero eso está en manos de Dios y nosotros no somos llamados a juzgar tal acción. 

Mateo 11:12 “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”; 1 Corintios 8:12 “De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis”; 2 Corintios 13:3 “pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros”; Juan 10:28-29 “y yo (Jesucristo) les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”; 2 Corintios 12:10 “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”; 2 Corintios 13:4 “Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros”.

Tenemos que estar ALERTAS, porque podemos confundir lo que el Señor ha querido enseñar, seguramente lo que pensamos que es la libertad de Cristo, por causa de nuestra carne, podemos hacer tropezar a los más débiles; sí he de gloriarme, que sea del Señor a través de la debilidad de mi espíritu; si he de sembrar que sea en debilidad dependiendo del poder del Espíritu Santo, para que no tenga que jactarse delante la presencia del Señor; si hemos de pedir, que sea en debilidad y convincentemente sin intenciones macabras en nuestro corazón; considerando y acordándonos que la venganza es del Padre y nosotros tenemos quien interceda ante su presencia, pero otros no. 

1 Corintios 8:9 “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles”; 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”; 2 Corintios 11:30 “Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad”; 1 Corintios 15:43 “Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder”; Romanos 8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Oremos: Padre de los cielos, siempre he admitido que mi falta de firmeza, esfuerzo y santidad, es gracia a mi debilidad de la carne; hasta este momento me doy cuenta que era un excusa cómoda que tenía para justificar lo injustificable; reconozco que mi debilidad espiritual es por falta de valentía, de postrarme ante ti con un corazón contristo y humillado, por dejarme doblegar de mi alma, y a la prueba me remito, tu palabra dice que “TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE” entonces porque tengo debilidad en la carne si ya llevo tiempo transitando en tus caminos; pues reconozco que ha sido por falta de conversión, Señor perdóname; perdóname porque no he sido el hijo recto que busca tu justicia, ese que se aparta del mal, aquel que se esfuerza por agradarte en cada área de la vida, sino el que con facilidad me dejo arrastrar por los deleites del mundo, la locura de la muchedumbre, los afanes de la vida. Perdóname mi Señor, por estar mirando lo malo, lo impío, lo que te desagrada, perdóname por dejar desbocar mi alma a sus caprichos y no ponerle un freno, llenando de oscuridad mi vida. Límpiame, Señor, necesito de tu fuego purificador para que consumas todo aquello que no te gusta, sigue purificando y tallando este ser indigno, prefiero pasar por la dura prueba de tu fuego y ser un diamante diminuto, fino y digno, cortado con el láser de tu Espíritu qué, una gema grande, llena de imperfecciones, llena de iniquidad, impiedad y deshonra. Gracias Jesucristo, por abrirme mis ojos a tiempo, por iluminar mi limitado entendimiento y darme discernimiento para exaltarte, glorificarte y honrarte con entendimiento desechando toda debilidad que venga de la carne, sino que a través de ti me has hecho fuerte en la debilidad de mi espíritu. Bendito sea tu nombre. Amén


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