miércoles, 20 de enero de 2021

EL “A”, “B”, “C” DE DIOS

 


Hay un refrán popular venezolano que dice “Arrópate hasta donde te alcance la cobija”, que es una forma muy particular de decir que no pretendas usar lo que no tienes. Es lícito tener sueños, metas, objetivos, crear y anhelar cosas, inclusive luchar por alcanzarlo u obtenerlo, asimismo también lo es equivocarse, caerse, esforzarse, levantarse y volver a intentarlo, siempre que lo hagamos todo decentemente y en orden del Señor, porque el Padre Altísimo, creador de todo el universo, es un Dios de orden. Génesis 1:2-4 “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas”; el orden debería ser una característica que deberíamos imitar como hijos que somos del Padre, pero por lo general no lo hacemos, por eso muchas veces queremos correr y no hemos ni siquiera aprendido a caminar, tropezándonos en el camino.

Gracias a la necedad e insensatez del alma los hijos de Dios, de una forma u otra, desean abarcar más de lo que quieren o pueden tratando aplacar su insaciabilidad, esforzándose duramente para alcanzarlo apartados de lo santo y glorioso; la gran mayoría obtienen resultados infructuosos, ya que son incapaces de involucrar, primero, a Dios en sus planes y en las tomas de decisiones. Esto es un hábito espiritual que quizás les parecerá locura para algunos, ya que los planes de Dios no son fácil de entender y para otros es muy difícil aplicarlo a sus vidas porque sus planes y decisiones no dan la gloria ni el honor al Señor sino que se generan de las entrañas, en la carne, posiblemente por nuestra condición de pecado, incredulidad o por autosuficiencia, actitud que va en contra del conocimiento de Dios y su verdad, y que finaliza en un trabajo, esfuerzo o sabiduría vana que no edifica para la eternidad, simplemente porque no se ha dejado ministrar por el Espíritu de Dios por falta de disposición de corazón y temor santo. Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia”; Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”.

Se puede observar gran cantidad de hermanos con ambiciosos deseos de levantar grandes obras para Dios, afanados por obtener en la tierra la prosperidad y las riquezas que Dios ha prometido como herencia, develar los secretos y misterios ocultos del Señor por revelación, aspirando llevar a los confines del mundo las buenas nuevas tratando de cumplir con la gran comisión dejada por Cristo, queriendo poseer los dones de profecía, sanidad, milagros, fe, lenguas, entre otros, según, para alabar, adorar y glorificar su nombre, pero su testimonio no les ayuda, les entorpece, denota que hay algo en ellos que no ha sido tratado por el Señor y los estanca espiritualmente hablando, ya que son incapaces de cumplir con lo más simple, el “ABC” de Dios: el arrepentimiento, el perdón (la benignidad) y la conversión, siendo piedra de tropiezo para la obra, espantando a los nuevos creyentes y dañando la vida espiritual de muchos más “maduros”, que quedan resentidos con el Señor y con la Iglesia de Cristo por causa de los pecados de los hombres. Si al haber vamos, lo que aplican en sus vidas es su “AVC”, es decir el “a veces sí”, “a veces no”, “a veces santo”, “a veces pecador”, siendo hijos de doble ánimo, inconstantes en la fe y sin un camino de rectitud definido; Santiago 1:8 “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”; a tal extremo que, aunque son cristianos de años conociendo el evangelio, son incapaces de cumplir lo que Dios ha dejado en su palabra aplicando las enseñanzas de Cristo para sus vidas, por la simple razón de no hay gobierno del Espíritu Santo.

Por estas razones, se puede afirmar que no son hijos justos, piadosos ni hacedores de la palabra y tampoco eficaces en su oración, ya que si lo fueran su testimonio así lo confirmase; se pudiera decir que son oidores inertes, doctos y habladores de letra muerta donde la palabra no ha hallado cabida en sus vidas; por eso los vemos con sus vidas hechas un desastre por dejadez espiritual, incredulidad o impiedad (falta santidad), aunque tengan capacidades de liderazgo, sean muy trabajadores y hayan cumplido roles de pastores, ancianos, siervos, maestros, profetas u adoradores de años, pero realmente no han sido tratados ni transformados en el Espíritu y por ende son tendientes a prevaricar fácilmente contra Dios por falta de discernimiento, transformándose en piedras del tropiezo por el mal testimonio de Cristo que han venido presentando, quieran o no quieran reconocerlo. Hebreos 5:12-14 “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.

¿Cómo reconocer que estamos fuera del ABC de Dios?

(A)     Por falta de Arrepentimiento:

Por lo general el arrepentimiento está relacionado con la actitud de compunción, abatimiento, lamentación o cambio de idea cuando hemos cometido un error, un pecado o una conducta indigna, que en un sentido más amplio y profundo, espiritualmente hablando, es la manifestación sincera de amor de nosotros hacia el Señor; es confesar y renunciar al pecado antes que su justicia se manifieste. Cuando Adán y Eva pecaron, sintieron la vergüenza de la desobediencia que salieron a ocultarse, en vez de arrepentirse ante el Señor; esta actitud les impidió confesar su pecado para ponerse a cuentas y clamar por su benignidad, sino que torpemente empezaron a echarse la culpa unos a otro sin reconocer su pecado. Génesis 3:6-13 “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”.

Cuando nos arrepentimos de verdad se ve reflejado en nuestro testimonio, tenemos temor santo y nuestras obras dignas testifican por sí; no por costumbre religiosa, miedo, ni mucho menos por simbolismo, hipocresía o apariencia, porque esto es una falsa piedad que busca ocultar nuestras oscuras intenciones o emociones, las cuales nos negamos a renunciar o morir; sino más bien, con el conocimiento pleno del amor de Dios y el anhelo profundo de agradarle entregar lo mejor de nosotros. 1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”; Lucas 15:7 “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”; Hechos 10:35 “sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”; Salmo 7:11-12 “Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días. Si no se arrepiente, él afilará su espada; Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado”. Es necesario arrepentirse de corazón, porque el Señor no desprecia un corazón contrito y humillado, pero la decisión es personal, nadie puede ser obligado a arrepentirse y no hacerlo es soberbia, por la cual también daremos cuentas.

(B)     No practicamos la Benignidad:

La palabra dice en Lucas 6:45 que “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”, se puede decir que un hijo de Dios es benigno cuando humildemente es capaz de pedir perdón o perdonar de corazón, de humillarse ante la presencia de Dios y bajar su cerviz, sacando lo bueno de su corazón y desechando lo malo, apelando al amor de Dios para que tenga misericordia de él y sobre todo a quien lo ofendió, así como lo enseñó Jesucristo al subir a la cruz perdonando a quienes le dieron muerte siendo inocente; de la misma forma nosotros debemos perdonar al peor de nuestros enemigos, ya que eso demuestra que su benignidad vive en mí. Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”; Filipenses 2:6-8 “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”; Lucas 23:34 “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes”; Marcos 11:26 “Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”; quien perdona de corazón, el Espíritu de Dios mora en él, ya que la benignidad se manifiesta con su poder sanador y restaurador; así que si decimos ser hijos de Dios y no ha aprendido a perdonar, su amor no está en nosotros, no somos buenos; por eso vaya y pida perdón aunque usted sea el agraviado, eso dice mucho de su madurez espiritual.

La benignidad es parte del fruto del Espíritu Santo, es la misericordia de Dios dada a los hombres, la condescendencia típica del juez eterno dada a todo hijo, que por imagen y semejanza también debemos dar, en otras palabras, es tener la capacidad amar y rechazar la aplicación total de la justicia, perdonando las transgresiones de quien ha fallado, permitiendo que se arrepienta de corazón y se levante, porque de otro modo seríamos condenados porque nadie es perfecto; Santiago 2:13 “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”. La palabra dice en Hebreos 12:6 “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo”; 1 Timoteo 4:4 “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias”; la benignidad está por encima del juicio, la disciplina y el castigo de Dios, ya que ella es el aceite que lubrica su justicia; sin embargo abusar de su esencia es una torpeza, porque nos puede llevar a burlarnos del Señor recibiendo como pago el fruto de nuestra iniquidad; Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”; 3 Juan 1:11 “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios”.

Son incontables los llamados que hace el Señor para que seamos benignos, buenos y misericordiosos como Él lo es con nosotros, Colosenses 3:12-13 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”; por eso es necesarios que seamos irreprensibles en todos los aspectos, busquemos la santidad y su justicia, desechando la soberbia, la ira, la codicia, la contienda, etc., que podamos dar testimonio que el Espíritu de Dios vive en nosotros; Tito 1:7-9 “Porque es necesario que el obispo {líder, siervo, hijo de Dios} sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”.

(C)     Huimos de la Conversión:

La conversión refleja la acción o hábito del creyente de poner la mirada en Cristo y volverse a Dios, es decir, regresarse de sus malos caminos y mantenerse en santidad, comunión y obediencia; es someterse y sujetarse al Espíritu de Santo, es entender que significa ser un hacedor de la palabra por revelación y activarse, alineando el creer, el pensar y el actuar, viviendo la palabra y siendo el hijo de Dios que somos llamados a ser. Huir en estos tiempos de este hábito espiritual trae como consecuencia oscuridad y tinieblas en nuestras vidas desembocando en enfermedad, autosuficiencia, impiedad, iniquidad, ira, soberbia, fornicación, adulterio, lascivia, etc.; 2 Timoteo 3:1-5 “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”; 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

Es errado pensar que la conversión está enfocada solamente en el hecho de haber recibido a Cristo, y empezar a congregarse en una iglesia, esto lo podemos hacer en la carne, religiosamente y no en el espíritu, es decir, sin sinceridad de corazón, si lo hacemos así, indica que nuestra alma controla nuestras vidas y no hay disposición de quererse devolver de sus malos caminos y encontrarse verdaderamente con Dios. Hay quienes pasan años y años ocupando un espacio en una iglesia, pero no deciden convertirse a Cristo por falta de revelación y entendimiento, dando mal testimonio a los fieles e inclusive siendo piedra de tropiezo para muchos de los nuevos creyentes; la exhortación de hoy, es recordarnos que Dios ha querido, desde el principio, que apliquemos su ABC y dispongamos nuestro corazón para ser un hijo diferente, dejar de ser Jacob y transformarnos en Israel, su pueblo amado, que aceptemos su promesa de ser la nación santa que heredará todas las cosas y entrar al reino de los cielos, dejar el desierto y entrar a la tierra prometida donde fluye leche y miel, en el cual compartiremos la mesa con nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión:

Si siente que usted se ha estancado y no ha crecido espiritualmente hablando, si tiene la necesidad y el deseo de seguir o servirle al Señor pero no ha dado el paso de fe, demostrando poco esfuerzo y valentía, es porque no ha aplicado el ABC de Dios: el arrepentimiento, la benignidad y la conversión a su vida. Es necesario que hoy mismo comience, aplique lo más simple y verá su gloria, sino de que nos vale recitar todas las santas escrituras y congregarse, si no podemos ser testimonio de Cristo que vive en nosotros, ¿será que el Espíritu de Dios mora en nosotros?, desistamos de la sabiduría vana y seamos hacedores de lo simple y lo demás llegará por añadidura; 1 Corintios 3:18 “Nadie se engañe a sí mismo: si alguno entre vosotros parece ser sabio en este siglo, hágase simple {haga el ABC de Cristo}, para ser sabio {temeroso de Dios}”.

Es importante que como cuerpo de Cristo seamos de un mismo sentir, nos respaldemos unos a otros en oración, intercesión y cubrimiento, clamando al Padre para que nunca nos falte un pastor de conducta irreprensible que sea capaz de humillarse y arrepentirse ante Él, para que no haya ciego guiando a otros ciegos, siervos de corazón conforme al corazón de Dios, capaces de doblegar su alma, amar y perdonar al prójimo, siendo humildes, logrando pedir perdón de corazón, asimismo ser ovejas que escuchen la voz de Cristo, que se sujeten a la verdadera autoridad, como también ser hijos obedientes que se conviertan, escuchen consejos y se sometan a la palabra, para que podamos decir cuando comparezcamos ante el Señor: Jesús nos presentamos ante ti como la Iglesia que has amado, con las vestiduras blancas de santidad, la cual fue purificada en el fuego consumidor de tu palabra, se hizo digna al humillarse y convertirse de sus malos caminos, que no posee manchas ni arrugas porque cambio sus harapos por vestiduras llenas de honor, honra y alabanza, la cual no tiene nada de qué avergonzarse porque sus pecados fueron llevados y clavados en tu cruz; por eso te damos gracias Señor, gracias por tu misericordia y benignidad, bendito sea tu nombre, Amén. 1 Pedro 3:8-9 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”.

“Y dijo {Jesucristo}: De cierto os digo, que si no os volvéis {Convertís a mí} y os hacéis como niños {aplicando el ABC de Dios}, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 18:3


martes, 5 de enero de 2021

LA MEZQUINDAD DEL ALMA

 


2 Corintios 9:6-7 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.

Existen ciertas verdades dentro de nuestro entorno social en la cual nos desenvolvemos, que describen lo que somos como personas y como hijos de Dios; muchas de estas verdades no estamos en la capacidad de digerirlas y aceptarlas por nuestra condición espiritual o por la corrupción de nuestra alma, lo que origina cualquier rechazo a toda exhortación, consejo o premisa, porque nadie está dispuesto a ser confrontado y mucho menos ser expuesto al escarnio público; pero, decía Juan el Bautista a los fariseos e hipócritas, que eran “el pueblo de Dios”, quien huirá de la “ira venidera”, quien escapará del juicio eterno, pues a muchos hijos de Dios se les olvida que por todo daremos cuenta. Mateo 3:7 “Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?”; Pasajes de las Sagradas Escrituras como este, deberían ponernos a reflexionar y meditar como estamos actuando ante Dios y los hombres, llevándonos a cambiar y convertirnos por si solos, sin embargo, el pecado nos impide ver más allá de lo que nos muestran nuestros ojos, por la mezquindad de nuestro corazón.

Solo los valientes, hombres o mujeres sin mezquindad, son capaces de humillarse ante el Señor y los demás, permiten ser confrontados con las santas escrituras, porque entienden que en ellas no hay maldad, la maldad existe en el corazón de quienes la tratan de interpretarla en la carne, dando rienda suelta a su alma, sin la ayuda del Espíritu Santo; no olvidemos que la palabra es la esencia pura del Cristo, es la verdad no adulterada, es la voluntad de Dios, qué para muchos de nosotros es dura, justa, incorruptible, intachable, es espada de doble filos que nos reprende, exhorta, ayuda a corregir, instruir, enseñar, la cual nos lleva a entender porque somos lo que somos y derriba cualquier argumentación, justificación, manipulación o lógica humana que queramos aplicar de acuerdo a los intereses de nuestra alma.

Es por ello, que los minutos de reflexión de hoy tratarán sobre la mezquindad del hombre, en especial la del alma; pero dejemos que el Espíritu de Dios nos abra el entendimiento, no permita que nuestras argumentaciones lo desvíen o saquen realmente de lo que se quiere enseñar y pídale al Señor que le revele si estamos siendo mezquinos con lo que hablamos, pensamos o hacemos, tanto en lo personal, espiritual o social, Amén:

La palabra mezquindad tiene varios sinónimos con un alto grado de maldad humana, dentro de ella se encuentra: la ruindad, hipocresía, egoísmo, falta de nobleza, avaricia, cicatería, roñería, sordidez, ocultismo, suciedad del alma, mancha espiritual, devaluación del ser, indigencia del pensamiento, bajeza, las puñaladas traperas que damos, la traición, entre otras cosas. Por ello es tan importante revisarnos, porque estos portillos no permiten que crezcamos espiritualmente ya que nos tienen atrapados en lazos de impiedad y tinieblas que hacen que poco a poco nuestros huesos se vayan secando, cubriéndonos de oscuridad haciéndonos mezquinos, entrando en un ciclo de estanquidad, iniquidad, maquinación, miedo, depresión, o culpa, en la cual el enemigo nos tiene atado por nuestro descuido o debilidad, olvidando que el Señor ya nos libertó y nos hizo aptos en la cruz, siendo para siempre, sin embargo no lo hemos aceptado, entendido ni percibido porque tenemos falta de conocimiento del amor y justicia de Dios, arrepentimiento y conversión.

Haciendo referencia a 2 Corintios 6:15 observemos que Pablo decía: “¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?”, como pueden entrar en armonía lo santo con lo profano, la verdad con la mentira o la luz con la oscuridad; para el pueblo de Dios, los mezquinos eran hombres impíos, incrédulos, llenos de tinieblas, idólatras, considerados los “hijos de Belial”; está connotación se mantiene en muchos religiosos de los tiempos actuales, ya que Belial en la antigüedad era considerado un demonio, por eso Pablo exhortaba a todo varón de Dios a que no se uniera en yugo desigual con ellos, ya que serían contaminados, como se contaminó Salomón, y las consecuencias de sus acciones fueron evidentes. Por lo tanto, cuando en las santas escrituras menciona a los “hijos de Belial” se refiere a personas mezquinas que se apartan de la santidad, olvidándose de Dios y su palabra, persiguen sus propios intereses, y cuya relación con la carne, el mundo, mal los hace ser codiciosos, avaros, amantes de las ganancias terrenales producto de la corrupción de su alma. En ese sentido la mezquindad tiene un vínculo directo con el maligno, la carne, el mundo, la idolatría, la injusticia, la incredulidad, el ocultismo, la inmoralidad y la deshonestidad.

2 Corintios 6:14-18 “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial {Mezquindad}? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.

Pero qué tal si los mezquinos somos nosotros, que tal si los hijos de Belial somos usted y yo, ¿Tendremos la capacidad de reaccionar, arrepentirnos y pedir perdón a Dios y aquellas personas, hermanos de la fe o cualquier otro, que por nuestra mezquindad hemos dañado, ensuciado los corazones, perturbado espiritualmente?, será que ¿Estoy siendo testimonio de Cristo, menguando a mi ser y dejando que Él crezca en mí, siendo congruente con lo que digo creer, amar y predicar? o ¿Es pura falacia, mentira de pura apariencia? sincérese con usted y con Dios, este es el primer paso para la conversión.

Si somos capaces de dar testimonio, con obras dignas de arrepentimiento, ante Dios y los hombres y lo hace de corazón, gloria al Señor, porque recibirá bendición y misericordia, ya que el justo nunca será desamparado ni su descendencia mendigará pan, porque Dios premia a los varones de corazones esforzados y valientes que son capaces de reconocer sus pecados y convertirse de sus malos caminos; de lo contrario no se sorprenda cuando la justicia de Dios llegue, no se olvide que tarde o temprano daremos cuenta por lo que hacemos, es mejor saldar los asuntos pendientes con el Señor, diariamente, antes que nuestra mezquindad sea develada y seamos avergonzados ya que nos negamos al genuino arrepentimiento y la conversión, así que, al postergar los asuntos pendientes nos exponemos a la condenación eterna, porque del Señor nadie se burla. La pregunta ¿Por qué tenemos que llegar a esos niveles, si Dios nos da la oportunidad de rectificar? Pues, porque tenemos un corazón mezquino, que no se sujeta al Señor, dominado por nuestra alma; entonces, no sea mezquino con usted mismo, dé el paso de fe, que lo hará salir de su estanquidad espiritual, pídale fortaleza la Señor.

Desde el punto etimológico, hay estudios que aclaran que la palabra “mezquino” proviene del árabe miskín, que significa pobre, indigente, mísero, digno de pena o lástima. En su connotación catalán “mesquí”, significa, “falto de generosidad”, “poco amigo”, “de sentimientos viles” o “falto de la amplitud y de la grandeza necesaria”; Hay ricos y pobres miserables, mezquinos de espíritu, y también los hay ricos en riquezas espirituales porque están llenos de la presencia de Señor y sus testimonios así lo confirman, sin embargo, ¿Quién de nosotros de una forma u otra, impulsados por nuestra alma, no hemos sido viles con nuestro prójimo, amigos, familia, vecinos, etc?, aunque aparentemos o tengamos signos de piedad y asistamos regularmente a una iglesia; pareciera muchas veces que el Espíritu de Dios no morara en nosotros, ya que nos comportamos como unos pequeños monstruos demostrando miseria espiritual por falta de amor y firmeza en el Señor, y aunque no lo queramos reconocer, tenemos una sórdida alma controladora que le gusta manipular y nos lleva directo a la destrucción. Todo tiene su tiempo y su hora, se está acercando la segunda venida de nuestro salvador y el pueblo de Dios se encuentra disperso viviendo su ahora y se despreocupa por la eternidad producto de la carne, dice la palabra en, Romanos 8:9 “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”, si usted dice llamarse hijo de Dios, abandone su mezquindad y entregue al Señor lo que le corresponde, deje el menosprecio, Él quiere que le entregues y guardes tu corazón..

Los versados en la palabra, afirman que en la Reina Valera Antigua (1602), se usa el término “hijos de Belial”, en lugar del adjetivo mezquino, refiriéndose a algunos de los hombres guerreros judíos, de actitud necia, que lucharon con David y que lo acompañaron en su expedición de rescate de los cautivos en manos de los Amalecitas, donde se tomaron ciertos derechos que no les correspondían, ya que no querían devolver lo arrebatado por los enemigos a quienes les pertenecía por pura mezquindad.

Hay cosas que creemos que es nuestro derecho porque las luchamos y vencemos, cuando en verdad Dios fue quien nos la entregó, por eso de nada vale lo que pensemos o digamos en la presencia del Señor, si existe un interés oscuro en lo más profundo del corazón. 1 Samuel 30:22-25 “Pero entre los hombres de David, algunos mezquinos dijeron: -Por no haber venido con nosotros, no les damos del botín recuperado, sino sólo su mujer y sus hijos a cada uno; que los tomen y se marchen. Pero David dijo: -No hagan eso, camaradas, después que el Señor nos ha dado la victoria, nos ha protegido y nos ha entregado esa banda que nos había atacado. En eso nadie estará de acuerdo con ustedes, porque tocan a partes iguales el que baja al campo de batalla y el que queda guardando el equipo. Aquel día David estableció esta norma para Israel, y ha estado en vigor hasta hoy”; Lucas 12:20-21 “Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”.

Jonás sufrió mucho por su mezquindad, él quiso disponer de la salvación del Señor que le había regalado por gracia a Nínive; llegó a estar al borde de la muerte en las entrañas del gran pez, sin embargo se acordó del Dios misericordioso ya cuando daba todo por perdido, entonces el Señor le dio la oportunidad de hacer su voluntad agradable y perfecta; seguramente si sacamos cuentas de cuantas veces Dios nos ha dado la oportunidad de arrepentirnos y obedecer sus mandatos, descubriríamos que son incalculables, pero no habrá cambio hasta que nosotros decidamos convertir nuestra alma, renunciando a la mezquindad.

Observe bien cuando un “amigo” le saque en cara lo que ha hecho por usted, le recomiendo que tenga mucho cuidado porque esa persona es mezquina y sus intenciones tienen un fin oscuro y perverso aunque las razones inicialmente hayan sido otras, por lo general, el mezquino, tratará de crear un compromiso, un sentimiento de deuda o agradecimiento, tratando de influenciar o conquistar su voluntad; un sentimiento que solo Dios puede recibir, porque es el Señor y Rey de todo y de Él dependen todas las cosas. Esto no quiere decir que uno no sea agradecido con quien ha servido como instrumento de bendición para nuestras vida, pero debemos darle a cada quien y a cada cosa su justa medida, sin robarle la gloria a Dios.

La mezquindad es una actitud que se produce en el alma y contamina el espíritu de un hijo que no se ha convertido de verdad al Señor, es una sensación de perenne carencia, vacío, sed, necesidad satisfacer el alma con las cosas del mundo, aunque se tenga lo suficiente; es olvidarse para cual propósito eterno fuimos llamados, descuidar su vida espiritual y la de nuestro prójimo, familia y discípulos, ya que la concupiscencia del alma es la que prevalece y nos hace sentir la necesidad de ser aceptado con nuestros errores y pecados, pero no queremos cambiar.

Hay estudios serios que afirman que suele ser un mecanismo de defensa para esconder los traumas, las incompetencias e inseguridades severas creadas en la antigua manera de vivir en áreas no sanadas de nuestro espíritu, por eso es una enfermedad del alma arraigada en lo más profundo de nuestro ser, lo cual hace necesario someter y sujetar del Señor, sin aplazamientos ni demoras, para ser libertos con la libertad de Cristo, postergarlo es insensatez.

El mezquino se cree autosuficiente, confía en su propia fuerza, por eso lucha por resguardarse y protegerse de lo que le causa dolor, sin embargo esta sensación de fortaleza es fugaz, ya que no ha sido tratada por el Señor, en consecuencia está destinada a caer y desfallecer en el camino, por eso cuídese de sentirse más fuerte, espiritual o superior a los demás porque se engaña a sí mismo, es mejor pasar por el fuego consumidor, el dolor que sana, humillarse en postración y oración, en la presencia del Señor, convirtiendo su alma para que vengan los tiempos de refrigerio. El alma pretende hacerle creer que está ayudando a los demás, cuando realmente hace el mínimo esfuerzo a favor de otros. Isaías 32:5-6 “El ruin {mezquino} nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido. Porque el ruin {mezquino} hablará ruindades {mezquindades}, y su corazón fabricará iniquidad {maldad}, para cometer impiedad {pecado} y para hablar escarnio {se burla} contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento”; 1 Samuel 2:12 “Los hijos de Elí eran hombres impíos {mezquinos}, y no tenían conocimiento {temor} de Jehová”.

¿CÓMO PODEMOS VENCER LA MEZQUINDAD?

1.    Arrepiéntase, restituya y restaure lo dañado, devuelva lo robado, lo despojado, lo defraudado por cuadruplicado; Lucas 19:8 “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”.

2.    Conviértase a Cristo de verdad, ponga la mirada en el Señor, y deje hacer obras muertas, que no conducen a nada. 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

3.    Cumpla con el llamado que Dios le hizo. Sean santos, obedientes y cumplan la gran comisión de ir hacer discípulos y llevar las buenas nuevas por cada rincón que se encuentre. 1 Pedro 1:15-16 “Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo»”; 2 Pedro 1:10-11 “Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.

4.    Dé, sin esperar nada a cambio. Lucas 6:35 “Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos {mezquinos}”.

5.    Aprenda a humillarse, sometiendo su ego al Señor, renuncie a la altivez y soberbia, para que reciba exaltación de lo alto, donde ningún ojo humano vio, ni oído ha escuchado. Santiago 4:6 “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”.

6.    Deje de jugar, manipular, controlar o someter los sentimientos de otros, en especial a los seres más queridos. Mateo 18:6 “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”.

7.    Evite los reclamos protagonistas porque tiene mayor visibilidad, autoridad o madurez frente a los que trabajan tras bastidores, o andan iniciándose en el Señor. Colosenses 3:23-24 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”; Romanos 12:18 “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”.

8.    Todos somos parte del cuerpo, por lo tanto un gran logro es producto de todos miembros, de las manos santas entregadas al Señor, que colaboran para crecimiento de la obra del Señor. Así que no se señoree, porque solo hay un solo Señor, un solo Pastor, un solo Dios que es digno de ser alabado y exaltado. Ezequiel 34:4 “No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”.

9.    Dígale NO a la mezquindad, en todos los sentidos, siembre para salvación y vida eterna, empezando primero por usted y luego de vencida, ayude a otros dentro y fuera de la iglesia, vida personal, trabajo, familia, comunidad. Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.

REFLEXIÓN:

Hay dichos de nuestras bocas, pensamientos, sentimientos y acciones de nuestro ser que solo envenenan nuestro corazón por la mezquindad que nuestra alma trae consigo, es importante identificarlos y eliminarlos con la ayuda del Espíritu Santo; si sobre nosotros, frecuentemente, prevalece el pecado, la astucia, la maña, la manipulación, la mentira, el engaño, el ocultismo, la maquinación, la ruindad, la traición, la hipocresía, egoísmo, la soberbia, altivez, falta de nobleza, avaricia, sordidez, la falta de santidad, la maldad disfrazada de benignidad, la falsa piedad, la falta de conversión, es porque usted necesita someterse y sujetarse del Señor. No desperdicie la oportunidad porque cuando el Señor se manifieste, no habrá tiempo para arrepentirse, búsquelo mientras pueda ser hallado.

Se puede ser mezquino en la opulencia o en la pobreza, porque no se trata de lo que tienes, sino de lo que estas dispuesto a entregar, dar u ofrecer; Jesús entrego su vida por amor a nosotros, ¿Qué estas dispuesto a dar tu por los demás? Dios te bendiga...

Isaías 55:6-8 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová”.