En la entrega anterior de este blog, abordamos el
tema de los 20 secretos de amor para parejas, e iniciamos esté ciclo de
reflexiones con los primeros 10 consejos que nos ayudarían mejorar nuestra vida
matrimonial; en ese momento se concluyó que todo es una decisión personal, si
seguir llevando el “Feliz o Infeliz” matrimonio que hasta ahora ha vivido o
darse la oportunidad de transformarlo y mejorarlo haciendo uso del manual de
vida más antiguo que existe: “La Biblia”; ya que las recomendaciones de los expertos
psicólogos, nuestros familiares y amigos habían sido infructuosas.
EL SECRETO N° 11
Comenzamos diciendo, que si queremos mejorar
nuestra relación conyugal es necesario ir a la fuente de amor, y ¡¿cuál es esa
fuente?!; pues nada más y nada menos que DIOS, que es quién hace de nuestro
matrimonio un cordón difícil de romper porque Dios es amor; Eclesiastés 4:12 “…cordón
de tres dobleces no se rompe pronto”; 1 Juan 4:8 “El que no ama, no ha conocido
a Dios; porque Dios es amor”. Y con mucha timidez se hizo una pequeña oración,
vínculo de comunicación con el Señor, para dejar entrar su presencia a su
matrimonio, pero esta oración debía ser de corazón y con fe, dejándolo actuar
con su poder sanador y restaurador para traer bendición, felicidad y gozo.
Pues, el onceavo secreto del amor, trata sobre
eso, sobre el gozo y dice así: “el gozo
es una bendición para el matrimonio, practíquelo y permanezca en él, su pureza
y fortaleza incrementaran la felicidad y prosperidad del alma tanto de los
conyugues como de toda la familia”. Nehemías 8:10 “Luego les dijo: id,
comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada
preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el
gozo de Jehová es vuestra fuerza”.
GOZO EN EL ALMA,
CUERPO Y ESPÍRITU
Para entender lo que es el gozo, desde el punto
de vista de nuestro manual de vida, es primeramente necesario madurar que somos
seres creados y estructurados en tres áreas esenciales; 1 Tesalonicenses 5:23 “…y
todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible...”.
Cada área de nuestro ser tiene una necesidad de
gozo pleno, sin embargo, muchos de nosotros no conocemos realmente su significado:
the free dictionary lo define como “la emoción
intensa y placentera causada por algo que gusta mucho”, pero por
experiencia sabemos que lo que hoy nos gusta mucho, mañana no o se hace
obsoleto, mucho más si las cosas van cambiando con el tiempo o no suceden como
deseamos; Habacuc 3:17-18 “Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya
frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den
mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los
corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi
salvación”.
El gozo es un regalo que Dios incluyó dentro del
fruto del Espíritu para todo matrimonio, por lo tanto es diferente al placer o la satisfacción de
cumplir nuestros deseos carnales o emocionales; se puede tener placer de algo,
pero no necesariamente sentir gozo, en tal sentido, concluimos que, este gozo
al cual se refiere la definición anterior, es efímero e incompleto porque viene
del deseo y la voluntad de hombre y no por deseo y voluntad del Dios, ya que el
Señor está fuera de él. Analicemos el siguiente ejemplo:
Traten de recordar el día de su primer beso de
amor con su pareja actual, ¿Qué pasaba por su mente?, ¿sentía que volaba?,
¿había libertad?; su corazón se aceleró tanto que corría el riesgo de morir de
amor, no dudo que todos sus sentidos y la emoción estaban centrados en ese
momento tan especial; recuerda ¿A qué sabían los labios de la persona amada?,
seguramente a dulce miel, quizás ¿quería que ese momento fuese eterno?, ¡¿Sí o
No?!; probablemente sentía mariposas en el estómago, ¿su cara brillaba de felicidad
y alegría?, creo que podía asegurar que había un “gozo” indescriptible.
Ahora, trate de recordar el último beso que le
dio a su pareja, seguramente fue un piquito corriendo porque se estaba
despidiendo o saludando; quizás lo dio por educación, costumbre, rutina o
compromiso; a lo mejor lo más profundo que sintió fue el café que se acababa de
tomar, pues ¿Dónde está el gozo que sintió por aquel primer beso?, seguramente olvidado y encerrado en un cuarto oscuro lleno de polvo y tela de arañas.
La ciencia ha determinado que: “Besar une lo
espiritual con el cuerpo, y el cuerpo con el alma”, y afirma que dejar de besar
a tu pareja no significa que ha dejado de amarla, sin embargo, es un indicativo
que no está presente el gozo e inclusive se podría aprender a besar con traición,
como lo hizo Judas; Romanos 16:16a “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo”.
Y esto ocurre porque no ha hecho del gozo una parte importante de su vida
matrimonial, por eso lo que ayer fue, hoy no lo es. Esto es una verdad, cuando
Dios, la fuente de amor eterno, no permanece en sus vidas o no hemos madurado
en Él, sino que lo utilizamos como un bombero cuando el rancho está ardiendo en
llamas por nuestra falta de gozo, y posiblemente ya sea demasiado tarde,
trayendo como resultado la separación o divorcio. Mateo 19:7-8 “Le replicaron:
-¿Por qué, entonces, mandó Moisés que un hombre le diera a su esposa un
certificado de divorcio y la despidiera? Moisés les permitió divorciarse de su
esposa por lo obstinados que son -respondió Jesús-. Pero no fue así desde el
principio”.
Es importante que si usted quiere volver a
sentir gozo, debe cambiar esa actitud perdedora de víctima, destrucción o lamento,
involucrando a quien todo lo puede, Jesucristo. A través de Él se convierte toda
apatía, desánimo, lamento o decepción en baile y alegría, y renovando su vida
matrimonial. Ocurre el proceso de rejuvenecimiento igual al de las águilas, donde
es necesario subir a las alturas, morir a nuestro ego, orgullo y pretensiones y
dejarse transformar para vivir con gozo nuestra relación matrimonial; Salmos
30:11 “Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has
ceñido de alegría”.
EL GOZO DE DIOS EN EL
MATRIMONIO
El gozo nunca pasará, cuando Dios permanece en
nuestras vidas, aun en los momentos de afán, angustia o aflicción, hasta cuando
creemos que ya todo está perdido, porque cielo y tierra pasaran pero su palabra
no pasará (Lucas 21:33). Él enciende y aviva la llama, su palabra de amor
siempre está presente, nos sostiene, guía y llena de plenitud de gozo; es por
ello que, cuando nuestro corazón está lleno de su amor, se rompen esquemas o
patrones culturales, familiares o sociales aprendidos, nuestro corazón se llena
de perdón, renunciamos a la contienda, no guardamos rencor, empezamos a serle
fiel, dándole valor y respeto a nuestra pareja, ponemos danza a nuestra alma y
espíritu, nos gozamos de los pequeños detalles que el Señor nos regala a través
de su conyugue.
Vivimos prácticamente para agradar a quien decidimos compartir nuestra vida, sin dejar de ser nosotros mismos; nos sometemos a la voluntad de Dios como buenos hijos, así como lo hizo Jesucristo con el Padre celestial; anhelamos su presencia en nuestro matrimonio como el ciervo que brama por las corrientes de agua viva, y como tórtolos enamorados, nos hace permanecer, bajo el abrigo de sus alas. Observe este video, que profundiza de lo que representa el gozo en la relación de parejas, especialmente en el matrimonio: https://www.youtube.com/watch?v=TugxQyJ4d8k
REFLEXIÓN
El gozo no sirve de nada, si es para un ratico;
gozarse es la plena satisfacción de vivir el primer amor todos los días, es cantar,
danzar, alegrarse y sonreír con su pareja de repente, en momentos inesperados; es disfrutar de la compañía del otro y sentir en su corazón la presencia del
amor de Dios, es sacar agua de su fuente a cada instante y crecer bajo su
bendición preservando el tesoro más grande que le ha regalado como persona: su
esposo o esposa.
Proverbios 18:22 “El que halló esposa halló el bien, y alcanzó la benevolencia del Señor”; Isaías 12:3 “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”