lunes, 3 de octubre de 2022

ESTOY SEGURO…

 



Escudriñando la palabra de Dios, nos encontramos dentro de los libros del pentateuco a Levítico, capítulo 25:18-19, donde se encuentra un hermoso pasaje que dice textualmente así: “Ejecutad, pues, mis estatutos y guardad mis ordenanzas, y ponedlos por obra, y habitaréis en la tierra seguros; y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros, y habitaréis en ella con seguridad”; el Señor nos ordena imperativamente a ejecutar, guardar o hacer sus mandamientos, estatutos u ordenanzas, es decir, que nos activemos espiritualmente, y que no dejemos para otro día lo que nos corresponde hacer como hijos de Dios, para habitar, morar o vivir seguros, sin peligro ni riesgo. Entonces, continua diciendo, la tierra, llámese tierra a nuestra vida terrenal porque fuimos hechos del barro, dará frutos saciándonos y trayendo seguridad en todos los sentidos.

La seguridad está asociada a la sensación que posee una persona de tener total confianza en algo o alguien, donde se encuentra un estado de relajación tal, que se siente aparentemente seguro, confiado, libre de actuar, ya que no existe una evidente dificultad o amenaza; sin embargo, esta seguridad no necesariamente proviene del Señor, pues puede originarse en nuestra capacidad humana y es tan inestable como estar sentado en una cuerda en la cima de un rascacielos, donde cualquier descuido o torpeza puede originar que caigamos al vacío del dolor y la incertidumbre.

La seguridad de un cristiano, en teoría, debiese ser totalmente en nuestro Dios, debiendo poner toda su confianza en Él, pero la realidad es otra, la mayoría prefieren actuar en sus fuerzas, sin esperar la respuesta del Padre, porque su seguridad no es tal y como la profesamos. Por ejemplo, nosotros como padres tenemos total confianza en nuestros hijos, porque los conocemos desde pequeños y los hemos puesto a prueba en muchas circunstancias, responsabilidades, etc., aumentando la confianza, llegando un momento que podemos decir: “Tengo total confianza en mis hijos”; así mismo, hace el Señor con sus hijos, es decir, con nosotros, nos va poniendo a prueba nuestra fe para apreciar de que madera estamos hechos. Sin embargo, la seguridad de nuestros hijos no es 100% garantía de que ellos estén cumpliendo con la crianza y los mandatos de los padres, aunque hayan recibido la disciplina, una buena educación o crianza. Pero, ¿Por qué no estamos 100% seguros?, Porque conocemos el corazón del hombre, pues la biblia lo define como engañoso y perverso, y no solamente eso sino qué, nosotros tampoco cumplimos con nuestros padres.

Cuantas veces nuestros padres nos dijeron, has esto o aquello y nosotros ignoramos esa advertencia o instrucción; pero a pesar de esto, ellos no perdieron su confianza en nosotros, ¿por qué? porque ellos tenían la seguridad de que Dios nos iba a cuidar y proteger, aunque no estuviesen tan seguros de nosotros.

Cómo hijos de Dios, todos estamos seguros de quien es Dios y hasta donde llega su capacidad de amar y perdonar nuestras transgresiones, porque Él lo demostró enviando a su hijo Jesucristo a morir en la cruz por causa de la factura impagable del pecado, es decir, que para saldar la deuda se debía morir y el Señor lo hizo por nosotros. Y si le preguntáramos a cada uno ¿Usted está seguro de que Dios es su Padre?, la mayoría claramente respondería que “Sí”.

Pero, si cambiamos la pregunta diciendo: ¿Usted está seguro de que es un Hijo de Dios?, muchos responderían tímidamente que “Sí”; imaginemos que estamos frente al espejo del Espíritu Santo; que reflejo ve, observa a Cristo; quizás los honestos dirían “No”, pero los peores dirían “No estoy seguro” o “No responderían”, pues lo que denota que hay algo que no está funcionando como debería ser. Entonces es bueno detenernos, hacer un stop en nuestras vidas, es hora de revisarnos, reflexionar, evaluar que estamos haciendo con nuestro Señor.

Entonces, para responder está interrogante si ¿Soy o no soy hijo de Dios? Pasémonos por el tamiz de la palabra, para sacar y poner en evidencia las impurezas e impiedad que poseemos, los pecados que no nos dejan avanzar en la meta preciosa para lo cual fuimos creados:

USTED ESTÁ SEGURO DE QUÉ:

1. No ha sido piedra de tropiezo a más de un creyente. Mateo 18:6 "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar".

2. La luz de Cristo brilla dentro de Usted. Lucas 11:35 “Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas”; hay quienes poseen una luz artificial, que no es del Señor, proveniente de la religiosidad, de sus creencias o convicciones terrenales, entonces alimentamos falsas doctrinas llenas de ego y sabiduría terrenal, animal y diabólica, diciendo que tiene una luz interior, un aura que al final es tinieblas y cualquier cantidad de diabluras lejos de la verdad y la luz que debería brillar que es Cristo.

3. No quiere ser discipulado para no ser confrontado por el Espíritu Santo o la palabra, justificando su conducta y actitudes impías. Juan 3:20 “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”; muchas veces justificamos la falta de discipulado porque vemos al pastor cómo hombre y le señalamos todos sus defectos, pero se nos olvida que Dios utiliza a hombres imperfectos cómo instrumento para hacer su perfección, para que nadie se gloríe. Entonces no utilice esto como excusa, reconozca que no quiere ser confrontado bajo la luz de la palabra, sincérese y sea valiente.

4. Obedece y hace la voluntad del Padre. Mateo 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

5. Sus frutos son buenos, complacen al Padre y son el resultado del plan de Dios. Mateo 7:17-20 “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”.

6. El Espíritu de Dios mora en su vida y controla sus acciones. Romanos 8:9 “Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.

7. No vive claudicando, desertando poco a poco del reino, jugando doble papel, hoy con Dios y mañana con el Diablo. 1 Reyes 18:21 “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra”.

8. Está caliente en el Señor, busca su presencia, lee su palabra, ora y se convierte todos los días. Apocalipsis 3:16 “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

9. Es digno, ya tomó su cruz y está siguiendo a Cristo. Mateo 10:37-39 “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.

10. Tiene temor de Dios y no está menospreciando su gracia, su palabra y salvación, honrando al Padre con su testimonio. Malaquías 1:6 “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?”.

Entonces, ¿Es o no es Hijo de Dios?

SI NO ESTÁ SEGURO DE SER UN HIJO DE DIOS, ES POR QUÉ TIENE…

1. Poca fe o una fe defectuosa. Lucas 17:6 “Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería”.

2. Duda de la salvación y la vida eterna, su seguridad es condicionada a las emociones (Alma) y no al Espíritu. Romanos 8:10 “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia”.

3. Pecado y vergüenza de reconocerlo y confesarlo. Hebreos 10:26 “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”.

4. Que apartarse de sus malos caminos y convertirse de corazón. 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

REFLEXIÓN

La inseguridad viene producto de que no ha existido la convicción plena de que Cristo es el camino que debemos seguir, en el nombre del Señor usted diga: “He dado todo por basura a causa del Señor”, ya que el arrepentimiento y la conversión son características de un Hijo de Dios.

Todo es una decisión firme y radical, con fe, cómo la de Pablo, que hizo la diferencia, ya que después de haber perseguido, apedreado, crucificado, devorado y asesinado a más de un cristiano, se encontró con Cristo y se arrepintió, entonces decidió convertirse y buscarlo de corazón, obedeciendo y dejándose usar, extendiendo el reino de Dios en lugares donde la idolatría, la apostasía, el paganismo y la religiosidad eran un poder espiritual arraigado en los corazones de los hombres: Isaías 35:5 “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán”.

Si usted no está seguro que está venciendo al diablo, el mundo y la carne, es porque no quiere renunciar al pecado, o es que la palabra no dice más puede el que está en mí o en ti, que el que está en el mundo: 1 Juan 4:4 “Hijitos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido {El pecado, la duda, la enfermedad}, porque el que está en vosotros es mayor que el que está en el mundo”.

Pregúntese si está seguro que Cristo vive en usted y si no lo está después de leer esta palabra, vaya y haga la oración de fe nuevamente, busque su presencia, póstrese con un corazón contrito y humillado, ore, clame, arrepiéntase de verdad y póngase a cuenta con el Señor que él es fiel y justo para perdonarlo y permita ser restaurado y bendecido con el poder de su Espíritu. Amén.