domingo, 16 de diciembre de 2018

METIENDO LA PATA



“Meter la pata” es una expresión muy común utilizada en el lenguaje cotidiano de los latinoamericanos, suele referirse a la falla, error o torpeza cometida por una persona de manera inoportuna o inapropiada por una cuestión equivocada que denota ignorancia, ineptitud, impulso, nerviosismo o simple estupidez producto de un alma no sometida, en otras palabras, tendiente a embarrarla pues.
Hay quienes la relacionan directamente con el acto en el creyente de meter las de caminar (cae) en una trampa colocada por el cazador (piedra de tropiezo o lazo del enemigo) y queda apresado (encarcelado o esclavizado), como por ejemplo un matrimonio obligado, aceptar un embarazo por compromiso, cegarse ante una estafa por el deseo de enriquecerse inmediatamente, comprar cosas del mundo que no hacen falta, etc., manipulaciones que la persona llega a discernir después que sufre en carne propia y pierde la libertad espiritual que Cristo le dio en la cruz, justamente cuando toda la verdad sale a luz, diciendo: ¡Qué tonto fui!
Otras metidas de patas, son con conocimiento de causa producto de la maldad de reside en nosotros, la concupiscencia; por lo general nuestra carne y alma (mente, emociones, sentimientos, deseos, etc.) impiden un genuino arrepentimiento y perdón, entonces utilizamos la razón para evaluar los daños, consejo y/o amenaza sin consultar al Espíritu Santo, tratando de salvarnos de la situación o circunstancia, entonces: huimos, aceptamos las cosas condicionadamente o por puro interés, como tratando de engañar a Dios, sin doblegar nuestra dura cerviz, a sabiendas que Él conoce nuestro corazón y que por todo daremos cuentas ante su presencia.
Cuando no hay arrepentimiento y perdón metemos la pata, si hacemos un estudio epistemológico de la palabra arrepentimiento observamos que tiene dos tendencias: (a) proviene del francés “repentir” que a su vez deriva del latín tardío “poenitere” que quiere significar “ser penitente”, es decir la carga que una persona lleva por algo que ha hecho, dicho o dejado de hacer. Quien se arrepiente, por lo general, cambia de actitud, siempre y cuando ha perdonado de corazón o ha pedido perdón a Dios, lo que lo lleva a dejar de ser un consecuente metedor de pata, ya que existe una conversión profunda, logrando negarse a sí mismo. (b) del griego "metanoeo" que traduce arrepentimiento, significando “cambio de mente”, y pudiéramos agregar cambio de mente en Espíritu, lo que implica un cambio total de su perspectiva con respecto el pasado, presente y futuro, donde se evalúa muchas cosas previamente bajo la lupa de Dios, lo que conlleva a la comprensión de quién soy en Jesucristo, quién es el que culpa y tengo conocimiento pleno de que he hecho, hago o haré de malo. Es en este momento es cuando se toma la decisión de cambiar de vida, de conducta, actitud, orientación o dirección producto del control del Espíritu Santo; sino sigo revolcándome en mi cieno, ya que me niego a ser consumido por el fuego purificador del Señor, la santidad manifiesta, que debería ser el indicio de que quiero presentar una obra digna de arrepentimiento, lo demás es pura religiosidad.
¿CUÁNDO METEMOS LA PATA CON EL SEÑOR?
1.   Cuando no hay conversión en nuestra vida, el pecado y las tinieblas prevalecen por falta de discernimiento, orgullo o vergüenza; preferimos dar vueltas en nuestro desierto u ocultarnos igual como lo hizo Adán y Eva que los sacó del plan original de Dios. Jeremías 14:10 “Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados”.
2.   Al estar justificando nuestro pecado, con pensamientos perversos, cuidando las apariencias, a sabiendas que daremos cuenta por ello. Proverbios 6:18 “El corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal”; Marcos 9:45 “Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado”.
3.   Al resbalar por la autosuficiencia y la sabiduría terrenal, que nos aparta de la palabra de Dios, prevaleciendo el conocimiento humano, el poder y las riquezas, lejos del temor al Señor. Salmo 37:31 “La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán”.
4.   Cuando andamos o permanecemos en reino dividido; cuerpo, alma y el espíritu alejados de la presencia del Espíritu Santo, hijos de Dios llenos de religiosidad, corrupción y tinieblas; siendo presas fáciles del mal y sus maquinaciones. Daniel 2:41-42 “…será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil”; Marcos 3:24 “Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer”.
5.   Al olvidar mantener la Janukía encendida, sin la luz del Dios viviente ni el aceite del Espíritu Santo, quienes me dan firmeza en los caminos escollados o difíciles. 2 Samuel 22:34 “Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas”; Salmo 119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”.
6.   Cuando amamos más al mundo y sus deleites que a Dios. Convirtiéndose en impíos, idólatras, fornicarios, llenos de una luz de tinieblas. 1 Samuel 2:9 “El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza”.
7.   Al dejar de cumplir los votos de anunciar el evangelio de la paz por la maldad, rebeldía, pereza o procrastinación espiritual que hay en nosotros, creyendo que tenemos tiempo de sobra, postergando la instrucción del Señor de ¡Id y Haced!; Nahúm 1:15 “He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado…”; 2 Corintios 6:2 “…He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación”; Romanos 10:15 “¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”.
¿DÓNDE EL SEÑOR QUIERE PONER NUESTROS PIES?
1.   Sobre tierra santa, tierra fértil donde damos fruto y nos gozamos de estar cara a cara con Él. Éxodo 3:5 “…quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”.
2.   Dentro del lavatorio del tabernáculo personal, en su altar para que nuestra maldad e inmundicia diaria sea lavada para traer vida. Éxodo 30:20-21 “Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones”; Juan 13:8 “Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo”.
3.   Frente a la adversidad para probar nuestra fe, para tener la confianza plena en Él. Josué 3:13 “Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón”.
4.   En sus caminos de conversión, para que nunca caigamos por las piedras de tropiezo ni el lazo de nuestros enemigos: el mundo, la carne y satanás. Job 23:11 “Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté”; Salmo 25:15 “Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red”.
5.   Sobre la peña, la roca del Cristo, la que endereza mis pasos y me hace caminar correctamente. Salmo 40:2 “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”; Mateo 15:30 “Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó”.
Oremos: Padre de los cielos, puedo discernir en el espíritu que he cometido tantos pecados, errores, torpezas en contra tuya y tengo tanto que pedir perdón por haber metido muchas veces la pata; Señor vergüenza tengo, y vengo a este tabernáculo personal a que me laves con tu amor y misericordia; gracias mi Dios porque puedo venir confiadamente, con un corazón contristo y humillado a suplicar por tu Espíritu, trae a mi: conversión, testimonio y santidad. Quiero caminar con tu luz, se lumbrera para mis pies, endereza mis pasos y no permitas que caiga en los lazos del enemigo, que su red no me atrape; Hoy quiero vestirme de santidad, quiero que mis vestimenta sean lavadas con la sangre que derramaste en la cruz, porque me siento indigno, como puedo amarte, si he dejado de amar a mis semejantes, no me condolía de sus necesidades, solo pensaba en mí, se me había olvidado que tú me amaste primero y mandaste a tu preciado hijo a morir por mí en la cruz, una muerte que merecía por el horror de mis pecados. Gracias Señor, por tu inmenso amor, no podre nunca pagar tu sacrificio. Espíritu Santo manifiéstate en mi vida, inquieta mi espíritu para que te busque día y noche, que tu fuego consumador encienda mi janukía, mi vida y pueda resplandecer tu luz en este tabernáculo que es mi cuerpo, que pide a gritos tu presencia. Gracias mi Señor, porque siento que escuchas mis oraciones. Ahora en tu nombre bendigo a toda persona que lea esta palabra, pon sus pies sobre la peña y que nunca caiga en el resbaladero, guarda sus caminos y siembra en su corazón tu palabra, Hijo de Dios se bendito en el nombre de mi Padre Santo. Amén.

martes, 4 de diciembre de 2018

JANUKÁ, ALIMENTANDO LA HOGUERA



Januká es una celebración judía cristiana, también llamada la Fiesta de las Luces, tiene su origen justo después que recobraron su independencia al derrotar a los helenos (griegos), entre los años 164 al 63 a.C., dando paso a la purificación del templo, el cual había sido profanado con íconos paganos. Es aquí cuando ocurre el milagro de la luz, era necesario encender el Menorá, el candelabro del Templo, durante ocho días consecutivos por lo del nuevo comienzo, para ello era necesario una considerable cantidad de aceite, pero sólo alcanzaba para un solo día, y gracias al poder de Dios este permaneció encendido por los ochos días sin ser recargado, como el mismo fuego de la zarza que ardía sin ser consumida y no consumió a Daniel en el horno de fuego, por la presencia de Dios manifestado Padre, Hijo y Espíritu.

Por eso se construyó, a martillo y en una sola pieza, un candelabro de nueve brazos llamado Janukía, el cual conmemora este hecho que tiene una significación espiritual profunda, que será revelado en su momento a quien se meta con el Señor; La Janukía tiene un brazo por cada uno de los días, más un brazo central que es el fuego purificador de Dios, representado por las nueve manifestaciones del Espíritu de Dios empezando por el Amor de Dios como eje del medio, seguidamente del gozo, paz, paciencia, fe, mansedumbre, benignidad, bondad y finalizando con la templanza.

El Fuego de Dios se ha manifestado y se manifestará de muchas maneras, y en conmemoración del Januká en está solemne fiesta discerniremos sobre de la Hoguera de Dios:

Cantar de los Cantares 8:6 dice: “Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama”; hay una hoguera que está sellada en nuestro ser con celo y amor de parte de Dios, cuando decidimos dar el paso de ser sus hijos, que se debería manifestar en gloria a cada momento de nuestras vidas con la llama fuerte del Cristo vivo; Isaías 10:16 “…debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego”; sin embargo en muchos “cristianos” no se ve. Entonces ¿Qué está ocurriendo, por qué la gloria de Dios no se manifiesta en nuestras vidas? Porque falta un elemento importante que el Señor añade, que será revelado a continuación y pídale entendimiento a Dios:

CÓMO ESTÁ CONFORMADO LA HOGUERA DE DIOS:

1.   Con las Brasas del fruto del Espíritu Santo: El combustible manifiesto en su presencia, el aceite que dará lugar a la revelación de la llama, es el guía en mi oscuridad, el que me redarguye y hace mantenerme en comunión, a través de la oración, alabanza y adoración. 1 Samuel 16:13 “…tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.”; Hechos 2:3-4 “Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
2.   La llama del Cristo vivo: es la palabra hecha verdad que oxigena mi vida, da gracia, luz resplandeciente, me encamina hacia la vida eterna, trae consigo el regalo de la salvación. Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
3.   El Fuego de Dios: El poder soberano y creador del Padre, el consumador de mi vida, la fuerza y energía manifiesta, el que da ardor o calor a mi ser desde la concepción de mi embrión. Hebreos 12:29 “porque nuestro Dios es fuego consumidor”.

Estas tres son suficientes, pero por pura misericordia el Señor agrega una cuarta:

4.   La Leña: Que se ha de consumir, el corazón convertido de sus hijos, es la disposición del barro maleable para el alfarero, la piedra hecha polvo, la permanencia de mí ser en su presencia, que añade santidad y aprobación a mi vida. Sin la leña del corazón convertido se aparta la Hoguera gloriosa de nuestras vidas porque apagamos las brasas, la llama y el fuego de Dios al no querer menguar y someternos a su potestad. Proverbios 26:20 “Sin leña se apaga el fuego…”; Juan 3:30 “Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya”; Malaquías 1:6 “…Si, pues, soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros,…”; 1 Tesalonicenses 5:5 “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”.

¿CUÁNTOS TIPOS DE HOGUERAS HAY?

1.   La Hoguera Celestial (Resplandeciente): Es aquella que posee mucho fuego, de altos niveles del Cristo manifestado y la presencia Espíritu Santo, donde se purifica y refina el oro del corazón convertido.
2.   La hoguera carnal (Tinieblas): Con bajo nivel de fe en Cristo, contiene una gran cantidad de partículas de incredulidad, mundo, corrupción e impiedad, falto de conversión, que al pasar por las brasas del Espíritu Santo su resplandor es opaco, lleno de tinieblas. Lucas 11:35 “Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas”.
3.   La Hoguera Celeste (Oscuridad): Una llama adulterada, llena de religiosidad, tratada a conveniencia, repleta de iniquidad y muerte. 2 Corintios 11:14 “…porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz”. 
4. Hay una cuarta Hoguera que es donde irán a parar los que no estén inscritos en el libro de la vida, que es la Hoguera del Lago de Fuego, donde Dios hará justicia para castigar a aquellos árboles que no dieron frutos. Apocalipsis 20:15 “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.

Es necesario que el Señor consuma mis cardos y espinos con su Hoguera, a través de la conversión, es necesario que alimentemos la Janukía de nuestras vidas con el aceite, con la presencia del Espíritu Santo y que se mantenga la llama encendida, se levante así un nuevo comienzo cada día en el Señor, para que la gloria de Dios se manifieste siendo campo fértil de victoria; que la luz que emane nuestro corazones sea la de Jesucristo y a través del poder de Dios de su fuego abrazador, consumidor de toda maldad, prenda a otros con testimonio santo, limpio y puro en revelación, exaltando al Dios vivo que habita en este tabernáculo llamado cuerpo. Isaías 10:17-19 “Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo…”. Apocalipsis 22:5 “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”.

Oremos: Señor gracias te doy porque tú eres el fuego abrazador que enciende mi vida, tú consumes, purificas y revelas todo lo que hay dentro de mí. Gracias porque algún día traerás luz resplandeciente sobre mi rostro y podré ver abierto los cielos como lo vio Esteban que a pesar de su adversidad, que se encontraba en valles de muerte, no perdió su mirada en ti y contemplo tu gloria; Señor llévame a contemplar tu gloria, quiero encender mi Janukía con tu Espíritu, Manda el poder de tu Fuego consumidor hasta que no queda nada de mí, y que pueda decir: ¡Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí! Padre de los cielos, a ti sea el honor, la gloria y la alabanza, en nombre de tu amado hijo amado bendigo a mi hermano y mi hermana, revélate a sus vidas y que ellos puedan decir hoy conmigo gracias Señor, gracias Señor por esta hermosa palabra, gracias por que ahora mis ojos ven tu luz, la llama de Cristo vivo que arde en mi corazón por pura gracia. Bendito seas mi Señor. Amén

viernes, 9 de noviembre de 2018

¡TODO MENTIROSO!


Cuando converso con amigos no creyentes, hombres naturales, que no conocen del Dios vivo, me han comentado en incontables veces, que ellos conocen a personas cristianas, “hermanos”, que viven hablando de la palabra de Dios, pero sus acciones no son las correctas o santas, y entonces escucho exclamaciones como: ¡Para ser un cristiano como ese, prefiero quedarme como estoy!, lo que me lleva a concluir que somos piedras de tropiezo para la obra del Señor; siempre habrá personas que, justificando su condición, dirá: ¡Que puedes esperar de una persona que anda en pecado o anda en el mundo! o quizás exclame: ¡Ese lo que anda es endemoniado!, juzgando, reprendiendo y condenando a más de uno; pero, me viene a la mente y a mi corazón el versículo de 1 Juan 5:10 “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo” y me pregunto: ¿En quién creemos?, realmente es el Señor o será otro señor, pero estamos tan sobrados y llenos soberbia espiritual que perdemos la mirada de Jesucristo; ¿No será que mi testimonio dice más que mil palabras?, y mis frutos revelan lo que realmente soy en Cristo, o tal vez mi fe es tan defectuosa qué creo condicionadamente y por eso ¡Hacemos mentiroso al Señor!.

¿CUÁNDO HACEMOS MENTIROSO AL SEÑOR?

1.      Al dejar el primer amor, ya que nos olvidamos de dónde venimos, fuimos rescatados y por quién; Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras”.

2.      Al decir que amamos a mi hermano o al prójimo y no le hemos pedido perdón o perdonado, yace seguramente dentro de mi corazón, ocultamente, un resentimiento, envidia, injusticia, contienda, avaricia; nuestros frutos hablan por sí solos. 1 Juan 4:20 “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso…”; Marcos 11:25 “…perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”; Romanos 1:29 “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; Mateo 7:20 “Así que, por sus frutos los conoceréis”.

3.      Al no haber conversión genuina, sincera, porque negamos al Señor con actitud de anticristo, somos anti testimonio, no hacemos obras dignas de arrepentimiento. 1 Juan 2:22 “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”; Hechos 26:20 “…se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”; Marcos 3:35 “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”.

4.      Al no guardar sus mandamientos, la verdad revelada no está en mí, aunque la he escuchado, la conozco y hasta la puedo enseñar. 1 Pedro 1:12 “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros…”; 1 Juan 2:4 “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”.

5.      Al tener actitudes hipócritas, discriminatorias, le hago vergonzosamente patrañero, ya que vivo viendo pecados en otros y no reconozco los míos, por falta del Espíritu Santo. 1 Juan 1:10 “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”; Lucas 18:11 “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano”; Santiago 2:9 “pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores”; Gálatas 6:8 “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”; Mateo 23:5 “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos”.

6.      Al no mantenerme firme ni fiel en el Señor. Apocalipsis 2:10 “…Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

7.      Cuando nos extraviamos, olvidamos permanecer en la palabra, entonces toleramos el pecado, en especial la idolatría al dinero, cosas u hombres (apósteles, profetas, maestros, líderes, pastores, etc.), haciendo que los débiles en la fe se desvíen a doctrinas extrañas apartadas del Señor, seduciéndolos a la fornicación espiritual. 1 Timoteo 6:10 “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe…”; Apocalipsis 2:20 “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos”; Mateo 15:9 “Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”; 1 Timoteo 4:1 “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”; Juan 8:31 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”; 1 Timoteo 4:15-16 “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

Muchas son las razones por la cuales hacemos mentiroso al Señor, en especial la falta de amor, la falta de conversión, la falta de santidad, ya que sin amor no hay conversión, sin conversión no hay santidad y sin santidad no hay testimonio, sin testimonio nada soy, simplemente seremos metal que resuena y hace mucho ruido, aunque hable lenguas angelicales, así se me revele toda la profecía, entendiese todos los misterios, tuviese toda la fe, así levante el más grande de los ministerios, si Cristo no gobierna realmente mi vida y se me revele lo que significa dar testimonio, todo eso de nada me sirve, porque hago mentiroso al Señor que vive en mí, el que todo lo puede; Apocalipsis 3:18 “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”; 1 Corintios 13:1-3 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”; 3 Juan 1:12 “Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero”.

Oremos: Señor gracias, te doy gracias porque cada palabra que has traído a mí vida, es yugo que libera mi espíritu. Tú conoces mí corazón, a ti no te puedo engañar, te confieso que hay veces que hago acciones anti testimonio, acciones que no son dignas, mi corazón se ha llenado de tantos pensamientos de juicio, contienda, angustia, incredulidad, tanto mundo, carne y maldad. Trato de esforzarme por agradarte, pero muchas veces me dejado arrastrar por los deleites de mi alma, mi firmeza no ha sido tal, que me he dejado doblegar por mis sentidos, emociones y deseos. Te pido perdón Padre de los Cielos, Señor de mi vida. Hoy quiero dar testimonio que tú eres una verdad en mi vida, enséñame la templanza, la firmeza de mantenerme dentro de tu voluntad, que no sea yo piedra de tropiezo para otros, revélame cuando he dañado a otros para poder pedir perdón, no quiero llegar a tu presencia y me vayas a preguntar ¿Por qué me hiciste mentiroso?, Oh Dios, ten misericordia de mí, ayúdame a convertir mi vida y someterla a ti con verdadero arrepentimiento y que mis frutos hablen ante ti y ante los hombres; Me  basta solo tu gracia, has sido demasiado maravilloso conmigo y mi familia. Bendito seas Señor. Gracias por un año del trasplante de mi esposa Arianna, gracias por poner en mí el deseo de querer donar mi riñón, gracias por hacernos compatibles, gracias por encargarte de los costos de las operación, gracias por poner a los médicos correctos, gracias por proveer las medicinas hasta el sol de hoy, gracias porque trajiste sanidad y la paz que sobre pasa todo entendimiento a nuestra familia, al ser libres de la cárcel de la enfermedad. Señor en tu nombre bendigo a toda persona que ha sido tocado por esta palabra y decida convertirse para no hacerte mentiroso, aún aquellos duros de cerviz, para que un día doblen rodillas y reconozcan que tú eres el Señor y apartados de ti nada pueden hacer, que se les revele el amor y el testimonio que te honra y exalta. A ti sea todo honor, alabanza y adoración. Amén

domingo, 28 de octubre de 2018

PRINCIPIO Y VALORES



Muchas culturas coinciden que la sociedad actual se caracteriza por una ausencia de principios y valores, los cuales están condicionados a normas sociales, morales, costumbres religiosas, etc., que se han diseñado alejadas de lo que realmente Dios ha ordenado y enseñado. Existe una gran verdad: muchos principios y valores son utilizados con maldad o conveniencia; elementos tales como la mentira, la manipulación, el miedo, la corrupción, la violencia, el robo, etc., son cotidianos, traen consigo extravío y distorsiones que han llevado al hombre a asumir conductas que se desvían del plan original de Dios; hay quienes buscan solo encajar dentro de una sociedad descompuesta y que apesta a muerte, apartándose del Señor, y como nadie baja su cerviz y orgullo reconociendo su error, simplemente atacan y despotrican de Dios y en especial de sus siervos.

Los expertos aclaran que los “antivalores” han invadido todos los sectores: familiar, social, político, económico, cultural, religioso y en especial en las vidas de los hijos de Dios; si hacemos una evaluación sincera, en el Espíritu, nos damos cuenta que en la mayoría de las veces en esas áreas no está el Señor, porque existe una ausencia total del Espíritu Santo, todo es carne, es humanidad terrenal, animal y diabólica, así se hagan mil cosas “buenas”, no discernimos que su estado es descomposición, aunque tratemos de justificarlo colocando atavíos que traten de adornar nuestro vergonzoso estado espiritual, a menos que, busquemos con diligencia y con corazón sincero al Señor Jesucristo.

Pero, ¿Qué es un Principio y cuándo se anula?

1.    Según el diccionario es el primer momento de la existencia de una cosa. El Señor dijo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1); la creación es un principio, que testica de la majestuosidad de Dios, de su Poder y Gloria, manifestada en cada detalle. Pero, que hemos hecho con ella; la destruimos, contaminamos o la corrompemos por falta de fe y santidad, haciéndonos daño a nosotros mismos. Éxodo 32:9 “Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz”; Números 14:11 “… ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?”; CREER CONDICIONADAMENTE NO ES SUFICIENTE, ANULA EL PRINCIPIO; Juan 20:25 “Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”.

2.    Punto de donde parte, nace o surge una cosa. La palabra aclara varias cosas con respecto al punto de inicio: Apocalipsis 1:8 “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor,…”; Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”; Juan 1:1-2 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios”; Juan 1:14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Si el Señor Jesucristo era el Verbo, la palabra, la verdad, TODO LO QUE ESTA FUERA DE ÉL, ESTÁ FUERA DEL PRINCIPIO; quién quiera dar necias explicaciones sobre de donde parten todas las cosas o surgió la vida sin considerar al Verbo, anula el principio en su vida y está desconociendo a Dios, al Señor Jesucristo.

3.    Es una ley o regla que se cumple o debe seguirse para alcanzar cierto propósito. El principio de Dios no puede ser violado ni modificado, el está dispuesto según el plan eterno que el Señor diseñó para salvación; QUIÉN NO LO CUMPLA ESTÁ DESVIÁNDOSE DEL PLAN CELESTIAL PARA SU VIDA, trata de cumplir un plan que se ajusta a sus necesidades perversas o una potestad de maldad, que lo corrompe y saca del plan de Dios, con el fin de implantar un nuevo sistema, un nuevo principio o reino, que conduce a muerte espiritual. Mateo 16:23 “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.

¿Qué son los valores, y a dónde conducen?

a.    Son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento. Si Dios es el principio y nos dejó al Espíritu Santo para guiarnos, redargüirnos y enseñarnos, es de entendidos disponer nuestro corazón para su consejo y orientación, cualquier otra cosa es rebeldía oculta o no.

b.    Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir un comportamiento en lugar de otro. Si decimos que somos hijos de Dios y nos comportamos como hijos del mundo, somos mentirosos y hacemos mentiroso al Señor. Realmente no hay frutos dignos de arrepentimiento.

c.     Son fuente de satisfacción y plenitud. La plenitud de gozo solo está en su presencia, cuando somos hijos manifestados, llenos del fruto del Espíritu Santo. Sin su presencia soy fuente de amargura, pozo seco donde sube humo oscuro de muerte, que ciega los ojos de otros.

d.    Los valores son aquellos principios, virtudes o dones que caracterizan al creyente. El fruto del Espíritu revelado son los que nos conducirán a la perfección del Cristo, separado de Él nada podremos hacer, somos huesos secos, religiosos llenos de palabra muerta y blancura de sepulcro. Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

Él es el principio, el alfa, la luz, que se acciona en mí a través del Espíritu Santo en temor y obediencia, permaneciendo como único valor desde que decido recibirlo como Señor y Salvador, por eso necesariamente debe haber la negación de mí mismo, una conversión real, genuina, ser nueva criatura; cualquier otro principio es terrenal y nulo, por eso no hay ley que lo suplante. Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.

Oremos: Padre de los cielos, cuántas cosas he realizado sin tomar en cuenta tu principio, me dejado impregnar por principios terrenales, que parecieran ser buenos pero que no están de acuerdo a tu palabra; tu palabra dice que ame a mi enemigo y he hecho lo contrario, asimismo que haga frutos dignos de arrepentimiento y he hecho del arrepentimiento una práctica burda y religiosa, además dice que ponga la otra mejilla cuando me la golpeen y lo que he hecho es llenarme de ira y he entrado en contienda, y aún que bendiga al que me maldice y mi ser paga con bendición de los dientes para afuera con un corazón lleno de maldición; Perdóname Señor avergonzado estoy; tu amor está lejos de mí por mi causa, falta mucho por revelarse en mí. Jesucristo hoy me aferro al PRINCIPIO, tu eres mi principio, tu eres la verdad, la luz, el camino y la vida, en ti se conjuga el amor, el verbo y la misericordia; enséñame a amar y a ser misericordioso, a condolerme del necesitado, del confundido, del hermano perdido, de la oveja que está en asecho por los lobos de mal. Que el único valor del que quiero apropiarme sea el fruto del Espíritu Santo, que mi corazón anhele el amor y gozo que mana de tu manantial, la paz y la paciencia que solo tu das a mi vida, la benignidad y bondad hacia mi hermano, el hombre natural, sobre todo al que no conoce de Dios y busca conocerte, aumenta mi fe y mansedumbre, que mi corazón permanezca en convicción y certeza de lo que no se ve y la humildad de reconocerte como Dios, Señor y Salvador, pero sobre todo que me esfuerce por mantenerme firme en ti, que mi templanza sea para glorificarte, seguirte con ferviente deseo, sin desmayar en la carrera. Padre de los cielos, sé que somos hijos de Dios que hemos vivimos llevando un evangelio emocional por las redes sociales y poco espiritual, hacemos esoterismo al querer bendecir a otros si pasan tontas cadenas, alejado de tu principio de amor que ordena “Id y Haced”, también te pido perdón por tu pueblo; espero, por amor, que está palabra la reciba todo el mundo y sobre todo aquellos que seleccionarás para que formen parte de tu reino, que se conviertan y se olviden de ir detrás de pensamientos ilusorios, porque muchos son los llamados y pocos los escogidos, si hay bendición que sea la de tu presencia y que a partir de hoy valoren el sacrificio de amor que tu hiciste en la cruz, dándote alabanza, honor y gloria. Te amo mi Señor Jesucristo, a ti sea honra, te adoro, Bendito sea tu nombre. Amén.

viernes, 19 de octubre de 2018

PERVERSIONES



La definición de “perversión” presenta incontables y marañosas connotaciones. Hay quienes la asocian a evidentes “desviaciones sexuales”, sin embargo va más allá de éste puntual comportamiento. Según estudios científicos, el perverso desarrolla una personalidad conflictiva, con pensamientos artificiales basados en fantasías, producto del pecado propio, y entre otras cosas, las carencias, abusos, patrones implantados desde la gestación hasta la niñez, con rasgos pronunciados de inadaptación y comportamientos egoístas que pueden llegar a ser manifiestos o no.
Se dice que la perversidad no tiene límites, es falsa, hipócrita, lisonjera, discriminatoria, atropella a todo lo que se interpone en su camino, se centra en vanidades, creencias distorsionadas o razones, abusando de la confianza del prójimo trayendo consigo un daño colateral intencionado y muchas veces disimulado. Jeremías 13:10 “Este pueblo malo, que no quiere oír mis palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de dioses ajenos para servirles, y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno”; Salmos 12:2 “Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón”.
El hebreo tahpûkâh (perversidad, perverso) enfatiza una conducta que se aparta de lo bueno y lo correcto, describe la acción de maldad de una persona, como un acto "torcido" o "deformado", que no armoniza con los mandamientos y la esencia propia de Dios; Mateo 19:17 “Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”; por otro lado es la acción obstinada de un corazón no convertido, que actúa de manera vil en contra de otros, sí mismo, inclusive en contra Dios, en diferentes intensidades; 2 Crónicas 25:2 “Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de perfecto corazón”. En el latín hay dos concepciones referenciadas: la primera, perversus, que traduce como torcido, pervertido o inoportuno; y pervertĕre como perversión, es decir, invertir o dar vuelta al orden, las costumbres y el estado natural de las cosas, inclusive al orden divino dispuesto por el Señor; Eclesiastés 7:29 “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones”.
Si hacemos una evaluación real de la perversión en nuestras vidas podemos apreciar que está asociada a un corazón no sometido a Dios, que obra con maldad conscientemente o disfruta de ello ocultamente. Génesis 17:17 “Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se río, y dijo en su corazón: ¿a hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?”. Por lo general, estamos acostumbrados a utilizarla para juzgar a otros cuando se presume o comprueba crueldad, maldad, malicia, daño, perjuicio, vileza, malignidad, infidelidad, alevosía, corrupción, vicio o se malogra perniciosamente; todo aquello que pueda ser reprochable; sin embargo cuando se refiere a nosotros, siempre hay una justificación “valedera”, que trata de engañar a Dios. Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”; Tito 3:11 “Sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”; Hebreos 4:12 “Discierne los pensamientos y las intenciones del Corazón”.
¿CÓMO IDENTIFICO QUE HAY PERVERSIÓN EN MÍ?
1.   Cuando maquino maldad en mi corazón y me convierto en piedra de tropiezo para otros; Proverbios 6:18 “El corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal”; Lucas 17:2 “Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos”.
2.   Empiezo a transitar por caminos torcidos y extraños, apartado de Dios. Proverbios 21:8 “El camino del hombre perverso es torcido y extraño; Más los hechos del limpio son rectos”.
3.   No se me ha relevado el amor de Dios, el amor de 1 Corintios 13, entonces  “nada soy”.
4.   Cuando me conformo con esperar, trato de apacentarme a mí mismo y me olvido del necesitado, incumpliendo la gran comisión que el Señor ordenó; Deuteronomio 15:9 “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado”; Ezequiel 34:8 “…ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas”; Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…”.
5.   Al levantar contienda en todo, si prevalece las discusiones, las peleas, la crítica y chisme, entonces soy perverso. Proverbios 16:28 “El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos”.
6.   Cuando me relaciono con el que hace maldad, ya sea por interés o necesidad. Salmo 101:4 “Corazón perverso se apartará de mí; No conoceré al malvado”; Efesios 5:7 “No seáis, pues, partícipes con ellos”.
7.   Al no haber prudencia en las cosas del Señor, nos dejamos llevar por el alma y las emociones; 1 Samuel 25:25 “No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él…”.
8.   Cuando le damos rienda suelta a nuestra boca, sembrando oscuridad y la muerte que hay en nuestro corazón. Proverbios 16:27 “El hombre perverso cava en busca del mal, Y en sus labios hay como llama de fuego”. Mateo 12:34 “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”; Proverbios 6:12 “El hombre malo, el hombre depravado, Es el que anda en perversidad de boca”.
9.   No aprecio lo bueno sino que dilato el día adverso, veo el mal por todos lados, pero menos mí propio mal. Proverbios 17:20 “El perverso de corazón nunca hallará el bien, Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal”; Amos 6:3 “Oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad”; Lucas 6:41 “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”.
10.   Me engaño a mí mismo, creo realidades ilusorias, sufro de síndrome de persecución, siento que todos están en mi contra. Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”; 1 Samuel 9:21 “Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?”.
11.   Mi orgullo no me permite bajar la cerviz, no tengo vergüenza por lo que el Señor piense de mí, no pido perdón a Dios ni a los hombres, me lleno de soberbia y rebeldía. Sofonías 3:5 “…pero el perverso no conoce la vergüenza”; Marcos 11:26 “Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”.
12.    Vivo perturbado, con celos, con tendencia a enojarme o llenarme de ira. Santiago 3:16 “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”.
13.   Por falta de fidelidad a Dios. Deuteronomio 32:20 “Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos infieles”.
Nuestra oración debería ser a cada instante en función de lo que dice el salmista: Salmo 51:10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”; y el Señor al ver nuestro espíritu contristo y humillado se conmoverá y habitará en nuestro corazón. Isaías 57:15 “Porque así dijo el alto y sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el santo: yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”; Salmo 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
Oremos: Padre de los cielos, hoy descubrí que hay perversidad en mi corazón. No se me había revelado tu amor, aunque tenía conocimiento y entendimiento, solo había oído, ahora mis ojos lo ven, si he amado ha sido condicionadamente, porque amo al que me ama y no al que no me ama; he tenido celos que me llenan de molestia e incomodidad, y mi corazón se ha negado muchas veces a perdonar y pedir perdón, solo juicio y condenación hay en mis pensamientos, ocultamente. Me he dado cuenta que he vivido justificando muchas cosas que no te agradan, sin guardar tu palabra y fidelidad, como si fuera ciudadano de este mundo; me olvidado a veces del que te necesita, me conformo con esperar en una posición cómoda que venga a mí para hablarles de ti y se me olvida que tú, como buen pastor, como sacerdote, viniste a mí a buscarme sin merecerlo para redimirme de mis pecados, reconozco que no quiero pagar ese precio. Perdóname, oh Señor; crea en mí un corazón limpio y santo, que te alabe y adore de acuerdo a tu corazón, y renueva en mí un espíritu recto, un alma sometida a ti, un cuerpo que realmente sea templo de tu Espíritu. Que mi boca no diga oraciones lisonjeras, ni vacías e hipócritas, cuando tú realmente conoces mi corazón. Extirpa toda maldad, perversidad, corrupción que hay en mí y permíteme ver tu rostro con temor y reverencia, sabiendo que soy el más vil e indigno de tus siervos. Señor me postro y humillo ante ti, no desprecies a este corazón, que anhela estar en tu presencia. Bendito sea tu nombre, Dios mío, Señor mío. Amén

domingo, 16 de septiembre de 2018

EN CONTRA DE MI VOLUNTAD



La voluntad es la intención o el deseo de hacer algo. Hay quienes lo definen como el “libre albedrío” o la libre potestad; también se utiliza para referirse al esfuerzo, coraje y determinación. En algunos casos, se utiliza como manifestación de “amor” o “cariño”. De acuerdo a su origen etimológico, la palabra “voluntad” proviene del latín “voluntatis”, que deriva del verbo volo, velle y significa: querer, desear; es decir, “querer actuar” en función de ciertos objetivos, que por lo general son los nuestros, en base a pensamientos y/o emociones que nos llevan a tomar decisiones.
Hay un querer que tiene grabado un propósito sobrenatural, la voluntad de Dios; la cual siempre se cumple, aunque a veces no la entendamos ni la aceptemos.
Este es un misterio que solo será revelado cuando nos disponemos a conocer al Señor en su magnificencia y profundidad; su manifestación trae consigo una inusual obediencia y fidelidad a la esencia divina de Dios y su amor; es cuando me niego a mí mismo para entregar todo mi ser: alma, cuerpo y espíritu hasta comprobar su buena voluntad, como el sacrificio agradable y perfecto que hizo el Señor Jesucristo en la cruz por mí.
Muchas veces nos empeñamos en querer hacer nuestra voluntad o queremos que el Señor la alcahuetee, ya que, tenemos un espíritu rebelde, lejano a lo que Dios manda o enseña, esto es producto de que la voluntad tiende a asociarse con mi concupiscencia la cual se esconde en cualquier parte de mí ser, especialmente en el corazón, donde mis deseos desordenados toman el control y me impulsan a hacer lo malo. Estar en contra de mi voluntad produce rechazo, en especial lo santo del Señor, por eso que nos cuesta tanto obedecerlo, la voluntad de Dios y mi voluntad inconversa son polos que se rechazan, por mi condición de pecado.
La voluntad por lo general está asociada a la carne (alma y cuerpo) sin embargo, escudriñando la palabra, se puede aprender de Dios unos sublimes detalles que rompen mi esquema mental y doctrinario, transformando y ampliando mi entendimiento del conocimiento del Señor, sobre todo en un tiempo donde la apostasía es la orden del día, la cual busca confundir, corromper y engañar con manipulación mi vida para desviarme del camino correcto. Romanos 7:14-19 “Porque sabemos que la ley (la palabra) es espiritual (por eso me redarguye); mas yo soy carnal, vendido al pecado (soy corrupto). Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago (por falta de conversión). Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí (expelo muerte espiritual). Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien (por un espíritu corrompido y alma no sometida a la voluntad de Dios); porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.
Lograr dirigir nuestras decisiones en función de lo que el Señor ha ordenado, es recibir la revelación y la conversión suficiente para qué nuestras actuaciones sean en Espíritu y verdad. Cuando mi voluntad está sometida a la de Dios es porque ella está renovada, dispuesta, convencida por fe y/o entrenada, desde lo más profundo del corazón, para vivir en santidad, alejado de caminos de tinieblas.
Hay quienes por oír e ir detrás de ciertas fuerzas interiores (carne: alma, cuerpo y espíritu corrompido) o exteriores (mundo, potestades, huestes de maldad de las regiones celestes) y no la de Dios, son entregados a los enemigos acuerdo a su voluntad; pero cuantas veces el Señor ha tratado de disuadirnos de diferentes maneras con la finalidad de bajar esa cerviz, necia y altanera y sin embargo por la rebeldía no hemos escuchado ni actuado produciendo nefastas consecuencias espirituales. Deuteronomio 10:16 “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz”; Hechos 21:14 “Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor”; 2 Crónicas 25:20 “Mas Amasías no quiso oír; porque era la voluntad de Dios, que los quería entregar en manos de sus enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom”.
1.        ¿Qué pasa cuando mi alma se somete a la voluntad de Dios?
.- No me dejo seducir por el mundo, sus bochinches, los deseos de la carne, los ojos o la vanagloria de la vida, no me conformo con sus ofrecimientos: 1 Juan 2:16-17 “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
.- Compruebo lo agradable y perfecto de Dios, mi pensamiento se transforma y renueva: Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
.- No me afano, controlo mis emociones a pesar de los tiempos adversos y de las pruebas que se me presentan, doy gracias en todo momento, tengo la confianza en el Señor, desarrollo su fruto en mi corazón: Jeremías 29:11 “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”; 1 Tesalonicenses 5:18 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”; Lucas 12:22 “…Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis”.
2.        ¿Qué pasa cuando mi cuerpo es obediente a la voluntad de Dios?
.- Soy cuidadoso con mi cuerpo, trato de mantenerme en santidad, para dar honra y honor al Cristo, se nota en mi semblante; renuncio a mi concupiscencia y dejo de comportarme como los que no conocen a Dios: 1 Tesalonicenses 4:3 “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación”.
.- No ignoro que mi cuerpo un templo santo, por eso lo edifico sobre la roca a través de la oración, buscando al Señor cada día, oyendo sus palabras y haciéndolas: Lucas 6:46 “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”.
.- Mi cuerpo es piedra de testimonio del Señor ante los hombres de manera incuestionable, donde fluyen corrientes de agua viva. 1 Pedro 2:15 “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos”; Efesios 6:6 “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios”.
3.        ¿Qué pasa cuando mi espíritu experimenta la voluntad de Dios?
.- Ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí: Lucas 22:42 “…Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
.- Discierno en espíritu lo que viene de Dios, independientemente de su procedencia, y lo que puede ser piedra de tropiezo para otros: Juan 7:17 “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”; 1 Corintios 1:27-29 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”; 2 Corintios 6:3 “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado”.
.- Acepto la manifestación del Padre con un corazón limpio, sin duda o queja; existe gozo sobrenatural y un agradecimiento sincero: Mateo 6:10 “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”; Romanos 14:23 “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”. 
.- Pongo al Señor de primero sobre todas las cosas que vemos, emprendemos o hacemos, trayéndonos a lugares de bendición donde fluye leche y miel (salvación y vida eterna): Juan 6:40 “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”; Deuteronomio 26:9 “y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel”.
.- Renuncio a la insensatez religiosa, me convierto, entiendo de la voluntad del Padre: Efesios 5:17 “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”; Juan 6:39 “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere (el fruto del Espíritu Santo), no pierda yo nada (por religiosidad, soberbia espiritual), sino que lo resucite en el día postrero”.
Es necesario que haya una humillación y conversión integral sincera en mí, sin mirar atrás, ya que estar dispuesto a aceptar la voluntad del Padre “no es hacerla, es por ello que el Señor nos exhorta a cada momento a hacerla para estar apto para entrar al reino de los cielos, de lo contrario soy un religioso más que queriendo hacer lo bueno hago lo contrario, porque nunca me fue revelado. 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Mateo 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”; Lucas 9:62 “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”; así que seamos valientes y esforcémonos para que el Señor: Hebreos 13:21 “os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad…”.
Oremos: Padre los cielos, cuantas veces he dicho que hagas tu voluntad en mí, y siempre la has hecho y hasta ahora me he dado cuenta que el que se niega a hacer tu voluntad soy yo mismo, perdóname Señor por mi rebeldía; hasta ahora se me ha revelado que tú nunca has estado en contra mi voluntad, sino yo he estado en contra la tuya, avergonzado estoy. Señor dime la palabra justa para sanar mi espíritu, alma y cuerpo, sigue limpiando todas las áreas que no te agradan. Quiero darte gracias por esta espada, que ha penetrado a lo más profundo de mí ser, que aunque dolorosa me ha hecho entender que tu voluntad es buena, agradable y perfecta, gracias mi Señor, por tanta misericordia, por tanto amor, bendito sea tu nombre. Te amo altísimo Jesucristo. Amén.