Es una realidad que el hombre
tiene la tendencia a bendecir y maldecir con su boca dependiendo del momento, la condición espiritual y emocional que posea, lo cual es un error garrafal; Santiago 3:10 “De una misma boca proceden bendición
y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”; muchas veces subestimamos el
poder de nuestras palabras, mucho más cuando estamos en autoridad, ya que podemos
castrar o hacer crecer a nuestros hijos, familiares o amigos dependiendo como la usemos, muchos
estudios científicos que así lo certifican.
Al decirle a un hijo o una
persona, por ejemplo, “Que maravilla, que inteligente eres”, “¡Muchacho!, tu si
eres bruto”, “Tu si eres desordenado, ¡Hasta cuando!”, “Eres un campeón, un
ganador”, “¡Qué torpe! ¿Cuándo aprenderás a poner atención y ser más cuidadoso
con las cosas?”, “Bob eres un cochino, vete a bañar”, etc., son dichos que
marcan y definen ciertos patrones de comportamiento en la vida que se acentúan
en la persona, sobre todo en la adultez, de tal forma que la manera de actuar, pensar y creer son
defectuosas e inclusive los ata a conductas almáticas inestables difíciles de
eliminar o moldear sin la presencia del Señor, alimentando conductas tales como
la vanidad, el orgullo, la soberbia, la superioridad, dejar todo para después (procrastinar),
la inferioridad, la frustración, el miedo, los complejos, el conformismo, etc.,
impulsando a la persona a que transite por caminos de oscuridad y tinieblas,
siendo piedras de tropiezo. Sin embargo, el hecho que pronuncie, decrete o diga
cosas “buenas” no quiere decir que les va ir bien, ya que esto se ha convertido
una moda, un engaño que satanás utiliza para alejar a muchos de la presencia del Señor
y lo busquen en espíritu y verdad, que es quien realmente, con su palabra y sus
dichos, quien nos bendice.
Lo mismo ocurre con nosotros, podemos quedar enredados en las palabras que pronunciamos y quedar
atrapados en nuestros dichos sobre todo cuando nos manipula el alma, a través
de la envidia, la ira, el miedo, la depresión, la maldad, más cuando estas acciones gobiernan mi vida; si no sometemos y sujetamos nuestra vida al Espíritu de Dios nada
podemos hacer; ya que se produce el ciclo vicioso del pecado, un espiral que va
creciendo y que es difícil de romper llevándonos a la muerte espiritual; Proverbios
6:2 “Te has enredado con tus palabras y has quedado atrapado con los dichos de
tu boca”. Creerle al Señor Jesucristo y caminar su palabra de corazón es una
decisión personal, esto demuestra lo que realmente hay en nuestro interior, que
es lo que se atesora y eso transmitimos con nuestros dichos, por eso no nos
dejemos confundir con los dichos del mundo, estos traen aflicción porque Dios
no está allí; Santiago 3:15-17 “Porque esta sabiduría no es la que desciende de
lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”; Juan 16:33 “Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo”; Lucas 6:45 “El hombre bueno, del buen tesoro
de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón
saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
LA ÚNICA LLAVE QUE ABRE LAS PUERTAS: SU PALABRA
Nuestros dichos o palabras son
como un manojo de llaves, que dependiendo cual uses, puede que abra o tranque la
puerta que tanto anhelas atravesar para ser “felices”, sin embargo, la felicidad
será plena si Cristo está presente, de lo contrario recibiremos un portazo en
la cara que traerá dolor y desesperación por falta de su paz, la única llave
que abre todas la puertas es Cristo Jesús. La palabra de Dios nos enseña que
nuestros dichos están conectados con nuestro corazón, definiendo lo que realmente
somos en nuestro interior, puede ser que tratemos de aparentar u ocultar nuestro
pecado, pero a Dios no le podemos engañar, y si hay algo que no le agrada, tarde o
temprano lo sacará a la luz y todos conocerán nuestra vergüenza; No olvidemos que
no habrá nada oculto entre cielo y tierra, y por todo daremos cuentas, por
nuestras palabras y acciones. Mateo
12:36 “Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta
de toda palabra ociosa que hayan pronunciado”.
Es por ello que el Señor, que es
un Dios bueno y misericordioso, nos dejó su palabra, sus mandatos para que los guardemos
y sirvan de motivación, guía y exhortación para convertirnos en los hijos que
Él quiere que seamos y en quien siente complacencia, porque no desea que
ninguno se pierda, pero yo decido si escuchar y caminar su palabra, o seguir mis
dichos, pensamientos o vida loca que me está llevando a la perdición. Proverbios
7:1-3 “Hijo mío, guarda mis palabras y atesora mis mandamientos dentro de ti.
Guarda mis mandamientos y vivirás; guarda mi enseñanza como a la niña de tus
ojos. Átalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón”; Deuteronomio
32:1 “Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca”; Proverbios
18:21 “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su
fruto”. Pregúntese ¿A quien ama más: Al Señor o a usted mismo?; ¿A las cosas del mundo o a las
cosas de Dios?, ¿Qué frutos está comiendo: de santidad o de pecado?, ¿Qué
dichos está escuchando: Los de usted, los de otros o los de Dios?, sincérese, es momento de
reflexionar y presentarse ante el Señor como lo que realmente es.
EL MAYOR TESORO: SUS DICHOS
Los dichos del Señor son un
tesoro, un refrigerio, un mandato, una enseñanza y un recordatorio, que deberían estar grabados
en nuestros corazones, ellos nos ayudan a entrar a su presencia, y es a través
de ellos que obtendremos la salvación y vida eterna; una de las principales
funciones es quitar el velo y la ceguera espiritual producto de nuestra carne, los
deseos ilusorios perecederos que el mundo nos ofrece y las tentaciones con la
cual el enemigo nos asecha, compra y hace caer. Estar bajo el dominio de la palabra de Dios, es blindarnos, es traer protección, es
garantía de que a pesar de las circunstancias y las adversidades que podamos
estar viviendo, el Señor nos guardará, nos sustentará, nos cuidará como la niña
de sus ojos. Salmos 17:8 “Guárdame como a la niña de Tus ojos; Escóndeme a la
sombra de Tus alas”.
No es raro que muchos hijos de
Dios e hijos de perdición la desechen o manipulen por andar en la carne, ya que
la palabra es cortante, viva y eficaz, penetra hasta lo más profundo del alma y
del espíritu para clavar el pecado en la Cruz, ese pecado que nos negamos a
renunciar, exponiendo lo que realmente somos y discerniendo las intenciones de nuestro
perverso corazón, la condición de oscuridad y muerte, es decir, que sin
arrepentimiento ni conversión al Señor, negándose a morir a su antigua manera
de vivir estamos destinados al castigo eterno, solo por pura necedad,
incredulidad o capricho. Juan 8:51 “De cierto, de cierto os digo, que el que
guarda mi palabra, nunca verá muerte”; Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios
es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón”; Gálatas 3:3 “¿Tan necios sois?
¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”.
¿CÓMO IDENTIFICO QUÉ ESTOY ACTUANDO SEGÚN MIS DICHOS (HOMBRE)?
1. Vivo pecando reiterativamente, no guardo su
palabra, caigo siempre en el mismo foso oscuro. Salmos 119:11 “En mi corazón he
guardado tus dichos, para no pecar contra ti”; 2 Pedro 2:22 “…El perro vuelve a
su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.
2.
Trato de justificar mi conducta, a través de
mentiras, razones, pensamientos, lógicas humanas, que te apartan del Señor y no
hago nada para enderezar mis pasos. Romanos 3:4 “En ninguna manera; porque Dios
es Verdadero y todo hombre es mentiroso, como está escrito: Para que seas
justificado en tus dichos, y venzas cuando juzgares”.
3.
Nuestra boca es obscena, no hay respeto por la
creación, nuestros semejantes, no llevamos la palabra de edificación, solo
hablamos palabras de mal, queja, desesperanza, tristeza, como aquellos que no
conocen de Cristo. Efesios 4:29 “Eviten toda conversación obscena. Por el
contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de
bendición para quienes escuchan”.
4. Se enojan por todo, explotan y sacan la maldad de
su corazón, pagan mal por mal, insulto por insulto, se olvidan de ser hacedores
y ejemplo, más que oidores de la palabra de Dios. 1 Pedro 3:9 “No devuelvan mal
por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron
llamados, para heredar una bendición”; Santiago 1:19 “Mis queridos hermanos,
tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para
hablar y para enojarse”.
5. Oran incansablemente de manera religiosa, sus
oraciones no son eficaces, el pecado les estorba, su corazón no es sincero ni
están dispuestos a ser tratado por el Espíritu Santo. Mateo 6:7 “Y al orar, no
hablen sólo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que
serán escuchados por sus muchas palabras”.
6. Son fuente de agua dulce y amarga a la vez,
utilizan su boca para bendecir y maldecir, sirven a dos señores, inconstantes
en todos sus caminos. Santiago 3:10 “De una misma boca salen bendición y
maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”.
7. Poseen un espíritu deprimido, se hacen llamar
hijos de Dios pero hablan mal, insidiosamente de sus hermanos, su testimonio y
obras muestran que son como sectas de satanás, señalando y culpando a otros,
porque no están con Cristo. Apocalipsis 2:9 “Yo conozco tus sufrimientos y tu
pobreza, aunque en realidad eres rico. Y sé lo mal que hablan de ti los que se
dicen judíos pero no son otra cosa que una congregación de Satanás. No tengas miedo
de lo que vas a sufrir, pues el diablo meterá en la cárcel a algunos de
ustedes, para que todos ustedes sean puestos a prueba; y tendrán que sufrir
durante diez días. Mantente fiel hasta la muerte, y yo te daré la vida como
premio”; Proverbios 15:4 “La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la
lengua insidiosa deprime el espíritu”.
¿QUÉ PASA CUANDO ESTOY BAJÓ EL PODER DE LOS
DICHOS DEL SEÑOR?
1. Hay gozo en nuestro corazón, sentimos la dulzura
de sus dichos, es algo indescriptible; Salmos 119:103 “¡Cuán dulces han sido a
mi paladar tus dichos! Más que la miel a mi boca”.
2. Comenzamos a predicar y hablar de la justicia de
Dios; Salmos 119:172 “Hablará mi lengua tus dichos; porque todos tus
mandamientos son la misma justicia”.
3.
Recibo medicina y sanidad para mi vida, mi alma
se empieza a transformar, a convertir; Proverbios 16:24 “Panal de miel son los
dichos suaves; suavidad al alma y medicina a los huesos”.
4. Nos convertimos en hombres sabios y entendidos
en la palabra, en el conocimiento de Dios, difícilmente se dejarán confundir. Proverbios
17:27 “Detiene sus dichos el que tiene sabiduría: De prudente espíritu es el
hombre entendido”.
5.
Mantendrá los ojos abiertos por el Espíritu, Él le
dará discernimiento, tendrá una visión más allá de la nuestra limitada capacidad.
Números 24:4 “Dijo el que oyó los dichos de Dios, el que vio la visión del
Omnipotente; caído, más abiertos los ojos”.
6.
Seremos hijos que meditan en el corazón,
dispuestos a convertirnos y actuar bajo sus preceptos. Salmos 19:14 “Sean gratos los dichos de mi boca y la
meditación de mi corazón delante de ti, oh SEÑOR, roca mía, y redentor mío”.
7.
El Señor los defenderá en todo momento, tendremos a Espíritu cómo testigo y defensor de nuestra vida. Proverbios
31:8 ¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los
desposeídos!
8.
Siempre estaremos dispuestos a edificar, restaurar, guardar, velar, orar, amar, bendecir. Colosenses
4:5-6 “Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo, aprovechando al
máximo cada momento oportuno. Que su conversación sea siempre amena y de buen
gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno”.
9.
Seremos salvos, no veremos segunda muerte. Romanos 10:9 “Que si confiesas
con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de
entre los muertos, serás salvo”.
CONCLUSIÓN
Quien disponga su corazón a los
dichos del Señor, a su palabra siempre recibirá; recibirá presencia, perdón,
bendición, sanidad integral, prosperidad del alma, la heredad que tiene
dispuestos a sus santos, salvación y vida eterna, ya que su palabra nunca
regresa vacía. Isaías 55:11 “Así será mi palabra que sale de mi boca; no
volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié”.
No hay que desesperar, seamos
como Job, que nunca negó del Señor ni siquiera en el momento más duro de su vida y
el Señor lo bendijo multiplicando su gracia. Job 1:21 “Y dijo: Desnudo salí del
vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito”; Ezequiel 12:28 “Diles, por tanto: Así ha dicho
Jehová el Señor: No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra
que yo hable se cumplirá, dice Jehová el Señor”; Habacuc 3:17-19 “Aunque la
higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del
olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la
majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y
me gozaré en el Dios de mi salvación”.
Dios siempre tiene la última
palabra, y aunque sus planes no sean los míos, así que dejémonos guiar por el poder
su Espíritu y su palabra y veremos cosas que ojo no ha visto ni cosas que han
subido a corazón de hombre. Amén… Proverbios 16:1 “Los planes son del hombre;
la palabra final la tiene el Señor”.