miércoles, 22 de julio de 2020

¡PASÉ, A PONER MI RECLAMO!

En estos días de Pandemia, hemos tenido en la casa muy mala señal de cable, y sin exagerar mi esposa y yo enviamos en el último mes, no menos de tres mensajes diarios a la compañía que provee este servicio, ya sea por llamada telefónica, texto, correo electrónico o whatsapp, con la finalidad de que nos solucionaran el problema y mal servicio; muchas veces la empresa nos respondía pero ¿En qué estamos fallando? ¿Envíenos su reporte?, excusa tras excusa, eso sí lo que nunca fallaba era el cobro; Tanto fue nuestra insistencia que por fin logramos que nos atendieran al llamado y nos solventaran la “necesidad familiar”, era lógico que si estamos pagando una cuota muy alta por el servicio, lo menos que esperamos es que fuese de calidad, fuese solucionada y solventada dicha falla, y con atención inmediata porque era el deber de la empresa y era nuestro derecho como usuario, ¡verdad!

Pues, con esa misma actitud crítica, quiero que abra sus ojos y oídos espirituales, ahora prepárese para la enseñanza de hoy, porque seguramente trastocará nuestra forma de pensar, porque nosotros somos exigentes con los demás, pero con nosotros mismos somos descuidados, distraídos y negligentes en muchas oportunidades, sobre todo en lo que respecta a nuestra vida espiritual, y si no lo cree, vamos a mirarnos en el espejo de la palabra, que devela realmente quienes somos, comencemos:

Qué pasaría si hoy, el Señor se nos presentará a poner su reclamo en nosotros, por nuestra falta de amor, por nuestra infidelidad y deshonra, por la falta de confianza y queja, por la poca atención y menosprecio, por la sosa oración, la desobediencia, y el servicio que le estamos dando a la obra, además del cansancio y poca perseverancia en sus caminos, estaríamos preparados para atenderlo; revisemos las posibles respuestas o justificaciones que tendríamos para darle: 

  a. ¿En qué nos amaste? ¿Dónde está la misericordia? Sobre todo en estos tiempos de pandemia (Malaquías 1:2).

    b. ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? (Malaquías 1:6).

    c.  ¿En qué nos hemos portado deslealmente? (Malaquías 2:10).

    d.  ¿En qué te hemos deshonrado? (Malaquías 1:7).

    e.  ¿En qué te hemos cansado? ¿Qué hemo

    f.   ¿En qué hemos de volver? (Malaquías 3:7).

    g.  ¿En qué te hemos robado? (Malaquías 3:8).

    h.  ¿De qué me aprovecha que guardemos tu palabra, si vivo afligido? (Malaquías 3:14).

    i.  ¿No tenemos todos, un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué él sí y yo no? (Malaquías 2:10).

    j.  ¡Qué fastidioso es esto! (Malaquías 1:13).

Las repuestas serían obvias, pero para nosotros es mejor ignorarlas y evitarlas, ya que son más los que se quejan de las circunstancias y el padecimiento, que el que es fiel y perseverante en el Señor, preferimos apegarnos a la mayoría, que ser y hacer la diferencia, como pasó en el desierto con el pueblo de Israel antes que Dios acabará con la generación perversa que salió de Egipto; ahora detengamos unos minutos, meditemos y reflexionemos a cerca de lo que el Señor nos reclamaría si su misericordia no fuera para siempre:

LO QUE SEÑOR NOS RECLAMA POR:

a.         El amor que le estamos dando; por nuestra parte queriendo justificar decimos: ¿En qué nos amaste?, nosotros, cual Jacob, hemos sido hijos mentirosos, pecadores, llenos de ira y soberbia desde el principio, hemos hecho iniquidad contra Él y en contra de otros, sin embargo Dios nos ha amado desde siempre, y pagó con la cuota más alta, la muerte de su Hijo, para darnos vida eterna y salvación. Pero nosotros en nuestra soberbia decimos que no, entonces queremos edificar sin su presencia. Malaquías 1:4 “Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre”; Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”. Pues es hora de volver al Señor, de edificar y construir en su presencia, nada de lo que hagamos, sin Él, se levantará sino quedará ruinas, es tiempo de convertirnos y vivir en santidad, no esperemos que el Padre se indigne de nosotros como sus hijos y seamos desechados en el desierto.

b.        El menosprecio de su nombre; y nosotros replicando: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?, en que nos hacemos llamar hijos de Dios, siervos, hijos del Altísimo, príncipes y sacerdotes, pero no le damos la honra ni el temor que le corresponde, lo deshonramos con nuestros testimonio, pensamientos y alejamiento de la Iglesia, del cuerpo de Cristo. La palabra dice en Juan 15:4-5 que: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”; una persona que menosprecia el nombre del Señor le es indiferente el testimonio que está dando, sólo le importa sus intereses y complacer su carne, sus deleites, sin importar si pisotea o no la sangre de Cristo. Entonces, empieza un peregrinar por sendas de tinieblas y oscuridad que lo van llevando lentamente a su destrucción sin darse cuenta, porque el pecado entenebrece el entendimiento. El alejamiento o desprendimiento del cuerpo de Cristo, no solamente es físico, sino también espiritual, sobre todo cuando no permanecemos en su presencia y maltratamos los otros miembros, nos alejamos cuando no nos sometemos ni sujetamos de la palabra, a los mentores o líderes que dan testimonio de Cristo, y aún aquellos que han sido delgados para llevar las riendas de los ministerios, porque el Señor es quién levanta la obra, Él tiene el control de todo y guardará cada oveja para que nadie se gloríe, pero es necesario que nosotros eliminemos nuestros pensamiento de maldad, contienda e impiedad, y empecemos a dar honra como hijo y como siervo, porque separado de Dios y nada podemos hacer.  Malaquías 1:6 “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Sí, pues, soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros…”.

c.   La infidelidad; entonces decimos: ¿En qué nos hemos portado deslealmente?, cuando rompemos el pacto de gracia, prefiriendo las cosas del mundo más que el Señor, haciéndolas nuestro dios, somos infieles, sobre todo cuando prevaricamos y hacemos que estás cosas ocupen el primer lugar en nuestras vidas, profanando el lugar santo, el trono que Él debería ocupar; asimismo cuando repudiamos, hablamos, criticamos, juzgamos o condenamos al hermano, a la esposa o el esposo, también lo hacemos con el Cristo que vive en ellos, aunado a que hacemos juicio también contra aquel que le dio la autoridad para ser cabeza de hogar o  ayuda idónea; usted y yo sabemos que posiblemente ese hermano o pareja no es un ejemplo de santidad y fidelidad, pero tampoco nosotros lo somos; entonces el Señor pudiera preguntar ¿Dónde está la misericordia hacia los demás, la misericordia que te di a ti cuando estabas perdido? Medite, no se escude en su soberbia, al decir que: ¡Yo no soy pendejo, ni tonto! En lo particular, yo prefiero pasar por tonto ante los hombres y no pecar de juicio ante Dios; no nos olvidemos que ambos andamos en caminos de perfección, buscando llegar ser igual al varón perfecto, Jesucristo; entonces, en vez de asumir esa conducta errónea abominable para el Padre, deberíamos apoyar a los que andan en mal camino en oración, amor y misericordia, mucho más que en otras cosas, porque de eso se trata la fidelidad, que a pesar de ser los demás infieles con nosotros, ser fieles a ellos como Cristo fue fiel con nosotros al subir a la cruz; hay muchas cosas que serán buenas para los ojos del mundo pero no para los ojos de Dios, mosca con lo que pensamos, hacemos, sentimos y decimos, porque Dios conoce nuestro corazones. Aprenda a discernir en Espíritu, entre lo bueno y malo, no seamos tercos ¡Oremos! Malaquías 2:16 “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales”; Romanos 14:10 “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”.

d.  Su honra; sin embargo preguntamos: ¿En qué le hemos deshonrado?, en lo que le estamos presentando, la palabra dice en Romanos 12:1 “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”, si usted es un hijo que no se presenta como sacrificio vivo, santo y agradable al Señor, de una manera diligente, con una actitud reverente, llena de obediencia y humildad en cuerpo, alma y espíritu, usted y yo lo estamos deshonrando; ya que presentamos un pan inmundo, un incienso maloliente, un sacrificio imperfecto, ciego, cojo, enfermo o malo, quizás tenga intenciones oscuras o traiga sus “buenas” intenciones pero no se ajustan a la voluntad del Padre; recuerde que el Señor no puede ser burlado; aún si pensamos que la palabra, la meditación o la alabanza, que son parte de la mesa del Señor, es despreciable o tiene detalles porque la hizo o dijo tal o equis persona, en eso también lo deshonramos. Malaquías 1:7 “En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable”. Cuídese de lo que dice o piensa, la palabra dice en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”, hagámoslo, no vaya hacer que por eso seamos desechados de las bodas del cordero, por no tener las vestiduras dignas para permanecer en la presencia del Señor, el Esposo. Habacuc 2:16 “Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha de Jehová vendrá hasta ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria”.

e. Por el cansancio y nuestras palabras; nosotros refutando de la siguiente manera: ¿En qué te hemos cansado? ¿Qué hemos hablado en contra tuya?, en lo que decimos diariamente, por la gran cantidad de oraciones en la carne que hemos hecho, por la maldad de nuestro corazón y por lo que hacemos; la palabra explica en 1 Juan 4:20 lo siguiente: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”; en esto cansamos al Señor, en que decimos que amamos a otros y lo que hacemos es escarnecer su vida, dejándonos llevar por nuestra maldad, la semilla de amargura, la espina clavada, Malaquías 2:17 complementa diciendo: “Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?”, entonces donde está la misericordia, el amor, la piedad, el perdón hacia los demás. El Señor nos exhorta a guardar nuestra boca, pensamientos, actitudes, sobre todo a guardar nuestro corazón, si queremos seguir siendo aceptos al Señor; renunciemos a todo lo que nos aparta de su presencia y alabemos al Señor en Espíritu y verdad. 1 Pedro 4:11 “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”.

f. Por qué no queremos volver; diríamos ¿Si no me he ido de la iglesia? ¿En qué hemos de volver?, No hay peor ciego que el que no quiere ver, hay muchas maneras de apartarse del Dios, cada uno de nosotros sabemos en qué demos volver al Señor, arrepiéntase de corazón mientras pueda hacerlo, el tiempo de gracias se acaba, ya las señales de los últimos tiempos se hacen cada día más evidente, es hora de poner la mirada en Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, después de muerto ya no hay nada que hacer, solo esperar la voluntad de Padre, la justicia no se dejará de cumplir, tendremos que ir a dar cuentas por nuestro pecado, y más por haber pisoteado y menospreciado la sangre de Cristo; no tente al Señor, porque su justicia no será quebrantada, mucho más si pecamos con conocimiento de la verdad. Oseas 14:1 “Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído”.

g. El robo; ¡Uf!, como así; ¿En qué te hemos robado?, la palabra habla de los diezmos y las ofrendas; un tema muy espinoso para todos, aún más para quienes los administran; sin embargo que pasó con el botellón de agua potable que cambiaste dejando el más deteriorado ya lo devolviste, el plato, el vaso, el papel sanitario, la biblia, el pen drive, el destornillador, el dinero que pediste prestado; sin hablar del tiempo, cuanto tiempo le has robado al Señor, como está nuestro tiempo de lectura de la palabra, de oración, meditación, servicio, evangelización, discipulado, o es que piensas que todo es internet, la familia o el grupo social de la Iglesia, que paso con la mies, a veces sí y a veces no, evaluémonos, dejemos la frialdad, el Señor te anda reclamando por este servicio, así como nosotros exigimos a la empresa de Cable. Qué pasó con el prójimo, qué pasó con el pago justo del empleado, la señora de la limpieza, a la que te cocina, al jardinero, al mecánico, si eres comerciante, trabajador independiente o emprendedor estas usurando con los precios, pues de todo lo que siembres eso recibirás. Quien robe a otro, le roba al Señor, le roba la paz, el amor, le roba la bondad, la benignidad, la mansedumbre y la templanza, lo hace ser desconfiado e incrédulo. Proverbios 28:24 “El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, Compañero es del hombre destruidor”; Miqueas 6:10-14 “¿Hay todavía alguien en casa del impío {con} tesoros de impiedad y medida escasa {que es} maldita? ¿Puedo justificar balanzas falsas y bolsa de pesas engañosas? Porque los ricos {de la ciudad} están llenos de violencia, sus habitantes hablan mentiras y su lengua es engañosa en su boca. Por eso yo también {te} haré enfermar, hiriéndote, asolando {te} por tus pecados. Tú comerás, pero no te saciarás, y tu vileza estará en medio de ti. Apartarás, pero nada salvarás, y lo que salves, yo lo entregaré a la espada”.

h. No guardar la palabra; entonces nosotros queremos justificar diciendo ¿De qué me aprovecha que guardemos tu palabra, si vivo afligido?, Nadie por lo general se acuerda de la maldad que ha sembrado y después pregunta por qué me ocurre esto o me ocurre aquello, Gálatas 6:7 dice textualmente “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”, revisemos que hemos sembrado y obtendremos la repuesta de por qué nos ha sobrevenido tanta aflicción, tanto dolor y sufrimiento, discierna si es una prueba del Señor o resultado de nuestro pecado; póngase a cuentas con el Señor y descanse en su presencia, reciba humildemente de la disciplina o el castigo, eso también ayuda a probar nuestra fe. Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

i. Nuestras quejas; pero una vez más decimos: ¿No tenemos todos, un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué él sí y yo no?, la paz y la paciencia son características del fruto del Espíritu Santo, la queja es síntoma de que no poseemos tales características o no le hemos cedido el control de nuestras vidas al Espíritu de Dios; por eso la palabra dice en Filipenses 2:14 “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”, con un fin específico para que seamos hijos irreprensibles y sencillos, sin mancha en medio de esta generación que ha sido tan maligna y perversa, es necesario que nosotros seamos la luz y la sal de mundo, a través de nuestro Señor Jesucristo, es importante que estemos agarrados de la palabra, para no caer en tentación y podamos mantenernos firmes y ser vencedores y cada prueba, fortalecidos con la armadura de Dios. Por eso es necesario que cambiemos nuestra queja por alabanza y demos gracias por todo, adquiramos entendimiento y sabiduría para que el Señor se mueva a misericordia y nos entregue la bendición que tiene preparados para los que le aman, porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. No nos quejemos por lo que el impío prospera o la bendición del malvado, miremos al Señor y aprendamos a recibir con gozo la medida buena, apretada y remecida, para que rebose de nuestro corazón la paz y la paciencia del Señor que es la mayor riqueza que podemos tener.

j. La falta de temor santo, que es la actitud hacia las cosas santas; seguramente muchos hemos dicho, pensado o insinuado: ¡Qué fastidioso es esto! ¡Qué simple es esto! ¡Qué común!, pues esta es la forma con que respondemos a su sacrificio, a su pago en la cruz, olvidando que con la misma vara que medimos será utilizada para medirnos, con la misma vara con que perdonamos, así mismo el Padre nos perdonará, con la misma vara con que hemos juzgado será la misma que recibiremos en el día del juicio; por eso es hora de poner la mirada en los cielos, ponerse a cuentas, arrepentirse de su actitud irrespetuosa, si quiere medir, mida su compromiso, dedicación, verdadera firmeza que tiene en el Señor y no caiga en una actitud de rebeldía y falta de temor por lo que Dios ha hecho o ha limpiado, no pretendamos ser más santos que los demás, pues sólo el Señor es Santo; Números 21:5 “Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”; Hechos 11:9 “Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”, Hechos 10:15 “Y volvió la voz hacia él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo ensucies”; Dios nos guarde de ensuciar lo santo, llenarlo de nuestro estiércol, cuide de mantener sus vestiduras blancas, las que Dios ha limpiado.

REFLEXIÓN:

El Señor fue a la cruz y pagó la deuda de vida que nosotros teníamos con el Padre, producto de nuestro pecado, ahora Él tiene la potestad, y autoridad de exigir o demandar obediencia por ese sacrificio; sin embargo, el espera que nosotros voluntariamente lo hagamos, si no ha procedido a ejecutar su justicia es porque ha prolongado su misericordia esperando un cambio en nosotros, por amor, pero no abusemos, no vaya hacer que sea quitada su gracia sobre nosotros y tengamos que asumir la deuda por menospreciar y pisotear su sangre.

El Señor nos advierte en Apocalipsis 2:5 lo siguiente: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído {de dónde vienes}, y arrepiéntete {obedece}, y haz las primeras obras {dignas de arrepentimiento}; pues si no {advertencia}, vendré pronto a ti {A reclamar lo que me pertenece}, y quitaré tu candelero de su lugar {la luz, la gracia}, si no te hubieres arrepentido {convertido}”, entonces reflexionemos y convirtámonos, se acaba el tiempo y nosotros tan negligentes y distraídos. Dios les bendiga


sábado, 4 de julio de 2020

AGUI, EL POLLO QUE APRENDIÓ A VOLAR

Su refugio se encontraba a más de 4000 metros, en el inhóspito lugar casi inaccesible para cualquier ave común, bajo la vista del maravilloso animal, volaba en el cielo despejado observando detalladamente con su vista telescópica todo lo que se desplazaba en la superficie terrestre, cuando descendía, lo hacía a alta velocidad, en esta ocasión lo hizo sobre la faz de las aguas del anchuroso lago del Coquivacoa, desplegando sus casi 2 metros de alas de hermoso plumaje; en la cima, de la cúspide la montaña del páramo de la culata, en la Sierra Nevada de los andes venezolanos, yacían en espera en su nido, sus amados embriones, quienes esperaban pacientemente su venida para recibir del acostumbrado calor que provenía del abrigo de sus alas, ellos dormían confiados en sus cascarones soñando y esperando el día que saldrían a enfrentarse al desconocido mundo; dulce morada tenían los huevos del águila Harpía, ¡Claro! Estaban sobre la roca fuerte donde se hallaba el cómodo y cálido refugio.

Como la audaz serpiente, uno de sus hijos fue arrebatado, de manos de un hombre, quien con astucia y actitud de vil ladrón, esperó que el portentoso animal saliera de su nido para evitar ser atacado con el poder de su espíritu, ya que le tenía mucho temor, pero su codicia era más fuerte que su temor por lo que se arriesgó a obtener el preciado trofeo, sacándolo de su hábitat natural. El huevo lo puso dentro de una granja avícola, entre las gallinas, patos y otros animales que compartían el corral de la granja, al nacer el pequeño aguilucho aprendió rápido a ser gallina, era un animal muy inteligente, permaneció en cautiverio, y la jaula se convirtió en su nueva morada, una habitación que estaba muy lejos de la montaña, de su esencia y ella lo presentía.

En las noches, a través de la ventana apreciaba como las aves nocturnas volaban entre las estrellas y la luna, y todas las mañanas, en el resplandor del día, observaba en el horizonte el paso del sol y las nubes en el hermoso cielo azul, de la cual emergía de la tierra una imponente protuberancia rocosa levantándose como poderoso gigante, hogar de donde había sido despojado.

AGUI, como le decía su dueño, se creía gallina, aprendió a cacarear con su voz extraña, ya que a pesar que estaba allí no pertenecía a ese lugar, así mismo aprendió a escarbar en la tierra, puesta la mirada en lo terrenal, para buscar su inmundo y deficiente alimento, sus garras largas se deterioraban cuando las enterraba en la tierra y le imposibilitaban escarbar correctamente haciendo que el trabajo de búsqueda de las insípidas lombrices fuera cargoso, por tanto era la burla de las demás aves del corral, ya que era mala gallina; al comienzo estaba suelto con ellas aprendiendo sus costumbres, No entendía porque no había podido poner huevos, si todas las gallinas eran ponedoras, además el gallo ni se acercaba a ella, y tenía miedo de que la agarrasen para caldo, no era para nada agradable esa sensación, sin embargo aprendió a estar enjaulada y sobrellevar su condición ajustándose a las condiciones del mundo que la rodeaba.

Empezó a desarrollar algunos de sus dones naturales; su vista la llevaba a ver más allá de lo normal para un plumífero animal de corral, lo cual le producía gran curiosidad, miraba hacia arriba, se preguntaba como otras aves podían mantenerse surcando el anchuroso cielo y quién les había enseñado a volar, porque estaba convencida que las gallinas eran vuelo corto; su anhelo era conocer el dueño de tan maravilloso lugar que era el cielo. Nunca había aprendido a desplegar sus fuertes alas porque el espacio no se lo permitía y al expandirlas espantaba a las otras gallinas. Así que aprendió a convivir y relacionarse con las otras especies, pensando que era natural, miraba a su alrededor y observaba a los patos, a las ovejas, al perro, burros y los cerdos.

Un día, una persona de buen corazón pasó por frente de la granja mirando al precioso animal, y se entristeció por su condición de esclavitud, sabía que las águilas Harpías debían permanecer libres, su amor por el ave la movió a misericordia, entonces decidió comprar y pagar el precio por el ave en cautiverio, que todavía estaba en período de crecimiento y a tiempo de ser salvada, su precio fue muy costoso entregó todo lo que tenía, pero no le importó porque amaba, las amaba como se ama a un hijo, todo valía la pena siempre y cuando se salvara la especie y pudiera volar libremente surcando los cielos, como el Señor lo había diseñado y creado.

Para trasladarla a lugares altos, primero fue el pie de la montaña, y allí abrir su fría celda, el ave incrédula, dudosa y asustada permanecía dentro de su jaula, no sabía qué hacer, no tenía confianza en su salvador, no entendía lo que le decía; ella pensaba que dentro de su jaula se encontraría a salvo y segura, era su zona de confort, era de esperarse ya que era una gallina, no había desarrollado el valor de su corazón de águila.

Su nuevo dueño, le hablaba con palabras de amor, ella fue aprendiendo a conocerlo, le contaba de las cosas maravillosas que el creador había hecho para ella, pero incrédula, se conformaba con escuchar y no daba el paso hacia la puerta de la libertad, su fe era débil; su pico crecía con el tiempo y se empezó alimentarla con lo que comen las águilas para fortalecerla, enseñarle a comer el maná de vida, las garras se hacían más fuertes y duras aprendió a agarrar fuertemente la presa, en especial las serpientes, en principio las que podía manejar y no eran venenosas y después las más peligrosas, en forma iba creciendo su espíritu guerrero; preocupado por la situación, su dueño, la forzó a atravesar la puerta y destruyó su jaula, pero ella caminaba y no emprendía vuelo largo, porque no sabía volar, como lo hacían las gallinas. Aplicó varias estrategias e hizo todo lo que estaba en sus manos para enseñarle a volar, pero ella era un pollo en su alma, no dejaba que su espíritu fuera liberado, no entendía cómo hacerlo.

Entonces el dueño decidió llevarla a lo alto del monte, para que conociera a un águila especial y a través del cual ella conocería su esencia; fue dura la subida, tuvieron que dejar en el camino parte del equipaje, porque el peso a cuesta no les permitía avanzar, hacía mucho frío a medida que subían, el ave nunca dejó de estar aferrada del brazo de su dueño, observaba cómo su señor dejaba su vida por llevarla a los lugares altos, sangró en múltiples oportunidades por las raspaduras ocasionadas por las piedras de tropiezo del camino, perdió las uñas de las manos y los pies por de tantos golpes que recibió de las cortantes piedras, sin embargo, eso no lo detuvo, ni mermo su anhelo, al finalizar el día caía exhausto del cansancio, tardo 40 días en llegar a la cúspide del pico rocoso; aprovecho para dejarla en un nido, en espera de especial hermano, para que este le enseñara volar, le guiara por los lugares altos y le exhortara a dar el paso de fe. Pronto vendría el proceso de adultez, de prueba, de renovación y muerte, era imprescindible que estuviese preparada.

Por fin llegó el tan esperado amigo, el cual en principio lucho con ella porque veía que era un pollo, necesitaba eliminar esa conducta, pero Agui le demostró de qué material estaba hecho, entonces cayó en gracia y empezaron a compartir íntimamente los secretos de las alturas, hasta que llegó el día del salto de fe y despegue. Agui pensaba en lo alto de la montaña y se negaba a dar el paso, entonces Sam, nombre del águila, la empujó al despeñadero, para despertar su espíritu de ave rapaz, pues en su desespero empezó a aletear hasta que se estabilizó y pudo controlar su vuelo. Ya no era un sueño, estaba volando. Olvido el cacareo y se comportó como nuevo ser, la vieja manera de vivir había muerto y resucitado.


Usted y yo somos ese pollo llamado Agui, somos águilas que nos criamos en un mundo que no es el nuestro, por eso debemos aprender a volar en el Señor, quitando de nuestra mente los esquemas aprendidos que limitan nuestra vida espiritual hasta que dejemos de comportarnos como gallinas. A veces es necesario que el Espíritu Santo nos dé un empujón al filo en el risco más alto, como acto sublime de amor, el Padre necesita ver de qué estamos hechos, Él necesita probar nuestra fe, verificar si hemos muerto a nuestra incredulidad, tirando por el precipicio nuestras fuerzas y la incapacidad de ver más allá del horizonte terrenal; es allí cuando aprendemos a abrir las alas, para emprender el vuelo en los lugares celestiales.

La mayoría de las circunstancias que se nos presentan no tienen motivo aparente y desconocemos su origen, solo Dios lo sabe, pero estoy convencido de que todo viene para bien, si ellas son el abismo, pues en la caída aprendemos a descubrir que tenemos alas para volar y las podemos utilizar para colocarnos nuevamente sobre la roca y nos damos cuenta que no somos ciudadanos de este mundo, que viven cacareando y viviendo el presente sin pensar en el futuro, la vida eterna, sino que somos águilas que aprendieron a volar por el reino de los cielos y somos herederos de la gloria.

Así que, entre más alta sea la montaña y por más difícil que sea la subida, si nos enfocamos en Cristo, cuando volamos todo se vuelve pequeño, porque los hijos de Dios aprenden a vencer el mundo, como lo hizo Jesús. Amén...