miércoles, 11 de julio de 2018

¡DE GLORIA EN GLORIA!

Esta expresión es muy común en la Iglesias cristianas hoy en día. Muchas son las concepciones que se asumen al pronunciar la palabra Gloria, el cual va a depender sobre quién esté aplicada, por ejemplo para el hombre puede significar fama, honor, esplendor y buena reputación. También se utiliza para referirse a un estado supremo de ánimo, gozo, gusto o placer, relacionado a pequeños momentos de felicidad, éxito o triunfo que quedan registrados, reconocidos socialmente y que dan prestigio a un grupo, persona o nación. Pero una es la gloria de los hombres y otra es la gloria de Dios.
Entre los sinónimos que tratan de describirla se encuentran: el cielo, paraíso o edén como representación religiosa de lo máximo, la bienaventuranza, el empíreo, la salvación, renombre, celebridad, notoriedad, popularidad, prestigio, eternidad, victoria, deleite, delicia, etc., sin embargo hay manifestaciones del poder y gloria de Dios que no son tan agradables para nosotros, y entre ellas se encuentran: disciplina, azote, prueba, fracaso, sufrimiento, padecimiento, aflicción, enfermedad, el castigo, etc., que si bien persiguen un fin específico, no por ello dejan de ser glorioso y por lo general desconocemos por falta de conocimiento de Dios; y las cuales pueden ser terribles si no somos llevados de la mano del Espíritu Santo.
Al decir que estamos Glorificando, es porque se está alabando, exaltando, enalteciendo, honrando, ensalzando, loando a Dios, sin embargo muchas acciones nuestras más que glorificar al Padre lo que hace es deshonrarlo y mancillarlo y en eso vamos a discernir a continuación pidiéndole al Espíritu Santo que nos ponga un corazón sensible y dispuesto para recibir su palabra.
Hay quienes se auto adjudican la gloria que no les pertenece, esa gloria es vana; hay ciertas acciones nuestras que enlodan lo santo y perfecto de Dios, de tal manera que se puede blasfemar, profetizando y manipulando la palabra, inventando ciertos misticismos, diciendo que el Señor ha revelado, dicho u ordenado, siendo totalmente falso, puras interpretaciones humanas que se caen por su propio peso, y que se pueden discernir en el Espíritu, solo con apreciar y conocer el fruto manifiesto y el testimonio que se presenta ante Dios y la iglesia, y que después, tratamos de enderezar diciendo que ese no era el tiempo, o le echamos la culpa al satanás y sus demonios, al mundo o la carne, cuando realmente es nuestra propia concupiscencia, nuestros deseos almáticos los que han dirigidos la vida y no lo queremos reconocer, corrompiendo nuestro ser.
A veces asociamos lo espiritual a actos propios alejados de la voluntad de Dios e inclusive utilizamos el nombre de Dios en vano con la finalidad de pavonearnos, presentarnos con apariencia de piedad, como algo únicos, los ungidos, cuando realmente estamos mostrando soberbia espiritual, alardeando, ufanándonos, apreciándome más de lo debido, poniendo una valía distorsionada que no es santa, sin importarnos lo que somos para Dios o lo que Él enseña, justificando mi condición utilizando la palabra sin revelación diciendo convenientemente cosas como por ejemplo: que somos reyes y sacerdotes, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, etc.; jactándome o presumiendo de lo que poseo por “bendición” o “conozco de Dios”, sin darme cuenta que estoy siendo piedra de tropiezo para muchos débiles de fe y la luz que hay en mi es tiniebla, tendiente al mal, al mundo, la carne y no al Señor.
Es muy fácil luchar y estar tan cerca de la gloria terrenal y tan lejos de la Gloria del Señor, por eso la palabra hace énfasis en: negarnos a nosotros mismos, morir a mi yo, nacer de nuevo, despreciar lo que somos o hemos sido con o sin “Dios”, trabajar en nuestra conversión, humillándonos ante su presencia en oración, poniendo orden en nuestras vidas.

¿CÓMO IDENTIFICAR QUE EXISTE EN MI VIDA VANA GLORIA?
EN EL ESPÍRITU:
1.    Cuando vivimos en dolor, orgullo, no sanamos en lo profundo, no se nos ha revelado el perdón, existe afán, angustia, no hay reposo en nuestro corazón, tenemos abatimiento espiritual. Proverbios 15:13 “…Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”.
2.    Si me hago el sordo a la palabra revelada, y me invento mi propio evangelio. 2 Timoteo 4:3-4 “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos”.
3.    Cuando justifico mi condición y no deseo cambiar, no hay conversión, me importa lo que otros piensen, pero no lo que Dios piense de mí, por falta de temor santo. 2 Corintios 12:6 “… si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad…”; Mateo 15: 8 “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí”.
4.    No se me ha revelado la gracia de Dios. 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
5.    Al no despojarme de mi mismo ni tomar forma de siervo. Filipenses 2:7 “...se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo…”; Filipenses 2:8 “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.

EN EL ALMA:
1.    Cuando anhelo y me afano por lo mío, que lo considero lícito. Filipenses 2: 4 “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.
2.    Si me considero mejor que lo demás. Filipenses 2:3 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”; Jeremías 9:23 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas”.
3.    Cuando no tenemos el amor del Padre, amamos más las cosas del mundo, me hundo en mi necedad. 1 Juan 2:15 “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”; 2 Corintios 12.11 “Me he hecho un necio al gloriarme…”.
4.    Si me esfuerzo por agradar a las personas, pero no a Dios. Gálatas 1:10 “Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo”.
EN EL CUERPO:
1.    Al creer que con mi fuerza obtendré las cosas de Dios. Amos 6:13 “Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza?”; 1 Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.
2.    Al dejarnos esclavizar de nuestras apetencias, no sometemos nuestro cuerpo a Cristo. Romanos 16:18 “Porque los tales son esclavos, no de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos”.

Oremos: Señor gracias por tu palabra, he identificado que he sido hombre vano, lleno de gloria terrenal, he mancillado tu gloria por mi vida, por mis actitudes, por mi falta de comunión contigo, perdóname Padre Santo; solo quiero abrir mi corazón y tomar lo que me corresponde si ayuda a tu propósito eterno, quiero dejar la envidia, el afán, el orgullo, la necedad, la soberbia, la ira, confiando plenamente en tu bondad, en tu santa voluntad. Señor un día quiero llegar a decir que por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en el vilipendio, en la infamia, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte en ti; sé que muchos son llamados, más pocos escogidos, que los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; tu eres quien anexa a la obra para que nadie se gloríe, pues es mejor poco con temor santo a ti, que una gran multitud donde hay turbación, religiosidad y falta de conversión. Perdona Padre de los cielos por negarme a ti, a tu presencia, por ser un religioso más, que sumergido en las cosas del mundo he creído que hago bien a sabiendas que me constituyo en tu enemigo y se me olvida que eres tu quien hace la obra. Levántate y muestra tu Gloria, tú eres el único digno de alabanza y exaltación. Bendito sea tu nombre. Amén