Esta expresión es muy común en la
Iglesias cristianas hoy en día. Muchas son las concepciones que se asumen al
pronunciar la palabra Gloria, el cual va a depender sobre quién esté aplicada,
por ejemplo para el hombre puede significar fama, honor, esplendor y buena
reputación. También se utiliza para referirse a un estado supremo de ánimo, gozo,
gusto o placer, relacionado a pequeños momentos de felicidad, éxito o triunfo
que quedan registrados, reconocidos socialmente y que dan prestigio a un grupo,
persona o nación. Pero una es la gloria de los hombres y otra es la gloria de
Dios.
Entre los sinónimos que tratan de
describirla se encuentran: el cielo, paraíso o edén como representación religiosa
de lo máximo, la bienaventuranza, el empíreo, la salvación, renombre,
celebridad, notoriedad, popularidad, prestigio, eternidad, victoria, deleite,
delicia, etc., sin embargo hay manifestaciones del poder y gloria de Dios que
no son tan agradables para nosotros, y entre ellas se encuentran: disciplina, azote,
prueba, fracaso, sufrimiento, padecimiento, aflicción, enfermedad, el castigo, etc.,
que si bien persiguen un fin específico, no por ello dejan de ser glorioso y por
lo general desconocemos por falta de conocimiento de Dios; y las cuales pueden
ser terribles si no somos llevados de la mano del Espíritu Santo.
Al decir que estamos Glorificando,
es porque se está alabando, exaltando, enalteciendo, honrando, ensalzando,
loando a Dios, sin embargo muchas acciones nuestras más que glorificar al Padre
lo que hace es deshonrarlo y mancillarlo y en eso vamos a discernir a
continuación pidiéndole al Espíritu Santo que nos ponga un corazón sensible y dispuesto
para recibir su palabra.
Hay quienes se auto adjudican la
gloria que no les pertenece, esa gloria es vana; hay ciertas acciones nuestras
que enlodan lo santo y perfecto de Dios, de tal manera que se puede blasfemar, profetizando
y manipulando la palabra, inventando ciertos misticismos, diciendo que el Señor
ha revelado, dicho u ordenado, siendo totalmente falso, puras interpretaciones
humanas que se caen por su propio peso, y que se pueden discernir en el
Espíritu, solo con apreciar y conocer el fruto manifiesto y el testimonio que
se presenta ante Dios y la iglesia, y que después, tratamos de enderezar
diciendo que ese no era el tiempo, o le echamos la culpa al satanás y sus
demonios, al mundo o la carne, cuando realmente es nuestra propia concupiscencia,
nuestros deseos almáticos los que han dirigidos la vida y no lo queremos reconocer,
corrompiendo nuestro ser.
A veces asociamos lo espiritual a
actos propios alejados de la voluntad de Dios e inclusive utilizamos el nombre
de Dios en vano con la finalidad de pavonearnos, presentarnos con apariencia de
piedad, como algo únicos, los ungidos, cuando realmente estamos mostrando soberbia
espiritual, alardeando, ufanándonos, apreciándome más de lo debido, poniendo una
valía distorsionada que no es santa, sin importarnos lo que somos para Dios o
lo que Él enseña, justificando mi condición utilizando la palabra sin
revelación diciendo convenientemente cosas como por ejemplo: que somos reyes y
sacerdotes, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, etc.; jactándome o presumiendo de lo que poseo por “bendición” o “conozco
de Dios”, sin darme cuenta que estoy siendo piedra de tropiezo para muchos débiles
de fe y la luz que hay en mi es tiniebla, tendiente al mal, al mundo, la carne
y no al Señor.
Es muy fácil luchar y estar tan
cerca de la gloria terrenal y tan lejos de la Gloria del Señor, por eso la
palabra hace énfasis en: negarnos a nosotros mismos, morir a mi yo, nacer de
nuevo, despreciar lo que somos o hemos sido con o sin “Dios”, trabajar en
nuestra conversión, humillándonos ante su presencia en oración, poniendo orden
en nuestras vidas.
¿CÓMO IDENTIFICAR QUE EXISTE EN
MI VIDA VANA GLORIA?
EN EL ESPÍRITU:
1.
Cuando vivimos en dolor, orgullo, no sanamos en
lo profundo, no se nos ha revelado el perdón, existe afán, angustia, no hay
reposo en nuestro corazón, tenemos abatimiento espiritual. Proverbios 15:13 “…Mas
por el dolor del corazón el espíritu se abate”.
2.
Si me hago el sordo a la palabra revelada, y me
invento mi propio evangelio. 2 Timoteo 4:3-4 “Porque vendrá tiempo cuando no
soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán
para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la
verdad, y se volverán a mitos”.
3.
Cuando justifico mi condición y no deseo cambiar,
no hay conversión, me importa lo que otros piensen, pero no lo que Dios piense
de mí, por falta de temor santo. 2 Corintios 12:6 “… si quisiera gloriarme, no
sería insensato, porque diría la verdad…”; Mateo 15: 8 “Este pueblo de labios
me honra; Mas su corazón está lejos de mí”.
4.
No se me ha revelado la gracia de Dios. 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en
mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
5.
Al no despojarme de mi mismo ni tomar forma de
siervo. Filipenses 2:7 “...se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo…”;
Filipenses 2:8 “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
EN EL ALMA:
1. Cuando
anhelo y me afano por lo mío, que lo considero lícito. Filipenses 2: 4 “no
mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.
2. Si
me considero mejor que lo demás. Filipenses 2:3 “Nada hagáis por contienda o
por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo”; Jeremías 9:23 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en
su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en
sus riquezas”.
3. Cuando
no tenemos el amor del Padre, amamos más las cosas del mundo, me hundo en mi
necedad. 1 Juan 2:15 “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”; 2 Corintios 12.11 “Me he
hecho un necio al gloriarme…”.
4. Si
me esfuerzo por agradar a las personas, pero no a Dios. Gálatas 1:10 “Porque
¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a
los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no
sería siervo de Cristo”.
EN EL CUERPO:
1.
Al creer que con mi fuerza obtendré las cosas de
Dios. Amos 6:13 “Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos
adquirido poder con nuestra fuerza?”; 1 Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.
2. Al
dejarnos esclavizar de nuestras apetencias, no sometemos nuestro cuerpo a
Cristo. Romanos 16:18 “Porque los tales son esclavos, no de Cristo nuestro
Señor, sino de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y
lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos”.
Oremos: Señor gracias por tu palabra, he
identificado que he sido hombre vano, lleno de gloria terrenal, he mancillado tu
gloria por mi vida, por mis actitudes, por mi falta de comunión contigo, perdóname
Padre Santo; solo quiero abrir mi corazón y tomar lo que me corresponde si ayuda
a tu propósito eterno, quiero dejar la envidia, el afán, el orgullo, la necedad,
la soberbia, la ira, confiando plenamente en tu bondad, en tu santa voluntad. Señor
un día quiero llegar a decir que por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en el vilipendio, en la infamia, en las necesidades, en las
persecuciones, en las angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte
en ti; sé que muchos son llamados, más pocos escogidos, que los primeros serán
postreros, y los postreros, primeros; tu eres quien anexa a la obra para que
nadie se gloríe, pues es mejor poco con temor santo a ti, que una gran multitud
donde hay turbación, religiosidad y falta de conversión. Perdona Padre de los
cielos por negarme a ti, a tu presencia, por ser un religioso más, que
sumergido en las cosas del mundo he creído que hago bien a sabiendas que me
constituyo en tu enemigo y se me olvida que eres tu quien hace la obra. Levántate
y muestra tu Gloria, tú eres el único digno de alabanza y exaltación. Bendito
sea tu nombre. Amén