miércoles, 18 de mayo de 2022

SORDERA SELECTIVA

 


Apocalipsis 2: 7 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

¿QUÉ ES LA HIPOACUSIA ESPIRITUAL?

Cuando existe algún tipo de dificultad, incapacidad total o parcial para escuchar, entender, obedecer y testificar la palabra de Dios, podemos decir que existe hipoacusia o sordera espiritual. Jeremías 5:21 “Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye”.

Esta se hace selectiva cuando tomamos lo que nos conviene o interesa con un propósito oscuro alejado de la santidad de Dios, y esto se aprecia en las conversaciones diarias con nuestra pareja, hijos, vecinos, amigos y familiares, bloqueamos el mensaje que nos incomoda y solo tomamos aquel conforme a nuestro provecho, por eso la comunicación es nula; 2 Timoteo 4:3 “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos”. Asimismo, cuando tratamos de justificar nuestra alma pecadora a sabiendas que a Dios no le podemos engañar, entonces, nos atrincheramos en una religiosidad llena de creencias manipuladas y rituales que distan mucho de la palabra, endureciendo nuestra cerviz, sólo para evitar que el Espíritu de Dios asuma el control de nuestra vida; Jeremías 17:23 “Sin embargo, ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que endurecieron su cerviz para no oír ni recibir corrección”.

Por eso, muchos hijos de Dios se vuelven falsos, opacos, sin luz, brillo ni testimonio, siendo insensibles a su situación espiritual y a las de las almas que se pierden día a día, hacen del evangelio un negocio. De este modo, se vive sólo de apariencias, porque son de oídos sordos para reconocer sus errores y enderezar su camino. Isaías 30:9 “Porque este es un pueblo rebelde, hijos falsos, hijos que no quieren escuchar la instrucción del Señor”.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DE LA SORDERA SELECTIVA?

1.   La antigua manera de vivir arraigada, llena de: creencias, costumbres, corrientes ideológicas, cultura, religiosidad o tradiciones familiares. Jeremías 11:10 “Se han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, los cuales rehusaron escuchar mis palabras…”.

2.   Complicaciones para aceptar el proceso de conversión, falta de oxigenación espiritual en el momento de recibir a Cristo (devocional, discipulado, capacitación, servicio, etc). Lucas 8: 21 “Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen”.

3.   Adicciones parasitarias, cosas que nos roban el tiempo de intimidad, oración, alabanza y adoración. Marcos 1:35 “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”.

4.   El envejecimiento sin frutos, pesadez de oído, crítica en su boca, engrosamiento del corazón, terquedad y falta de humildad. Mateo 13:14 “…De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado”.

5.   La corrupción emocional y contaminación del oído espiritual, infectando su alma y espíritu, escuchando y siguiendo corrientes de este mundo caído, el cual está bajo la potestad del maligno. 2 Timoteo 4:4 “Y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos”.

6.   La obstrucción del conducto auditivo con cuerpos extraños, especialmente por falta de fe, depresión, idolatría, circunstancias difíciles, adversidades, enfermedades, hombres sin testimonio, etc. Romanos 10:16-17 “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

7.   Exponerse al ruido excesivo del mundo y sus distracciones, respondiendo a este. Estos se pueden producir en la calle, el trabajo o la casa, si está relacionado personas tóxicas, rumorosas, llenas de maldad que te invitan a actividades, lugares y eventos seculares que no edifican con el firme propósito de apartarnos de Dios, tales como bares, prostíbulos, discotecas, conciertos, etc. 1 Juan 2:16 “Porque nada de lo que hay en el mundo -los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida- proviene del Padre, sino del mundo”.

En conclusión, la “sordera selectiva” se produce por porque estamos muy concentrados en una actividad distractora de satanás o el mundo (dinero, idolatría, deleites sexuales, tv, internet, celulares, etc.) que nos alejamos de Dios, es decir servimos a otro señor, o también, porque la palabra que recibimos de Dios en la iglesia no nos interesa, la escuchamos pesadamente, por eso no se ven los frutos dignos de arrepentimiento (oración, perdón, obediencia, conversión, presencia, purificación, etc.). Mateo 6:4 “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?

Entre los síntomas se incluyen la dificultad para entender lo que se escucha del Padre, quienes la padecen experimentan facilidad para dispersarse como el hombre natural. Estos hijos de Dios son inconstantes en todos sus caminos, están llenos de culpas, remordimientos, pecados ocultos, renuentes a ser tratados, transformados por el Espíritu Santo, y padecen de:

1. Olvido del primer amor, son autosuficientes, llenos de soberbia y terquedad espiritual, no atienden concejos.

2.   Son inmunes a las exhortaciones y llamados a arrepentimiento y conversión, tienen la conciencia cauterizada. Son cuerpos inertes, llenos de maldad, como si no tuviesen vidas.

3.   Se niegan a obedecer y cumplir la gran comisión, generalmente posponen o retrasan su acción, justificado en la espera de una voz sobrenatural que les diga que han de hacer, ejemplo: ¡Dios no me ha dicho que lo haga! ¡Ando orando! ¡El tiempo de Dios es perfecto!, nunca se activan.

4.   Tienen problemas para renunciar al pecado, su concupiscencia les domina, están gobernados por su alma, viven desobedeciendo la palabra recurrentemente.

5.   Tienen dificultad para oír lo bueno, lo justo, lo santo, lo que es verdadero, con temor reverente, toman lo que más conveniente según sus intereses y desechan el manjar de Dios.

6. Les falta discernimiento. Tienen problemas para diferenciar entre los sonidos mundo y la voz de Dios.

REFLEXIÓN

El Señor nos recuerda la importancia de vencer en Cristo y hace una exhortación a los sordos selectivos a través de su palabra en Santiago 1:21-25: “Por lo cual, dejando toda inmundicia y superfluidad de malicia, recibid con mansedumbre la palabra ingerida, la cual puede hacer salvas vuestras almas. Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se consideró a sí mismo, y se fue, y luego se olvidó qué tal era. Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta ley, que es la de la libertad, y perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho”.

Abra sus oídos y créale al Señor, no posponga la manifestación del Espíritu en Usted porque el Señor nos está susurrando a la oreja, así que: Isaías 42:18 “Sordos, oíd; ciegos, mirad y ved”.

jueves, 12 de mayo de 2022

EL PODER DEL CARBÓN ENCENDIDO


 “Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes”. 2 Samuel 22:13

Esta es la historia de un hombre sencillo, lleno de sueños, miedos, temores y necesidades, como cualquier otro, lo que la hace extraordinaria es el impacto que produce en el ser interior de cada persona. Pocas palabras se utilizaron, sin embargo, su trascendencia supera el entendimiento de la mente y corazón. Su nombre era Bernardo, hijo nacido de una familia de origen germánico y otra nativa de América, específicamente Venezuela, su abuelo Catirrucio, le llamaba “guerrero”, “mi batallador” haciendo honor al significado  de su nombre, “valiente como un oso montañés”.

Bernard, como cariñosamente le llamaba su madre, asistía regularmente a las diferentes reuniones en una humilde iglesia cristiana, con el pasar de los años su fe creció, sin darse cuenta, gracias al amor que le tenía al Señor, sin embargo, un día, sin ningún aviso dejó de participar en las actividades de la iglesia, su oración empezó a ser cada día más escasa, la autosuficiencia, las tribulaciones y los miedos empezaron a ser más recurrentes, tanto así que se apoderaban de su corazón. Después de algunas semanas, en una noche muy oscura y fría, el preocupado pastor, decidió hacerle una visita, como buscando la oveja perdida. Encontró al “oso montañés” en casa, solo, indeciso, aturdido, sentado frente a una hoguera que había encendido en el patio para pasar la noche, la cual ardía con un fuego brillante y acogedor, que espantaba todo bicho o latoso mosquito.

Nervioso por la razón de la visita, Bernardo dio la bienvenida al imprevisto amigo, recibiendo la bendición, lo condujo a una silla mecedora cerca de la hoguera  y se quedó quieto a su lado sentado en un tronco, esperando alguna pregunta, a la cual, posiblemente, no tenía respuesta. Pues, un silencio ensordecedor ocupo el lugar, nadie emitió un solo sonido, sólo se escuchaba el crujir de la leña que se quemaba y poco a poco se convertía en carbón. Ambos sentados, contemplaban la danza de las intensas llamas que saltaban entre los tizones encendidos, al son del silencio.

Al cabo de siete minutos, el sabio pastor, sin abrir su boca, examinó entre las brasas que se formaban y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más ardiente de todas, retirándola a un lado del brasero con unas tenazas. Volvió entonces a sentarse, permaneciendo en silencio e inmóvil cerrando sus ojos cómo haciendo una oración al cielo desde sus adentros.

El anfitrión prestaba atención a todo lo que este hacía, con asombro y fascinación, inquieto por lo que había de acontecer. Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó su esplendor, hasta que no hubo más brillo, el fuego se había apagado, de manera repentina. En poco tiempo, su luz y calor habían desaparecido, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón recubierto por una densa capa de cenizas, polvo gris. Muy pocas palabras se habían dicho desde el toque de la puerta y el saludo entre los dos amigos hasta ese momento.

El pastor, antes de levantarse y preparar su salida, tomó con las tenazas el carbón apagado, frío e inservible, y lo colocó de nuevo en los carbones donde el fuego era más intenso. De inmediato, el fuego que venía de los carbones ardientes volvieron a encenderlo, alimentando con su luz y su calor al opacado pedazo de carbón, sin vida. Cuando el sabio hermano alcanzó la puerta para retirarse, el anfitrión le dijo: - Gracias por tu visita y su bellísima lección. Regresaré a la Iglesia mañana a dar testimonio de lo ocurrido. Buenas noches amado hermano.

¿Por qué se alejan los hijos de Dios de la iglesia de Cristo?

Muy simple: porque se les olvida que ellos son miembros del cuerpo, y como miembros forman parte de la llama de Dios, esa que se aviva con la congregación de los santos, y cualquiera que esté lejos, se enfría, se apaga y pierde todo su brillo. Por eso es tan importante recordar que no dejemos de congregarnos como algunos tienen por costumbre porque nosotros somos parte del cuerpo de Cristo, y entre más masa más mazamorra, el poder del fuego de Dios se manifiesta en cada carbón encendido en Cristo y su llama no lo consume, por el contrario lo fortalece y mantiene encendida la luz y el calor acogedor del Espíritu Santo a través  de los hermanos, por eso es necesario orar y promover la unión de todos en un solo Espíritu, porque en la congregación el fuego será realmente fuerte, eficaz y duradero.