La voluntad es la intención o el deseo de hacer algo. Hay quienes lo
definen como el “libre albedrío” o la libre potestad; también se utiliza para
referirse al esfuerzo, coraje y determinación. En algunos casos, se utiliza como
manifestación de “amor” o “cariño”. De acuerdo a su origen etimológico, la
palabra “voluntad” proviene del latín “voluntatis”, que deriva del verbo volo,
velle y significa: querer, desear; es decir, “querer actuar” en función de ciertos
objetivos, que por lo general son los nuestros, en base a pensamientos y/o
emociones que nos llevan a tomar decisiones.
Hay un querer que tiene grabado un propósito sobrenatural, la voluntad de
Dios; la cual siempre se cumple, aunque a veces no la entendamos ni la
aceptemos.
Este es un misterio que solo será revelado cuando nos disponemos a
conocer al Señor en su magnificencia y profundidad; su manifestación trae
consigo una inusual obediencia y fidelidad a la esencia divina de Dios y su amor; es cuando me niego a mí mismo para entregar todo mi ser: alma, cuerpo y
espíritu hasta comprobar su buena voluntad, como el sacrificio agradable y perfecto que
hizo el Señor Jesucristo en la cruz por mí.
Muchas veces nos empeñamos en querer hacer nuestra voluntad o queremos
que el Señor la alcahuetee, ya que, tenemos un espíritu rebelde, lejano a lo
que Dios manda o enseña, esto es producto de que la voluntad tiende a asociarse
con mi concupiscencia la cual se esconde en cualquier parte de mí ser,
especialmente en el corazón, donde mis deseos desordenados toman el control y
me impulsan a hacer lo malo. Estar en contra de mi voluntad produce rechazo, en especial lo santo del Señor, por eso que nos cuesta tanto obedecerlo, la voluntad de
Dios y mi voluntad inconversa son polos que se rechazan, por mi condición
de pecado.
La voluntad por lo general está asociada a la carne (alma y cuerpo) sin
embargo, escudriñando la palabra, se puede aprender de Dios unos sublimes
detalles que rompen mi esquema mental y doctrinario, transformando y ampliando mi
entendimiento del conocimiento del Señor, sobre todo en un tiempo donde la
apostasía es la orden del día, la cual busca confundir, corromper y engañar con
manipulación mi vida para desviarme del camino correcto. Romanos
7:14-19 “Porque
sabemos que la ley (la palabra) es espiritual (por eso me redarguye); mas
yo soy carnal, vendido al pecado (soy corrupto). Porque lo que hago, no lo
entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago (por falta
de conversión). Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es
buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que
mora en mí (expelo muerte espiritual). Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne,
no mora el bien (por un espíritu corrompido y alma no sometida a la voluntad de
Dios); porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago
el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.
Lograr dirigir nuestras decisiones en función de lo que el Señor ha
ordenado, es recibir la revelación y la conversión suficiente para qué nuestras
actuaciones sean en Espíritu y verdad. Cuando mi voluntad está sometida a la de
Dios es porque ella está renovada, dispuesta, convencida por fe y/o entrenada,
desde lo más profundo del corazón, para vivir en santidad, alejado de caminos de
tinieblas.
Hay quienes por oír e ir detrás de ciertas fuerzas interiores (carne:
alma, cuerpo y espíritu corrompido) o exteriores (mundo, potestades, huestes de
maldad de las regiones celestes) y no la de Dios, son entregados a los enemigos
acuerdo a su voluntad; pero cuantas veces el Señor ha tratado de disuadirnos de
diferentes maneras con la finalidad de bajar esa cerviz, necia y altanera y sin
embargo por la rebeldía no hemos escuchado ni actuado produciendo nefastas consecuencias
espirituales. Deuteronomio 10:16 “Circuncidad, pues, el prepucio
de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz”; Hechos 21:14 “Y como no le pudimos persuadir, desistimos,
diciendo: Hágase la voluntad del Señor”; 2 Crónicas 25:20 “Mas Amasías
no quiso oír; porque era la voluntad de Dios, que los quería entregar en manos
de sus enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom”.
1.
¿Qué
pasa cuando mi alma se somete a la voluntad de Dios?
.- No me dejo seducir por el mundo, sus bochinches, los
deseos de la carne, los ojos o la vanagloria de la vida, no me conformo con sus
ofrecimientos: 1 Juan 2:16-17 “Porque
todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y
la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo
pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
.- Compruebo lo agradable y perfecto de Dios, mi
pensamiento se transforma y renueva: Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
.- No me afano, controlo mis emociones a pesar de los
tiempos adversos y de las pruebas que se me presentan, doy gracias en todo momento, tengo
la confianza en el Señor, desarrollo su fruto en mi corazón: Jeremías 29:11 “Porque yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para
daros el fin que esperáis”; 1 Tesalonicenses 5:18 “Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”; Lucas
12:22 “…Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por
el cuerpo, qué vestiréis”.
2.
¿Qué
pasa cuando mi cuerpo es obediente a la voluntad de Dios?
.- Soy
cuidadoso con mi cuerpo, trato de mantenerme en santidad, para dar honra y honor
al Cristo, se nota en mi semblante; renuncio a mi concupiscencia y dejo de
comportarme como los que no conocen a Dios: 1 Tesalonicenses 4:3 “pues la
voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación”.
.- No ignoro que mi cuerpo un templo santo, por eso lo edifico sobre la roca a través de la oración, buscando al Señor cada día, oyendo sus palabras y haciéndolas: Lucas 6:46 “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”.
.- Mi cuerpo es piedra de testimonio del Señor ante los hombres de manera incuestionable, donde fluyen corrientes de agua viva. 1 Pedro 2:15 “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos”; Efesios 6:6 “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios”.
.- No ignoro que mi cuerpo un templo santo, por eso lo edifico sobre la roca a través de la oración, buscando al Señor cada día, oyendo sus palabras y haciéndolas: Lucas 6:46 “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”.
.- Mi cuerpo es piedra de testimonio del Señor ante los hombres de manera incuestionable, donde fluyen corrientes de agua viva. 1 Pedro 2:15 “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos”; Efesios 6:6 “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios”.
3.
¿Qué
pasa cuando mi espíritu experimenta la voluntad de Dios?
.- Ya no
vivo yo sino que Cristo vive en mí: Lucas 22:42 “…Padre, si quieres, pasa de mí
esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
.- Discierno en espíritu lo que viene de Dios, independientemente de su procedencia, y lo que puede ser piedra de tropiezo para otros: Juan 7:17 “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”; 1 Corintios 1:27-29 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”; 2 Corintios 6:3 “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado”.
.- Acepto la manifestación del Padre con un corazón limpio, sin duda o queja; existe gozo sobrenatural y un agradecimiento sincero: Mateo 6:10 “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”; Romanos 14:23 “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.
.- Pongo al Señor de primero sobre todas las cosas que vemos, emprendemos o hacemos, trayéndonos a lugares de bendición donde fluye leche y miel (salvación y vida eterna): Juan 6:40 “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”; Deuteronomio 26:9 “y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel”.
.- Renuncio a la insensatez religiosa, me convierto, entiendo de la voluntad del Padre: Efesios 5:17 “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”; Juan 6:39 “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere (el fruto del Espíritu Santo), no pierda yo nada (por religiosidad, soberbia espiritual), sino que lo resucite en el día postrero”.
.- Discierno en espíritu lo que viene de Dios, independientemente de su procedencia, y lo que puede ser piedra de tropiezo para otros: Juan 7:17 “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”; 1 Corintios 1:27-29 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”; 2 Corintios 6:3 “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado”.
.- Acepto la manifestación del Padre con un corazón limpio, sin duda o queja; existe gozo sobrenatural y un agradecimiento sincero: Mateo 6:10 “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”; Romanos 14:23 “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.
.- Pongo al Señor de primero sobre todas las cosas que vemos, emprendemos o hacemos, trayéndonos a lugares de bendición donde fluye leche y miel (salvación y vida eterna): Juan 6:40 “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”; Deuteronomio 26:9 “y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel”.
.- Renuncio a la insensatez religiosa, me convierto, entiendo de la voluntad del Padre: Efesios 5:17 “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”; Juan 6:39 “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere (el fruto del Espíritu Santo), no pierda yo nada (por religiosidad, soberbia espiritual), sino que lo resucite en el día postrero”.
Es necesario que haya una humillación y conversión integral sincera en mí,
sin mirar atrás, ya que estar dispuesto a aceptar la voluntad del Padre “no es hacerla”, es por ello que el Señor nos exhorta a cada momento a hacerla
para estar apto para entrar al reino de los cielos, de lo contrario soy un
religioso más que queriendo hacer lo bueno hago lo contrario, porque nunca me fue revelado. 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi
pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y
se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Mateo 7:21 “No todo el
que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos”; Lucas 9:62 “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su
mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”; así que
seamos valientes y esforcémonos para que el Señor: Hebreos 13:21 “os
haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad…”.
Oremos: Padre los cielos, cuantas veces
he dicho que hagas tu voluntad en mí, y siempre la has hecho y hasta ahora me
he dado cuenta que el que se niega a hacer tu voluntad soy yo mismo, perdóname Señor
por mi rebeldía; hasta ahora se me ha revelado que tú nunca has estado en
contra mi voluntad, sino yo he estado en contra la tuya, avergonzado estoy.
Señor dime la palabra justa para sanar mi espíritu, alma y cuerpo, sigue
limpiando todas las áreas que no te agradan. Quiero darte gracias por esta
espada, que ha penetrado a lo más profundo de mí ser, que aunque dolorosa me ha
hecho entender que tu voluntad es buena, agradable y perfecta, gracias mi
Señor, por tanta misericordia, por tanto amor, bendito sea tu nombre. Te amo
altísimo Jesucristo. Amén.