viernes, 19 de julio de 2019

HIJOS ALTAMENTE EFICACES


Hace unos días asistí a la última clase de mi hijo menor, con mucho entusiasmo y expectativa, como parte del protocolo previo de su graduación de Bachiller, lo que menos me esperaba era que el Señor me hablaría a través de una dama, la directora del colegio, ya que sus palabras llenas de enseñanza y sabiduría ministraron todo mi ser sin saberlo; de donde extraje para mi corazón la esencia de lo más sublime de Dios para “hacer”; esto no se discierne a simple vista, a menos que el pensamiento, el corazón y el espíritu estén sometidos al Espíritu Santo. Éxodo 28:3 “Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan…”; Santiago 1:22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores…”; Éxodo 31:3 “y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte”.
En la solemne disertación, de la apreciada docente, explicaba el modelo educativo desarrollado por la institución, como instrumento para enseñar principios y valores a los jóvenes con la intención de alcanzar el éxito a través del desarrollo de los hábitos de las personas altamente efectiva y la visión 20/20. ¡Guao! Que descubrimiento, eran 7 hábitos y este es el número perfecto para Dios, Él hizo la creación entera en 7 días; no puedo dejar de reconocer que he leído muchas veces el libro de S. Covey, pero nunca lo había enfocado bajo la luz de Dios porque no me gusta mezclar lo santo con lo secular, hasta ese día, porque las piedras hablaran, en el cual tuve que apartar la carnalidad, el interés del momento, el ego, el intelecto y la gloria personal, que está inmersa en la sabiduría humana y que contamina de tinieblas mi vida espiritual, para darme cuenta de lo glorioso del Señor. Génesis 3:6 “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”; 2 Crónicas 1:11-12 “Y dijo Dios a Salomón: por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti”; Lucas 19:40 “El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”.
SIETE HÁBITOS DE UN HIJO ALTAMENTE EFICAZ
El Primer hábito, la proactividad espiritual; la palabra dice en Colosenses 3:23-24 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”; de eso se trata la proactividad, permitir que el Señor tome el control de mi vida para hacer que las cosas sucedan, en lugar de simplemente sufrir y ajustarse a una situación adversa o esperar a que suceda algo sin actuar en espíritu; es procurar hacer bien las cosas desde el principio, ya sea en la casa, trabajo, iglesia o la vida, dando lo mejor de sí; es una actitud santa para someterse, arrepentirse, orar, perdonar y convertirse continuamente, de tal forma que sea agradable a los ojos de Dios y no a los hombres; con el único detalle que, si mi corazón espera alguna recompensa y eso está por encima de Dios, entonces tal proactividad es vana; Hebreos 11:13 “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas…”; Eclesiastés 2:19 “Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad”; Filipenses 3:8 “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
El Segundo hábito, empiece con el fin en mente, es decir, con Dios en mi mente. La palabra dice en Apocalipsis 21:6 “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”; si como hijo de Dios, quiero vivir dentro de la fuente de vida, que es el principio y el fin de todo, es decir el Padre, debo poner mi mirada en el Señor para ver su gloria; su palabra dice que la única estrategia, el único camino que nos lleva al Padre es Jesucristo; quién busque otro no tiene visión 20/20, es decir, pierde agudeza, nitidez, claridad o enfoque en la visión eterna, como lo hizo Pedro que al mirar los distractores del mundo se hundió en el mar de la desesperación y después que tuvo el agua hasta el cuello gritó pidiendo cacao. Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”; Mateo 14:30 “Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”; Hechos 7:55 “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios”.
El tercer hábito, poner orden, primero lo primero. Si ya tengo fijada la meta de llegar a la presencia del Padre, entonces debemos darle a cada cosa su lugar, lo primero que me toca es buscar su reino y justicia, amarlo sobre todas las cosas, con todo mi corazón, con toda mis fuerzas, con todo mi ser. Quién no hace esto de primero, corre el riesgo de perderse en los afanes del mundo, vivirá disperso, lleno de dudas, desánimo, propenso a que cuando llegue la adversidad, lo importante sea haga urgente, entonces clamemos con desespero a Dios para que me atienda a mí de primero, cuando yo no lo puse de primero en mi vida, y así no funciona las cosas de Dios, a menos que el Señor tenga misericordia de mí; entonces se aprecia claramente que no estoy siendo proactivo, ya que no puse de primero lo primero. 1 Corintios 14:40 “pero hágase todo decentemente y con orden”; Marcos 12:30-31 “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”; Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
El cuarto hábito, esforzarse en ganar/ganar. La palabra dice que debo esforzarme de corazón en someter y mantenerme firme en el Señor, porque en Él soy más que un vencedor. Este esfuerzo me llevará a ganar la gracia de la salvación y vida eterna, ya que por nuestra condición estamos condenados a muerte eterna; muchas personas no se atreven a dar el paso ya sea por falsas creencias religiosas o tergiversaciones producto del desconocimiento real de Dios; este hecho de ganar, impactará la vida de otros, por el poder sobrenatural de Dios, porque seremos de bendición para otros por el Cristo que vive en mí, dando siempre sin esperar nada de ellos, produciéndose el ganar/ganar. Josué 1:9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”; 2 Samuel 7:29 “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”; Romanos 8: 37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”; Apocalipsis 3:5 “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”; Apocalipsis 21:7 “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.
El quinto hábito, procure conocer de Dios, orando sin cesar. Debo procurar el conocimiento del Señor, comprender la magnificencia de su gloria, su palabra revelada, orando para ser escuchado, tener una excelente comunicación y comunión con el Espíritu Santo con la finalidad de santificar mi vida, dando frutos dignos de arrepentimiento. Proverbios 2:5 “Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios”; Colosenses 1:10 “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”; Mateo 3:8 “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”; 1 Tesalonicenses 5:17 “Orad sin cesar”; Santiago 5:16 “…La oración eficaz del justo puede mucho”; Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
El sexto hábito, la sinergia espiritual. Ella refiere a la acción y manifestación del poder de Dios en mí y en su iglesia a través de la oración, ayuno, vigilia, alabanza y adoración, el cual generará manifestaciones superiores a las que hizo Jesucristo. La sinergia es la integración del poder de intercesión y amor entre hermanos, como partes del cuerpo de Cristo, los cuales injertos a la vid, están negados a sí mismos, en la búsqueda del nuevo orden espiritual según los propósitos eternos, donde el Señor manifestará su gloria de acuerdo al plan original diseñado desde el principio; y que por nuestra torpeza, el pecado, fue entregado a manos de mal. Juan 14:12 “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre”; Hechos 14:23 “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”; Mateo 24:42 “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”; Salmo 96:6 “Alabanza y magnificencia delante de él; Poder y gloria en su santuario”; Apocalipsis 15:4 “¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado”; Isaías 58:6 “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”; 1 Juan 4:7 “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”.
El séptimo hábito, afile la espada. El Señor me ha exhortado a tener la espada desenfundada y lista para usarla en cada momento. La espada es la palabra guardada en mi corazón, la cual es lámpara para mis pies, me vivifica trayendo gozo, sustento, entendimiento, temor, conocimiento, la que discierne mis pensamientos y las intenciones de mi perverso corazón; Efesios 6:17 “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”; Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”; Salmo 119:154 “Defiende mi causa, y redímeme; Vivifícame con tu palabra”; Jeremías 15:16 “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos”; Salmo 119:169 “Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; Dame entendimiento conforme a tu palabra”.
REFLEXIÓN FINAL
Para ser hijo eficaz en el Señor, es necesario orar, humillar y contristar el corazón, conocer su palabra en la intimidad, buscar la profundidad de la revelación, disponerse a soltar las cargas y llevar el yugo fácil y ligero de Dios, sin restricciones, condiciones o justificaciones, confesando nuestros pecados u ofensas unos a otros, pidiendo perdón y perdonando, para que el poder sanador de Cristo vivo y resucitado se manifieste en nosotros y nos haga pasar por la puerta grande de conversión, que es el Señor, la cual abrió en la cruz y que nadie podrá cerrar. 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Santiago 5:16 “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”; Filemón 1:6 “Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús”; 1 Corintios 16:9 “Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”.
Oremos: Gracias Padre por tu enseñanza, bendigo en tu nombre a todo aquel que la reciba y la haga; que no sea más un oidor sino un hacedor, un obrero bueno, el siervo útil para tu obra, para darte honor y gloria. Amén… 

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