miércoles, 17 de junio de 2020

¡LOS HIJOS DE…!

He escuchado frecuentemente en boca de muchas personas, independientemente de su condición espiritual, llamarse HIJOS DE DIOS, tratando de conseguir cierta identidad; hay quienes creen y afirman con vehemencia que todos somos hijos de Dios, piensan que los animales, los árboles, todo lo que respire es hijo de Dios, confundiendo lo que es ser hijo con creatura. Un hijo es aquel que es engendrado del Padre y una creatura es todo lo que es creado por el Señor; para entender esto escudriñemos la palabra, Isaías 45:9-10 “9 ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?!”, es evidente que el creador es el hacedor, el artista, el que diseño a todos y el Padre es que engendró al Hijo; pero sigamos leyendo en 1 Juan 5:18 “Bien sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; pues el que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca”; queda en evidencia que para ser hijo de Dios, no debemos pecar, sin embargo, como Dios nos conoce, en su infinito amor, bondad y misericordia nos concedió un poder, continuemos con la reveladora lectura en Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”; y Romanos 8:14 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”; Él nos da la potestad o poder de ser hijos suyos, pero nosotros decidimos si queremos serlo o no, por eso no todo aquel que se dice “hijo” lo es, se nos tiene que revelar que “ser hijo es una decisión firme”, en otras palabras, es la decisión personal de creer y recibirlo como Padre, Dios y Señor, bajo la condición de dejarse guiar por el Espíritu Santo, lo cual es una condición sin ecua non, que muchos nos resistimos a cumplir, convirtiéndonos en HIJOS DE DESOBEDIENCIA.

TODOS SOMOS HIJOS

Ahora bien, partamos del supuesto negado de que ¡Todos somos hijos de Dios!, si en verdad lo somos, entonces porque hacemos tan poco para demostrarlo, pero no ante los hombres sino ante Dios; le decía el Señor a los sacerdotes que se jactaban de ser hijos de Dios en los tiempos de Malaquías (1:6) lo siguiente: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?”; cuantas veces hemos dicho entre los hermanos ¡Dios nos hizo reyes y sacerdotes, porque soy su hijo!, pues imagínese el día que nos presentemos ante el Señor y Él nos diga: ¡te llamé mi hijo, ¿Dónde está mi honra?, te llamé rey y sacerdote ¿Dónde está mi temor?! ¡Guao!, trago grueso, que tremendo que yo me vaya a presentar ante el Señor y no pueda mostrarle la honra que debí darle como Padre con mi testimonio, ni el temor reverente en obediencia como hijo de Dios, como rey y sacerdote que soy; muchos dirán ¡Yo si soy hijo! En su soberbia, sin embargo cualquiera que nos ve, conoce y escucha pudiera llamarnos hipócritas, porque no hacemos lo que profesamos, ni nos sometemos en quien creemos; sin ánimo de emitir ningún juicio, sincerémonos ante el Señor, Él nos recompensará por ello, ya que ninguno de nosotros es totalmente bueno ni completamente justo, a menos que seamos justificados y aprobados por la justicia del Justo, el cuál pagó con su sangre por nuestras transgresiones, nuestro Señor Jesucristo.

QUE DICE EL MUNDO

Los estudiosos en la materia, religioso por demás, han querido mostrar diferentes enfoques, pensamiento o perspectivas al respecto, inclusive han creado su propio evangelio, distorsionando la palabra, cada quien dará cuenta. Gálatas 1:6-9 “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. Pero no se trata de lo que hacen lo demás sino en lo que hago yo, debemos meditar profundamente con la ayuda del Espíritu Santo, en lo que haría y pensaría el Señor, acuérdense que Jesús sabiendo quien era Judas, nunca lo desechó, lo amo tanto que permitió hasta que comiera en su mismo plato hasta el día que lo traicionó, lea lo que está escrito claramente en la palabra y aprenda a discernir entre líneas, no necesita fastuosa interpretaciones ni mucho menos manipulación de hombres, no se deje engañar ni siquiera por su alma; por eso es tan importante que estudiemos la palabra como un todo y la hagamos palabra viva, busquemos la presencia del Señor, no nos conformemos con un pedazo, una migaja cuando podemos comer el manjar completo, no permitamos que muchos falsos profetas puedan manipularlos para obtener prebendas y beneficios con un fin oscuro; lea y encuentre el temor de Dios que es el principio de sabiduría, utilicémosla como instrumento para aprendizaje, enseñanza y edificación en espíritu y verdad, compórtese como un varón, como un hijo de Dios; para ello, es necesario romper con nuestras actitudes almáticas, esquemas mentales aprendidos y negarnos a nosotros mismos, a nuestras falsas creencias y las distorsiones emocionales que me apartan del reino y que dicen mucho sobre qué tipo de hijo soy.

Empecemos por enfocarnos en Cristo y sus enseñanzas, que gracias al Señor, para muchos es piedra de tropiezo y oposición a nuestros pensamientos, ya que hay mucha carne y mundo en nosotros; 1 Pedro 2:8 “y {Cristo}, {viene hacer} PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCÁNDALO; pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados”; por eso se nos hace tan difícil negarnos o morir, por la sencilla razón de que no existe una verdadera comunión o koinonía entre nuestro ser y el Señor, preferimos ser como Judas y no Jesús, no se engañe, nuestra fe y testimonio hablan por sí mismos, no hay congruencia entre nuestras acciones y hechos con lo que el Padre manda y dice en la palabra. Efesios 2:1-3 “Y Él {Cristo} os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo {la que está bajo la potestad del Diablo}, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia {es claro que se refiere a nosotros}, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”; cada quien decide qué tipo de hijo quiere ser: “HIJO DE Dios” o “HIJO DE Desobediencia.

TESTIMONIO DE VIDA

Desde chamo siempre trate de construir y edificar mi vida en base de creencias y valores que mis padres humildemente me enseñaron y fueron fundamentales para formar mi carácter; la honestidad, la templanza y el esfuerzo junto con la responsabilidad eran la base de ellos, sin embargo hoy evaluándome ante Dios, bajo la luz de su Espíritu puedo decir que fracasé, ya que todo lo que serví, construí y edifique sin la presencia y la guía del Señor me dejó un sabor amargo en mi boca, ya que el mismo sistema donde me desarrolle me desecho, cosa que intuía desde el inicio; y digo que ¡fracasé! porque no pude ser honesto y sincero conmigo mismo, ni con Dios, trate de esforzarme y vivir una vida que no era la mía, y que producto de la influencia social que muchas veces nos atrapa y no hayamos como zafarnos, no pude dejarlo y comenzar de nuevo, aún con mi esposa y mi entorno, siempre luche para complacer a los demás, amigos, compañeros de trabajo, familia, pero nunca lo hice para Dios, tanto así que continué por un camino perdición que me seducía y tentaba a cada momento, y no logré detenerme cuando lo pude haber hecho, hice lo que no quería hacer, hasta que abrí los ojos y me di cuenta que no lo era lo mío desde el punto de vista espiritual; Pablo decía en Romanos 7:19-25 “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”.

Esto es una gran verdad, que en principio fue así y lo viví en carne propia, fui un vil pecador que me hizo miserable, tanto que me aparté y traté de hacer daño a lo que más amaba, mi familia y perder todo lo que había logrado hasta ese momento, pero gracias al Dios, doblegó mi alma y no permitió que mi orgullo me dominará, hizo que me humillara en su presencia, entonces decidí arrepentirme, clamar por su perdón y misericordia, llenarme de valentía e ir ante mi familia a abrir mi corazón, decirles que había fracasado y que necesitaba cambiar; años después de pasar la primera de una serie de duras pruebas, conocí del Señor, y entendí que todo tenía un propósito, y nada de eso fue en vano, era el camino que Dios había permitido que yo viviera para poder doblar mi cerviz, quebrantar mi orgullo y encontrarme con Jesucristo; estaba destinado a ser un hijo que Dios para servirle, honrarle y alabarle de corazón, siendo transformado para glorificar al Padre, y para honrar a mis padres, esposa e hijos de manera diferente, esforzándome en santidad. Así que tomé la decisión de mantenerme fiel en el matrimonio, fiel a Dios, hasta el día de hoy luego de más de 11 años, me he mantenido firme, he tratado de ser prudente con mi boca, tratando de edificar y buscar al perdido, callando muchas veces y aceptando opiniones delirantes de ciertos hermanos y personas solo por amor, y evitar la recurrencia del pecado, creciendo espiritualmente en un ciclo virtuoso con la guía del Espíritu Santo, apartando toda tinieblas, vicio y pecado, dejando de participar con cierto o determinado grupo social, el cual no ayudaban para mi vida espiritual, porque me alejaban de Dios; este es momento crucial, decidir si seguir con la sin vergüenzura adaptándose a las circunstancias y adecuándose al sistema de valores corrupto del mundo, o seguir el camino estrecho de la conversión, para glorificar al Padre; pregúntese si ya usted llegó a esa encrucijada y tome su decisión, porque todo lo que hagamos o dejemos de hacer por eso daremos cuentas. En lo particular, no crean que fue fácil tomar la decisión, aun cuando recibí a Cristo, mantuve ciertas conductas aberrantes por un tiempo, que después entendí que solo con ayuda del Espíritu Santo podía desechar, desprenderme de ellas y limpiarme, aprendiendo a amar, como un hijo de Dios, a quien me había despreciado, odiado y atravesado con el puñal de la envidia, interés e hipocresía, pero eso solo se puede entender en el Espíritu, porque en la carne esto es locura y difícil de comprender.

NO PIERDAN LA OPORTUNIDAD, ¡ESFUÉRCENSE!

He entendido en estos últimos años de mi vida que lo que me mantuvo y mantiene en pie es la misericordia del Señor, quien fue el que me convenció de abandonar ciertas conductas que me hacían sucumbir ante las tentaciones, y puedo decirlo con conocimiento de causa, porque he visto correr tanta agua en el río por debajo del puente, que nadie, absolutamente nadie está exento de caer, mucho más si no hay presencia, si decimos que somos hijos de Dios, aparentando mucha piedad y hacemos cosas buenas, pero no nos sujetamos ni sometemos al señorío del Espíritu Santo a quien engañamos; Él nos fue dejado para enseñarnos, redargüirnos y guiarnos en este mundo lleno de aflicción y pecado, el cual sólo venceremos con Cristo.

Observar cómo se pierden o dispersan hermanos con tremendo potencial para convertirse en unos hijos de Dios maravillosos me da mucho dolor, quizás fueran líderes de líderes dentro de la Iglesia del Señor si dispusiesen su corazones, varones santos de buen testimonio, agentes transformadores utilizados por Dios para cambiar el mundo, pero han preferido perder el tiempo, ocupándose en las distracciones del mundo, de su carne, dejándose atrapar en los lazos del mal por dejar puertas de impiedad abiertas, anulándose a sí mismos por falta de fe, compromiso y obediencia; no se deciden a asumir una vida llena de santidad y permanencia de Dios que los catapulte a un nuevo nivel espiritual, creciendo poco a poco hasta llegar a la estatura del varón perfecto, sino que prefieren la rebeldía, las bravuconadas, el festejo del pecado, extasiándose con la maldad que nace de sus corazones, quizás por un espíritu corrompido asociado con su alma, el cual los lleva por caminos de oscuridad y tinieblas.

Es impresionante la cantidad de creyentes que quieren formulas exprés, es decir, soluciones fáciles y rápidas para resolver su vida y problemas espirituales, pero no quieren compromiso. A esta se le puede llamar la generación virtual, porque creen en Dios pero viven en un mundo donde el celular, las redes sociales, el ciberespacio, los negocios en línea, etc., los tiene apartados, queriendo cambiar las cosas, aparentando con imágenes bonitas montadas en sus estados, fotos mostrando “dulzura, felicidad o espiritualidad”, una realidad virtual que la administra su pulgar o los dedos en movimiento, siendo una realidad falsa o apócrifa por demás. Mis hermanos, de las apariencias no se puede vivir, si quieren convertirse en hijos de honra, en HIJOS DEL ALTÍSIMO, amados y exaltados por el Padre, pues hagan lo que Cristo nos enseñó y no se nieguen a pagar el precio.

La vida sin Cristo es una ruleta rusa, que nos llevará al mismo destino, a la muerte espiritual, las ovejas pérdidas o los cabritos rebeldes se los come el lobo; no basta volver, servir, orar, congregarse, huir del pecado una vez ni dos veces, es necesario permanecer en su presencia, firmes y confiados, perseverantes en la santidad de su Espíritu, y para eso no es necesario tener muchos años en el evangelio, ni asistir todos los días a la iglesia, ni llevar ningún ministerio, sino estar dispuesto a creer y entregar realmente su vida al Señor, para que el disponga, transforme y convierta en el hijo que Él quiera, de acuerdo a su voluntad; aquel que es obediente, lo adore y alabe con un corazón contrito y humillado, siendo está la hazaña o el hecho más agradable y glorioso que se le puede presentar al Señor y que solo los llamados, los elegidos para sus propósitos eternos, los de buen corazón, varones de Dios harán para exaltar su nombre.

REFLEXIÓN

Nadie se hará hijo de Dios solo de palabra, por saber o escuchar palabra, Jesús le aclaró a una multitud que lo escuchaba que los hijos son los que hacen la voluntad del Padre, Mateo 12:47-50 “Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”; por eso es tan imprescindible la presencia del Espíritu Santo, ya que el hijo de Dios se conoce porque hace la palabra, lleva las buenas nuevas y su testimonio cuenta del Cristo que vive y gobierna su vida. Deseo de todo corazón que se les revele el detalle glorioso, que sólo a nosotros se nos dio ese privilegio de ser "HIJOS AMADOS" por nuestra propia voluntad, por eso Dios se goza y tiene complacencia cuando llevamos las buenas nuevas, cuando un hijo se devuelve de sus malos caminos y lleva a un perdido a los pies del Señor; no a todo ser creado se le dio ese privilegio, esa potestad, entonces no perdamos tiempo y seamos hijos “HACEDORES”, para que superemos la excelencia de los ángeles. 1 Pedro 1:12-14 “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”; Hebreos 1:3-4 “El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas. Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de ellos”. Amén.


viernes, 12 de junio de 2020

EL PARACAÍDAS QUE SALVÓ MI VIDA

Me gusta leer en la Web, artículos de la vida real que me dejen una enseñanza significativa y profunda del Señor basada en la experiencia de otros; es imposible darme cuenta de mis errores si mis pensamientos no son trastocados por el Espíritu Santo. Me encontré, con un escrito de Retamales, L. (2020), narrando la historia de un joven oficial, Piloto de un bombardero estadounidense que combatió en la guerra de Vietnam, llamado Charles Plumb; que después de haber cumplido muchas misiones exitosamente, su avión fue derribado por un misil. Es impresionante ver como Plumb reconoció, según la narración, que fue un piloto arrogante, pues, él creía que era el piloto que comandaba su vida, se sentía un ser superior por su condición de guerrero y combatiente con lauros obtenidos en el fragor de la batalla; sin embargo su peor derrota, fue las incontables veces que nunca dio los buenos días a la tripulación del portaviones, mucho menos a los humildes marineros que pasaba por su lado, porque consideraban que no estaban a su nivel.

Volviendo a la contingencia aérea, el Capitán se tuvo que lanzar en paracaídas ante el desplome de la aeronave, siendo capturado y puesto preso por seis años en una prisión norvietnamita. Al regresar a su país, se convirtió en conferencista relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión. Sin embargo, la mayor lección de vida, la recibió un día que estaba en un restaurante, no dice donde, y un hombre lo saludó: "Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo derribaron, ¿verdad?”; Plumb asombrado le preguntó “Y usted, ¿cómo sabe eso?”; “Porque yo empacaba su paracaídas, parece que le funcionó bien, ¿verdad?”; Pues era evidente, habían pasado más 40 años de ese suceso, y se lo agradeció; pensó en ese momento, cuántas horas dedicó este noble marinero, sumergido en las frías paredes o mamparos del portentoso portaviones, enrollando cuidadosamente los hilos de seda de cada paracaídas, sin estimar que con su trabajo podría salvar la vida de alguien que no conocía. Plumb no durmió esa noche, meditando ¿Cuántas veces vio en el barco a ese hombre y nunca lo saludó, ya que él era altivo y esa persona era un humilde marinero?

El Señor utiliza diferentes métodos para manifestar su misericordia y glorificarse; desconozco si el veterano piloto conoció de Cristo, pero lo que si se dejó claro que nunca pensó que ese sencillo marinero había sido como un ángel que Dios puso en su camino para que el pudiera vivir y dar su testimonio a los hombres, allí es donde vemos el amor y la misericordia del Padre, para con todos, porque aún las piedras hablaran de su gloria.

Así pasa en nuestra vida espiritual, todos tuvimos a alguien que oró y trabajó inicialmente por nosotros cuando nuestra soberbia, altivez o pecado nos tenían enceguecido, si hoy usted está en los caminos del Señor, fue por la acción intercesora de nuestro Señor Jesucristo primeramente, porque Él fue a la cruz por nosotros a pagar por nuestras transgresiones, y también por haber colocado ángeles en el camino que trabajaron como nobles obreros con el objetivo de salvar su vida. 

Nosotros podemos necesitar un paracaídas a cada minuto de nuestra existencia: uno físico, uno emocional, uno mental y uno espiritual, pero nunca debe faltar el paracaídas de emergencia, y principal, Cristo. A veces, en los desafíos y las pruebas que se nos presentan a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante, la presencia, la palabra y el amor que Dios nos ha tenido desde el principio; hay quienes viven divagando en su necedad y duda, prefieren quedarse paralizados dentro del avión en llamas y no actuar, rumbo a la destrucción o muerte, o tal vez lanzarse sin paracaídas por el desespero de no saber qué hacer. Es hora que nos entrenemos y estemos preparados para el día malo, que tengamos puesto a cada instante el paracaídas para dar el salto de fe cuando Dios nos mande.

Necesitamos ser agradecidos a cada instante por “todo”, por lo bueno y por lo malo, eso demuestra la humildad que podemos tener ante el Señor. Debemos dar Gracias porque Cristo es el paracaídas empacado y el Espíritu Santo nuestro entrenador; y no nos olvidemos de los siervos que trabajan en las iglesias orando, pastoreando, discipulado, alabando, adorando, ayunando, predicando, intercediendo, etc., por nosotros, son ellos los que empacan nuestro paracaídas cuando estamos débiles, son ellos los que nos han sostenido en oración, empacando nuestro morral con clamor y ruego al Señor, hasta que aprendamos a empacarlo nosotros mismos y a su vez nosotros empacar el morral de otros, como un día lo hicieron por usted y por mí.

Siempre recuerdo con mucho amor y cariño a las personas que empacaron el paracaídas de mi esposa y el mío, en nuestro comienzo en la vida cristiana y aún lo siguen haciendo, eran y son líderes llenos de defectos, pero tienen un corazón dispuesto para el Señor, por eso bendigo a Dios, porque sin ellos, sin sus consejos, sin sus enseñanzas llevándonos a los pies del Señor no hubiésemos sido los obreros que hoy somos, dedicados a la obra, no hubiese tenido el paracaídas bien empacado para dar el salto de fe al vacío; a lo mejor por mi antigua manera de vivir, el paracaídas, no hubiese abierto correctamente; Dios les guarde y bendiga siempre mis amados hermanos, que el Señor les cuide y guarde en sus caminos, no se aparten ni a la derecha ni a la izquierda, y que se encuentren siempre con su luz.

El Señor, siempre nos ha llamado a empacar nuestro paracaídas y tenerlo listo, debemos velar por nuestra vida espiritual, aferrarnos al Espíritu Santo, a nuestro Señor, porque Él es nuestro socorro, nuestro auxilio, quién levanta nuestras cabezas, nos hace entrar en razón, nos convence de justicia, juicio y pecado, nos devuelve de nuestros malos caminos, nos guarda y saca de la prisión más oscura y perversa que nuestra alma nos ha introducido, y luego que nos hayamos fortalecido, permaneceremos firmes para empacar el paracaídas de otro, con nuestra oración intercesora. No olvide que su familia necesita de sus oraciones, la iglesia también, sus vecinos, su comunidad, nuestro país Venezuela lo necesita, y todo el mundo.

Entonces, comencemos primeramente buscando el manual de uso, la palabra, por favor átela a su corazón, aprendamos de la esencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, cuando utilizarla, sobre todo en cada uno de los casos donde exista una contingencia o emergencia; doblemos rodillas como reconocimiento de nuestra debilidad humana, en señal de obediencia y empecemos a acomodar el paracaídas decentemente y en orden; desenredando y extendiendo las líneas de suspensión de fe y líneas de control de nuestra oración, las cuales me sostendrán en todas las áreas de mi vida, plegándolo correctamente; disponiendo la tolva piloto del arrepentimiento, que se activará, cuando el soplo de vida del Cristo pase por la abertura del perdón, quien halará la canopia o campana del Espíritu que me dará la vida eterna; la cual ha sido doblada sublimemente por el Padre y colocada en el contenedor o morral de nuestro corazón, es importante que cuidemos que la canopía no tenga agujeros de tinieblas u oscuridad hechos con las saetas de nuestra impiedad e iniquidad para no contristar al Espíritu Santo; fíjese fuertemente el arnés de la conversión con disciplina en nuestra alma, cuerpo y espíritu para que nos mantengamos dentro los caminos de luz; y por último demos gracias al Señor a cada instante por todo, por la adversidad, por la prueba, por el salto, por la firmeza del paracaídas, por poner nuestros pies en tierra firme, sobre la roca, por todo lo que ha hecho hasta ahora en nuestra vida, y en especial en la vida de quienes empacaron por usted y lo sostuvieron en nuestro desconocimiento, nuestra debilidad y rebeldía, reforzando el paracaídas en el momento de las circunstancias difíciles.

No me queda dudas, que el Señor Jesucristo fue, es y será el paracaídas que salvó mi vida, muchas veces, cuando el enemigo me ha tratado de derribar por estar volando sobre el territorio de la carne, el mundo y el mal producto de mi altivez y autosuficiencia, me ha enseñado a depender más de Él, a dar el paso, el salto de fe; por eso no dejare de alabarle, glorificarle y agradecerle que haya estado allí para salvarme; como no agradecerle al Padre que haya preparado y enviado el paracaídas de su Hijo Jesucristo para mi caída libre en el día malo, como no agradecerle a su Espíritu que me haya entrenado, fortalecido, dado la sabiduría, claridad y discernimiento para saber cuándo saltar, trayendo firmeza a mi espíritu, en valor y temor de Dios.

Nosotros decidimos si vivir por fe o morir a bordo de la nave que se despedaza en el aire, y que piloteamos toda la vida apartada de Dios; dar el salto abandonado la nave en llamas, confiado que el paracaídas me sostendrá, sé que no todos están dispuesto hacerlo, porque no están seguros de tenerlo puesto; hay que creer que el paracaídas nos llevará a tierra firme a vivir una nueva vida; aunque estemos cayendo, tener la confianza de que Dios nos tiene abrazados, esos nos quita el temor y sabemos que Él no nos dejará caer, por eso mi corazón se goza y agradece a cada momento al Señor por tanta misericordia y haberme colocado su paracaídas, te amo Padre de los cielos. Amén