He escuchado frecuentemente en boca de muchas personas,
independientemente de su condición espiritual, llamarse HIJOS DE DIOS, tratando
de conseguir cierta identidad; hay quienes creen y afirman con vehemencia que
todos somos hijos de Dios, piensan que los animales, los árboles, todo lo que
respire es hijo de Dios, confundiendo lo que es ser hijo con creatura. Un hijo
es aquel que es engendrado del Padre y una creatura es todo lo que es creado
por el Señor; para entender esto escudriñemos la palabra, Isaías 45:9-10 “9 ¡Ay
del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! Dirá
el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos? ¡Ay del que
dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?!”, es
evidente que el creador es el hacedor, el artista, el que diseño a todos y el
Padre es que engendró al Hijo; pero sigamos leyendo en 1 Juan 5:18 “Bien
sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; pues el que es
engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca”; queda en evidencia
que para ser hijo de Dios, no debemos pecar, sin embargo, como Dios nos conoce,
en su infinito amor, bondad y misericordia nos concedió un poder, continuemos con
la reveladora lectura en Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”; y Romanos
8:14 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios”; Él nos da la potestad o poder de ser hijos suyos, pero nosotros
decidimos si queremos serlo o no, por eso no todo aquel que se dice “hijo” lo
es, se nos tiene que revelar que “ser hijo es una decisión firme”, en otras
palabras, es la decisión personal de creer y recibirlo como Padre, Dios y Señor,
bajo la condición de dejarse guiar por el Espíritu Santo, lo cual es una
condición sin ecua non, que muchos nos resistimos a cumplir, convirtiéndonos en
HIJOS DE DESOBEDIENCIA.
TODOS SOMOS HIJOS
Ahora bien, partamos del supuesto negado de que ¡Todos somos hijos de
Dios!, si en verdad lo somos, entonces porque hacemos tan poco para
demostrarlo, pero no ante los hombres sino ante Dios; le decía el Señor a los
sacerdotes que se jactaban de ser hijos de Dios en los tiempos de Malaquías
(1:6) lo siguiente: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues,
soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? dice
Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre.
Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?”; cuantas veces hemos dicho
entre los hermanos ¡Dios nos hizo reyes y sacerdotes, porque soy su hijo!, pues
imagínese el día que nos presentemos ante el Señor y Él nos diga: ¡te
llamé mi hijo, ¿Dónde está mi honra?, te llamé rey y sacerdote ¿Dónde está mi temor?!
¡Guao!, trago grueso, que tremendo que yo me vaya a presentar ante el Señor y
no pueda mostrarle la honra que debí darle como Padre con mi testimonio, ni el
temor reverente en obediencia como hijo de Dios, como rey y sacerdote que soy; muchos
dirán ¡Yo si soy hijo! En su soberbia, sin embargo cualquiera que nos ve,
conoce y escucha pudiera llamarnos hipócritas, porque no hacemos lo que profesamos,
ni nos sometemos en quien creemos; sin ánimo de emitir ningún juicio, sincerémonos
ante el Señor, Él nos recompensará por ello, ya que ninguno de nosotros es
totalmente bueno ni completamente justo, a menos que seamos justificados y
aprobados por la justicia del Justo, el cuál pagó con su sangre por nuestras
transgresiones, nuestro Señor Jesucristo.
QUE DICE EL MUNDO
Los estudiosos en la materia,
religioso por demás, han querido mostrar diferentes enfoques, pensamiento o
perspectivas al respecto, inclusive han creado su propio evangelio,
distorsionando la palabra, cada quien dará cuenta. Gálatas 1:6-9 “Estoy
maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia
de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay
algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aún
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que
os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo
repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”.
Pero no se trata de lo que hacen lo demás sino en lo que hago yo, debemos meditar
profundamente con la ayuda del Espíritu Santo, en lo que haría y pensaría el
Señor, acuérdense que Jesús sabiendo quien era Judas, nunca lo desechó, lo amo
tanto que permitió hasta que comiera en su mismo plato hasta el día que lo traicionó,
lea lo que está escrito claramente en la palabra y aprenda a discernir entre
líneas, no necesita fastuosa interpretaciones ni mucho menos manipulación de hombres,
no se deje engañar ni siquiera por su alma; por eso es tan importante que estudiemos
la palabra como un todo y la hagamos palabra viva, busquemos la presencia del
Señor, no nos conformemos con un pedazo, una migaja cuando podemos comer el
manjar completo, no permitamos que muchos falsos profetas puedan manipularlos para
obtener prebendas y beneficios con un fin oscuro; lea y encuentre el temor de
Dios que es el principio de sabiduría, utilicémosla como instrumento para aprendizaje,
enseñanza y edificación en espíritu y verdad, compórtese como un varón, como un
hijo de Dios; para ello, es necesario romper con nuestras actitudes almáticas,
esquemas mentales aprendidos y negarnos a nosotros mismos, a nuestras falsas
creencias y las distorsiones emocionales que me apartan del reino y que dicen
mucho sobre qué tipo de hijo soy.
Empecemos por enfocarnos en
Cristo y sus enseñanzas, que gracias al Señor, para muchos es piedra de
tropiezo y oposición a nuestros pensamientos, ya que hay mucha carne y mundo en
nosotros; 1 Pedro 2:8 “y {Cristo}, {viene hacer} PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE
ESCÁNDALO; pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello
estaban también destinados”; por eso se nos hace tan difícil negarnos o morir,
por la sencilla razón de que no existe una verdadera comunión o koinonía entre
nuestro ser y el Señor, preferimos ser como Judas y no Jesús, no se engañe, nuestra
fe y testimonio hablan por sí mismos, no hay congruencia entre nuestras acciones
y hechos con lo que el Padre manda y dice en la palabra. Efesios 2:1-3 “Y Él
{Cristo} os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de
este mundo {la que está bajo la potestad del Diablo}, conforme al príncipe de
la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia
{es claro que se refiere a nosotros}, entre los cuales también todos nosotros
vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de
la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo
que los demás”; cada quien decide qué tipo de hijo quiere ser: “HIJO DE Dios” o
“HIJO DE Desobediencia.
TESTIMONIO
DE VIDA
Desde chamo siempre trate de construir y
edificar mi vida en base de creencias y valores que mis padres humildemente me
enseñaron y fueron fundamentales para formar mi carácter; la honestidad, la
templanza y el esfuerzo junto con la responsabilidad eran la base de ellos, sin
embargo hoy evaluándome ante Dios, bajo la luz de su Espíritu puedo decir que
fracasé, ya que todo lo que serví, construí y edifique sin la presencia y la
guía del Señor me dejó un sabor amargo en mi boca, ya que el mismo sistema donde
me desarrolle me desecho, cosa que intuía desde el inicio; y digo que ¡fracasé!
porque no pude ser honesto y sincero conmigo mismo, ni con Dios, trate de
esforzarme y vivir una vida que no era la mía, y que producto de la influencia
social que muchas veces nos atrapa y no hayamos como zafarnos, no pude dejarlo
y comenzar de nuevo, aún con mi esposa y mi entorno, siempre luche para complacer
a los demás, amigos, compañeros de trabajo, familia, pero nunca lo hice para
Dios, tanto así que continué por un camino perdición que me seducía y tentaba a
cada momento, y no logré detenerme cuando lo pude haber hecho, hice lo que no
quería hacer, hasta que abrí los ojos y me di cuenta que no lo era lo mío desde
el punto de vista espiritual; Pablo decía en Romanos 7:19-25 “Porque no hago el
bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no
quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo
hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre
interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que
se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado
que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte?”.
Esto es una gran verdad, que en principio fue
así y lo viví en carne propia, fui un vil pecador que me hizo miserable, tanto que
me aparté y traté de hacer daño a lo que más amaba, mi familia y perder todo lo
que había logrado hasta ese momento, pero gracias al Dios, doblegó mi alma y no
permitió que mi orgullo me dominará, hizo que me humillara en su presencia, entonces
decidí arrepentirme, clamar por su perdón y misericordia, llenarme de valentía
e ir ante mi familia a abrir mi corazón, decirles que había fracasado y que
necesitaba cambiar; años después de pasar la primera de una serie de duras
pruebas, conocí del Señor, y entendí que todo tenía un propósito, y nada de eso
fue en vano, era el camino que Dios había permitido que yo viviera para poder
doblar mi cerviz, quebrantar mi orgullo y encontrarme con Jesucristo; estaba
destinado a ser un hijo que Dios para servirle, honrarle y alabarle de corazón,
siendo transformado para glorificar al Padre, y para honrar a mis padres,
esposa e hijos de manera diferente, esforzándome en santidad. Así que tomé la
decisión de mantenerme fiel en el matrimonio, fiel a Dios, hasta el día de hoy
luego de más de 11 años, me he mantenido firme, he tratado de ser prudente con
mi boca, tratando de edificar y buscar al perdido, callando muchas veces y
aceptando opiniones delirantes de ciertos hermanos y personas solo por amor, y
evitar la recurrencia del pecado, creciendo espiritualmente en un ciclo virtuoso
con la guía del Espíritu Santo, apartando toda tinieblas, vicio y pecado,
dejando de participar con cierto o determinado grupo social, el cual no
ayudaban para mi vida espiritual, porque me alejaban de Dios; este es momento crucial,
decidir si seguir con la sin vergüenzura adaptándose a las circunstancias y adecuándose
al sistema de valores corrupto del mundo, o seguir el camino estrecho de la
conversión, para glorificar al Padre; pregúntese si ya usted llegó a esa
encrucijada y tome su decisión, porque todo lo que hagamos o dejemos de hacer
por eso daremos cuentas. En lo particular, no crean que fue fácil tomar la
decisión, aun cuando recibí a Cristo, mantuve ciertas conductas aberrantes por
un tiempo, que después entendí que solo con ayuda del Espíritu Santo podía
desechar, desprenderme de ellas y limpiarme, aprendiendo a amar, como un hijo
de Dios, a quien me había despreciado, odiado y atravesado con el puñal de la
envidia, interés e hipocresía, pero eso solo se puede entender en el Espíritu,
porque en la carne esto es locura y difícil de comprender.
NO PIERDAN LA OPORTUNIDAD, ¡ESFUÉRCENSE!
He entendido en estos últimos
años de mi vida que lo que me mantuvo y mantiene en pie es la misericordia del
Señor, quien fue el que me convenció de abandonar ciertas conductas que me
hacían sucumbir ante las tentaciones, y puedo decirlo con conocimiento de causa,
porque he visto correr tanta agua en el río por debajo del puente, que nadie,
absolutamente nadie está exento de caer, mucho más si no hay presencia, si decimos
que somos hijos de Dios, aparentando mucha piedad y hacemos cosas buenas, pero
no nos sujetamos ni sometemos al señorío
del Espíritu Santo a quien engañamos; Él nos fue dejado para enseñarnos, redargüirnos y
guiarnos en este mundo lleno de aflicción y pecado, el cual sólo venceremos con
Cristo.
Observar cómo se pierden o
dispersan hermanos con tremendo potencial para convertirse en unos hijos de
Dios maravillosos me da mucho dolor, quizás fueran líderes de líderes dentro de
la Iglesia del Señor si dispusiesen su corazones, varones santos de buen
testimonio, agentes transformadores utilizados por Dios para cambiar el mundo,
pero han preferido perder el tiempo, ocupándose en las distracciones del mundo,
de su carne, dejándose atrapar en los lazos del mal por dejar puertas de
impiedad abiertas, anulándose a sí mismos por falta de fe, compromiso y
obediencia; no se deciden a asumir una vida llena de santidad y permanencia de
Dios que los catapulte a un nuevo nivel espiritual, creciendo poco a poco hasta
llegar a la estatura del varón perfecto, sino que prefieren la rebeldía, las
bravuconadas, el festejo del pecado, extasiándose con la maldad que nace de sus
corazones, quizás por un espíritu corrompido asociado con su alma, el cual los
lleva por caminos de oscuridad y tinieblas.
Es impresionante la cantidad de
creyentes que quieren formulas exprés, es decir, soluciones fáciles y rápidas
para resolver su vida y problemas espirituales, pero no quieren compromiso. A
esta se le puede llamar la generación virtual, porque creen en Dios pero viven
en un mundo donde el celular, las redes sociales, el ciberespacio, los negocios
en línea, etc., los tiene apartados, queriendo cambiar las cosas, aparentando
con imágenes bonitas montadas en sus estados, fotos mostrando “dulzura,
felicidad o espiritualidad”, una realidad virtual que la administra su pulgar o
los dedos en movimiento, siendo una realidad falsa o apócrifa por demás. Mis
hermanos, de las apariencias no se puede vivir, si quieren convertirse en hijos
de honra, en HIJOS DEL ALTÍSIMO, amados y exaltados por el Padre, pues hagan lo
que Cristo nos enseñó y no se nieguen a pagar el precio.
La vida sin Cristo es una ruleta
rusa, que nos llevará al mismo destino, a la muerte espiritual, las ovejas pérdidas
o los cabritos rebeldes se los come el lobo; no basta volver, servir, orar,
congregarse, huir del pecado una vez ni dos veces, es necesario permanecer en
su presencia, firmes y confiados, perseverantes en la santidad de su Espíritu,
y para eso no es necesario tener muchos años en el evangelio, ni asistir todos
los días a la iglesia, ni llevar ningún ministerio, sino estar dispuesto a
creer y entregar realmente su vida al Señor, para que el disponga, transforme y
convierta en el hijo que Él quiera, de acuerdo a su voluntad; aquel que es
obediente, lo adore y alabe con un corazón contrito y humillado, siendo está la
hazaña o el hecho más agradable y glorioso que se le puede presentar al Señor y
que solo los llamados, los elegidos para sus propósitos eternos, los de buen
corazón, varones de Dios harán para exaltar su nombre.
REFLEXIÓN
Nadie se hará hijo de Dios solo
de palabra, por saber o escuchar palabra, Jesús le aclaró a una multitud que lo escuchaba que los hijos son los que hacen la voluntad del Padre, Mateo
12:47-50 “Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te
quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre,
y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He
aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi
Padre que los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”; por eso es tan
imprescindible la presencia del Espíritu Santo, ya que el hijo de Dios se
conoce porque hace la palabra, lleva las buenas nuevas y su testimonio cuenta
del Cristo que vive y gobierna su vida. Deseo de todo corazón que se les revele
el detalle glorioso, que sólo a nosotros se nos dio ese privilegio de ser
"HIJOS AMADOS" por nuestra propia voluntad, por eso Dios se goza y tiene
complacencia cuando llevamos las buenas nuevas, cuando un hijo se devuelve de
sus malos caminos y lleva a un perdido a los pies del Señor; no a todo ser
creado se le dio ese privilegio, esa potestad, entonces no perdamos tiempo y
seamos hijos “HACEDORES”, para que superemos la excelencia de los ángeles. 1
Pedro 1:12-14 “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros,
administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han
predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las
cuales anhelan mirar los ángeles. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro
entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”;
Hebreos 1:3-4 “El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de
lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa.
Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha
de la Majestad en las alturas. Así llegó a ser superior a los ángeles en la
misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de
ellos”. Amén.