En estos días una hermana de la
iglesia, a quien amo y respeto mucho, me envió un audio por Whatsapp, que me
quebrantó tremendamente, un mensaje lleno de sincero arrepentimiento, dolor y agradecimiento
al Padre; sólo en apreciar el amor, la misericordia y la gracia que ha tenido
el Señor con nosotros y ver como actúa Dios en las vidas de otras personas
utilizando nuestras habilidades y dones para edificarles y ayudarlos a
reencontrarse con Cristo, no tiene precio; no creamos que porque usted y yo tenemos
muchos años en la vida cristiana, nos las sabemos todas más una, eso es soberbia.
El hecho más relevante de todo lo que he mencionado, está en la actitud y
humildad de mi hermana para testificar y reconocer que se había apartado de
Dios, que a muchos nos ocurre cuando nos afanamos con las cosas del mundo, por
eso reconocer su pecado delante de Dios y los hombres es de valientes, y es por
ello que nunca dejaré de glorificar al Padre.
Este testimonio me llevó a activarme, me dedique a conversar y a sondear un poco sobre mi conducta y la de algunos “fieles” hermanos, orando y leyendo la palabra, y me llamó mucho la atención que la mayoría de nosotros, en estos tiempos de pandemia de COVID19, nos encontramos en un estado de estanquidad espiritual bárbara, con una actitud apatía e indiferencia, siendo muy decepcionante, desesperanzador para nuestra emociones (alma), y que pudiera enfriar a más de uno en las cosas del Señor, empezando por nuestra fe; entonces sentí la necesidad de buscar más de la presencia del Señor y escribir, para edificar sobre el crecimiento espiritual, por lo que decidí, bajo la dirección y ayuda del Espíritu Santo, exhortar, en amor, a las ovejas que andan como si no tuvieran pastor, aun teniendo uno, con actitudes que no agradan al Padre, por eso no perdí el tiempo, puse mi mirada en Cristo y emprendí la misión, acordándome que Él es un Dios bueno, amoroso y misericordioso, que me ha guardado y protegido siempre, y ha estado conmigo y con usted desde el principio de los tiempos, por donde quiera que hemos ido.
Hay veces que nuestro espíritu y nuestra
alma necesitan ser quebrantados, ya sea por altivez o por falta de presencia de
Dios, con una única finalidad retomar las sendas de justicia y luz; Jueces 2:18
“… porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que
los oprimían y afligían”; sin embargo, debe haber primero un reconocimiento de
nuestra condición de pecado y un arrepentimiento genuino; la palabra dice en el
Salmo 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón
contrito y humillado {el cual} no despreciarás tú, oh Dios”; observemos, por
ejemplo, lo que le paso al hijo pródigo (escudriñemos la palabra en Lucas
15:11-32): luego de haber vivido bajo la protección y el cuido de su padre,
decidió apartarse pensando en su autosuficiencia, seguridad y fuerza, quizás
dijo: ¡Todo estará bien, no necesito del viejo!, creía que estaba preparado
para enfrentar al mundo, a sabiendas que en la casa de su padre no le faltaba
nada, la palabra dice en el Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En
vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano
vela la guardia”; pues, así somos nosotros, los que queremos realizar
proyectos, levantar y edificar nuestras vidas y la de otros, empezando por la
de nuestros hijos, y vivir alegres y felices por siempre, pero alejados del
Padre, sin la ayuda de Dios, pues, déjeme decirles que estamos trabajando en
vano, a veces somos capaces de cambiar lo glorioso y excelso del Padre, por las
migajas del mundo y nuestra carne, solo por ir a gastar en nuestros deleites y
complacer los caprichos de nuestra alma; diría David ¡Hasta cuando, Señor!
Hasta cuando estaremos con estas actitudes que no te agradan.
Entonces este hijo, volviendo al hijo
pródigo, lo perdió todo, la presencia del padre, su familia, las riquezas de su
herencia, su dignidad, el pan que le alimentaba, hasta deseó comer las
algarrobas, el alimento de los cerdos, que duramente hablando, es la comida con
que los inmundos llenan su vientre buscando justicia y paz y que nunca
consiguen, y con la que nosotros contaminamos nuestra vida espiritual; ¡Cuidado,
póngale el ojo!, si leemos con detenimiento la parábola completa pudiéramos
discernir que ni a eso tenía derecho, no pudo obtener ese tipo de alimento,
cuando mucho, oler y procesar el estiércol que desechaban los inmundos animales,
¡Fuerte, verdad!. De la misma manera, nosotros por no escuchar al Señor, por ser
desobedientes y rebeldes, producto de nuestra necia actitud, altivez, soberbia,
autosuficiencia, etc., emprendemos miles de cosas sin la ayuda, consejo y
aprobación del Padre, oliendo y procesando el estiércol del mundo y nuestra
carne; nos aventuramos a hacer y emprender sin la presencia del Espíritu Santo,
apartados en la mayoría de las veces de Cristo, contaminando nuestros espíritus
de la corrupción de la carne y perdiéndonos en caminos de oscuridad y tinieblas;
es triste ver como muchos hijos de Dios, tratamos de justificar y dar razones a
nuestras acciones insensatas, con cosas que no tienen sentido, ni han tenido
valides para el Señor, y eso viene desde el principio de los tiempos; Él conoce
nuestros corazones. Por eso es necesario, que nos humillemos y quebrantemos sinceramente
de corazón ante el Padre, para que vengan los tiempos de refrigerio, la sanidad
y la bendición que realmente enriquece nuestra alma y espíritu, de no hacerlo
nos exponemos a desear comer cualquier cosa inmunda que no viene de Dios, por
eso lea la palabra, no crea ni siquiera lo que escribo, pregúntele al Espíritu
Santo, si lo que está recibiendo viene del Señor y Él le responderá.
Cuántas veces hemos dicho que:
“Yo tengo la capacidad, para eso estudie”, “Tengo el dinero suficiente y lo
haré”, “Tengo un socio buenísimo, amigo mío”, “Lo hice, porque tengo que
mantener a mi familia”, “Nadie es más fuerte que yo en esa área”, entre otras tantas
razones, quebrantar nuestra alma significa humillarnos ante el que todo lo puede,
es un error pensar que nuestros dones, habilidades e inteligencia nos sostendrán,
recordemos que son atributos dados por Dios y concedidos por pura gracia, los
cuales pueden ser quitados o disminuidos por Él según su voluntad, o peor aún
minados y destruidos por nuestros pecados; asimismo el dinero, la palabra dice
en Lucas 12:20-21 “…Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y
lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es
rico para con Dios”, los socios no nos salvan de la destrucción porque ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?; escudarse
en la responsabilidad de mantener a su familia no puede ser una excusa para
alejarse de Dios ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?, también creer que
nuestra fuerza nunca se va acabar es soberbia y autoengaño.
Igualmente pasa con los hijos de
Dios dentro de la iglesia de Cristo, especialmente cuando somos exhortados,
siempre hay una excusa en nuestra boca porque no somos capaces de postrarnos,
humillarnos ante el Señor y quebrantarnos en su presencia; entonces respondemos,
por ejemplo: “He tenido mucho trabajo y no me da tiempo de ir a la iglesia”, “Es
que mi esposo o mi esposa no han querido acompañarme”, “Las actividades de
mismos hijos, son los domingos y usted sabe tengo que atenderlas”, “Es que no
me gusta “X” o determinado pastor o hermano”, “Esa palabra es dura, eso no es
para mí, es para quien la predica”, “Es que cuando el hermano alaba, no me
puedo concentrar, me cae mal”, “Reconozco que me he apartado, pero, yo he orado
mucho”, “Si, sé que debo perdonar, pero ahorita no, estoy muy dolido”, “Muy bien,
estoy bien, gracias al Señor, no se preocupe la semana que viene voy a la
iglesia con seguridad”, etc., justificaciones tras justificaciones, razones
tras razones, que de nada valen, cualquier persona puede discernir que están en
rebeldía, pecado o mentira, sin ser muy espiritual ni entrar en juicio; no nos
olvidemos que Dios no puede ser burlado, el conoce que hay en nuestros
corazones, así que no nos desgastemos, es preferible reservarnos nuestras
razones, ya que todo será expuesto tarde o temprano y tendremos que dar cuentas
a Dios, no a los hombres y llegará un quebrantamiento con dolor y sufrimiento, a menos que haya
arrepentimiento y conversión genuina de cada uno de nosotros porque la
salvación es individual. Mientras tanto, y hasta que Dios lo permita, aquellas personas
que tienen responsabilidad de guardar por la vida espiritual de las ovejas ante
Él solo les queda orar sin cesar, visitar y discipular, pedir la intervención
divina del Espíritu Santo, que es quien convence de justicia, juicio y pecado, clamar
por la misericordia y perdón de sus pecados.
Si no volvemos en sí, retornando
al Señor nada podemos hacer, dice la palabra; es importante recordar que el
sincero arrepentimiento y el reconocimiento de que necesitamos al Señor “EN
TODO” es el paso iniciar para volver donde el Padre, el hijo pródigo en su
desespero se acordó de su padre y todo lo que cambió por seguir su insensatez, devolviéndose
de sus malos caminos, por eso no tenga temor, cuan hijo prodigo, reconozca, vaya
y pida perdón, si tiene que resarcir el daño que hizo, hágalo, si tiene que
recibir disciplina y el castigo asúmalo, Dios al que ama disciplina y castiga;
esfuércese, sea valiente, devuélvase de sus malos o “buenos” caminos apartados
de Él, humíllese ante el Señor, búsquelo con ese corazón quebrantado, ore y
conviértase, porque Dios escucha al contristo de corazón, Él es fiel y justo
para perdonar y nunca nos ha abandonado; estemos seguro que Él nos recogerá con
júbilo y sanará de toda enfermedad de espíritu corrompido y romperá las cadenas
que lo tiene atado al socio perverso y descarriado de nuestra alma, Lucas
15:17-18 “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre
tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi
padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”; 2 Crónicas
7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren,
y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Mateo 16:26
“¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar
a cambio de la vida?”.
Uno es el quebrantamiento que
viene por la ira de Dios y otro el quebrantamiento glorioso del Señor, los
cuales no son manifestaciones temporáneas sino que tienen trascendencia y repercusiones
para la eternidad; el primero trae dolor y castigo eterno y el segundo conversión,
libertad y sanidad para mi vida, que me llevan hacer obras dignas de
arrepentimiento, es decir, cambios radicales de santidad, transformación en mi
conducta, carácter, temperamento y en la forma de cómo me relaciono con el
Señor, Salmo 95:6 “Venid, adoremos y
postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”; es necesario
que demos testimonio de que Cristo vive en nosotros, renunciemos al viejo
hombre, a la antigua manera de vivir, quien no lo haga no tiene al Espíritu
Santo, es un religioso, un manipulador de la palabra, un hijo rebelde de la
cual abundan por montones, y que no saben si les dará tiempo a arrepentirse,
porque sus arrebatos emocionales los llevaran a la perdición y al
quebrantamiento doloroso que tendrán que soportar por siempre; por eso déjese
tomar por el Espíritu Santo, estamos a tiempo, sujétese a su voluntad, sométase
a la palabra del Señor, para que se le revele que es el arrepentimiento
genuino, el quebrantamiento del alma y el abatimiento del espíritu para
glorificar al Padre. Proverbios 18:12 “Antes del quebrantamiento se eleva el
corazón del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento”; Jeremías 10:19 “¡Ay
de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente
enfermedad mía es esta, y debo sufrirla”.
Todos seremos quebrantados de una
u otra forma, unos para glorificar el nombre del Padre, otros para pagar por
sus pecados y transgresiones, nosotros decidimos cuál; quien decida elegir el
quebrantamiento por andar en sus malos caminos, de soberbia y la altivez de
espíritu, prepárese porque traerá muerte y destrucción, ya que ese es el pago
por su pecado. Isaías 59:7 “Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar
la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y
quebrantamiento hay en sus caminos”; Isaías 47:11 “Vendrá, pues, sobre ti mal,
cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás
remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti”; Por el
contrario, quien busque la misericordia de Dios, de su gracia y amor,
humillándose ante su presencia y sometiéndose a su voluntad, este no pierde
nada sino que gana mucho más de lo que se imagina, porque Dios mira nuestros
corazones y se agrada del sincero arrepentimiento. Salmo 5:4-7 “Porque tú no
eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los
insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen
iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y
engañador abominará Jehová. Más yo por la abundancia de tu misericordia entraré
en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor”.
La invitación es a tener temor de
Dios, quebrántese delante del Señor y manténgase firme, espere pacientemente su
acción poderosa, esfuércese por mantener encendida la llama del Espíritu Santo
en su corazón sin contristarlo, vele y este alerta porque el enemigo es muy
astuto y donde ve un portillo, una hendija por dónde colarse, lo hará; sin
embargo los que permanecen en el Señor no serán tocados, promesa que debemos
creer, palabra de la que debemos apropiarnos. ¡Bendito sea el Señor!; Jeremías
17:7-8 “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque
será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará
sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y
en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”. Amén