Hebreos 13:7 “Acordaos de vuestros pastores,
que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el
resultado de su conducta, e imitad su fe”.
El hombre es un ser de costumbres y hábitos; y aprende a imitar ciertos patrones de conducta rápidamente, sobre todo cuando siente motivación de hacerlo. Según la RAE imitar es copiar (duplicar, piratear), reproducir (heredar un legado), emular (mejorar, codiciar), repetir (practicar, renovar), plagiar (robar, ambicionar), falsificar (apostasía, adulterar, corromper, desnaturalizar).
En tiempos antiguos vivió un profeta llamado Elías,
el cuál marco con su vida y testimonio a su discípulo llamado Eliseo, tanto así
que en su corazón albergaba el deseo de imitar, reproducir todo lo que su predecesor hacía,
porque lo consideraba un hombre santo, usado por Dios con mucho poder: 2 Reyes
2:4 “Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha
enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
Vinieron, pues, a Jericó”. Cuando llegó el tiempo de partir Elías a la
presencia del Señor, este le dijo a Eliseo: 2 Reyes 2:9 “Pide lo que quieras
que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti”, quien respondió: “Te ruego
que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí”; él podía percibir en
espíritu que todo lo que Elías hizo era gracias al poder del Espíritu Santo,
que vivía dentro de él, por lo tanto deseaba emularlo para glorificar a Dios.
Por otro lado, el caso más antiguo que se referencia en la biblia de querer hacer una imitación chimba, fue la de Eva, que quiso imitar a Dios, pero siendo desobediente, ambicionando, codiciando su autoridad, sabiduría y poder, cayendo en pecado; no obstante, Adán no se quedó atrás, sino que imitó la conducta de Eva inmediatamente, aunque pudo decir que no, y lo demás es historia: Génesis 3:4-6 “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.
Así mismo, existen hábitos, como los alimenticios que han
sido imitados con propósitos desconocidos, estos nada tienen que ver con el tipo de comida, la nacionalidad
o el lugar, sino con el horario, el cómo comen y qué cantidad, los que pueden afectar
física, mental, emocional y espiritualmente a una persona de manera
considerable; inclusive nos llevan a desequilibrarnos porque después sus consecuencias generan obesidad, presión alta, baja autoestima, etc. También puede ocurrir que afanados
con el trabajo, la situación o una enfermedad que se tenga el
hábito de dejar de comer o producir afecciones psicológicas, que dañan aún más el organismo. Mateo 6:31-32 “No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque
los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas estas cosas”.
Asimismo, existen costumbres culturales que
imitamos, por ejemplo los bailes, la religión, las ideologías políticas, etc., así como, la forma de
vestirnos, de saludar o de amar, entre otras tantas cosas, que nos conectan e
identifican como personas o con un grupo social en específico, que se convierten en una
fuerza porque determinan una forma de pensar, actuar y creer. Para ejemplo
tomemos un botón, hay quienes tienen el hábito de mal hablar del prójimo, de
quejarse por todo, de hacer lo contrario a lo que le dicen, de contar sus
intimidades, etc. haciéndolo costumbre pero esto no edifica en nada su vida, justificando su conducta diciendo que “yo
soy así”, “El que me quiera me acepta como soy”, “Yo soy sincero” y “No tengo
nada que ocultar”, olvidándose de la prudencia y el decoro; actitudes que se
aprendieron o asumieron por imitación.
Por eso el grado de influencia que un padre, un líder, un pastor o un hijo de Dios pueda tener sobre su hijo, amigo o persona puede marcarlos para siempre, la mayoría de las veces, depende de su testimonio si son piedra de tropiezo o no, por ende es necesario cuidar nuestro testimonio, ya que la imitación es la clave para el futuro desarrollo espiritual de un hijo de Dios o de una persona que esté en el mundo, Mateo 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. Pregúntese:
¿Qué testimonio estoy dando a mis hijos, hermanos, familia, amigos, vecinos, discípulos, etc.?
Es bueno, es malo, es regular.
¿A quién estamos imitando?
¡Sincérese! Es tiempo
de abrir su corazón.
FACTORES QUE INFLUYEN
PARA IMITAR A CRISTO
El nivel de imitación va a depender de factores internos y externos; entre los internos se encuentran los espirituales, psicológicos, emocionales o físicos, y los externos, el entorno, la palabra que recibe, el testimonio que den los hijos de Dios, etc. Todos son determinantes para estimular, disponer y predisponer a tomar una decisión definitiva; de si “lo tomo o lo dejo”, lo “imito o desecho” porque dependiendo de lo que haya en nuestros corazones se definirá lo que somos o no somos en Cristo. Otra vez, pregúntese en lo más profundo:
¿Qué hay en su corazón en estos momentos?
¿A qué le está dedicando mayor cantidad de tiempo?
¿Sigue fielmente las enseñanzas de Cristo?
Existen hábitos y costumbres adquiridos que por
imitación nos alejan de Dios, así que es primordial que no deje de congregarse,
asista o incorpórese a capacitación, dejarse discipular, pida cita hoy mismo y
deje de estar procrastinando, ore y busque presencia de Dios, aprenda a humillarse
ante el Señor y clame genuinamente, para crecer en espíritu y verdad. Hebreos
10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las
buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
IMITAR ES HACER LA
VOLUNTAD DEL PADRE
Nosotros como padres para hacernos obedecer y romper
con los malos patrones de nuestros hijos, adquiridos en las redes sociales, en
la escuela, en la calle, en los deportes, etc., recurrimos a diversas formas de
actual tales como: la disciplina, el regaño, el castigo, trabajo extra, retirada
temporal de afecto, mediante la consejería, entre otras formas para corregirlos
y enrumbarlos, sin embargo, no damos el ejemplo, como nos cuesta cumplir la
voluntad del Padre, hacer lo que nos ha dicho en su palabra; es por ello que hacernos
obedecer a juro no es garantía de que nuestros hijos vayan a cambiar; necesita temor,
revelación, sabiduría, disposición y entendimiento. Lucas 6:46 “¿Por qué me
llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”; Salmo 111:10 “El principio
de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que
practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre”.
Por otro lado, ¿Qué pasa cuando ya somos
adultos y nuestro carácter espiritual esta deformado?, nada podemos hacer por
el pecado, pues, quien convence de pecado, juicio y justicia es el Espíritu
Santo; cualquier cosa que hagamos para que imitar a Cristo en la carne es
trabajo en vano, por eso haga la oración de fe con sinceridad y sométase al
Señor, déjese utilizar como instrumento santo, dando buen testimonio, para que
las naciones reciban a Jesucristo y se sometan a Él. Filipenses 4:9 “Lo que
aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de
paz estará con vosotros”; Juan 16:7-8 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene
que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más
si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio”.
IMITAR NO ES
RELIGIOSIDAD
Hay quienes piensan que porque son de una
tendencia doctrinaria, escuchan la palabra, tiene la “cobertura” de un apóstol,
dan grandes ofrendas o diezman fielmente, sirven en la iglesia, se encuentran
en una iglesia donde se congregan miles de personas, hacen milagros, etc.,
tienen la luz del Señor con ellos, pues, déjeme decirles que eso también lo
hacen los religiosos, y muchos hijos de Dios hallamos tropiezo en la palabra,
porque no existe integridad para seguir a Cristo, entre más humilde de corazón es
el creyente más fiel y obediente es al Señor. Salmo 16:3 “Para los santos que
están en la tierra, Y para los íntegros, es toda mi complacencia”; Lucas 3:8
“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro
de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede
levantar hijos a Abraham aun de estas piedras”; Mateo 11:4-6 “Respondiendo
Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos
son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es
el que no halle tropiezo en mí”.
REFLEXIÓN
Si nuestro Señor nos creó a su imagen y
Semejanza para parecernos a Él, es hora de imitar a Jesucristo, seamos
semejantes en amor, obediencia y santidad, sin apariencias ni hipocresía para
recibir de su gloria, no olvidemos que los tiempos se achican, está pronto su
venida y se acaba el tiempo de gracia. Génesis 1:26-28a “Entonces dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en
los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la
tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre
a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo
Dios,…”; Colosenses 3:23-24 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como
para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la
recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
Alabemos al Señor porque somos su creación
perfecta, y Él no se ha equivocado. Hagamos honor a su nombre con nuestro
testimonio, recibamos su bendición y pongamos en práctica sus enseñanzas. Salmo
139:13-14 “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te
alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo
sé muy bien!”; Efesios 2:10 “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las
pongamos en práctica”.