Todos
los niños son especiales, por lo menos, eso pensamos cuando los vemos corretear
alegremente por la casa, comerse un helado bañándose de chocolate desde el
cabello hasta la punta de los pies, o cuando preguntan cosas de manera precoz,
que hacen sacar de nuestras entrañas la más profunda carcajada por cualquier brillante
ocurrencia, festejándole, sin querer, la inocente apreciación de la vida; y
digo “sin querer”, porque hay que aprender a celebrar y a corregir, para que lo
malo no parezca bueno y lo bueno malo.
Ahora
bien, qué pasa cuando los niños tienen necesidades especiales, requieren de atención,
ayuda, sanidad, medicina, terapia, aprendizaje, cosas que otros niños no suelen
necesitar o que solo necesitan de vez en cuando. Cómo todo ser humano, esos
niños son muy inteligentes y son capaces de aprender, percibir y absorber todo
lo que está en su entorno, pero la mayoría de las veces, crecen aislados y
acomplejados gracias a los padres, porque la vergüenza social es mayor a su
sensibilidad y discernimiento, aunado al desconocimiento, ya que no están
preparados para enfrentar y sobrellevar esa gloriosa realidad; entonces estos
castran, amoldan y no permiten desarrollar en estos niños todas sus potencialidades,
dadas por Dios, las cuales se manifestarán cuando el Señor disponga. Mateo
19:14 “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis,
porque de los tales es el reino de los cielos”; Juan 9:3 “Respondió Jesús: No
es que haya pecado éste, ni sus padres; sino para que las obras de Dios se
manifestasen en él”.
Así
como hay personas discapacitadas que necesitan una silla de ruedas o aparatos
ortopédicos para desplazarse, otros ciegos, sordos, con síndrome de Down,
autismo, etc., teniendo necesidades especiales, espiritualmente hablando,
existen HIJOS ESPECIALES que necesitan ser atendidos por el Espíritu Santo,
pero muchas veces estamos tan distraídos, aislados, avergonzados, castrados o
amoldados a patrones extraños y trampas colocadas por un alma corrompida, un
mundo distractor y absorbente que me hacen sucumbir antes los múltiples lazos o
tentaciones del mal, ya sea por falta de fe, conocimiento o temor de Dios, así como, revelación de la palabra o conversión genuina, que en síntesis, no permiten que
el Padre actúe sobre mí con mayor poder y gloria. Mateo 18:1-5 “En aquel tiempo
los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de
los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De
cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es
el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un
niño como este, a mí me recibe”; Malaquías 3:17 “Y serán para mí especial
tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos,…”.
LOS SIGNOS
Y SÍNTOMAS DE UN HIJO ESPECIAL.
1.
Posee
hipotonía espiritual marcada (falta de fuerza en el espíritu), por falta
oración, temor, ayuno, firmeza, conversión, servicio, se comporta como un
simple religioso.
2. Es sensible a la rebeldía espiritual, se niega a morir a su antigua manera de
vivir, no ha nacido de nuevo, no se ve el arrepentimiento.
3. Su
fisonomía espiritual es característica de un hombre natural, no es
testimonio de Dios vivo, le sigue el juego al mal, convirtiéndose en piedra de
tropiezo para otros.
4.
La
lengua es más grande que su ego; está le impide alabar y glorificar al Padre,
lo que brota de su corazón es palabra de maldición y critica, es decir, tendiente a
inflamar la creación completa.
5. El
corazón es controlado por su alma, vive desbocadamente sus emociones e ingerir
cualquier tipo de sabiduría humana, congestionando su ser, llevándolo a
prevaricar constantemente por un pedazo de pan.
6. Su
vista y agarre es corta, se conforma con cualquier cosa, es ansioso, afanado y
no sabe esperar, no permite que el Señor actúe con poder en su vida.
7. Sirve
a dos señores a la vez, ama al Señor pero no renuncia al mundo, no termina de
definirse espiritualmente.
EN
REVELACIÓN, CUANDO SOMOS ESPECIALES PARA EL SEÑOR:
1. Cuando
somos ovejas, que oímos y reconocemos la voz del Pastor de pastores, guardando
y cumpliendo su palabra. Éxodo 19:5 “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y
guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la tierra”.
2. Al
estar preparados en todo momento para recibir al Señor, arrepentidos y
convertidos, limpios de todo pecado. Éxodo 19:11 “y estén preparados para el
día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo
sobre el monte de Sinaí”; Lucas 12:40 “Vosotros, pues, también, estad
preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”; Hechos
3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”.
3. Cuando
vivimos lavando nuestras vestiduras, santificándonos en cada momento, en
caminos de perfección, como ofrenda grata al Señor. Éxodo 19:10 “Y Jehová dijo
a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos”; Deuteronomio
7:6 “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha
escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están
sobre la tierra”.
4. Siendo
hijos manifiestos en discernimiento, justicia y servicio, ya que el Señor se ha
manifestado en nosotros con perdón y gloria. Malaquías 3:17 Y serán para mí
especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y
los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve”; Colosenses
3:4 “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria”; Malaquías 3:18 “Entonces os volveréis, y
discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios
y el que no le sirve”.
5. Cuando
nos humillamos de corazón ante el Señor reconociendo que todo viene de Él y no
de nosotros. Santiago 4:10 “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”; 2 Corintios
4:7 “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del
poder sea de Dios, y no de nosotros”; Lucas 12:34 “Porque donde está vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
6. Poner
de primero al Señor sobre todas las cosas, derribando mis ídolos terrenales:
dinero, trabajo, bienes materiales, apegos familiares, por amor a su nombre y seguir
de corazón su camino. Lucas 18:18-23 “Un hombre principal le preguntó, diciendo:
Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué
me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. Los mandamientos sabes: No
adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu
padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús,
oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a
los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo
esto, se puso muy triste, porque era muy rico”.
7. Cuando
se me revela el temor al Padre, despojándome de toda religiosidad. Isaías 33:6 “Y
reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el
temor de Jehová será su tesoro”.
REFLEXIÓN.
Como hijos especiales
del Señor, necesitamos ser atendidos por el Espíritu Santo. Quien crea que espiritualmente
se encuentra bien y fortalecido, pensando que no necesita de Dios porque todas
sus necesidades terrenales están cubiertas, es un ególatra que necesita quebrantar
su corazón en la presencia del altísimo; por eso, la invitación es a arrepentirse
sinceramente, convirtiéndose y guardando su palabra en cada acción, en cada camino,
orando e invocando su nombre, con clamor y ruego con gemidos indecibles, para
que el Señor, en su infinito amor, sane y perdone los pecados que nos oprimen y
afligen, y sea movido en misericordia, para no despreciar nuestro corazón contrito
y humillado. Amén… 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra”; Jueces 2:18 “… porque
Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los
oprimían y afligían”; Salmo 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
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