miércoles, 16 de diciembre de 2015

¡ESTOY SALADO!


Esta es una expresión que utilizamos mucho cuando las cosas no nos salen bien o como nosotros queremos, es tener una mala racha o una cadena de eventos desafortunados. Por Ejemplo: Una vez escuche que estaban en un almuerzo la familia de Pepe y el hijo le dice a la mamá: ¡Caramba mami, esta gallina sí que está salada! Y ella, mujer muy sabia y pueblerina le contesta: Pues claro hijo, no va estar salada si de sesenta (60) gallinas que había en el corral fue la única que maté. Así son las cosas, como diría el difunto Oscar Yánez. 


Ahora bien, quisiera que estemos atentos a la siguiente reflexión:

Una vez Jesucristo le enseñaba la palabra a una multitud de personas y en especial a sus discípulos, entre las cosas que hablo y refiriéndose a la sal les dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” Mateo 5:13. Palabras de profunda revelación espiritual pero antes de discernir sobre ellas quisiera que escudriñemos y aprendamos acerca de las propiedades de LA SAL: 



1) Le da gusto a las cosas: Una comida sin sal no provoca comerla, se pierde la voluntad, las personas que por razones de salud tienen que comer sin sal pasan trabajo, el sabor no es el mismo, los alimentos se hacen menos apetecibles. Sin sal el gusto se pierde, las cosas dejan de ser atractivas y deseadas, no se disfrutan, dejan de ser una delicia.



2) Tiene un efecto purificador: Nuestros abuelos mediante el uso de la sal curaban o sanaban úlceras en la boca, erupciones de piel, infecciones de garganta, calmaban dolores, entre otros, ella es combinada con otros elementos como el agua tibia, ajo, limón, etc, se utilizaba para acelerar estos procesos de purificación.


3) Era preservadora: Considerada el preservativo por excelencia, antes de la invención de los conservantes y el frigorífico, era el recurso más importante para conservar los alimentos. Con ella se curaba las carnes y los pescados, neutralizaba los ácidos de los alimentos que producían que estos se degradaran y pasaran a estado de descomposición.

4) Tiene un poder nutritivo: La sal es un alimento rico en sodio el cual es necesario para el mantenimiento de nuestra salud y vital a la hora de la realización de ciertas funciones corporales. Interviene en la transmisión de los impulsos nerviosos, para equilibrar los niveles de líquidos, para ayudar a la contracción del tejido muscular, ayudar a relajarnos y hacer que nuestro organismo funcione de forma saludable en general.

Cuando Jesús les decía “vosotros sois la sal de la tierra”, se refería a todas estas propiedades en un nivel espiritual que solo los entendidos podían discernir:

1) En Levítico 2:13 la palabra dice “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal”. Ninguna ofrenda podía ser presentada ante el Señor sin el PACTO DE SAL, es decir debe ser con sabor, con gusto. Muchas personas cuando ofrendan al Señor, su corazón por lo general, está acompañado de maldad, es decir la entregan sin sal, sin gusto, si tienen que prestar un servicio para el Señor ya sea dentro o fuera de la iglesia, muchas veces este se convierte en una carga, lo que origina que esta ofrenda sea abominación para Dios y sea rechazada como le pasó a Caín donde el Señor no lo acepto a él ni a su ofrenda, ya que había una mala actitud en su corazón, había desgano, envidia, esa ofrenda era sin sal. 

Así pasa con otras cosas cuando por ejemplo damos una limosna a los pobres, cuando ofrendamos o diezmamos a la Iglesia del Señor, o cuando alabamos o adoramos al Señor, mi actitud puede ser sin sabor o gusto, puede ser en la carne y no en el Espíritu, Él ha dicho que “Ama al dador alegre”, es mejor no presentarle nada por obligación, con rabia o con cuestionamiento, si en su corazón está el pensamiento impuro de ¿qué están haciendo con la ofrenda? es mejor que se la reserve porque Dios no necesita de una ofrenda inmunda, entregada por compromiso, sin sal, y obviando que Él tiene el control de todo, con un propósito eterno. Pero, existe algo más profundo y contundente, pregúntese ¿A que le sabemos nosotros a Dios?, será que nuestra vida es salada o desabrida, será que cuando el Señor nos da una probadita Él dice: ¡Este es mi hijo! ¡En quien tengo complacencia!

2) Ahora si mis acciones son contaminadoras, si prevalece en mi el pecado, es porque no le echado la sal del Espíritu Santo a mi vida para purificarla, he dejado que mi alma y mi carne se pudra, no creemos que el Señor pueda quitar la podredumbre de nuestro ser. En 2 Reyes 2:19-22 relata de una historia maravillosa del poder purificador de Dios: “Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; más las aguas son malas, y la tierra es estéril. Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad. Y fueron sanas las aguas hasta hoy…”

3) Sin la sazón del Espíritu Santo (fuego) en nuestra vidas, sin la sal, no podremos mantenernos preservados, somos presa fácil de las zorras, nos dejaremos contaminar y viviremos llenos de maldad, de tinieblas: “Porque todos serán salados con fuego…Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros” Marcos 9:49-50.

4) Si nuestra vida no es nutrida por la sal que da gusto, tenemos una vida con sal insípida, desabrida, una sal que se desvanece, una sal de muerte como la mujer de Lot, que por estar anclada en el pasado pereció. Por eso Jesús decía “pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?”, nosotros son llamados a mantener la sal del mundo, dar el gusto, traer los nutrientes espirituales de Jesucristo para aquellos que lo necesitan, porque si no salamos la tierra no servirá para más nada y será pisoteadas por nosotros los hombres. 

Por eso hoy puedo decir con entendimiento: ¡ESTOY SALADO!, ya que para ti, soy salado en tu presencia con el fuego de tu Espíritu, sé que me has puesto en este mundo para llevar tu gusto y sazón a cada persona, que no sea este pueblo insípido, desabrido que no busca tu presencia. Perdónanos Señor, no queremos ser echados fuera de tu presencia, si he de estar a tus pies es para postrarme y besarlos como acto de adoración y alabanza, no permitas que sea pisoteado o hollado, tu Misericordia y Amor me han hecho digno sin merecerlo, hoy reconozco tu majestad y te agradezco la honra que has forjado en mi al permanecer bajo la sombra de tus alas, mi Señor. Bendito sea tu nombre. Amén

Espero que tu mi estimado amigo (a) lector (a), le pongas la sal de Dios a tu vida para que el día que estemos en su presencia, Él pueda decir: Este es mi hijo, sabe a mi. Dios te bendiga

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