lunes, 14 de diciembre de 2015

EN TIEMPO DE TEMPESTAD, VOLVER AL PADRE


Es imposible para un cristiano diferenciar en la carne, lo santo de lo que no lo es. He observado como nosotros los hijos de Dios vivimos desgastando nuestras vidas en oraciones carnales, pidiendo a toda hora “bendiciones” terrenales y descuidando nuestra vida espiritual, que es realmente donde, se encuentran los verdaderos regalos que el Señor tiene preparados para los que le buscan de corazón y someten sus vidas a la potestad del Espíritu Santo, sin reservas ni restricciones.




Conozco de una historia de un hombre muy rico que tenía dos hijos a los cuales amaba mucho; el menor de ellos le dijo un día: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y el padre le concedió su petición, repartiéndole a ambos los bienes; pues seguramente ya identificaste que estamos hablando de la parábola del hijo pródigo, pero seamos minuciosos y pidamos sabiduría al Espíritu Santo en la dirección de esta palabra porque tiene una enseñanza diferente a la que normalmente vemos en los estudios bíblicos, revisemos Lucas 15:11-32 (Les recomiendo que lo lean previamente): 



1) Muchos hijos de Dios vivimos solicitando al Padre que nos dé la parte de los bienes que nos corresponden por ser sus hijos (bienes terrenales), el fruto de su Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, etc) pedimos bendiciones (Casa, carro, viajes, trabajo, dinero, entre otros), milagros (salud, amor, vida, etc), manifestaciones sobrenaturales (profecías, expulsión de demonios, etc, etc, etc), creyendo que nos las merecemos, y peor aun, no hacemos nada por obtenerlas. Se nos olvida que la voluntad de Dios es inescrutable y que el Señor ha dicho bástate con mi gracia. 



Es bueno pedir al Creador que nos de paz y sosiego en tiempo de tempestad, el Dios todopoderoso conoce nuestras necesidades, pero siempre iniciamos al revés, lo buscamos en tiempo de angustias y desesperación sin dar gracias por lo ocurrido, ya que hay que dar gracias en todo momento y en especial en estos momentos cuando nos hemos apartado por estar buscando lo terrenal. Entonces iniciemos solicitando para el espíritu en el Espíritu, buscando primeramente al Rey, al justo, al que no se ve, para después recibir lo que se ve, la añadidura de acuerdo a la aprobación de Dios. 

Quien busque al Señor para que le dé un milagro o una bendición terrenal, posiblemente tenga su mirada puesta en el milagro y no en el hacedor de milagros, Jesucristo; sin embargo, el Señor quizás acceda a esa petición, ya que su amor es infinito y su misericordia es eterna, concediéndonos las peticiones de su corazón aun sin merecerlo, pero hay quienes desperdiciamos esa solicitud porque pedimos y sembramos en la carne, cosechando corrupción del espíritu; eso paso con el hijo mencionado en la parábola que días después, de juntarlo todo, se fue lejos apartándose de su casa del refugio y de la protección su padre; como pasa con muchos cristianos que desperdiciamos lo glorioso, estar en la presencia del Señor, por migajas vanidosas, perdiéndonos nuevamente. 



2) Por otro lado hay hijos que malgastamos lo que tenemos, nuestras vidas espirituales, para vivir bajo la tutela de nuestra alma: las emociones, sentimientos, pensamientos y los deseos, y cuando llega el día malo, los tiempos de tempestad, la prueba, la adversidad, la aflicción, como queramos llamarla, entonces empezamos a tener hambre y sed espiritual, nos postramos y pedimos clemencia, y en vez de buscar del Señor nos arrimamos a los ciudadanos de mundo, creyendo cualquier corriente, aquellos que dan consejos malos, de iniquidad, llevándonos a apacentar ciertos cerdos espirituales, sobre todo al cerdo interior que tengo, que está lleno de oscuridad y tinieblas, dejando puertas abiertas al mal, inclusive deseando llenar mi vientre de algarrobas e inmundicias.



Es acá cuando el cristiano religioso, llega a una encrucijada y definirse, si le cree de verdad a Jesús, que en teoría está en su corazón o continuar en las mismas con las mismas (Tiempo donde se les acabará su aceite y se apagará la luz); es decir, o toma la decisión real y genuina de CONVERTIRSE A JESUCRISTO (Dejar ya los rudimentos), levantarse e ir al Padre, arrepintiéndose de verdad y confesándole su pecado oculto, dejando el ocultismo, sometiéndose a su autoridad, a pesar de que no somos dignos de ser llamados “hijos de Dios” o sigo en una vida religiosa y barata que me lleva a un ciclo vicioso de estancamiento, permitiendo que los vientos huracanados arrasen mi vida. 


3) Existe una docena de Bendiciones que Dios nos ha dejado como promesa en la parábola del hijo prodigo: Lo glorioso viene a continuación si vemos más allá de lo que ven nuestros ojos, cuando decidimos dar el paso de conversión, sometiéndonos al Señor, humillados y arrepentidos: el Señor aún a lo lejos se mueve a misericordia (Primera bendición); Él conoce nuestro corazón, sabe si esa conversión ha sido verdadera, a Él no le podemos engañar, por eso corre a abrazarnos y besarnos con ósculo santo (Segunda bendición). 

Saca el mejor vestido, y nos viste de perdón, borra nuestro pecado (Tercera bendición); y nos pone un anillo en la mano dándonos autoridad (Cuarta bendición), y nos coloca calzado en nuestros pies para que nunca más andemos en caminos de perdición (Quinta bendición). Trayendo un rico manjar, un cordero gordo gustoso, palabra santa y revelada, para que comamos en su presencia (Sexta bendición) y hace una fiesta espiritual en su casa (Séptima bendición) ya que éramos hijos muertos, y hemos revivido, resucitados en alma y espíritu (Octava bendición); que nos habíamos perdidos, y hemos sido hallados (Novena bendición) y pone gozo en nuestros corazones, empezamos a regocijarnos (Décima bendición), cambiando la música que veníamos tocando en nueva alabanza y danza, en cánticos nuevos y gemidos indecibles (Onceava bendición), siendo recibido bueno y sano (Doceava bendición).

Pero hay un detalle imperceptible, muy sutil, cuando en Lucas 15:12 dice: “…y les repartió los bienes”, me pregunto ¿Qué hizo el hermano mayor con la parte que le correspondía?, pues nada. Este hijo de Dios es “OTRO HIJO PRODIGO”, ya que estando en la casa del Padre, no se movió a misericordia, nunca disfrutó de las bendiciones que tenía para él, sino que se llenó de crítica y enojo, no quería entrar a celebrar con su hermano que había sido rescatado de la tempestad, ni quiso regocijarse, su envidia oculta no lo dejaba entrar en gozo, ni en oración, estaba tan ocupado y afanado por servir que esperaba la migaja del reconocimiento, pudiendo recibir el banquete completo por la actitud de su corazón, su búsqueda era la recompensa, la bendición terrenal, el reconocimiento delante de los amigos, por eso su pecado no le permitía entrar por la puerta, que es Cristo, sino que quedaba parado detrás de la puerta mirando las cosas gloriosas que a su hermano recibía, simplemente por no querer atravesar ese umbral, por no querer convertirse, por eso se quedó sin disfrutar del bendiciones espirituales de su Padre, lo que había en su corazón era carga, ira, tinieblas en otras palabras obras de muerte, sin el fruto del Espíritu. 

Por eso el Padre nos dice muchas veces: Hijo amado, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas, ¿Por qué dudas? Saca de tu corazón la incredulidad, la maldad, tu poca fe, la crítica, que no nos permite recibir lo que nos corresponde, arrepintámonos y hagamos fiesta y regocijémonos, porque cuando un hermano vuelve de la muerte, cuando la oveja perdida es hallada, revive el cuerpo de Cristo, resucita, su iglesia se regocija, el Señor se goza.

Por Último:

1) Debemos evaluar si tenemos actitudes de los hijos pródigos y arrepentirnos, volver al Cristo, aunque la tormenta aseche.

2) Sin un corazón convertido, no disfrutaremos de las bendiciones que el Señor tiene para nosotros: La misericordia, el abrazo y ósculo santo, nueva vestidura, el anillo de autoridad, el calzado para caminar correctamente, el cordero gordo para comer (palabra revelada), la fiesta, la resurrección del alma y espíritu, ser hallado por el Señor, gozo y regocijo, música y danza, recibidos en bondad y sanidad; serán ignoradas porque estamos más concentrados en la forma que el fondo, seremos carne corrupta sin resurrección.

3) Es hora de hacer obras dignas de arrepentimiento, desechar la religiosidad, que nos duela la necesidad del hermano y del perdido y movámonos a misericordia, amamemos sin esperar nada a cambio, sino seré otro hijo prodigo más. 

Oremos:

Señor que maravillosa es tu palabra, que puede sacar de mí lo más oculto, que busca en lo profundo y trae a la luz las tinieblas que he guardado en mi corazón, te pido perdón mi Señor. Si alguna vez me he comportado como los hermanos pródigos quiero volver a ti, me he dado cuenta que estoy parado frente la puerta eterna, que es Cristo y no la termino de pasar; quisiera Padre Santo un día cuando me haya perfeccionado en la conversión, que me recibas desde lejos con gozo, hoy quiero decirte que he pecado contra ti, para que te acerques a mi corriendo a abrazarme y me des de tu beso de amor que ha estado esperando desde hace tanto tiempo, me cambies mis vestiduras manchadas de mi pecado, iniquidad e inmundicia por unas dignas de ti, que mi calzado me haga caminar derecho, me lleve a lugares más altos, necesito Señor comer de ese manjar que tienes para mí, celebrar contigo por la resurrección del mi alma y espíritu; con la certeza que tengo de haberte hallado te alabo y danzo en tu nombre, cantaré cánticos nuevos en Espíritu y espero recibir de tu gloria, benevolencia y sanidad. Amén. Te amo Mi Señor, gracias por tu misericordia.

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