El término curriculum procede del latín (su raíz es la de cursus y currere). En la Antigua Roma se hablaba del cursus honorum, que significa la suma “de los honores” que iba acumulando el ciudadano romano a medida que iba desempeñando sucesivos cargos políticos, religiosos o militares, durante el transcurso de su vida (o vitae). El término de curriculum se utilizaba para significar lo que había sido su carrera en años. En el idioma actual, se bifurca en dos sentidos: por un lado, se refiere al recorrido o curso de la vida (Reputación), y el otro, los logros obtenidos en ella (Resultados).
Generalmente nosotros hacemos el esfuerzo por presentar nuestro mejor curriculum, uno donde se muestra todo lo bueno, las capacidades y competencias que hemos adquiridos durante nuestro caminar por la vida. ¿Quién de nosotros en su curriculum ha colocado qué ha sido: injusto, fornicario, idólatra, adúltero, ladrón, avaro, borracho, maldiciente, estafador, entre otras cosas? ¿Qué tanto se esfuerza usted por presentar el mejor curriculum ante el Señor?
El curriculum se construye generalmente en base a una buena reputación, sin embargo, esto no es totalmente cierto, hay quienes creen que tener una buena reputación no es necesario para tener un excelente curriculum, hay quienes tienen llena las paredes de su casa con títulos, reconocimientos por haber pasado por algún cargo importante o certificados por haber ejercido poder en diferentes áreas laborales, sociales, políticas, religiosas, etc., públicas o privadas, sin embargo, nadie recuerda su curriculum, a menos que los resultados obtenidos hayan transcendidos de acuerdo a los propósitos de Dios, para bien o para mal, por ejemplo tenemos el caso de Pablo, su curriculum le precedía, y muchas personas le tenían miedo, a pesar de, eso no fue un impedimento para Dios, ya que en su soberana voluntad limpió su curriculum, su prontuario, y fue a partir de ese momento donde se empezó a escribir una nueva hoja de vida, un nuevo curriculum: Hechos 9:13 “Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre {Saulo}, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén”; Hechos 23:11 “A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma”.
Ganarse el prestigio o la reputación (honor y honra) demanda de un arduo trabajo, porque se requiere demostrar evidencias o resultados tangibles, que la mayoría de las veces depende del testimonio que damos ante otro. La reputación es, por lo general, lo que se pone en evidencia, y esta considerada como la opinión o estima que tienen los demás sobre alguien o algo. Por ejemplo: «Voy a invitarte a un restaurante que tiene muy buena reputación»; «El delantero llegó al equipo precedido por su mala reputación en lo referente a la conducta y el apego a las normas»; «El Dr. Vargas no debería actuar de esa forma: está en juego su reputación y su futuro profesional».
Dependiendo del contexto, el término de reputación puede ser utilizado con una connotación negativa o positiva, es decir, está relacionada con las características a destacar de la persona; y la opinión pública es importante dentro de su dimensión; he escuchado como muchos hijos de Dios dicen que no les importa lo que otros hablen de ellos, sin embargo, al evaluar encontramos que, la mayoría se mueren o se les retuercen las entrañas cuando escuchan, creen o sospechan que alguien desprestigia su nombre, porque son seres humanos que sienten y se ven afectados, con ciertas palabras o acciones de personas de su entorno, tanto así que son capaces de cambiar su semblante ante esta situación, inclusive pueden agredir, quitar el habla, maldecir en su corazón o tratar de arremeter contra aquellos que los ponen en evidencia porque esto les duele en su alma (Mente, emociones, sentimientos).
Lucas 6:27-29 “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra;…”; Génesis 4:4-7 “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó {enojó} Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado {enojado}, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.
Muchos hijos de Dios, que andan o no en pecado, dicen en la carne y sin temor del Señor, que no les importa lo que la gente del mundo o los hermanos hablen de ellos, sólo les importa lo que Dios diga, y se basan en que la misericordia y el amor de Dios es para siempre, para justificar la mancha de su curriculum; pero existe un pequeño detalle (explicado en Mateo 13:37-39), si nosotros somos la semilla de trigo, la semilla buena del campo, y somos Hijos de Dios es porque los deseos del Padre queremos hacer, entonces ¿Por qué alimentamos la cizaña, con la altivez? ¿Por qué no nos humillamos ante el Señor, e inclusive ante los hombres? Pues, por orgullo, soberbia y altivez, producto de falta de conversión y entendimiento.
Juan 8:44-45 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí {Jesucristo}, porque digo la verdad, no me creéis”.
Me pregunto: ¿Usted es capaz de decir que no les importa lo que otros opinan de su persona? ¿Cree que Dios aprobaría este tipo pensamiento o conducta?; pues, yo lo pensaría dos veces, observemos lo que dice palabra en: Romanos 3:10-12 “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”; Romanos 3:23 “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”, entonces “NO DIGA ESA BARBARIDAD”; más bien todo lo contrario piense que: 1 Timoteo 3:7 “Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera {de la iglesia, sus vecinos, la comunidad, su trabajo}, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo”; Marcos 9:42 “Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar”; Hebreos 10:26 “Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado”; Es necesario dar un buen testimonio de que somos hijos de Dios, ya que Cristo vive en nosotros y Él debería ser nuestra reputación.
CÓMO ARMAR NUESTRO MEJOR CURRICULUM
Todo curriculum está construido en base la reputación. La reputación de un creyente es su testimonio, construir o armarla no es una tarea fácil porque debe haber disposición y conversión de corazón, es decir debemos vencer al pecado con obras dignas de arrepentimiento; No es fácil, pero tampoco es imposible, sólo hay que ser valiente y esforzarse diligentemente, porque no basta con ser oidores, sino hacedores de la palabra. Para hacer esto debemos:
1. Someternos al Espíritu Santo. Juan 15:26-27 “Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí, y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio”; pero ¿Está seguro que el Espíritu Santo, mora en Usted? ¿Quién está dispuesto a presentar su pecado, su hoja oscura? Y testificar cómo Cristo ha convertido cada área de su vida, presentando los testigos.
2. Negarnos a nosotros mismo, velando por nuestra vida espiritual, orando y humillándonos en todo tiempo, para sanar nuestra alma. Mateo 26:41 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”; Lucas 9:23 “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”; 2 Crónicas 7:14 “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
3. Ser obedientes, guardando sus mandamientos. Deuteronomio 28:1 “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra”.
4. Amar de corazón, sin ningún interés, y servir a otros con espíritu ferviente mostrando bondad y benevolencia, como si fuera para el Señor. Romanos 12:10-11 “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”; Colosenses 3:23 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.
5. Renovar nuestros pensamientos para poder entender la voluntad del Padre que es buena, agradable y perfecta, sin titubeos. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”; Lucas 10:20 “No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
SIN CONVERSIÓN NO HAY CURRICULUM QUE VALGA
Muchos pensamos que haber sido Jefes, Gerentes, Directores, Apóstoles, Pastores, Ministros, o haber predicado, orado y alabado en tarima, profetizado, sacado demonios, sanado enfermos, diezmado, etc., es suficiente para nuestro curriculum; pero lean detenidamente esta perla: Mateo 7:22-23 “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”; ¿Por qué será que Jesús les dijo que nunca los conoció? ¿Será que eran hacedores de maldad? O más bien ¿Los deseos del diablo querían hacer (Mentira, vanagloria y poder)?
Pues déjeme decirles que estas cosas también las hacen los políticos, los militares, los impíos, los apóstatas, los religiosos y hasta los brujos. Cómo hijos de Dios, si no nos humillamos ni existe una verdadera conversión no habrá curriculum, ni prestigio, ni mucho menos reputación que valga la pena; seremos apartados de la presencia del Señor, entonces no se crea que porque alaba, adora, predica, lleva una iglesia, un ministerio, un grupo de oración, etc., es suficiente, sin obediencia ni conversión, nada de esto vale, solo es aflicción del espíritu; por eso es tan importante cuidar de nuestro testimonio y vivir en santidad. Eclesiastés 1:16-17 “Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu”.
Aprendamos de nuestro Señor Jesucristo, que siendo Dios, se despojó de sí mismo para venir a morir por nuestros pecados, solo por amor a nosotros, cosa que no merecíamos, y cuando caminó entre nosotros se dedicó a honrar y exaltar al Padre, no perdía la oportunidad de llevar una palabra de aliento, de salvación y esperanza a los pobres, a los desechados, a los enfermos, a los pecadores, porque a los suyos vino, sin embargo, por la necedad de nuestro corazón no quisimos escucharlo a pesar de su testimonio, aún en estos tiempos. Filipenses 2:7 “…se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres”; Lucas 23:4 “Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre”; Juan 1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.
REFLEXIÓN
Hoy el Señor nos quiere limpiar nuestro curriculum espiritual, Gracias a Él, podemos tener su testimonio en nuestras vidas, es decir, el ticket de entrada al reino de Dios, pero para entrar debemos dar el paso, requisito suficiente para ingresar, queda de parte nuestra convertirnos, y dar testimonio a otros (gozar de la buena reputación que Cristo nos da).
Saque cuenta, ya deberíamos haber vencido al mundo, si tiene dudas de esto, es hora de que se revise, para no convertirnos en cizañas, hijos de satanás, seres inmundos o hijos llenos de mundo.
Ojo, el tiempo se agota, por lo tanto, dispongamos nuestro corazón y renunciemos al pecado, a nuestra torpe manera de pensar, a la doble vida, que nuestro Curriculum sea la hoja intachable escrita en el libro de la vida, que da honor y gloria al Cordero; que nos ha dado, da y dará la oportunidad de estar en su presencia.
Este refrigerio que trae hoy el Señor, por la cual le damos alabanza y gloria, es para usted y para mí. Demos gracias al Padre, al Hijo y a su santo Espíritu por no cansarse de esperar por nosotros, no merecemos tanto, es hora de vencer; Joel 3:10b “…Diga el débil: Fuerte soy”; Que nuestro curriculum esté lleno de obras dignas de arrepentimiento y santidad:
Apocalipsis 21:27 “Y jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero”;
Apocalipsis 3:5 “Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”.
Amén…
Dios te bendiga y siga colmando tu sabiduría hermano Douglas, estoy en cuenta profundamente impactado por lo realmente importante de un currículum vitae
ResponderEliminarExcelente reflexión hermano. Que el Espíritu Santo siga derramando en ti sus dones construyendo un mundo más humano y mejor. Un abrazo
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