domingo, 31 de mayo de 2020

CON EL ALMA QUEBRANTADA


En estos días una hermana de la iglesia, a quien amo y respeto mucho, me envió un audio por Whatsapp, que me quebrantó tremendamente, un mensaje lleno de sincero arrepentimiento, dolor y agradecimiento al Padre; sólo en apreciar el amor, la misericordia y la gracia que ha tenido el Señor con nosotros y ver como actúa Dios en las vidas de otras personas utilizando nuestras habilidades y dones para edificarles y ayudarlos a reencontrarse con Cristo, no tiene precio; no creamos que porque usted y yo tenemos muchos años en la vida cristiana, nos las sabemos todas más una, eso es soberbia. El hecho más relevante de todo lo que he mencionado, está en la actitud y humildad de mi hermana para testificar y reconocer que se había apartado de Dios, que a muchos nos ocurre cuando nos afanamos con las cosas del mundo, por eso reconocer su pecado delante de Dios y los hombres es de valientes, y es por ello que nunca dejaré de glorificar al Padre.

Este testimonio me llevó a activarme, me dedique a conversar y a sondear un poco sobre mi conducta y la de algunos “fieles” hermanos, orando y leyendo la palabra, y me llamó mucho la atención que la mayoría de nosotros, en estos tiempos de pandemia de COVID19, nos encontramos en un estado de estanquidad espiritual bárbara, con una actitud apatía e indiferencia, siendo muy decepcionante, desesperanzador para nuestra emociones (alma), y que pudiera enfriar a más de uno en las cosas del Señor, empezando por nuestra fe; entonces sentí la necesidad de buscar más de la presencia del Señor y escribir, para edificar sobre el crecimiento espiritual, por lo que decidí, bajo la dirección y ayuda del Espíritu Santo, exhortar, en amor, a las ovejas que andan como si no tuvieran pastor, aun teniendo uno, con actitudes que no agradan al Padre, por eso no perdí el tiempo, puse mi mirada en Cristo y emprendí la misión, acordándome que Él es un Dios bueno, amoroso y misericordioso, que me ha guardado y protegido siempre, y ha estado conmigo y con usted desde el principio de los tiempos, por donde quiera que hemos ido.

Hay veces que nuestro espíritu y nuestra alma necesitan ser quebrantados, ya sea por altivez o por falta de presencia de Dios, con una única finalidad retomar las sendas de justicia y luz; Jueces 2:18 “… porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían”; sin embargo, debe haber primero un reconocimiento de nuestra condición de pecado y un arrepentimiento genuino; la palabra dice en el Salmo 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado {el cual} no despreciarás tú, oh Dios”; observemos, por ejemplo, lo que le paso al hijo pródigo (escudriñemos la palabra en Lucas 15:11-32): luego de haber vivido bajo la protección y el cuido de su padre, decidió apartarse pensando en su autosuficiencia, seguridad y fuerza, quizás dijo: ¡Todo estará bien, no necesito del viejo!, creía que estaba preparado para enfrentar al mundo, a sabiendas que en la casa de su padre no le faltaba nada, la palabra dice en el Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia”; pues, así somos nosotros, los que queremos realizar proyectos, levantar y edificar nuestras vidas y la de otros, empezando por la de nuestros hijos, y vivir alegres y felices por siempre, pero alejados del Padre, sin la ayuda de Dios, pues, déjeme decirles que estamos trabajando en vano, a veces somos capaces de cambiar lo glorioso y excelso del Padre, por las migajas del mundo y nuestra carne, solo por ir a gastar en nuestros deleites y complacer los caprichos de nuestra alma; diría David ¡Hasta cuando, Señor! Hasta cuando estaremos con estas actitudes que no te agradan.

Entonces este hijo, volviendo al hijo pródigo, lo perdió todo, la presencia del padre, su familia, las riquezas de su herencia, su dignidad, el pan que le alimentaba, hasta deseó comer las algarrobas, el alimento de los cerdos, que duramente hablando, es la comida con que los inmundos llenan su vientre buscando justicia y paz y que nunca consiguen, y con la que nosotros contaminamos nuestra vida espiritual; ¡Cuidado, póngale el ojo!, si leemos con detenimiento la parábola completa pudiéramos discernir que ni a eso tenía derecho, no pudo obtener ese tipo de alimento, cuando mucho, oler y procesar el estiércol que desechaban los inmundos animales, ¡Fuerte, verdad!. De la misma manera, nosotros por no escuchar al Señor, por ser desobedientes y rebeldes, producto de nuestra necia actitud, altivez, soberbia, autosuficiencia, etc., emprendemos miles de cosas sin la ayuda, consejo y aprobación del Padre, oliendo y procesando el estiércol del mundo y nuestra carne; nos aventuramos a hacer y emprender sin la presencia del Espíritu Santo, apartados en la mayoría de las veces de Cristo, contaminando nuestros espíritus de la corrupción de la carne y perdiéndonos en caminos de oscuridad y tinieblas; es triste ver como muchos hijos de Dios, tratamos de justificar y dar razones a nuestras acciones insensatas, con cosas que no tienen sentido, ni han tenido valides para el Señor, y eso viene desde el principio de los tiempos; Él conoce nuestros corazones. Por eso es necesario, que nos humillemos y quebrantemos sinceramente de corazón ante el Padre, para que vengan los tiempos de refrigerio, la sanidad y la bendición que realmente enriquece nuestra alma y espíritu, de no hacerlo nos exponemos a desear comer cualquier cosa inmunda que no viene de Dios, por eso lea la palabra, no crea ni siquiera lo que escribo, pregúntele al Espíritu Santo, si lo que está recibiendo viene del Señor y Él le responderá.

Cuántas veces hemos dicho que: “Yo tengo la capacidad, para eso estudie”, “Tengo el dinero suficiente y lo haré”, “Tengo un socio buenísimo, amigo mío”, “Lo hice, porque tengo que mantener a mi familia”, “Nadie es más fuerte que yo en esa área”, entre otras tantas razones, quebrantar nuestra alma significa humillarnos ante el que todo lo puede, es un error pensar que nuestros dones, habilidades e inteligencia nos sostendrán, recordemos que son atributos dados por Dios y concedidos por pura gracia, los cuales pueden ser quitados o disminuidos por Él según su voluntad, o peor aún minados y destruidos por nuestros pecados; asimismo el dinero, la palabra dice en Lucas 12:20-21 “…Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”, los socios no nos salvan de la destrucción porque ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?; escudarse en la responsabilidad de mantener a su familia no puede ser una excusa para alejarse de Dios ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?, también creer que nuestra fuerza nunca se va acabar es soberbia y autoengaño.

Igualmente pasa con los hijos de Dios dentro de la iglesia de Cristo, especialmente cuando somos exhortados, siempre hay una excusa en nuestra boca porque no somos capaces de postrarnos, humillarnos ante el Señor y quebrantarnos en su presencia; entonces respondemos, por ejemplo: “He tenido mucho trabajo y no me da tiempo de ir a la iglesia”, “Es que mi esposo o mi esposa no han querido acompañarme”, “Las actividades de mismos hijos, son los domingos y usted sabe tengo que atenderlas”, “Es que no me gusta “X” o determinado pastor o hermano”, “Esa palabra es dura, eso no es para mí, es para quien la predica”, “Es que cuando el hermano alaba, no me puedo concentrar, me cae mal”, “Reconozco que me he apartado, pero, yo he orado mucho”, “Si, sé que debo perdonar, pero ahorita no, estoy muy dolido”, “Muy bien, estoy bien, gracias al Señor, no se preocupe la semana que viene voy a la iglesia con seguridad”, etc., justificaciones tras justificaciones, razones tras razones, que de nada valen, cualquier persona puede discernir que están en rebeldía, pecado o mentira, sin ser muy espiritual ni entrar en juicio; no nos olvidemos que Dios no puede ser burlado, el conoce que hay en nuestros corazones, así que no nos desgastemos, es preferible reservarnos nuestras razones, ya que todo será expuesto tarde o temprano y tendremos que dar cuentas a Dios, no a los hombres y llegará un quebrantamiento con dolor y sufrimiento, a menos que haya arrepentimiento y conversión genuina de cada uno de nosotros porque la salvación es individual. Mientras tanto, y hasta que Dios lo permita, aquellas personas que tienen responsabilidad de guardar por la vida espiritual de las ovejas ante Él solo les queda orar sin cesar, visitar y discipular, pedir la intervención divina del Espíritu Santo, que es quien convence de justicia, juicio y pecado, clamar por la misericordia y perdón de sus pecados.

Si no volvemos en sí, retornando al Señor nada podemos hacer, dice la palabra; es importante recordar que el sincero arrepentimiento y el reconocimiento de que necesitamos al Señor “EN TODO” es el paso iniciar para volver donde el Padre, el hijo pródigo en su desespero se acordó de su padre y todo lo que cambió por seguir su insensatez, devolviéndose de sus malos caminos, por eso no tenga temor, cuan hijo prodigo, reconozca, vaya y pida perdón, si tiene que resarcir el daño que hizo, hágalo, si tiene que recibir disciplina y el castigo asúmalo, Dios al que ama disciplina y castiga; esfuércese, sea valiente, devuélvase de sus malos o “buenos” caminos apartados de Él, humíllese ante el Señor, búsquelo con ese corazón quebrantado, ore y conviértase, porque Dios escucha al contristo de corazón, Él es fiel y justo para perdonar y nunca nos ha abandonado; estemos seguro que Él nos recogerá con júbilo y sanará de toda enfermedad de espíritu corrompido y romperá las cadenas que lo tiene atado al socio perverso y descarriado de nuestra alma, Lucas 15:17-18 “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”; 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Mateo 16:26 “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?”.

Uno es el quebrantamiento que viene por la ira de Dios y otro el quebrantamiento glorioso del Señor, los cuales no son manifestaciones temporáneas sino que tienen trascendencia y repercusiones para la eternidad; el primero trae dolor y castigo eterno y el segundo conversión, libertad y sanidad para mi vida, que me llevan hacer obras dignas de arrepentimiento, es decir, cambios radicales de santidad, transformación en mi conducta, carácter, temperamento y en la forma de cómo me relaciono con el Señor, Salmo 95:6 “Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”; es necesario que demos testimonio de que Cristo vive en nosotros, renunciemos al viejo hombre, a la antigua manera de vivir, quien no lo haga no tiene al Espíritu Santo, es un religioso, un manipulador de la palabra, un hijo rebelde de la cual abundan por montones, y que no saben si les dará tiempo a arrepentirse, porque sus arrebatos emocionales los llevaran a la perdición y al quebrantamiento doloroso que tendrán que soportar por siempre; por eso déjese tomar por el Espíritu Santo, estamos a tiempo, sujétese a su voluntad, sométase a la palabra del Señor, para que se le revele que es el arrepentimiento genuino, el quebrantamiento del alma y el abatimiento del espíritu para glorificar al Padre. Proverbios 18:12 “Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento”; Jeremías 10:19 “¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla”.

Todos seremos quebrantados de una u otra forma, unos para glorificar el nombre del Padre, otros para pagar por sus pecados y transgresiones, nosotros decidimos cuál; quien decida elegir el quebrantamiento por andar en sus malos caminos, de soberbia y la altivez de espíritu, prepárese porque traerá muerte y destrucción, ya que ese es el pago por su pecado. Isaías 59:7 “Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos”; Isaías 47:11 “Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti”; Por el contrario, quien busque la misericordia de Dios, de su gracia y amor, humillándose ante su presencia y sometiéndose a su voluntad, este no pierde nada sino que gana mucho más de lo que se imagina, porque Dios mira nuestros corazones y se agrada del sincero arrepentimiento. Salmo 5:4-7 “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová. Más yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor”.

La invitación es a tener temor de Dios, quebrántese delante del Señor y manténgase firme, espere pacientemente su acción poderosa, esfuércese por mantener encendida la llama del Espíritu Santo en su corazón sin contristarlo, vele y este alerta porque el enemigo es muy astuto y donde ve un portillo, una hendija por dónde colarse, lo hará; sin embargo los que permanecen en el Señor no serán tocados, promesa que debemos creer, palabra de la que debemos apropiarnos. ¡Bendito sea el Señor!; Jeremías 17:7-8 “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”. Amén


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