viernes, 13 de marzo de 2020

¡PELIGRO, HIJO TÓXICO!


Hay una tendencia generalizada a colocarles el calificativo de “tóxica” a aquellas personas que tienen una mentalidad pesimista o negativa, con ciertos comportamientos dañinos o perjudiciales hacia las personas próximas a su entorno social, incluyéndose ellas mismas. Por definición, un elemento tóxico, es aquella sustancia, persona, potestad o cosa peligrosa capaz de causar trastornos: físicos, neurológicos, psíquicos, moral, espiritual o muerte a consecuencia de un contaminante (venenoso), de efecto dañino; es menester resaltar que, la reflexión que se va abordar trata sobre los factores que nos llevan a desarrollar, como hijos de Dios, relaciones o matrimonios tóxicos que dañan nuestra vida y nuestro entorno; pero les invito, antes de entrar en tema, a orar profundamente, es importante que lo hagan de corazón: Señor, te pido que quites el velo que tengo en mis ojos, permite abrir mi corazón, romper mis esquemas mentales de tal manera que pueda identificar a través de tu Espíritu donde estoy siendo tóxico para mi prójimo o hermanos y puedas restaurarme con tu poder sanador, medicinal, sacando el veneno que fluye por todo mi ser y llegue a ser el hombre o mujer que tú quieres que yo sea, en el nombre de tu hijo amado Jesucristo ¡Amén!.
Ahora sí, es más común de lo que parece qué en los diferentes tipo de relaciones humanas, sean matrimoniales, familiares, vecinales, laborales, etc., y especialmente con los hijos de Dios, una o ambas partes se sientan incomodas, infelices, tristes, iracundas o ansiosas por una sencilla razón, nos comportamos como personas tóxicas, es decir vivimos bajo el control de la carne, mucho más si pasamos la mayor parte del tiempo una con la otra en esta condición, dedicados al mundo o a nuestros deleites, independientemente del ambiente que nos encontremos, sea cuál sea el caso; somos más una fuente de sufrimiento que de bendición, convirtiéndonos en un yugo difícil de llevar que oscurece nuestro entorno y no da testimonio de quien es nuestro Señor, por la corrupción que emanamos; Gálatas 6:8a “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción”.
Si conocemos de la palabra o hemos tenido cierta revelación, y no somos capaces de ceder o cambiar ciertas conductas ya sea por rebeldía de carácter, ego, soberbia, altivez o por falta de fe, es porque somos hijos tóxicos, que no queremos someternos ni sujetarnos al Espíritu Santo. Por ejemplo: Pedro se le reveló el Cristo y aun así lo negó tres veces, por su inestabilidad de carácter y falta de fe, el mismo Jesús lo llegó a llamar “Satanás” por quererse salir del plan de Dios, era hijo de Dios con corazón tóxico por falta de conversión, y eso se evidenció aún, mucho después, cuando Pablo lo exhortó a definirse: Gálatas 2:14 “Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”; Gálatas 3:3 “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”.
Este tipo de actitudes tóxicas, tienen su origen oculto en ciertas conductas, sentimientos, pecados, culpas, traumas familiares, inseguridades, necesidades insatisfechas, vacíos, abusos, miedos que no han sido tratados por el Señor, y han sido los detonantes o catalizadores para exteriorizar todo el veneno y la malicia que atesora nuestro corazón y con la cual hemos actuado siempre; por eso, es imperiosamente necesario morir a nuestro yo, menguar y dejar que Cristo viva en mí, dejar que el Señor atienda con carácter de urgencia mi vida espiritual, si es queremos sanar nuestra alma, cuerpo o espíritu; Romanos 8:9 “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”; o por el contrario, continuaremos deteriorando progresivamente nuestras vidas hasta llegar a un punto de no retorno, donde será demasiado tarde, donde pagaremos las consecuencia de lo sembrado.
Al conversar con nuestros amigos o revisar las redes sociales, nos damos cuenta qué hay una gran cantidad de actitudes tóxicas, que llegan a términos patológicos y que ocupan un espacio importante en el hombre, por la cantidad de mensajes o memes que se han generado y podemos apreciar, por ejemplo: “Este año quiero hacer dieta evitando o eliminando las personas tóxicas”; “dejar ir a las personas tóxicas no es egoísmo, es amor propio”; “Cuando una persona tóxica no pueda controlarte, buscará controlar la forma en como otros te ven”; “¿Cómo pretendes volar?, si no te alejas de los que te arrancan las plumas?”; “Nunca sabrás qué tan tóxica es una persona hasta que no respires un poco de aire fresco”; “Querida persona tóxica: Después de todo el daño que has hecho, he sentido las ganas de que te pase algo malo. Después pienso… ¡Para qué! Si lo malo ya lo llevas por dentro”;  pero, qué tal si esa persona tóxica soy “yo”, ¿Cómo la elimino?, ¿Cómo la dejo ir?, ¿Y si no me puedo controlar o alejar? Como muchos sugieren, ¿Cómo puedo respirar aire fresco si yo soy quién contamino?, ¿Y si mi maldad es la que domina y me ha hecho tanto daño todo este tiempo?; pues, necesito quebrantar mi alma y mi espíritu, para que el Señor habite en mí. Isaías 57:15 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”.  
Hay especialistas que explican que las personas tóxicas tienen la capacidad de manipular a su prójimo, limitando sus acciones y su desarrollo personal, además de provocar emociones negativas continuamente (sentimiento de culpa, decepción, miedo, ira, etc.); evaluemos si nosotros tenemos esta condición y porque somos así; pidámosle al Espíritu Santo que nos revele donde estamos fallando y nos sane y enseñe del amor de Cristo, el amor que no deja de ser; clamemos para que nos sane si somos esposos sumamente celosos, pidamos perdón si somos padres o hijos altamente controladores o autoritarios; si hemos sido piedra de tropiezo entre mis amigos o hermanos débiles en la fe, si emocionalmente he sido una persona envidiosa o mezquina. Hay evidencias científicas que los ambientes más tóxicos son el trabajo, mi comunidad, los hogares, las iglesias donde Dios no es primero, y donde prevalece la carne; imaginemos este escenario: una iglesia donde exista competencia o envidia por liderazgo, afecto, autoridad, poder o privilegio, sobre todo si creemos que nos lo merecemos por lo que soy o por nuestras obras, como algo impositivo y no por la gracia de Dios. Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
CARACTERÍSTICAS DE UN HIJO TÓXICO DE DIOS
1.  Trata de manipular con la palabra, es mentiroso, apostata de la fe, vive en ocultismo, buscar engañar a Dios y a los hombres para su beneficio propio. Mateo 24:11-13 “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
2.  Responsabiliza a otros de lo que le ocurre, a su pareja, a los hijos, a los suegros, a los padres, a los hermanos, al diablo, al mundo, en fin, a los demás, es almático por excelencia. No le gusta reconocer su pecado, ni someterse o sujetarse al Señor. Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
3.  Critican o descalifican cualquier actuación o idea que venga de la iglesia, un hermano o su prójimo, desconfían del poder restaurador del Cristo, tienden a cercenar la vida espiritual de los más débiles, creando, con o sin querer, dolor, sentimiento de menosprecio e vileza entre los creyentes. Mateo 18:6 “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”.
4.  No tiene temor de Cristo, su debilidad espiritual, falta de fe, lo lleva a prevaricar y pecar recurrentemente. Proverbios 8:13 “El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco”.
5.  Su lengua es fuente amarga, maldice y bendice a la vez, no cesa de encender la creación, es chismoso por excelencia, va sembrando cizaña y propagando rumores negativos sobre la obra, los fieles y los siervos de Dios, juzga porque se cree justo y bueno. 1 Corintios 6:5-7 “Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos? Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?”.
6.  Es egocéntrico, le falta humildad, se cree muy espiritual, no soporta que le lleven la contraria, es altivo, soberbio, siempre da lecciones sobre cómo se tienen que hacerse las cosas, pero su testimonio no es de Cristo, está lejos de lo que predica, sus frutos lo delatan. Mateo 23:12 “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
REFLEXIÓN
Es necesario reconocer y aceptar que soy una persona tóxica, porque he actuado en mi carne, y he dejado heridas abiertas en otros, pues, no hay ni uno solo bueno dijo Jesús; dar el primer paso para “el arrepentimiento”, es conseguir la puerta del perdón, esa es la clave, entonces quebrante su alma, su orgullo, su altivez, humíllese y conviértase al Señor pero de verdad, que no sea algo emocional, muera a su yo, póstrese ante la presencia del Señor y cambie su forma de caminar y actuar con la ayuda del Espíritu Santo y sane sus heridas, en especial las más profundas, las del alma y espíritu. Gálatas 6:8 “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.
No se identifique con su terca manera de pensar, nuestro ego nos separa del resto de las personas desde el interior de nuestro corazón, no lo convierta en el refugio de su maldad o inseguridades, entrégueselo al Señor, y crea que Él va lo va a sanar de la toxicidad de su alma y crea que lo va a limpiar y purificar; lea la palabra, desenfunde la espada para defenderse de todos los dardos y tentaciones del enemigo, de los deseos engañosos y la corrupción de nuestra carne, sea más que un vencedor en Cristo y deje de estar prevaricando. Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”.
Es hora de sembrar en el espíritu por el Espíritu, nada, absolutamente nada, nos separará de su amor del Señor; la oración sea nuestro escudo, el abrigo y calor permanentemente de mi vida; dejemos que la acción poderosa del Altísimo se manifieste trayendo el fruto de su Espíritu en mi como testimonio vivo, y que la toxicidad de mis enemigos (carne, mundo y diablo) huya, porque no podrán hacerme daño; dice la palabra que si tomase una serpiente en mis manos o bebiese cosa mortífera, no me harán daño porque Él está conmigo; y los enfermos (los tóxicos) sanarán y tendrán temor al ver que el Dios todo poderoso ilumina mi vida y me guarda de todas mis maquinaciones. Jeremías 15:19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”. Amén.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Así es, gracias al Señor que nos envío el Espíritu Santo, que es quién nos convence de justicia, juicio y pecado; nos pone frente al espejo y podemos ver si reflejamos al Cristo, en eso ando, buscando no ser tóxico para otros. Dios te bendiga

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