Hay una tendencia
generalizada a colocarles el calificativo de “tóxica” a aquellas personas que
tienen una mentalidad pesimista o negativa, con ciertos comportamientos dañinos
o perjudiciales hacia las personas próximas a su entorno social, incluyéndose
ellas mismas. Por definición, un elemento tóxico, es aquella sustancia, persona, potestad o cosa peligrosa capaz de causar trastornos: físicos, neurológicos, psíquicos, moral,
espiritual o muerte a consecuencia de un contaminante (venenoso), de efecto
dañino; es menester resaltar que, la reflexión que se va abordar trata sobre los
factores que nos llevan a desarrollar, como hijos de Dios, relaciones o matrimonios
tóxicos que dañan nuestra vida y nuestro entorno; pero les invito, antes de
entrar en tema, a orar profundamente, es importante que lo hagan de corazón:
Señor, te pido que quites el velo que tengo en mis ojos, permite abrir mi
corazón, romper mis esquemas mentales de tal manera que pueda identificar a
través de tu Espíritu donde estoy siendo tóxico para mi prójimo o hermanos y
puedas restaurarme con tu poder sanador, medicinal, sacando el veneno que fluye
por todo mi ser y llegue a ser el hombre o mujer que tú quieres que yo sea, en
el nombre de tu hijo amado Jesucristo ¡Amén!.
Ahora
sí, es más común de lo que parece qué en los diferentes tipo de relaciones humanas,
sean matrimoniales, familiares, vecinales, laborales, etc., y especialmente con
los hijos de Dios, una o ambas partes se sientan incomodas, infelices,
tristes, iracundas o ansiosas por una sencilla razón, nos comportamos como
personas tóxicas, es decir vivimos bajo el control de la carne, mucho más si pasamos la
mayor parte del tiempo una con la otra en esta condición, dedicados al mundo o a nuestros
deleites, independientemente del ambiente que nos encontremos, sea cuál sea el caso; somos más
una fuente de sufrimiento que de bendición, convirtiéndonos en un yugo difícil
de llevar que oscurece nuestro entorno y no da testimonio de quien es nuestro
Señor, por la corrupción que emanamos; Gálatas 6:8a “Porque el que siembra para
su carne, de la carne segará corrupción”.
Si conocemos de la
palabra o hemos tenido cierta revelación, y no somos capaces de ceder o cambiar
ciertas conductas ya sea por rebeldía de carácter, ego, soberbia, altivez o por falta de fe, es
porque somos hijos tóxicos, que no queremos someternos ni sujetarnos
al Espíritu Santo. Por ejemplo: Pedro se le reveló el Cristo y aun así lo negó
tres veces, por su inestabilidad de carácter y falta de fe, el mismo Jesús lo
llegó a llamar “Satanás” por quererse salir del plan de Dios, era hijo de Dios con corazón tóxico
por falta de conversión, y eso se evidenció aún, mucho después, cuando Pablo lo
exhortó a definirse: Gálatas 2:14 “Pero cuando vi que no andaban rectamente
conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú,
siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los
gentiles a judaizar?”; Gálatas 3:3 “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por
el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”.
Este tipo de actitudes
tóxicas, tienen su origen oculto en ciertas conductas, sentimientos, pecados,
culpas, traumas familiares, inseguridades, necesidades
insatisfechas, vacíos, abusos, miedos que no han sido tratados por el Señor, y han sido los
detonantes o catalizadores para exteriorizar todo el veneno y la malicia que
atesora nuestro corazón y con la cual hemos
actuado siempre; por eso, es imperiosamente necesario morir a nuestro yo, menguar y
dejar que Cristo viva en mí, dejar que el Señor atienda con carácter de
urgencia mi vida espiritual, si es queremos sanar nuestra alma, cuerpo o
espíritu; Romanos 8:9 “Mas vosotros no
vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”; o
por el contrario, continuaremos deteriorando progresivamente nuestras vidas hasta
llegar a un punto de no retorno, donde será demasiado tarde, donde pagaremos las consecuencia de lo
sembrado.
Al conversar con
nuestros amigos o revisar las redes sociales, nos damos cuenta qué hay una gran cantidad de actitudes tóxicas, que llegan a términos patológicos y que ocupan un espacio importante en el
hombre, por la cantidad de mensajes o memes que se han generado y podemos apreciar, por ejemplo: “Este
año quiero hacer dieta evitando o eliminando las personas tóxicas”; “dejar ir a
las personas tóxicas no es egoísmo, es amor propio”; “Cuando una persona tóxica
no pueda controlarte, buscará controlar la forma en como otros te ven”; “¿Cómo
pretendes volar?, si no te alejas de los que te arrancan las plumas?”; “Nunca
sabrás qué tan tóxica es una persona hasta que no respires un poco de aire
fresco”; “Querida persona tóxica: Después de todo el daño que has hecho, he
sentido las ganas de que te pase algo malo. Después pienso… ¡Para qué! Si lo
malo ya lo llevas por dentro”; pero, qué tal si esa persona tóxica soy “yo”, ¿Cómo la elimino?, ¿Cómo
la dejo ir?, ¿Y si no me puedo controlar o alejar? Como muchos sugieren, ¿Cómo
puedo respirar aire fresco si yo soy quién contamino?, ¿Y si mi maldad es la
que domina y me ha hecho tanto daño todo este tiempo?; pues, necesito quebrantar mi alma y mi espíritu, para que el Señor habite
en mí. Isaías 57:15 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la
eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y
con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los
humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”.
Hay especialistas que
explican que las personas tóxicas tienen la capacidad de manipular a su prójimo,
limitando sus acciones y su desarrollo personal, además de provocar emociones
negativas continuamente (sentimiento de culpa, decepción, miedo, ira, etc.); evaluemos
si nosotros tenemos esta condición y porque somos así; pidámosle al Espíritu
Santo que nos revele donde estamos fallando y nos sane y enseñe del amor de
Cristo, el amor que no deja de ser; clamemos para que nos sane si somos esposos
sumamente celosos, pidamos perdón si somos padres o hijos altamente controladores
o autoritarios; si hemos sido piedra de tropiezo entre mis amigos o hermanos
débiles en la fe, si emocionalmente he sido una persona envidiosa o mezquina. Hay
evidencias científicas que los
ambientes más tóxicos son el trabajo, mi comunidad, los hogares, las iglesias
donde Dios no es primero, y donde prevalece la carne;
imaginemos este escenario: una iglesia donde exista competencia o envidia por liderazgo,
afecto, autoridad, poder o privilegio, sobre todo si creemos que nos lo
merecemos por lo que soy o por nuestras obras, como algo impositivo y no por la gracia de Dios. Efesios
2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
CARACTERÍSTICAS DE UN
HIJO TÓXICO DE DIOS
1. Trata de manipular con
la palabra, es mentiroso, apostata de la fe, vive en ocultismo, buscar engañar
a Dios y a los hombres para su beneficio propio. Mateo 24:11-13 “Y muchos
falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado
la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin,
éste será salvo”.
2. Responsabiliza a otros
de lo que le ocurre, a su pareja, a los hijos, a los suegros, a los padres, a
los hermanos, al diablo, al mundo, en fin, a los demás, es almático por
excelencia. No le gusta reconocer su pecado, ni someterse o sujetarse al Señor.
Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará”.
3. Critican o
descalifican cualquier actuación o idea que venga de la iglesia, un hermano o
su prójimo, desconfían del poder restaurador del Cristo, tienden a cercenar la
vida espiritual de los más débiles, creando, con o sin querer, dolor, sentimiento de
menosprecio e vileza entre los creyentes. Mateo 18:6 “Y cualquiera que haga
tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le
colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo
profundo del mar”.
4. No tiene temor de Cristo, su debilidad espiritual, falta de fe, lo lleva a prevaricar y pecar
recurrentemente. Proverbios 8:13 “El temor de Jehová es aborrecer el mal; La
soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco”.
5. Su lengua es fuente
amarga, maldice y bendice a la vez, no cesa de encender la creación, es chismoso
por excelencia, va sembrando cizaña y propagando rumores negativos sobre la
obra, los fieles y los siervos de Dios, juzga porque se cree justo y bueno. 1
Corintios 6:5-7 “Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros
sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que el hermano con
el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos? Así que, por cierto
es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué
no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?”.
6. Es egocéntrico, le
falta humildad, se cree muy espiritual, no soporta que le lleven la contraria,
es altivo, soberbio, siempre da lecciones sobre cómo se tienen que hacerse las
cosas, pero su testimonio no es de Cristo, está lejos de lo que predica, sus
frutos lo delatan. Mateo 23:12 “Porque el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido”.
REFLEXIÓN
Es necesario reconocer
y aceptar que soy una persona tóxica, porque he actuado en mi carne, y he dejado heridas
abiertas en otros, pues, no hay ni uno solo bueno dijo Jesús; dar el primer paso para “el arrepentimiento”, es conseguir la puerta del perdón, esa es la clave, entonces quebrante su alma, su orgullo, su altivez, humíllese y conviértase al Señor pero de verdad, que no sea algo emocional, muera a su yo, póstrese ante la presencia del
Señor y cambie su forma de caminar
y actuar con la ayuda del Espíritu Santo y sane sus heridas, en especial las
más profundas, las del alma y espíritu. Gálatas 6:8 “Porque el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna”.
No se identifique con
su terca manera de pensar, nuestro ego nos separa del
resto de las personas desde el interior de nuestro corazón, no lo convierta en
el refugio de su maldad o inseguridades, entrégueselo al Señor, y crea que Él va lo va a
sanar de la toxicidad
de su alma y crea que lo va a limpiar y purificar; lea la palabra, desenfunde la espada para defenderse de todos los dardos y tentaciones del enemigo, de los deseos engañosos y la corrupción de nuestra carne, sea más que un vencedor en Cristo y deje de estar
prevaricando. Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de
él mana la vida”.
Es hora de sembrar en
el espíritu por el Espíritu, nada, absolutamente nada, nos separará de su
amor del Señor; la oración sea nuestro escudo, el abrigo y calor permanentemente de mi vida; dejemos que la acción poderosa del Altísimo se manifieste trayendo el fruto de su Espíritu en mi
como testimonio vivo, y que la toxicidad de mis enemigos (carne, mundo y diablo) huya, porque no
podrán hacerme daño; dice la palabra que si tomase una serpiente en
mis manos o bebiese cosa mortífera, no me harán daño porque Él está conmigo; y los
enfermos (los tóxicos) sanarán y tendrán temor al ver que el Dios todo poderoso
ilumina mi vida y me guarda de todas mis maquinaciones. Jeremías 15:19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te
convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo
precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te
conviertas a ellos”. Amén.
Espejo del alma y del espíritu
ResponderEliminarAsí es, gracias al Señor que nos envío el Espíritu Santo, que es quién nos convence de justicia, juicio y pecado; nos pone frente al espejo y podemos ver si reflejamos al Cristo, en eso ando, buscando no ser tóxico para otros. Dios te bendiga
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