Esto de la crisis mundial por el Coronavirus, me ha
puesto a meditar y reflexionar profundamente sobre las señales de los últimos
tiempos y la actitud del hombre, en especial la de los hijos de Dios, con respecto a la
segunda venida del Señor. Cuando la maldad se ha multiplicado, Dios ha actuado con
contundencia; está reflexión espero que nos ayude a discernir, que la peor
enfermedad que puede tener la humanidad es la corrupción del alma y del espíritu, que ha
sido extendida por causa de la carne; el pecado que nuestra alma (voluntad) ha consentido, la ha propagado como una pandemia desde la caída de Adán, y hoy por hoy, es una
potestad que ha traído oscuridad o muerte espiritual a la vida del hombre, convirtiéndose
en un VIRUS CON CORONA que está sentado en el trono de nuestra vida para
gobernarnos sin control, por falta de conversión, temor y conocimiento del
Señor. Oseas 4:6a “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”; Proverbios 1:7
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian
la sabiduría y la enseñanza”; Isaías 5:13 “Por tanto, mi pueblo fue llevado
cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su
multitud se secó de sed”; Isaías 5: 20
“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz
tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce
por amargo!”; Gálatas 6:8a “Porque el que siembra para su carne, de la carne
segará corrupción”.
He visto muchas personas, que se hacen llamar hijos de
Dios, pueblo escogido, nación “santa”, entrando en intensas y estériles diatribas
religiosas con hermanos, hombres naturales o ateos, sobre la fe, quienes han de
ser salvos, cual es la verdadera iglesia de Cristo, que si María esto o
aquello, que si hay o no idolatría en las imágenes o en los hombres, etc.,
tratando de asumir el rol del Espíritu Santo que no nos corresponde; descuidando realmente lo
importante, la oración, la conversión y la obediencia, es como estar
deambulando por las calles en tiempos de cuarentena cuando lo correcto es
resguardarse. Confiar en Dios, sabiendo que Él hará la obra, eso es fe, pero
nosotros tenemos que hacer lo que nos corresponde, más que por precaución por
obediencia al Padre, como lo hizo Jesús al subir a la cruz; Cuando Cristo inició
su ministerio, primero estuvo orando y ayunando 40 días en el desierto para enfrentar
la prueba, es decir preparándose para lo que había de venir, y como no había
pecado en Él por su santidad, el diablo no lo pudo hacerlo caer en sus tentaciones.
QUEDARSE SIN DEFENSAS
Hay veces que no nos damos cuenta que “el pecado”, el virus
con corona, está profundamente insertado en nuestro ser, y si no nos colocamos
la vacuna (Recibir y aceptar a Cristo), con arrepentimiento y perdón, permitiendo
que haga su efecto, entrar en cuarentena (Trato con el Espíritu Santo), no
podremos ver la manifestación y sanidad milagrosa que todos esperamos (Poder del
Padre), motivado a que todo se debe a la decisión de creer o no, de obedecer o seguir
en rebeldía, de apreciar o menospreciar su palabra; Dios no obliga a nadie,
pero tampoco alcahuetea. Mateo 4:1-2 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu
al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado
cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre”; Gálatas 6:7 “No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará”.
Lo que sí es un hecho y que todas las personas coinciden que
“por todo daremos cuenta”, y que “el pecado nos está matando”; este virus nos ha apartado de todas las defensas (Padre, hijo y Espíritu Santo)
que tenemos, por eso no hemos podido erradicarlo por falta de arrepentimiento
genuino y nuestras obras nos así lo confirman (nos delatan), lo que demuestra que tenemos poca fe, voluntad, disposición y temor de Dios; sacando a la luz nuestra real naturaleza adánica: la bestial, animal y diabólica, para asombro de muchos. Romanos 7:19-25 “Porque no
hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que
no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo
yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre
interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que
se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado
que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte?”; Romanos 6:23a “Porque la paga del pecado es muerte”; Ezequiel 18:32 “Porque
no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y
viviréis”.
EL CORAZÓN DEL HOMBRE
Muchos son los ejemplos (prestemos mucha atención a esto): Cuando se está llegando a una propagación de 200.000 personas a nivel mundial y
casi 7000 fallecidos por el Coronavirus, hasta el 15 de Marzo de 2020 [Fuente:
Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EEUU)], han sido millones de mensajes por
las redes sociales haciendo fiesta o chistes de la peste sin importar el dolor
de otros, hay familias que lloran la pérdida de un ser querido por tan
lamentable suceso, que pudiera ser nuestros padres, hijos o hermanos, eso
demuestra la maldad en el corazón del hombre, no hay amor al prójimo cuando es un mandamiento de Dios; por otro
lado la cantidad de mensajes magnificando y manipulando el problema creando
pánico, desinformación o menosprecio a la situación, posiblemente por un interés
oscuro o particular que solo Dios sabe, póngale usted el adjetivo; así mismo,
los aprovechadores de oficio que sacan lo más vil y despreciable de su corazón haciendo
dinero a costilla de la necesidad del prójimo, la codicia los carcome, parecen
depredadores hambrientos, sabiendo que recibiremos paga por cada cosa que
hagamos, por cada persona que se contagie por nuestras malas acciones; y la cereza del pastel que faltaba, los diferentes líderes llenos de
altivez utilizando la palabra de Dios para ganar afectos o seguidores, cuando
en su vida han leído, practicado u obedecido las enseñanzas de nuestro Señor
Jesucristo, aprovechándose de la debilidad emocional y espiritual de muchos
incrédulos, sobre todo los que sobran en las iglesia cristianas, por la falta
de firmeza sobre la roca, oraciones sin esencia, ni presencia del Espíritu
Santo. Mateo 17:20-21 “Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os
digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate
de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale
sino con oración y ayuno”; Ojo, si
en nosotros prevalece el virus mortal del pecado, el gigante que nos atemoriza
nos vivirá asechando como Goliat al pueblo de Israel, por eso es necesario que
entremos en cuarentena.
ES NECESARIA LA CUARENTENA
La cuarentena no tiene un origen científico, sino bíblico;
para algunos religiosos el número 40 representa “cambio”, “prueba” o “juicios”;
pero le dan más importancia a la numerología, que a su significado correcto por
falta de revelación, tanto así, que ya la convirtieron en una ciencia, como
tratando de encontrar un significado especial detrás de cada número, como si Dios
nos llamara a buscar significados secretos, mensajes ocultos o códigos en las
santas escrituras, cuando en realidad nos
exhorta a estar preparados; 2 Timoteo 3:17 “Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir (convertirnos), para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (sanos),
enteramente preparado (limpios) para toda buena obra”.
Cuando estamos en cuarentena, el Espíritu Santo, el
consolador, el guía, maestro, médico y enfermero por excelencia, nos muestra y
conduce por caminos de presencia (amor), revelación, alabanza (gozo) y
adoración (paz), oración, clamor y suplica, esperanza (paciencia), fortalecimiento
(fe), muerte, mengua y humillación (mansedumbre), limpieza (benignidad), purificación,
sanación (bondad), preparación y conversión (templanza), pero debe haber
disposición genuina de corazón, para que el poder de Dios se manifieste en mi
vida, sustentándome, manteniéndome firme en la debilidad, porque es en su
fuerza donde seré librado y no la mía, sobre todo cuando el enemigo me asecha con
todas sus armas para robar mi vida, destruirme o matarme.
En tiempos de cuarenta, Dios ha utilizado diferentes
instrumentos para vacunar al hombre, por ejemplo el agua, la uso para destruir
todo mal en la tierra, hizo llover cuarenta días y cuarenta noches y eliminó el
virus con corona (pecado) que estaba esparcido por toda la humanidad; Génesis
7:12, 21 “Y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches…Y murió
toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de
bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre”; sin
embargo el hombre volvió a sus andanzas, ¿Sabe por qué? por falta de conversión.
El pueblo de Israel por no querer convertir su corazón estuvo
en cuarentena por 40 años, hasta que el virus del pecado de la generación
perversa, corrupta, egipcia que salió de la esclavitud de Egipto muriera en el
desierto, porque Él no quería que la contaminación entrara a la tierra prometida
donde fluía leche y miel; Números 32:13 “Y la ira de Jehová se encendió contra
Israel, y los hizo andar errantes cuarenta años por el desierto, hasta que fue
acabada toda aquella generación que había hecho mal delante de Jehová”; sin
embargo, eso no fue suficiente, porque el hombre no ha querido someterse ni
sujetarse al Señor, mientras el alma siga consintiendo el pecado, el virus mutará
en algo más abominable cada día hasta acabarnos, si no nos esforzamos a
edificar con Cristo será imposible salir del atolladero en que estamos metidos,
es necesario destronar el pecado y dar al Señor el lugar que se merece, el
trono de nuestras vidas, y permitamos que nos corone con su gracia,
misericordia y amor.
REFLEXIÓN
Es necesario muchas veces pasar por tiempos de aflicción
para probar nuestra fe, develar en quien estamos fundamentados, que hay en
nuestro corazón, a quien obedecemos y tememos; oro porque nunca el Señor me
suerte, aunque yo quiera hacerlo, deberíamos arrepentirnos, anhelar su santidad
y morir al pecado, para que vengan a nosotros los tiempos de refrigerios,
bendición y gozo; entremos en tiempos de cuarentena, de presencia y
ministración del Espíritu Santo, la creación completa está esperando la
manifestación de nosotros los hijos de Dios. Bendito sea el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, Amén. Deuteronomio 8:2 “Y te acordarás de todo el camino por
donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para
afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de
guardar o no sus mandamientos”; 1 Pedro 1:7 “para que sometida a prueba vuestra
fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con
fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo”; Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio”.
Palabras sabias de lo Alto....Douglas agradezco tus oraciones, pide por liberación, por favor y gracias
ResponderEliminarEl Señor escucha todas las oraciones, pero debemos despojarnos de aquello que es estorbo, acompáñame a orar: Señor, toca los corazones de este pueblo, has que te reciban y acepten como Dios, Señor y Salvador, permite que te conozcan en espíritu y verdad, que se levanten en oración, clamor, suplica y ruego, que se postren en tu presencia, en la intimidad; trae liberación, quebranta su dura cerviz; tu palabra dice en Jeremías 33:3 "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces", revelale lo que significa el Temor a tu Santo Nombre, sana nuestras almas y espíritus corrompidos y has tu voluntad en nosotros, en el verso 6 dice "He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad"; gracias Señor por traer sanidad, medicina y curación en nuestra debilidad, gracias por tu paz y verdad en nuestros corazones, atiende las suplicas de los hijos que abren su corazón, pon tus ojos en este pueblo pecador, no mires su pecado, ten misericordia de nosotros, levanta tus manos en nuestra alabanza, porque el día de abrir los mares está por venir, la llegada de nuestro Señor Jesucristo es pronto, bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Te alabo Padre de los cielos. Esperamos confiados, por tu darás la victoria a los que creen, se humillan, se postran y se convierten a ti y llegará pronto los tiempos de refrigerio. Bendito sea tu Nombre. Amén.
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