sábado, 7 de diciembre de 2019

JÁNUCA, LA RESTAURACIÓN DEL TEMPLO



JÁNUCA RESTAURACIÓN Y LUZ

Jánuca es también conocida como la Fiesta de las Luces, es una festividad del pueblo de Dios en donde se conmemora por la reedificación del Templo de Jerusalén y una manifestación particular del Espíritu de Dios, donde la luz del Cristo resplandeció en las tinieblas; esto ocurre después de la rebelión del pueblo judío contra la dinastía griega-siria seléucida, donde los griegos intentaron helenizar (transculturizar) al pueblo de Dios y abolir sus costumbres, reuniones santas, prohibiendo que las ejecutaran, a los cuales muchos de ellos, del pueblo judío, se sometieron y siguieron sus instrucciones, permitiendo la profanación del templo, la idolatría y los cultos a otros dioses. Daniel 11:31 “Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”. Josué 24:14 “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová”; Deuteronomio 8:19 “Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis”.

Sin embargo, el pueblo de Dios perseverante, que se negó a realizar los actos que iban en contra de lo santo, tuvo que luchar difícil batalla sin temor, y a pesar que ser una minoría en contra el ejército griego, tenían la confianza en Dios y por eso vencieron, porque el Señor los respaldo e iba al frente de ellos, conduciéndolos a ganar con pocos hombres a toda una muchedumbre de soldados. 1 Juan 2:8 “…porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra”; 2 Juan 1:9 “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”; Romanos 8:37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”; Salmo 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado”; Deuteronomio 3:22 “No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros”.

En ese tiempo, el templo se encontraba en ruinas, el altar fue profanado al quemar incienso, sacrificios y adorar a dioses e ídolos paganos, las puertas habían sido incendiadas por los griegos; en los atrios crecía la maleza, como en el bosque o en el monte; las habitaciones estaban totalmente destruidas, en el piso; igualmente nuestro templo, nuestra vida espiritual puede estar en ruinas, porque siendo hijos de Dios no hemos refrenado nuestros impulsos, profanando el altar de Dios (el trono que debería estar gobernando el Espíritu Santo) con nuestra inmundicia, adorando y ofrendando al primer ídolo que tenemos que somos nosotros mismos, entonces dejamos que crezca la maldad, cizaña (la maleza), el pecado, destruyendo la morada donde Dios quiere habitar. Proverbios 25:28 “Ciudad en ruinas, sin muralla protectora: ¡eso es el hombre que no frena sus impulsos!”; 1 Corintios 6:19 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”; Romanos 8:9 “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”; Romanos 7:20 “Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí”; Mateo 23:27 “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”.

Entonces el pueblo, que guardó el pacto de Dios, guiados por el Señor, procedió a la restauración del templo, utilizando varones de testimonio y conducta irreprensible, construyendo un nuevo altar, desechando el anterior, limpiado y restaurando su interior, purificando los atrios, quemando incienso sobre el nuevo altar y encendiendo las mechas de la menorá (janukía) las cuales ardieron asombrosamente durante ocho días, sacando toda oscuridad presente, a pesar de que sólo había aceite para un solo día, produciéndose el milagro de Jánuca. Muchas veces el Señor utiliza a sus hijos de testimonio, guiados por el Espíritu Santo, para ciertos trabajos de reconstrucción, restauración, servicio, santificación, limpieza, etc., para luego encender la janukía (que está apagada) a través de su Espíritu, porque es el Señor quién hace la obra, es el que provee el aceite, el fuego, la llama, la luz, la manifestación del fruto en nuestro templo. Hechos 6:3 “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”; 1 Tesalonicenses 5:23 “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”; Efesios 5:8 “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.

¿QUÉ REPRESENTA EL JÁNUCA?

1.    La presencia y el pacto del Padre en mi vida, es mantenernos bajo su amparo como siervos, darnos la protección como sus hijos, levantando y restaurando las ruinas del templo que hemos destruido con la carne. Ezequiel 9:9 “Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén”; Salmo 132:12 “Si tus hijos guardaren mi pacto, Y mi testimonio que yo les enseñaré, Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre”.
2.    La Luz del Cristo. Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
3.   El fuego consumidor del Espíritu Santo, la manifestación de su fruto en mí. Deuteronomio 4:24 “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso”; Hechos 2:3 “y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos”.
4.  La restauración y limpieza de nuestras vidas, la reedificación del tabernáculo. Levantando las ruinas, el asolamiento, eliminando toda confusión y engaño, proveniente de los “helenistas” (falsos profetas), es decir, los que quieren cambiar nuestro Dios santo, celoso, justo y misericordioso, por un dios ajeno, que se adapte a sus intereses. Isaías 61:4 “Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones”; Éxodo 32:4 “y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”;
5.   La fe que mueve montañas, elimina el miedo, nos permite avanzar con la certeza que Dios está con nosotros y vencer a pesar de las circunstancias adversas.

¿CÓMO DEBEMOS PROCEDER PARA LA RESTAURACIÓN DE NUESTRO TEMPLO?

1.  Disponiendo nuestro corazón a la santidad, siendo Hijos de Dios (reyes y sacerdotes) de conducta irreprensible, sujetos y sometidos al Espíritu Santo, obedientes, de testimonio, cumplidores de la palabra. Arrepintiéndonos, desechando el pecado, dar el paso de conversión y esforzándose a agradar al Señor.
2.    Entrando en tiempos de quebrantamiento, adorando, alabando, ayunando, orando, en vigilia total, postrándose, humillándose, restaurando, adornando mi templo con la luz del Cristo, ungiendo mi alma, cuerpo y espíritu con el aceite del Espíritu Santo.
3.    Dejar encendida la llama del Espíritu Santo en mi vida, en este tabernáculo personal, durante estos ocho días consecutivos, permitiendo que Él tome el control, poniendo en práctica el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
4.  Limpiando y sacando las piedras del templo con las cuales se ha profanado dicha morada y contristando al Espíritu Santo, por causa de mi rebeldía e idolatría, esas piedras que son tropiezo para mi vida espiritual y a las cuales me niego a morir; entonces resplandecerá mi semblante porque llegará la luz del Señor, que me impulsará hacer obras dignas de arrepentimiento y apartarme del camino del mal y pecado.
5.    Sacando y quemando con el fuego consumidor del Señor toda cizaña, impureza, pecado oculto, rencor que exista en nuestros corazones, dando la plena libertad a nuestro ser de adorar y alabar al Señor en espíritu y verdad.
6.    Con integridad. Presentando nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable, entrando en reconciliación y acción de gracias al Señor, ya que para siempre es su misericordia y ha estado presente en nosotros. Salmo 41:12 “En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado, Y me has hecho estar delante de ti para siempre”.
7.    Edificando y fortificando mi vida con el Espíritu Santo, quien es el que me convence de justicia, juicio y pecado, asumir una actitud de firmeza espiritual, intercesión, santidad, defensa ante las asechanzas del mal.

REFLEXIÓN:

No podemos brillar con la luz de Dios, si no nos hemos levantado de las ruinas, es necesario arrepentirse, apartarse del pecado y buscar de la presencia del Espíritu Santo para restaurar nuestro templo; convertimos verdaderamente al Señor es una condición sine qua non para encender la Janukía de nuestras vidas, porque debemos sacar las piedras de argumentaciones, ocultismo, mentira, tinieblas que profanan el altar santo que Cristo levantó en nosotros el día que lo recibimos como Señor y Salvador. Romanos 13:12 “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”; Jeremías 15:19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”; Hechos 26:18 “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”.

Para celebrar con santidad el Jánuca, es necesario volvernos a Dios, guardar su palabra, purificarnos y santificarnos, siendo testimonio del Cristo vivo, porque el Señor quiere posarse sobre nosotros, proclamar: ¡Este es mi Hijo! Y llenarnos de su amor y gozo por toda la eternidad. Nehemías 1: 8-9 “Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre”; Ezequiel 43:7 “y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre; y nunca más profanará la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos”; Mateo 3:17  “Y hubo una voz de los cielos,  que decía:  Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Amén...

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