domingo, 24 de noviembre de 2019

¡AUXILIO, AUXILIO, ME PERSIGUEN!



Es lícito que toda persona trate de vivir al máximo sus emociones, de alcanzar sus sueños, expresar sus ideas, pensamientos, sentimientos, socializar, relacionarse y establecer alianzas con determinado grupo, especialmente si se tienes varios puntos de encuentro o coincidencias, pero no todo conviene. Esto pareciera maravilloso, sin embargo lo que hace que esto sea imperfecto y abominable es el hecho de que en esta ecuación, por lo general, hemos excluido a Dios en todos los aspectos o lo hemos minimizado, a tal extremo, que lo que predomina es la carne y la corrupción del alma, despreciando el Señorío del Altísimo.
Quizás sea producto de, lo que la palabra llama, la concupiscencia del hombre o de nuestra naturaleza humana; por eso apreciamos hijos de Dios queriendo acoplarse a una sociedad corrompida, por demás idólatra al dinero, aferrados a creencias religiosas, ideológicas, desbocados sin razón, control ni ley, viviendo bajos los deseos de su carne, pensamientos, ira, fantasías, desconociendo a Dios, ejecutando cosas apartadas de su esencia santa, exaltando las pasiones vergonzosas, diciendo a lo malo bueno y a lo bueno malo, a la luz tinieblas y a las tinieblas luz, sin reconocer su pecado, su maldad o adicción a unos derechos, que en su lógica, es lo mejor porque no están haciendo daño a nadie, pero están destruyendo la creación que Dios hizo, empezando por ellos mismos, forjando todo de manera aborrecible para el Señor, pero agradable a los hombres.
2 Pedro 2:10 “Y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío…”; Efesios 2:3 “…haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”; Gálatas 4:8 “…no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses”; Romanos 2:14 “…aunque no tengan ley, son ley para sí mismos”; Romanos 1:26 “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza”; Isaías 5:20 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”; Jeremías 3:13 “Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová”.
Entonces, después que se ha consumado el pecado, empieza nuestra mente a maquinar como podemos echarle la culpa a otros, justificar nuestra condición, y sufrimos de miedo o del síndrome de persecución y vemos enemigos por todos lados, cuando realmente el principal enemigo somos nosotros mismos; y después cuando tocamos fondo y nos vemos con el agua al cuello, es que empezamos a pegar gritos ¡Auxilio, Auxilio, Sálvenme, mis enemigos me persiguen!; Mateo 14:30 “Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”.
Ser un perseguido significa, según el Diccionario RAE: En tratar de destruir o causar el mayor daño posible (A alguien o algo); Tratar de conseguir o de alcanzar algo (Un objetivo), si tratamos de hacer daño a alguien, nuestra naturaleza es demoníaca y si nuestro objetivo es malo, también; sólo el Señor es quién tiene la potestad de perseguir, juzgar, castigar o condenar todo, ya sea por falta de sometimiento o sujeción a su palabra. Entre sus sinónimos perseguir se encuentran: Esclavizar, Conquistar, Acosar, Hostigar, Estrechar, Provocar, Atosigar, Importunar, Oprimir, Apremiar, Asediar, Ceñir, Castigar, Precisar, Apretar, Sujetar, subyugar, abrumar, agobiar, bloquear, entre otros.
Hay diferentes tipos de enemigos que tratan de destruirnos o causar el mayor daño posible; todo dependen de en qué bando estoy, quiénes son mis amigos, con quién estoy asociado, con quién hice alianzas, a quién me uní para luchar, contra quién me levante, cuál es el fin que persigo. Hoy vamos a discernir con ayuda del Espíritu Santo ¿Quiénes son mis enemigos? Y ¿Por qué me siento perseguido? Pero, es necesario que oremos previamente: Señor, derriba todas mis argumentaciones que impiden que está palabra llegue a mi corazón, muéstrame porque me siento asediado y revélame quienes son mis verdaderos enemigos, para orar por ellos de acuerdo a tus propósitos eternos, no permitas que me invada el miedo, que me pueda mantener firme sin desfallecer. Amén
¿QUIÉNES SON MIS ENEMIGOS?
Muchos son, internos y externos, entre los que me persiguen puede estar el alma, la carne, el mundo, el prójimo, el malo, las diferentes potestades y el mismísimo Señor, dependiendo de ¡Cuál sea mi condición espiritual!
La palabra dice en Lucas 11:23 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”; muchas veces nosotros por querer ganar las cosas que el mundo nos ofrece, nos desparramamos por el alma, la mente o las emociones, constituyéndonos en creyentes inconstantes, adúlteros, fornicarios de la palabra, en simples ENEMIGOS DE DIOS, ya que tratamos limitar, acomodar o dividir lo santo de Dios para insertar carne, mundo o maldad, entenebreciendo nuestra fe y manteniendo una condición de tibieza espiritual sin un verdadero arrepentimiento, el cual nos lleva directamente a concebir el pecado; es entonces cuando quedamos atrapado entre lo santo y lo profano, producto de nuestra concupiscencia, y decidimos aparentar una falsa piedad, bondad, benignidad, santidad para tratar de engañar a Dios y mi entorno, como el propio hipócrita, fariseo, que siendo hijo de Dios, conociendo su palabra, le costaba cumplirla, ya que no era un hacedor, la utilizaba según le convenía para señalar los pecados de otros pero no mirabas los suyos. Santiago 4:4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”; Apocalipsis 3:16 “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”; Lucas 11:17 “Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae”; Lucas 5:30 “Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?”; Lucas 6:42 “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”.
Pero cuando somos perseguidos, acechados, provocados, juzgados y condenados por causa del Señor debemos gozarnos de manera sobrenatural (aunque me desechen y haya perdida), porque el Señor me dará mucho más de lo que he esperado, solo por el hecho de haber escuchado, guardado y creído su palabra, y obtendremos nuestra recompensa; nos llenaremos de santidad, nos apartaremos para Dios, sin temor alguno, sin carga y con gozo en el corazón, teniendo la confianza de la acción poderosa del Señor y que recibiremos el galardón para los vencedores en Cristo. Juan 15:20 “…Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”; Lucas 21:12 “Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre”; Salmo 119:161 “Príncipes me han perseguido sin causa, Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras”; Mateo 5:10-12 “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”; 1 Pedro 4:12-13 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”.
¿POR QUÉ ME SIENTO PERSEGUIDO?
1.    Porque mi corazón está lleno de incredulidad, y me aparto del Dios vivo. Hebreos 3:12 “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”.
2.    Porque me he convertido en mitómano, mentiroso, calumniador, rebelde, concibiendo maldad en mi corazón, cambiando a Dios por cualquier cosa. Isaías 59:13 “El prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira”.
3.    Al Desechar el bien, lo bueno, lo puro, lo santo, y sufro persecución y tormento por parte del mal, producto de mi pecado. Oseas 8:3 “Israel desechó el bien; enemigo lo perseguirá”; 1 Samuel 16:14 “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”; Hebreos 10:31 “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”; Proverbios 13:21 “El mal perseguirá a los pecadores, Mas los justos serán premiados con el bien”.
4.    No atiendo la voz del Señor, y la palabra establece que seré alcanzado por las enfermedades, la calamidad y la muerte física o espiritual, trayendo maldición para mi vida. Deuteronomio 28:45 “Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó”; Deuteronomio 28:15 “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán”; Deuteronomio 28:22 “Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas”.
REFLEXIÓN                                             
Dejemos actuar al Espíritu Santo en nuestras vidas, no nos convirtamos en adúlteros, perseguidores ni menos perseguidos de Dios, acerquémonos y limpiémonos en su presencia. Muchos hijos de Dios, pretendemos asumir funcionen que no nos corresponden a los hombres, por eso nos convertimos en perseguidores, jueces y carceleros de la obra de Dios, es decir, por querer ayudar al Espíritu Santo, en la carne, tratando de convencer a otros de justicia, juicio y pecado lo que traemos es condenación, juicio y pecado para nosotros mismos, ya que lo hacemos sin la intervención del Señor, produciendo un efecto contraproducente, pudiendo ser piedras de tropiezo para otros y la obra de Dios.
Acordémonos que el Señor es quién hace el llamado, el que edifica, quién pelea la batalla diaria por mí, así acampe un ejército en mi contra; así qué humillemos ante su presencia, no dejemos de orar, abandonemos nuestra altivez, acerquémonos, limpiémonos de nuestros pecados con verdadero arrepentimiento y purifiquemos nuestro corazón que está lleno de iniquidad, inmundicia e impiedad. Deuteronomio 3:22 “No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros”; Salmo 27:2-3 “Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado”; 1 Pedro 5:6 “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”; Santiago 4:8 “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.
Quién tenga la sensación de que está siendo perseguido por el mal, siendo hijo de Dios, ¡Revísese!, no vaya hacer que esté siendo atormentado por su pecado, o quizás no se le ha revelado 1 Juan 4:4 “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” y necesita ser tratado como discípulo de Cristo, por falta de conocimiento y entendimiento de la palabra; es hora de clamar con corazón sincero ¡SEÑOR, SÁLVAME!, y el Señor hará.
Oremos:
Señor, ¿De dónde vendrá mi socorro?, mi socorro viene de Jehová; gracias Señor porque me has quitado el velo, he visto que mi principal enemigo soy yo, reconozco que he establecido alianzas con mi alma, mi carne, el mundo y hasta con el mal en muchas áreas de mi vida; por eso me doy cuenta que más que un perseguido he sido un perseguidor, un perseguidor de mi prójimo, porque lo he tratado con indiferencia, he tenido dureza de corazón, falta de perdón, lo que prevalece es la crítica, chisme, carga, asedio, acoso, etc., ya sea de boca o actitud, por demás estéril y llena de altivez, contienda, soberbia que no edifican, ni glorifican tu santo nombre por falta de amor y temor hacia ti.
Ahora me doy cuenta que no me he ceñido a ti, perdóname, me he dejado esclavizar nuevamente por el viejo hombre, estoy dando vueltas perdido en el desierto, cuando ya debería haber conquistado la tierra prometida, estoy tan estancado y paralizado por falta de fe, que no he metido los pies en el Jordán (la adversidad) para apreciar las cosas maravillosas que tienes para mí, todo por incredulidad; entonces me voy hundiendo poco a poco, hasta la necesidad de gritar ¡Auxilio mi Señor, Sálvame!
¡Oh mi Señor!, cosa horrenda es caer en tus manos lleno de todas estas cosas que no te agradan, por eso me siento perseguido; pero hoy me humillo ante ti, te pido perdón por mis pecados, perdona porque te he sacado de la ecuación de mi vida en muchas áreas no convertidas para evitar ser redargüido, lo reconozco; sé que a ti no se te escapa nada; envía tu Espíritu para que este detrás de mí, para exhortarme, persuadirme, convencerme de juicio, justicia y pecado, trataré de luchar, esforzarme para no hacerme el sordo, porque, ¿A dónde huiré?; Ahora entiendo que prefiero pasar por tus manos, por tu disciplina y castigo, que caer en las manos de las tinieblas, perderme las bodas del cordero por no tener las vestiduras dignas; no quiero perderme ese honor de estar en tu presencia, de compartir la mesa contigo y saborear los deliciosos manjares que tienes preparados para los que vencieren la dura prueba. Señor gracias porque no me has abandonado, gracias por tu bendición, gracias por tanta misericordia, gracias por mi iglesia, gracias por esta tierra, por este país que me diste para crecer, gracias por las adversidades que forman mi carácter espiritual, gracias por ser mi Dios. Te amo y bendigo tu Nombre, Padre de los cielos. Socórreme, estoy esperando confiado que lo harás; mi alma y espíritu reposan sosegadamente sabiendo que tú tienes el control. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario