Todo en la vida requiere de un entrenamiento; se conoce que entrenar consiste en llevar a cabo una serie de ejercicios previamente establecidos para desarrollar ciertas habilidades (dones) o aumentar el rendimiento físico o intelectual (hasta espiritual), con el objetivo de lograr el máximo potencial o capacidad de una persona ante cualquier prueba que se presente.
La palabra en 2 Timoteo 4:7 dice: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”, de acá se derivan las siguientes interrogantes: ¿Me ejercitado para dar la buena batalla? ¿Mis músculos espirituales están preparados para acabar la buena carrera? ¿El potencial de mi fe es acorde al tiempo y entrenamiento que llevó como cristiano?; por eso el Señor nos exhorta a estar alertas (velando en todo momento), firmes (sobre la roca) y preparados (fortalecidos para resistir las asechanzas del diablo) en todo momento, ENTRENADOS ESPIRITUALMENTE; 1 Corintios 16:13 “Estad alerta, permaneced firmes en la fe, portaos varonilmente, sed fuertes”; 1 Tesalonicenses 5:6 “Por tanto, no durmamos como los demás, sino estemos alerta y seamos sobrios”.
¿QUÉ ES ENTRENAR LA FE?
Entrenar la fe es la disposición, actitud y preparación que tiene el cuerpo de Cristo (iglesia o creyente) de mejorar (convertirse), resistir (apartarse) y superar (vencer) la prueba, esforzándonos a sujetar o someter diariamente el alma, cuerpo y espíritu al Espíritu Santo; por eso los ejercicios diarios son tan importantes, porque con estos se fortalecerán con paciencia nuestros músculos espirituales para caminar conforme a nuestra salvación, manifestándose así, el poder del Cristo, el testimonio de que vive en mí.
La falta de entrenamiento es producto de nuestra insensatez (falta de planificación), indisciplina (en contra del discipulado de Cristo), debilidad (doblegarse ante la tentación y los deleites), pereza (falta de sobriedad, perseverancia y constancia), desobediencia (negarse a sujetarse o someterse al Padre) o rebeldía (dar rienda suelta mi maldad), nos lleva a vidas espirituales depresivas, doble ánimo, inestables en nuestros caminos, tendientes a la incredulidad y los afanes del mundo, convirtiéndonos en presas fáciles para que el león rugiente nos devore, quién anda suelto buscando quién devorar por falta de entrenamiento.
Otro indicador que demuestra languidez espiritual (debilidad o enflaquecimiento) es la falta de entrenamiento por falta de voluntad para estar preparados para todo tiempo y/o situación, que puede venirnos en la tierra, porque creemos que por ser hijos de Dios es suficiente; Mateo 24:44 “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
¿CUÁLES SON LOS BENEFICIOS DEL ENTRENAMIENTO ESPIRITUAL?
Lucas 12:35-38 “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos”.
Muchos son los beneficios que trae consigo el entrenamiento espiritual; por ejemplo:
1. Mejora nuestra relación y comunión con Dios, fluye la comunicación a través del Espíritu Santo; nos mantenemos firmes (ceñidos vuestros lomos); 1 Corintios 10:12 “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”;
2. Hay mayor calidad de vida espiritual, nos convencemos de justicia, juicio y pecado, obteniendo genuino arrepentimiento y disfrutando de lo glorioso de Dios; que solo es posible por acción del Espíritu Santo en nuestra vida (vuestras lámparas encendidas).
3. Desarrollamos los dones concedidos, potencializamos las capacidades, habilidades y fortalezas espirituales (vosotros sed); y llegamos a ser más allá de lo que imaginamos.
4. Equilibramos todos los aspectos del ser: alma, cuerpo y espíritu, entran en armonía perfecta con el Espíritu Santo, proporcionando un crecimiento continuo de nuestras vidas a través del aprendizaje estimulante del amor de Dios, que no deja de ser (Bienaventurados);
5. Nos proporciona el discernimiento para los problemas, nos ayuda a identificar los caminos adversos y oscuros (halle velando), es decir nos da mayor agudeza en la visión espiritual (la segunda vigilia), claridad y entendimiento de los misterios de Dios (la tercera vigilia);
6. Permite conocer el plan de Dios para nuestra vida, nos convertimos en testimonio santo para los demás (hará que se sienten a la mesa).
7. De acuerdo a los resultados obtenidos con Él, permite transformar los afanes, las dificultades o circunstancias en verdaderas oportunidades de crecimiento espiritual, aumenta la manifestación del poder de Dios en nosotros, fortaleciendo nuestra confianza en el Señor (vendrá a servirles).
8. Mejora las relaciones con los hermanos, con el cuerpo de Cristo, somete nuestra vida exactamente a lo que quiere el Señor, aumentando el nivel de conciencia sobre lo que somos en Él, generando más oportunidades de conversión y mejor toma de decisiones basadas en lo que realmente importa (aguardan a que su señor regrese).
9. Se crea la sinergia del cuerpo de Cristo extendiendo su cobertura a los demás, a la familia, a la comunidad, a todos los ministerios establecidos, servicios, enseñanzas, adoración, alabanza, convivencia, para santificación, con armonía deleitosa entre los hijos de Dios y nos hace aptos para ganar el mundo inconverso (si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos).
¿CÓMO DEBEMOS ENTRENAR?
El entrenamiento se acciona a través de la palabra, Lucas 11:28 “Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”; Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
En la palabra se encuentra la forma, manera y estilo de entrenamiento que debemos asumir dependiendo del carácter y temperamento que posee cada quién, poniendo en movimiento la fe, siendo hacedores de sus mandamientos, estatutos y enseñanzas, hasta que las obras y los frutos hablen por si solos, notándose en el resplandeciente semblante y en un gozo sobrenatural a pesar de la aflicción, ya que el Cristo que vive en nosotros es manifiesto, llevándonos por caminos de conversión progresiva hasta alcanzar su estatura;
Nuestro temor y responsabilidad como siervo del Señor se hace evidente cuando entrenamos en la palabra, somos cuidadosos de no ser piedra de tropiezo para los demás.
Nuestra alma es entrenada por el Espíritu Santo (El coaching personal), que en conjunto con el cuerpo se someten a su poder, para santificar y endurecer el musculo espiritual (El corazón dispuesto) para transformar nuestras vidas.
¿CUÁL DEBE SER NUESTRO PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO?
Es necesario que para lograr el fortalecimiento y la transformación ejercitemos:
1. LA ORACIÓN, en todo tiempo, dando gracias por todo. 1 Tesalonicenses 5:17-18 “Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”; Efesios 6:18 “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
2. LA ALABANZA, estando de continuo en mi boca. Salmo 34:1 “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca”; Salmo 150:6 “¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!”.
3. LA ADORACIÓN, postrado en reverencia, con integridad de corazón. Salmo 95:6 “Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor”; Salmo 145:1 “Te exaltaré, mi Dios y rey; por siempre bendeciré tu nombre”; Apocalipsis 19:10 “…adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
4. EL AYUNO, para liberación ante la impiedad y opresión. Isaías 58:6 “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”; Joel 2:12 “Ahora bien -afirma el Señor-, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos”.
5. LA VIGILIA, alerta de las maquinaciones del mal. Lucas 21:36 “Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre”; 1 Pedro 5:8 “Sed sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente, buscando a quien devorar”.
6. LA CONVERSIÓN con el firme propósito de no ser más oidores (ovejas obesas, infladas de palabra muerta, llenas de religiosidad o hipocresía, listas para el matadero), sino hacedores, varones listos para cumplir con la gran comisión, el servicio, la obra que nos encomendó el Señor Jesucristo, para su honor y gloria. Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”; Marcos 1:15 “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”.
7. EL TESTIMONIO de Cristo que vive en mí. Santiago 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”; Deuteronomio 6:17 “Debéis guardar diligentemente los mandamientos del Señor vuestro Dios, y sus testimonios y estatutos que te ha mandado”; Hechos 1:8 “pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
8. EL CONOCIMIENTO de Dios en espíritu y verdad, con el alimento no adulterado de la palabra, la cual nos dará la revelación, el discernimiento, el entendimiento y la conversión suficiente para vencer. 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”; Filipenses 3:8 “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
9. EL AMOR ÁGAPE, Nos congregamos por obediencia porque necesitamos permanecer pegados a la vid, no es un favor que hacemos a Dios, más bien Dios nos da el privilegio de ser parte del cuerpo. Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”; Hebreos 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos {unos a otros}, y mucho más al ver que el día se acerca”; 1 Juan 4:8 “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”.
REFLEXIÓN:
Entrenar espiritualmente en la carne, sin la presencia del Espíritu Santo, es perder el tiempo, es un trabajo vano, solo traerá religiosidad y corrupción a nuestro espíritu. Si decimos amar a Dios y no entrenamos el amor a nuestro prójimo hacemos mentiroso a Cristo.
Pero si nos ejercitamos y procuramos su salvación, el crecimiento de la fe, en Espíritu y verdad, nos pondrá en lo más alto del pódium, nos permitirá permanecer sentados juntamente con Él en su trono (ya es un hecho) y veremos su gloria, las verdaderas manifestaciones del Señor en nuestras vidas, porque nuestros frutos dirán de qué estamos hechos.
Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican (entrenan); Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guarda”;
No olvidemos que para pelear la buena batalla debo estar preparado, para lo cual el Espíritu Santo es mi entrenador personal, para mantenerme en forma y no sucumbir.
2 Timoteo 4:7 dice: “He peleado la buena batalla (Con el Espíritu Santo), he acabado la carrera (Me he esforzado), he guardado la fe (He vencido)”;
Oremos para que la luz de Cristo sea nuestro tesoro y nuestros corazones tengan la fortaleza de pasar cualquier prueba que se presente, porque si hicimos el buen entrenamiento, Él nos mantiene firmes y más que vencedores.
Apocalipsis 3:21 “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono (Corona de vida), así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Amén
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