Esta
expresión popular, se utiliza mucho cuando cometemos “un error catastrófico” o
“una metida de pata”. Ella alude al personaje Bíblico muy famoso llamado «Barrabás»,
preso que fue indultado por los romanos, en los tiempos de Jesucristo; quien estaba
condenado por sus delitos y crímenes, los cuales había cometido, tales como: robo
o asalto (ladrón), motín y homicidio. Juan 18:40 “…Y Barrabás era ladrón”; Lucas
23:19 “Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un
homicidio”. La historia de Barrabás es conocida por todo el mundo, inclusive se
han realizado películas refiriendo algunos hechos, sin embargo, a muy pocos, se
le ha revelado el significado espiritual, que es más profundo de lo que parece
además de su importancia para mi vida.
Algunos
religiosos, referencian la Barrabasada como un error, solo por el hecho de que
el pueblo de Dios eligió mal en el año 33 d.C. En ese tiempo, por tradición en Jerusalén,
en el período de Pascua, el gobernante podía indultar a un preso sentenciado a
muerte mediante aclamación popular; allí comienza la historia, se presentó a
Barrabás y a Cristo ante el pueblo, los verdaderos barrabases, quien por
petición de los líderes religiosos, los lanzaron para que el pueblo decidiera
entre el bien y el mal, como lo hizo la serpiente con Eva; Mateo 27:15-17 “Ahora
bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un
preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos,
pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a
Jesús, llamado el Cristo?”; y el pueblo manipulado, enceguecido, enloquecido,
distanciado de Dios, prefirió desestimar y menospreciar al salvador, desatando su
maldad condenando a un inocente, y peor aun desechando al Cristo, escondiendo sus
rostros de Él; Mateo 27:20 “Pero los principales sacerdotes y los ancianos
persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y
respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte?
Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado
el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!”; siendo “Despreciado y
desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y
como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías
53:3).
La
etimología del nombre de Barrabás ha sido muy discutido, existen diferentes
orígenes: griego, arameo, hebreo, latín u otros; por ejemplo se puede citar:
Barábbas, Barábas, Barrábas y Barrabán; cuya etimología es la siguiente: Bar,
según arameo, significa “hijo de…” que unido con otra palabra daría significado
a su estructura semántica; en tal sentido los griegos escribían: “bar-rabba”,
«hijo del doctor»; “bar-rabban”, «hijo de nuestro doctor»; “bar-Abba”, podía
significar «hijo del Padre», «hijo de Abba»; “bar-Abban”, «hijo de nuestro Padre».
En la lengua hebrea el vocablo “Ab” o “aba” significaba “fuente”, es decir
proveniente de la fuente.
Algunos
estudiosos modernos del idioma, afirman que “bar” procedente del inglés, significa
por un lado “barra” (lugar donde se embriagan, disfrutan su consumición o
derroche, dilapidándose o malgastándose) y por la otra “barrera”, la barrera
separadora en las cortes de justicia (lo que separa al condenado de la
justicia). Asimismo “raba” la definen como la carnada o el cebo utilizado para
pescar, usados para atraer pequeños cardúmenes como por ejemplo de sardinas.
Dispongamos
nuestro corazón, ahora, para recibir lo que el Señor quiere enseñarnos, pero
primero oré y pídale discernimiento al Espíritu Santo, que le revele, confirme
y transforme, para que la palabra no caiga en saco roto, sino que se siembre
para fructificar en mi espíritu:
¡BARRABÁS,
BARRABÁS...!
1. En
revelación, nosotros somos “hijos de” algo, podemos ser hijos de mi padre o
madre, hijos de la mentira, hijos de los deseos del alma, hijos del mundo o
hijos del Padre; el detalle está de quién quiere ser hijo, a quien quiere
honrar, temer, apreciar y permanecer; si digo ser un hijo de Dios y lo que
prevalece en mi vida es el menosprecio hacia Él, fructificando en la carne, embriagándome
en mis deleites, en la palabra manipulada (robo), en los pensamientos oscuros,
mis emociones, la iniquidad, la mentira, los deseos desordenados, la amargura,
la ira, la contienda (motín), el resentimiento o venganza (homicida en espíritu)
estoy ofreciendo inmundicia ante su altar, dilapidando mi vida, entonces es
cuando grito ¡Barrabás, Barrabás!. Malaquías 1:6-7 “El hijo honra al padre, y
el siervo a su señor. Sí, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy
señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh
sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado
tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te
hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable”; Juan
8:44 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre
queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en
la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque
es mentiroso, y padre de mentira”.
2. Si
permito minar mi vida de pensamientos, doctrinas y sentimientos extraños, ensuciando
mi vestidura de santidad, descuidando las cosas santas, no velo ni oro, me
cuesta dejar todo lo terrenal solo por buscar primeramente el reino de Dios, al
justo que me da justicia y me hace justo con Él, es porque soy Barrabás, hijo del
pecado, las riquezas y la muerte. Mateo 24:43 “Pero sabed esto, que si el padre
de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría
minar su casa”; Lucas 14:26 “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y
madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no
puede ser mi discípulo”; Marcos 10:22 “Pero él, afligido por esta palabra, se
fue triste, porque tenía muchas posesiones”.
3. Cuando
nos préstamos para seguirle el juego al enemigo, haciendo su voluntad o la de
otro que no es Dios, nos esclavizamos de nuevo, sirviendo de carnada para otros
que están en el mundo y aun en la iglesia de Cristo, convirtiéndome en barrera
o piedra de tropiezo para la obra del Señor, es acá cuando cometo barrabasadas,
sembrando tinieblas y muerte en otros, asaltando la vida que Dios ha dispuesto
para los perdidos. Romanos 8:15 “Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor…”; Lucas 22: 42 “diciendo: Padre, si
quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”; Mateo
18:7 “… ¡Ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!”.
De
Barrabás a “BAR-ABBA”
1. Seremos
hijos del Padre cuando se nos revele quién es la fuente, la fuente de vida, que
significa la adopción por medio de Jesucristo, al ser BAR-ABBA, nuestro espíritu,
a través del Espíritu, brama al Padre con gemidos indecibles, clamando ¡Abba, Padre!;
Romanos 8:15 “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra
vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!”; Efesios 1:5 “en amor habiéndonos predestinado para
ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad”; Gálatas 4:6 “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”; Romanos 8:26 “Y
de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles”.
2. Somos
hijos de Dios cuando a través de su Espíritu, realizo cambios radicales a mi
vida, para salvación y vida eterna en verdadero arrepentimiento, sino seguiré
siendo un barrabás un hijo bastardo que no entrará al reino de Dios, a menos
que decida recibir a Cristo en espíritu, negándose a sí mismo para conversión y
santificación. 1 Pedro 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en
santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de
Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”; Hebreos 12:8 “Pero si se os
deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois
bastardos, y no hijos”; Deuteronomio 23:2 “No entrará bastardo en la
congregación de Jehová…”.
Oremos:
Padre
de los cielos hoy nos inclinamos a tus pies, reconocemos que somos unos hijos
bastardos, sin disciplina, que conocemos tu palabra pero nos hemos negado a
cumplirla, creando una revuelta, un motín en mi vida donde mi alma, cuerpo y
espíritu han entrado en rebeldía, en oscuridad y tinieblas. Padre perdona, ya
no quiero ser Barrabás, quiero ser imagen y semejanza del Cristo vivo, ser ese
Bar-ABBA, que clama por ti con gemidos indecibles, desde lo más profundo de mi
corazón. Queremos subir a los lugares celestiales acompañados de tu Espíritu,
beber de las mieles y compartir los manjares que tú tienes dispuestos para tus
hijos. Gracias Señor por sufrir por mí en el Calvario, gracias por llevar amarme
tanto, gracias porque aunque soy un vil pecado fuiste capaz de pagar el precio
por mis transgresiones. Señor ya no quiero ser más hijo del pecado, envía tu
fuego, bautízame con el Poder de tu Espíritu, y así como tus apósteles, después
de revelárseles el Cristo, dieron su vida por obedecer tu palabra y levantar tu
obra. Padre heme aquí…
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