Meditando la palabra con mi amada esposa, nos preguntamos:
¿por qué nos cuesta tanto someternos al Espíritu Santo?, al ser ministrados y
confrontados con el Señor, entendimos que era por nuestra falta de conversión
real; ya que existe una fuerza, propia de la naturaleza humana, que se resiste a morir,
se opone a cumplir las enseñanzas de Dios, nos hace desmayar en el camino, alejándonos
de su presencia, haciendo que añadamos pecado a nuestras vidas, seamos hijos desobedientes,
incrédulos, sin entendimiento, rebeldes, tercos, soberbios, egocentristas,
faltos de honra, arrepentimiento y perdón, que me hace ser fuerte en mí (en la
carne), pero débil en Dios, por eso el Título de la reflexión: ¡DIGA EL FUERTE, DÉBIL SOY!, haciendo el llamado a que seamos débiles en
nuestra condición humana, para fortalecernos en Cristo, pero para ello es
necesario esforzarnos y ser valientes.
El esfuerzo está asociado a la capacidad de actuar o
hacer algo, es una palabra compuesta por dos partes: (a) el prefijo “es” que
puede indicar separación, eliminación o aumento; y (b) el verbo “forzar”, que deriva
del vocablo latino fortis o “fuerte”, que abarca dos concepciones la fuerza y el
ánimo; la primera trata sobre la capacidad para realizar un trabajo
sacrificadamente, es decir con aumento, repeliendo todo ataque físico, mental o
espiritual con el finalidad de alcanzar la gracia; 2 Timoteo 2:1 “Tú, pues,
hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. La segunda está
referida a la tendencia a soportar, rechazar y superar las grandes dificultades
que se presentan en la vida tales como: afanes, ansiedades, adversidades,
aflicciones, angustias, etc. Deuteronomio 31:6 “Esforzaos y cobrad ánimo; no
temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no
te dejará, ni te desamparará”; sin embargo, puede ser la fuerza y el ánimo no
sean suficientes para alcanzar la meta y sea necesario complementarlo con la valentía
para vencer, eso sí, si la valentía que proviene de Dios; Josué 1:9 “Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente…”; Apocalipsis 3:5 “El que venciere será
vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”; Amos 2:14 “y
el ligero no podrá huir, y al fuerte no le ayudará su fuerza, ni el valiente
librará su vida”.
La Valentía es el aliento o vigor en la ejecución de
la acción poderosa de Dios, si nos vamos al origen de la palabra observamos que
proviene del latín, del verbo “valere”, que es sinónimo de “permanecer con
fuerza y salud”; y “ente”, que equivale a “agente”; quiere decir que debemos
permanecer en la fuerza y poder de Dios, que su Espíritu sea el agente que nos
lleve a desarrollar el vigor, disposición, determinación, decisión, aliento, arrojo,
valor, bravura, intrepidez, coraje, temeridad, firmeza, denuedo o la gallardía
que viene de lo alto, eliminando toda pereza y cobardía.
Antes de iniciar la reflexión, vamos a pedir al
Señor que tome el control de nuestra mente, pensamientos y corazón, que nos releve
a través de su santo Espíritu esta enseñanza, para aprender qué significa ser esforzado
y valiente.
CARACTERÍSTICAS
DE UN ESPÍRITU COBARDE Y PEREZOSO:
Hay hijos de Dios que, por tener un espíritu cobarde
y perezoso, invocan el poder del Dios, pero solo se esfuerzan en cometer sus
fechorías, no son firmes en su fe, utilizan su fuerza terrenal, animal y
diabólica para satisfacer sus deseos con la potencia de sus deleites, siendo
manchas de inmundicia, recreándose en sus errores y cayendo en una profunda
negligencia espiritual, llevándolos a caminos de derrota, sufriendo daños que
pudieran ser irreversibles a menos que se conviertan: Proverbios 13:4 “El alma
del perezoso desea, y nada alcanza…”; Apocalipsis 2:11 “…El que venciere, no sufrirá
daño de la segunda muerte”; Proverbios 19:15 “La pereza hace caer en profundo
sueño, Y el alma negligente padecerá hambre”; por eso les cuesta tanto permanecer
en la presencia del Señor, ya que no puede estar la luz y la oscuridad en el
mismo sitio; 1 Corintios 16:13 “Velad, estad firmes en la fe; portaos
varonilmente, y esforzaos”.
Nuestra fuerza, negligente y corrupta, hace que
seamos esclavos del alma y el mundo, sufriendo el dolor de nuestra discapacidad
espiritual, no hayamos descanso ni reposo, aún en las cosas más simples; se
aprecia que nuestra valentía está viciada por la insensatez y la concupiscencia,
ya que no es recta; Jeremías 9:23 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su
sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus
riquezas”; Jeremías 23:10 “…la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es
recta”. Es por esta razón que todos los días deberíamos orar diciendo: ¡Señor
en ti, Fuerte soy!, después de habernos postrado y humillado ante su presencia con
un corazón limpio y sincero, con revelación, recibiendo el perdón y la sanidad,
separándome de toda maldad para evitar, así, estar impregnados de mi fuerza
humana que es donde se manifiesta mi opresión y debilidad; Tito 3:3 “Porque
nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados,
esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”; 2 Pedro 2:19 “…y son ellos mismos
esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo
del que lo venció”; 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual
mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra”.
Ahora bien, existen muchos “cristianos”
envalentonados, ejerciendo un poder sobrenatural que no les pertenece,
jactándose y distinguiéndose como “varones fuertes”, estando lejos de la
voluntad de Dios, son hijos reprobados que manipulan y utilizan la palabra de
Dios con un interés oscuro; es más, para los entendidos, ellos están dispuestos
allí para engañar a muchos, empezando por ellos mismos, y se negarán a morir porque
creen que Dios es quién domina sus vidas, pero sus frutos dicen lo contrario, no
se someten al Señor en espíritu y verdad, su fuerza y valentía no es del
Altísimo, lo cual traerá como consecuencia, que no formen parte en el reino de
los cielos así hayan hablado en su nombre: Mateo 7:21-23 “No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos
de mí, hacedores de maldad”.
REFLEXIÓN:
Si no forjamos la espada (palabra) en espíritu, si no
nos levantamos valientemente, sin temor, de nuestra negligencia o cristianismo
light y echando manos a la obra sin desmayar ante la adversidad, si no me esfuerzo
en entrar por la puerta angosta que es Cristo, convirtiéndome a Él, y si no
trabajo y esfuerzo por la alcanzar su gracia desarrollando el fruto de su
Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, fe, benignidad, bondad, mansedumbre,
templanza), no seré un vencedor, al final perderé la batalla por falta de
firmeza, no recibiré la heredad que prometió, seguiré siendo un hombre fuerte
en la carne pero débil en espíritu, un creyente inestable, lleno de la luz de
las tinieblas. 2 Timoteo 2:6 “El labrador, para participar de los frutos, debe
trabajar primero”; Joel 3:10 “Forjad
espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte
soy”; Ezequiel 10:4 “Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros
estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra”; Josué 1:9 “Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu
Dios estará contigo en dondequiera que vayas”; Lucas 13:23-24 “Y alguien le
dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar
por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”.
Solo el Señor es quien revela y multiplica mis
fuerzas en la debilidad, Él es quién realmente me hace fuerte, el que me hace
ser valiente en espíritu por su Espíritu, quién levanta mi cabeza, ayuda y
sustenta con la diestra de su justicia. Isaías 40:29 “Él da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”; Isaías 41:10 “No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”.
Oremos:
Hasta hoy, mi Dios, no había entendido porque decías que “diga el débil: Fuerte
soy”, hoy se me reveló que mi fuerza es opuesta a ti, he puesto tanto ahínco en
mis cosas y las cosas del mundo y la carne, constituyéndome en tu enemigo, te
había puesto en un segundo plano; creyendo que estaba haciendo el bien, llamé a
lo bueno malo y a lo malo bueno, perdóname Señor. Descubrí que estoy trabajado
y cansado, porque he trabajado en vano, quiero descansar en ti, me rindo a tus
pies, no quiero seguir haciendo fortalezas en tu contra, quiero que tú seas mi
fortaleza; dame tu fuerza y tu valentía, para mantenerme firme, alentado,
animado en tus caminos, que no se apague nunca tu llama, trae el poder y la
fuerza de tu Espíritu a mi vida y dame la revelación suficiente para convertir
mi vida sin justificaciones, objeciones, ni restricciones. Quiero ser libre con
la libertad de Cristo, rompe las cadenas que me atan y no dejan despegar a los
lugares celestiales, ya no quiero seguir siendo igual. Quiero morir a mí,
desechar el viejo hombre, que nazca el hombre nuevo, el varón de Dios, renovado
en espíritu y verdad, que se esfuerza en tu presencia y tiene la valentía de
asumir los retos y pruebas que tienes destinados para tus hijos. Gracias Padre
de los cielos, por forjarme en el fuego abrazador, pasarme por el molino del
alfarero, hacerme polvo, gracias por mantener encendida la llama del candelabro
con el aceite de tu Espíritu. Sólo tú mereces la honra y mi alabanza Señor, a
ti amo, exalto y doy gloria. Bendito sea tu nombre. Amén
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