Al entrar a la Sala de
Observación del Hospital, postrado en una cama se encontraba mi amigo JD, que
al verme con ojos aguarapados, tratando de no soltar una lágrima, exclamó:
¡HERMANO BENDÍCEME, PORQUE ESTOY VIVO!; esas fueron sus emotivas palabras que
me llegaron al corazón, todo esto luego de haber sufrido un arrollamiento indirecto
en un accidente de tránsito aparatoso, donde se vieron involucrados trece (13)
vehículos, los cuales se vieron afectados por la poca visibilidad que provocó
un incendio en plena autopista, de tipo vegetal presente en lugar, derivado del
monte seco no atendido a los lados de la carretera, el verano y el elemento de
ignición que fue la basura (botellas, latas, plásticos, etc.) que muchos tenemos
por costumbre tirar por la ventana a manera irresponsable.
JD se bajó de su vehículo para
tratar de cortar la cadena de eventos cuando apenas habían colisionado cuatro
(04) vehículos y uno de ellos fue el suyo; de repente fue bombeado (golpe
aéreo) por un vehículo que recibió el impacto seco de una gandola que se
desplazaba a considerable velocidad por el canal rápido y se encontró sin
visibilidad en la importante autopista de Venezuela; fueron instantes, cuenta
él, donde sintió que podía llegar el fin. De dicho arrollamiento sufrió una
dislocación y fractura del hombro izquierdo, esguince en uno de sus pies,
pequeñas quemaduras en el otro hombro, siendo atendido de manera inmediata por
las personas que se encontraban en el sitio, pero desde el momento del impacto
hasta que fue trasladado a un hospital por los profesionales paramédicos, pasó
un período de una hora; tiempo donde el dolor, el humo, la confusión, el
desespero de los heridos, los vehículos afectados creaban un ambiente tenso y de
incertidumbre; son en estos momentos cuando muchos presenciamos cómo pasa la
película de nuestras vidas por la cabeza, lo que se hizo o se dejó de hacer, acelerándose
el pulso, dependiendo solamente de Dios.
Sus palabras vinieron de un
corazón quebrantado y necesitado, fue una reacción innata que me hizo recordar
lo frágiles y débiles que somos; que la vida es gracias al amor, la
misericordia y por la voluntad del Señor, porque Él es un DIOS DE SEGUNDAS
OPORTUNIDADES. Antes de discernir en el Espíritu varias cosas al respecto, es
necesario que oremos previamente con actitud reverente diciendo de todo corazón:
Padre de los cielos, gracias te doy porque puedo alabarte y bendecirte en este
momento, abre mis ojos y oídos espirituales, hoy más que nunca dependo de ti mi
Señor, mi Salvador, mi Maestro; déjame ver, escuchar y aprender de tu voluntad,
rompiendo todos mis esquemas mentales y religiosos aprendidos erradamente,
haciéndome entender que no es por voluntad humana que vivo yo, sino por el amor
y la gracia que tienes de mí, perdona mis pecados y toma el control de mi vida;
a partir de hoy no quiero seguir siendo el mismo hombre (o mujer), dame una
segunda oportunidad, que me sea revelada tu palabra a través de esta enseñanza.
Amén…
El hombre desde la creación, ha
sido necio, avaricioso, torpe, frágil y débil a tal extremo que ha tratado, de
una u otra forma, ser como Dios, ser tan rico, sabio y poderoso cómo Él, buscando
obtener la santidad, la bendición, la salvación y la vida eterna sin desechar
su rebeldía o soberbia espiritual, por puro esfuerzo humano (en la carne); tanto
así, que se ha creado fórmulas religiosas que buscan evadir la muerte, diseñando
caminos equívocos, por el temor o incredulidad de lo que enseñó Cristo; por eso nos
mentimos a nosotros mismos, manipulamos la palabra o nos inventamos teorías y/o
fábulas desenfocándonos, distrayendo nuestra atención, desviándonos de la esencia de
lo que es y representa Jesucristo para mi vida; Mateo 26:41 “Velad y orad, para
que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la
carne es débil”; 1 Timoteo 1:4-6 “ni presten atención a fábulas y genealogías
interminables, que acarrean disputas...Pues el propósito de este mandamiento es
el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de
las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería”; 1 Corintios
1:27 “…lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo
débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte”; Lucas 12:21 “Pero
Dios le dijo: Necio (avaricioso), esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que
has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico
para con Dios”.
El hombre en su fuerza y
egocentrismo años tras años ha tratado de encontrar la repuesta que resuelva el
misterio de la primera muerte, por qué, aunque no lo queramos reconocer, estamos
aferrados al mundo y nadie quiere abandonarlo sin la garantía de que estamos
preparados para el viaje, y peor aún hay quienes ignoramos lo que Dios a dicho
respecto a la segunda muerte, entonces hacemos de nuestra vida una fiesta
diciendo que de algo nos tenemos que morir, ofendiendo, burlando y tentando al
Señor, por eso, cómo no hemos podido solucionar ese “problema” entonces preferimos
pedir al Padre que nos perdone, cuide, proteja, nos alargue los días o, que si
es posible, nos diga cuando hemos de morir para planificarnos, pero sin ni
siquiera hacer lo que Él nos manda que es mantenernos firmes y vencer hasta
alcanzar la conversión genuina en el final de nuestros días. Salmo 39:4 “Hazme
saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil
soy”; Mateo 10:28 “…no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden
matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno”; Romanos 8:13 “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si
por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”; 2 Crónicas 7:14
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y
buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”; Apocalipsis
2:11 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que
venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”.
El Señor nos manda hacer frutos
dignos de arrepentimiento, porque su intención es llamar a nosotros los
pecadores para salvación y vida eterna. No nos preocupemos por lo que ha de
pasar en esta tierra, procuremos conocer al Señor con todo nuestro corazón,
escucharlo, seguirlo y emprender la maravillosa aventura de vivir bajo su
potestad, bajo su yugo que es fácil y ligero, hagamos gozar los cielos con
nuestro arrepentimiento y pongamos la mirada en Cristo. Mateo 3:8 “Haced, pues,
frutos dignos de arrepentimiento”; Lucas 5:32 “No he venido a llamar a justos, sino
a pecadores al arrepentimiento”; Lucas 15:7 “Os digo que así habrá más gozo en
el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que
no necesitan de arrepentimiento”.
Si he de buscar la bendición que
sea la que enriquece el espíritu, la que no añade tristeza, que es la del
Señor, cuidémonos de no amar lo que mal “vamos”, mal “hacemos” o mal “decimos”,
ya que la bendición se alejará de nosotros y seremos desechados. Proverbios
10:22 “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella”;
Salmo 109:17 “Amó la maldición, y ésta le sobrevino; Y no quiso la bendición, y
ella se alejó de él”. Santiago 3:10 “De una misma boca proceden bendición y
maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”. Hebreos 12:17 “Porque ya
sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo
oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas”.
El Señor ha prometido que nos
bendecirá, nos engrandecerá y hará una nación grande de nosotros, pero para eso
hay que trabajar, por eso si queremos ver buenos frutos tenemos que sembrar en
el Espíritu y tomar la decisión de seguirle sinceramente, sin fariseísmo,
hipocresía y sin condiciones, la hora ha llegado, no perdamos más el tiempo, no
vaya a ser mañana demasiado tarde y no nos dé espacio de arrepentirnos. Génesis
12:2 “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición; Isaías 44:3 “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y
ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi
bendición sobre tus renuevos”; 2 Timoteo 2:6 “El labrador, para participar de
los frutos, debe trabajar primero”.
Para cerrar el Señor nos dice en Joel 2:12-13: “Por
eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con
ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y
convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo
para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo”. Amén…
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