Januká es una celebración judía cristiana, también llamada la
Fiesta de las Luces, tiene su origen justo después que recobraron su
independencia al derrotar a los helenos (griegos), entre los años 164 al 63 a.C., dando paso a la purificación del templo, el cual había sido profanado con
íconos paganos. Es aquí cuando ocurre el milagro de la luz, era necesario
encender el Menorá, el candelabro del Templo, durante ocho días consecutivos
por lo del nuevo comienzo, para ello era necesario una considerable cantidad de
aceite, pero sólo alcanzaba para un solo día, y gracias al poder de Dios este permaneció
encendido por los ochos días sin ser recargado, como el mismo fuego de la zarza que ardía sin ser consumida y no consumió a Daniel en el horno de fuego,
por la presencia de Dios manifestado Padre, Hijo y Espíritu.
Por eso se construyó, a martillo y en una sola pieza, un
candelabro de nueve brazos llamado Janukía, el cual conmemora este hecho que
tiene una significación espiritual profunda, que será revelado en su momento a quien se meta con el Señor; La Janukía tiene un brazo por cada uno de los días,
más un brazo central que es el fuego purificador de Dios, representado por las nueve
manifestaciones del Espíritu de Dios empezando por el Amor de Dios como eje del medio, seguidamente del gozo, paz, paciencia, fe, mansedumbre, benignidad,
bondad y finalizando con la templanza.
El Fuego de Dios se ha manifestado y se manifestará de muchas
maneras, y en conmemoración del Januká en está solemne fiesta discerniremos
sobre de la Hoguera de Dios:
Cantar de los Cantares 8:6 dice: “Ponme como un sello sobre tu
corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama”; hay una
hoguera que está sellada en nuestro ser con celo y amor de parte de Dios, cuando
decidimos dar el paso de ser sus hijos, que se debería manifestar en gloria a cada momento de nuestras vidas con la llama fuerte del Cristo vivo; Isaías 10:16 “…debajo de su gloria encenderá
una hoguera como ardor de fuego”; sin embargo en muchos “cristianos” no se ve. Entonces ¿Qué está ocurriendo, por qué la gloria de Dios no se manifiesta en nuestras vidas? Porque
falta un elemento importante que el Señor añade, que será revelado a continuación y pídale entendimiento a Dios:
CÓMO ESTÁ CONFORMADO LA HOGUERA DE DIOS:
1. Con las Brasas del fruto del Espíritu Santo: El combustible manifiesto
en su presencia, el aceite que dará lugar a la revelación de la llama, es el guía
en mi oscuridad, el que me redarguye y hace mantenerme en comunión, a través de
la oración, alabanza y adoración. 1 Samuel 16:13 “…tomó el cuerno del aceite, y
lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de
Jehová vino sobre David.”; Hechos 2:3-4 “Y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen”.
2.
La llama del Cristo vivo: es la palabra hecha verdad que
oxigena mi vida, da gracia, luz resplandeciente, me encamina hacia la vida
eterna, trae consigo el regalo de la salvación. Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló,
diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida”.
3.
El Fuego de Dios: El poder soberano y creador del Padre, el consumador
de mi vida, la fuerza y energía manifiesta, el que da ardor o calor a mi ser
desde la concepción de mi embrión. Hebreos 12:29 “porque nuestro Dios es fuego consumidor”.
Estas tres son suficientes, pero por pura misericordia el
Señor agrega una cuarta:
4.
La Leña: Que se ha de consumir, el corazón convertido de sus
hijos, es la disposición del barro maleable para el alfarero, la piedra hecha
polvo, la permanencia de mí ser en su presencia, que añade santidad y aprobación
a mi vida. Sin la leña del corazón convertido se aparta la Hoguera gloriosa de
nuestras vidas porque apagamos las brasas, la llama y el fuego de Dios al no
querer menguar y someternos a su potestad. Proverbios 26:20 “Sin leña se apaga el
fuego…”; Juan 3:30 “Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya”; Malaquías
1:6 “…Si, pues, soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? y si soy Señor, ¿dónde está
mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros,…”; 1 Tesalonicenses 5:5 “Porque
todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de
las tinieblas”.
¿CUÁNTOS TIPOS DE HOGUERAS HAY?
1.
La Hoguera Celestial (Resplandeciente): Es aquella que posee mucho
fuego, de altos niveles del Cristo manifestado y la presencia Espíritu Santo,
donde se purifica y refina el oro del corazón convertido.
2.
La hoguera carnal (Tinieblas): Con bajo nivel de fe en Cristo, contiene
una gran cantidad de partículas de incredulidad, mundo, corrupción e impiedad, falto de conversión, que
al pasar por las brasas del Espíritu Santo su resplandor es opaco, lleno de tinieblas.
Lucas 11:35 “Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas”.
3.
La Hoguera Celeste (Oscuridad): Una llama adulterada, llena de
religiosidad, tratada a conveniencia, repleta de iniquidad y muerte. 2 Corintios 11:14
“…porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz”.
4. Hay una cuarta Hoguera que es donde irán a parar los que no estén inscritos en el libro de la vida, que es la Hoguera del Lago de Fuego, donde Dios hará justicia para castigar a aquellos árboles que no dieron frutos. Apocalipsis 20:15 “Y el que no se halló inscrito en el libro
de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
Es necesario que el Señor consuma mis cardos y espinos con su
Hoguera, a través de la conversión, es necesario que alimentemos la Janukía de
nuestras vidas con el aceite, con la presencia del Espíritu Santo y que se mantenga
la llama encendida, se levante así un nuevo comienzo cada día en el Señor, para
que la gloria de Dios se manifieste siendo campo fértil de victoria; que la luz
que emane nuestro corazones sea la de Jesucristo y a través del poder de Dios
de su fuego abrazador, consumidor de toda maldad, prenda a otros con testimonio
santo, limpio y puro en revelación, exaltando al Dios vivo que habita en este tabernáculo
llamado cuerpo. Isaías 10:17-19 “Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por
llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. La gloria de su
bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo…”. Apocalipsis 22:5
“No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del
sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”.
Oremos: Señor gracias te doy porque tú eres el fuego abrazador
que enciende mi vida, tú consumes, purificas y revelas todo lo que hay dentro de mí.
Gracias porque algún día traerás luz resplandeciente sobre mi rostro y podré
ver abierto los cielos como lo vio Esteban que a pesar de su adversidad, que se
encontraba en valles de muerte, no perdió su mirada en ti y contemplo tu
gloria; Señor llévame a contemplar tu gloria, quiero encender mi Janukía con
tu Espíritu, Manda el poder de tu Fuego consumidor hasta que no queda nada de
mí, y que pueda decir: ¡Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí! Padre de
los cielos, a ti sea el honor, la gloria y la alabanza, en nombre de tu amado
hijo amado bendigo a mi hermano y mi hermana, revélate a sus vidas y que ellos puedan decir hoy conmigo gracias Señor, gracias Señor por esta hermosa palabra,
gracias por que ahora mis ojos ven tu luz, la llama de Cristo vivo que arde en mi corazón por pura gracia. Bendito
seas mi Señor. Amén
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