La definición de
“perversión” presenta incontables y marañosas connotaciones. Hay quienes la
asocian a evidentes “desviaciones sexuales”, sin embargo va más allá de éste
puntual comportamiento. Según estudios científicos, el perverso desarrolla una
personalidad conflictiva, con pensamientos artificiales basados en fantasías,
producto del pecado propio, y entre otras cosas, las carencias, abusos,
patrones implantados desde la gestación hasta la niñez, con rasgos pronunciados
de inadaptación y comportamientos egoístas que pueden llegar a ser manifiestos o
no.
Se dice que la perversidad no tiene límites, es falsa, hipócrita,
lisonjera, discriminatoria, atropella a todo lo que se interpone en su camino,
se centra en vanidades, creencias distorsionadas o razones, abusando de la
confianza del prójimo trayendo consigo un daño colateral intencionado y muchas
veces disimulado. Jeremías 13:10 “Este pueblo malo, que no quiere oír mis
palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de
dioses ajenos para servirles, y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como
este cinto, que para ninguna cosa es bueno”; Salmos 12:2 “Falsedad habla cada
uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de
corazón”.
El hebreo tahpûkâh (perversidad,
perverso) enfatiza una conducta que se aparta de lo bueno y lo correcto,
describe la acción de maldad de una persona, como un acto "torcido" o
"deformado", que no armoniza con los mandamientos y la esencia propia
de Dios; Mateo 19:17 “Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno
sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”; por otro lado es
la acción obstinada de un corazón no convertido, que actúa de manera vil en
contra de otros, sí mismo, inclusive en contra Dios, en diferentes intensidades;
2 Crónicas 25:2 “Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de
perfecto corazón”. En el latín hay dos concepciones referenciadas: la primera, perversus,
que traduce como torcido, pervertido o inoportuno; y pervertĕre como perversión,
es decir, invertir o dar vuelta al orden, las costumbres y el estado natural de
las cosas, inclusive al orden divino dispuesto por el Señor; Eclesiastés 7:29 “He
aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos
buscaron muchas perversiones”.
Si hacemos una
evaluación real de la perversión en nuestras vidas podemos apreciar que está asociada
a un corazón no sometido a Dios, que obra con maldad conscientemente o disfruta
de ello ocultamente. Génesis 17:17 “Entonces Abraham se postró sobre su rostro,
y se río, y dijo en su corazón: ¿a hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y
Sara, ya de noventa años, ha de concebir?”. Por lo general, estamos
acostumbrados a utilizarla para juzgar a otros cuando se presume o comprueba crueldad,
maldad, malicia, daño, perjuicio, vileza, malignidad, infidelidad, alevosía, corrupción,
vicio o se malogra perniciosamente; todo aquello que pueda ser reprochable; sin
embargo cuando se refiere a nosotros, siempre hay una justificación “valedera”, que trata de engañar a Dios. Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”; Tito 3:11 “Sabiendo
que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”; Hebreos
4:12 “Discierne los pensamientos y las intenciones del Corazón”.
¿CÓMO IDENTIFICO QUE HAY PERVERSIÓN EN MÍ?
1.
Cuando
maquino maldad en mi corazón y me convierto en piedra de tropiezo para otros; Proverbios
6:18 “El corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para
correr al mal”; Lucas 17:2 “Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra
de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos
pequeñitos”.
2.
Empiezo a transitar por caminos torcidos y extraños, apartado de Dios. Proverbios 21:8 “El
camino del hombre perverso es torcido y extraño; Más los hechos del limpio son
rectos”.
3.
No
se me ha relevado el amor de Dios, el amor de 1 Corintios 13, entonces “nada soy”.
4.
Cuando
me conformo con esperar, trato de apacentarme a mí mismo y me olvido del
necesitado, incumpliendo la gran comisión que el Señor ordenó; Deuteronomio
15:9 “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca
está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano
menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te
contará por pecado”; Ezequiel 34:8 “…ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino
que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas”; Mateo
28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…”.
5.
Al
levantar contienda en todo, si prevalece las discusiones, las peleas, la
crítica y chisme, entonces soy perverso. Proverbios 16:28 “El hombre
perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos”.
6.
Cuando
me relaciono con el que hace maldad, ya sea por interés o necesidad. Salmo
101:4 “Corazón perverso se apartará de mí; No conoceré al malvado”; Efesios 5:7
“No seáis, pues, partícipes con ellos”.
7.
Al
no haber prudencia en las cosas del Señor, nos dejamos llevar por el alma y las
emociones; 1 Samuel 25:25 “No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso,
de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él…”.
8.
Cuando
le damos rienda suelta a nuestra boca, sembrando oscuridad y la muerte que hay
en nuestro corazón. Proverbios 16:27 “El hombre perverso cava en busca del mal,
Y en sus labios hay como llama de fuego”. Mateo 12:34 “¡Generación de víboras!
¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón
habla la boca”; Proverbios 6:12 “El hombre malo, el hombre depravado, Es el que
anda en perversidad de boca”.
9.
No
aprecio lo bueno sino que dilato el día adverso, veo el mal por todos lados,
pero menos mí propio mal. Proverbios 17:20 “El perverso de corazón nunca
hallará el bien, Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal”; Amos 6:3 “Oh
vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad”; Lucas
6:41 “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de
ver la viga que está en tu propio ojo?”.
10.
Me
engaño a mí mismo, creo realidades ilusorias, sufro de síndrome de persecución,
siento que todos están en mi contra. Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”; 1 Samuel 9:21 “Saúl
respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus
de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu
de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?”.
11.
Mi
orgullo no me permite bajar la cerviz, no tengo vergüenza por lo que el Señor
piense de mí, no pido perdón a Dios ni a los hombres, me lleno de soberbia y rebeldía.
Sofonías 3:5 “…pero el perverso no conoce la vergüenza”; Marcos 11:26 “Porque
si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os
perdonará vuestras ofensas”.
12.
Vivo perturbado, con celos, con tendencia
a enojarme o llenarme de ira. Santiago 3:16 “Porque donde hay celos y
contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”.
13.
Por
falta de fidelidad a Dios. Deuteronomio 32:20 “Y dijo: Esconderé de ellos mi
rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos
infieles”.
Nuestra oración debería
ser a cada instante en función de lo que dice el salmista: Salmo 51:10 “Crea en
mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”; y el
Señor al ver nuestro espíritu contristo y humillado se conmoverá y habitará en
nuestro corazón. Isaías 57:15 “Porque así dijo el alto y sublime, el que habita
la eternidad, y cuyo nombre es el santo: yo habito en la altura y la santidad,
y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los
humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”; Salmo 51:17 “Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
Oremos: Padre de los cielos, hoy descubrí que
hay perversidad en mi corazón. No se me había revelado tu amor, aunque tenía conocimiento
y entendimiento, solo había oído, ahora mis ojos lo ven, si he amado ha sido
condicionadamente, porque amo al que me ama y no al que no me ama; he tenido
celos que me llenan de molestia e incomodidad, y mi corazón se ha negado muchas
veces a perdonar y pedir perdón, solo juicio y condenación hay en mis
pensamientos, ocultamente. Me he dado cuenta que he vivido justificando muchas
cosas que no te agradan, sin guardar tu palabra y fidelidad, como si fuera ciudadano
de este mundo; me olvidado a veces del que te necesita, me conformo con esperar
en una posición cómoda que venga a mí para hablarles de ti y se me olvida que tú,
como buen pastor, como sacerdote, viniste a mí a buscarme sin merecerlo para
redimirme de mis pecados, reconozco que no quiero pagar ese precio. Perdóname, oh
Señor; crea en mí un corazón limpio y santo, que te alabe y adore de acuerdo a
tu corazón, y renueva en mí un espíritu recto, un alma sometida a ti, un cuerpo
que realmente sea templo de tu Espíritu. Que mi boca no diga oraciones lisonjeras,
ni vacías e hipócritas, cuando tú realmente conoces mi corazón. Extirpa toda maldad,
perversidad, corrupción que hay en mí y permíteme ver tu rostro con temor y
reverencia, sabiendo que soy el más vil e indigno de tus siervos. Señor me
postro y humillo ante ti, no desprecies a este corazón, que anhela estar en tu
presencia. Bendito sea tu nombre, Dios mío, Señor mío. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario