Al hablar de “Herencia” por lo
general lo asociamos a recibir, tomar la porción que nos corresponde, poseer por
derecho, mi parte, la sucesión de los bienes, el legado adquirido, la partición
de la torta, las propiedades que me pertenecen.
La herencia proviene del latín haerentia
que significa “cosas que están unidas o adheridas”, desde el punto de vista secular
está definida como el conjunto de bienes, derechos u obligaciones que, cuando
una persona muere o no, transmite a sus herederos o legatarios. Por ejemplo: “Mi
abuelo me dejó un terreno como herencia”, “El viudo se gastó toda la herencia
en mujeres, fiestas y bebidas”, “¿Qué dejaré de herencia a mis hijos?”. El caso
más emblemático de la heredad se encuentra descrito en las Santas Escrituras en Lucas
15:12 en la parábola del hijo pródigo: “y el menor de ellos dijo a su padre:
Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde…”
Lamentablemente, es muy común,
ver familias divididas por la herencia que dejan los padres, que suele representar
el objetivo de muchos hijos inclusive de sus parejas, quienes cual aves de carroña,
ansían de manera retorcida comer de los bienes esperando el momento apropiado sacando
sus garras, originando violentos enfrentamientos por miserables tesoros
terrenales que traen como consecuencia odio, amargura, envidia, contienda y muerte,
dependiendo de qué tanta oscuridad o tinieblas hay en su corazón, como le paso
al otro hijo pródigo, Lucas 15:29-30 “Mas él, respondiendo, dijo al padre: He
aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has
dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que
ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo”.
Por lo general, los herederos
tienen que esperar que el dueño de las propiedades haga la repartición de los
bienes y lo deje expresado en un testamento donde explica cuál es su voluntad.
Pero, existe una herencia diferente que no se compara con la que conocemos, es
otra cosa que solo puede ser discernida en el Espíritu. No se basa en tesoros
terrenales sino en tesoros diferentes, inimaginables para el hombre, que están destinados
para los que le aman, la gloria celestial que es para toda la eternidad y que es
entregada a los que se esfuerzan y vencen la carne, el mundo y el mal presentes
en su ser (alma, cuerpo y espíritu); en Apocalipsis 21:7 el Señor deja
claramente revelada cuáles son sus intenciones: “El que venciere heredará todas
las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”; 1 Corintios 2:9 “…Cosas que
ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios
ha preparado para los que le aman”; 1 Corintios 15:40 “…pero una es la gloria
de los celestiales, y otra la de los terrenales”.
Esta es una herencia que fue
comprada con la sangre de Cristo, y es el pago que recibe todo hijo de Dios por
someterse diariamente a la voluntad santa, pura y perfecta del Padre, quienes con
un corazón dispuesto, desprendido, contristo y humillado debemos buscar guardándonos con diligencia. 1 Corintios 7:23 “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos
de los hombres”; 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”; Romanos
2:6 “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”; Deuteronomio 4:9 “Por
tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las
cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu
vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”; Proverbios
3:3 “Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas
en la tabla de tu corazón”.
Hay quienes religiosa y desbocadamente
quieren heredar el reino, la salvación y la vida eterna, pero no trabajan para ello, su corazón está tan
enlazado al mundo, a sus deseos carnales y deleites que les cuesta morir en
Cristo y nacer de nuevo, convertir su vida de manera sincera, lo invito a que alabe y adore con
gozo al Señor atrévase a pagar el precio, sin condiciones ni manipulaciones, no prefiera vivir atrapado en su pecado y maldad ya que sabemos que recibiremos el
justo pago por nuestra rebelión: 2 Timoteo 2:6 “El labrador, para participar de
los frutos, debe trabajar primero”; Jonás 2:9 “Más yo con voz de alabanza te ofreceré
sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová”. Mateo 13:44 “… y
gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”; Marcos 10:17-23
“…vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro
bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: …Los mandamientos sabes:
No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra
a tu padre y a tu madre. Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto
lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo:
Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta
palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”; Ezequiel 22:12 “…interés
y usura tomaste, y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí,
dice Jehová el Señor”; Jeremías 15:13 “Tus riquezas y tus tesoros entregaré a la
rapiña sin ningún precio, por todos tus pecados, y en todo tu territorio”.
¿Qué debemos tener en cuenta para la herencia?
1. Que este es el tiempo de activarnos y arrepentirnos, no lo desperdiciemos; Ezequiel 7:12 “El tiempo ha venido, se acercó
el día...”; Hechos 26:20 “…anuncié primeramente a los que están en Damasco, y
Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen
y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”.
2. No cometamos más: “…adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya
os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino
de Dios” Gálatas 5:19-21.
3. La santidad, justicia y
bendición debe ser reveladas por el Espíritu Santo en oración, llevándonos a actuar
correctamente con Dios y los hombres, conforme a las enseñanzas de Jesucristo, sin
errar o cometer aberraciones. 1 Corintios 6:9-10 “¿No sabéis que los injustos
no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras,
ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios”; 2 Reyes 4:7 “…Ve y vende el aceite, y
paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede”; Proverbios 11:26
“Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; Pero bendición será sobre la cabeza
del que lo vende”.
4. Preparémonos para recibir de la heredad. Job 34:11 “Porque él pagará al hombre según su obra, Y le retribuirá
conforme a su camino”.
Preguntémonos ¿Qué heredad
estamos dejando? ¿Qué hemos hecho por la vida espiritual de nuestros hijos, los
primeros discípulos? “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo
no se apartará de él” Proverbios 22:6. “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira
a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” Efesios
6:4. “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con
todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y
andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como
una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás
en los postes de tu casa, y en tus puertas” Deuteronomio 6:5-9.
Quien quiera calmar su sed y recibir
la heredad de Dios, aprendamos a poner a Jesucristo de primero en nuestras
vidas, dejemos todo lo que estorbe, lo que nos haga prevaricar, la hora ha
llegado y es tiempo de decisiones. ¿QUÉ HARÉ PARA HEREDAR MI SALVACIÓN?, solo dar el paso para recibir la
heredad y esforzándome con valentía para vencer en Cristo comiendo y bebiendo
del vino, la leche y la miel, el manjar sublime que el Padre nos tiene
preparados para quienes le amamos y creemos en su nombre: Salmo 116:12 ¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?;
Lucas 18:30 “Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado
casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya
de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna”; Isaías
55:1 “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid,
comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. Amen
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