En toda familia, comunidad, vecindad o
equipo de trabajo siempre hay una persona que posee mal carácter, vive como amargado,
discute mucho o permanece muy callado pero con la cara como si estuviera
chupando limón a cada rato. Quien posee un carácter amargo, por lo general,
está malhumorado o en constante queja, aunque recibe bendiciones, su corazón en
vez de agradecer, lo que hace es reclamar por lo que faltó según su pensar o criterio,
siempre ve el punto negro en la pared blanca; son personas que viven en
completa negatividad y pesimismo ante la circunstancias. Si llueve se quejan
porque se van a mojar y si sale sol se malhumoran porque hay mucho calor, se
dejan atrapar; por cierto, si en su boca prevalece la queja lamento decirle que Usted es un
“AMARGADO”.
La amargura es una característica de
un corazón sordo, duro, soberbio, rencoroso, obstinado, afligido, lleno de
maldad, que ha padecido mucha angustia, sufrimiento, dolor, pena, tormento,
martirio a causa de su pecado el cual no quiere soltar por falta de la presencia
real del Señor, llenándose de cargas y falta de perdón, se convierte en un
religioso más que busca justificar su condición en vez de morir y convertir su vida; prefiere callar o vociferar su maldad dejándose encarcelar por
los más oscuros sentimientos siendo el detonante que, según los científicos y
estudiosos en la materia, somatizan y generan graves enfermedades tales como depresiones,
esquizofrenia, infartos, dependencia al tabaco, alcohol o drogas, tumores, cáncer,
dolores de cabeza, etc., que pueden conducir a la muerte si no son tratados a
tiempo. Jeremías 4:18 “Tu camino y tus obras te hicieron esto; esta es tu
maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón”; Salmos 73:21 “Se
llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas”.
Cuando una persona está lleno de
amargura, contamina la miel que le entrega el Señor, posee mal semblante, se
aparta del camino, su corazón se enfría, descarga por su boca la hiel y
palabras de maldición, solo por el hecho de no haber querido oír al único justo,
negándose a la disciplina y corrección, tiende a alimentar su ego, es obstinado, aunque se
llame hijo de Dios; entonces empieza a ensañarse, hostigar, mortificar, herir a
otros, especialmente a quienes le aman, tomando actitudes que no agradan a Dios,
criticando, aborrecimiento, mirando con malos ojos, descargando su frustración
e ira con el primero que encuentre, siendo mal testimonio del “Cristo” que supuestamente
vive en sí. Romanos 3:14 “Su boca está
llena de maldición y de amargura”; Jeremías 2:19 “Tu maldad te
castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo
es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor,
Jehová de los ejércitos”; Hechos 8:23 “porque en hiel de amargura y en prisión
de maldad veo que estás”; Ezequiel 3:7 “Más la casa de Israel no te querrá oír,
porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y
obstinada de corazón”; Ezequiel 3:3 “Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu
vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en
mi boca dulce como miel”.
Hay una amargura que está oculta que es
imperceptible para nosotros porque es la acumulación de muchas cosas del mundo,
que solo pueden ser discernidas en el Espíritu, como la que tenía Marta, que
por estar afanada y turbada, era incapaz de disfrutar del manjar que el Señor
estaba entregando, su molestia era mayor que su menesteroso gemido; Lucas 10:39-42
“Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de
Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y
acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?
Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y
turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha
escogido la buena parte, la cual no le será quitada”; Job 23:2 “Hoy también
hablaré con amargura; Porque es más grave mi llaga que mi gemido”.
Desde el punto de vista de espiritual, debemos deleitar al Señor con un fino sabor a miel, el cual es
apreciado solo por su paladar; poseer un sabor amargo en nuestro ser, al darnos Él una probadita
en Espíritu, se puede convertir esto en un estorbo para nuestras vidas y sería sumamente
lamentable, porque podemos dejar de alcanzar la gracia y contaminar a otros con
nuestra actitud amarga, siendo piedra de tropiezo, es por ello que el Señor nos
advierte y exhorta a convertirnos de corazón para evitar las consecuencias posteriori
por estar llenos de inmundicia y maldad; Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea
que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”; Amos 8:10 “Y cambiaré
vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones; y haré
poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en
llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo”; Mateo 18:6 “Y
cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor
le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le
hundiese en lo profundo del mar”; Ezequiel 27:31 “Se raerán por ti los
cabellos, se ceñirán de cilicio, y endecharán por ti endechas amargas, con
amargura del alma”.
¿CÓMO RECONOCER QUE ESTAMOS EN
AMARGURA?
1. Al querer cambiar lo dulce por lo amargo
y tratar de manipular la verdad de las cosas, como queriendo engañar a Dios,
justificando mi condición de pecado: Isaías 5:20 “¡Ay de los que a lo malo dicen
bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas
luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”; Gálatas 6:7 “No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará”.
2. Dando rienda suelta a mi boca,
escarneciendo al prójimo, viviendo en constante queja: Job 7:11 “Por tanto, no
refrenaré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y me quejaré con la
amargura de mi alma”.
3. Vivir cómo si el Señor nunca hubiese
estado en mi vida ya que vivo en constante enojo, ira, gritería, contienda, malicia,
indignación, impiedad e iniquidad: Job 21:25 “Y este otro morirá en amargura de
ánimo, Y sin haber comido jamás con gusto”; Isaías 55:7 “Deje el impío su
camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”;
Efesios 4:31 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia”.
4. Al ignorar la voluntad de Dios, no
queriendo perdonar al que me ofende o perdonando condicionadamente, haciéndome el
sordo a lo que me dice: Mateo 6:10 “...Hágase tu voluntad, como en el cielo,
así también en la tierra”; 6:12 “Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
5. Vivimos procrastinando con el Señor,
dejando todo para después: Éxodo 16:19 “Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de
ello para mañana”.
Posiblemente estemos pensando que
andamos en amargura en estos momentos y nos sentimos indignos ante el Señor, no
se angustie porque nadie está exento de ello, pero lo importante es creer y
disponerse porque Cristo está dispuesto y espera por nosotros, Él nos levantará
con el poder de su Espíritu y su mano sustentará mi vida en toda circunstancia
y debilidad, ya que es el único que puede darme la fortaleza suficiente para restaurarme
y transitar por los momentos difíciles: Ezequiel 3:14 “Me levantó, pues, el
Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero
la mano de Jehová era fuerte sobre mí”.
Cuando andamos apegados del Señor,
somos capaces de perdonar aunque mi alma me diga lo contrario, seguramente la amargura
y corrupción querrán robarme la paz y buscaran la forma de que caiga, pero
debemos velar por permanecer firme sobre la roca que es Cristo donde chupó la dulce
miel y el aceite del pedernal de Dios, que me hace agradable a su paladar cada
vez que subo a los lugares celestiales en oración, alabanza y adoración: Isaías
38:17 “He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar
mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis
pecados”. Deuteronomio 32:13 “Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, Y
comió los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la peña, Y aceite del
duro pedernal”. Amén
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