En días reciente un estimado amigo me invitó a
comer pizza en su casa, con toda la familia; fue una velada espectacular, tanto por la comida como
por la enseñanza, ya que aprendí, a través su destreza culinaria, el secreto
para hacer la masa de tan delicioso manjar, acordándome lo que decía Gálatas 5:9
“Un poco de levadura leuda toda la masa”. Así que me puse a investigar sobre la
levadura, ya que me llamaba la atención de cómo una pequeña cantidad de ese
polvo leudante (dos cucharaditas) generaba un efecto grandioso en casi un
kilogramo de harina de trigo.
Los conocedores denominan levadura o fermento, de manera general, a los diferentes hongos microscópicos
y unicelulares, que se reproducen gracias a una división desigual o gemación, el
cual consiste en la formación de prominencias sobre la célula del hongo
progenitor, y que al crecer y desarrollarse, origina nuevos seres que pueden
separarse del organismo parental o quedar unidos a él, inician así una
colonia, y que producen ciertas enzimas que generan la fermentación de los hidratos
de carbono y por caso producen diferentes sustancias.
Entre las levaduras más conocidas y extendidas se
destaca la Saccharomyces cerevisiae o levadura de cerveza, que es un hongo unicelular
que se obtiene de la descomposición del gluten de la malta o cebada y se emplea
para producir productos de amplio consumo como el pan, vino y la cerveza, cosa que desconocía.
De acuerdo al tipo de levadura y la fermentación
que producen, existen dos tipos de levaduras según las santas escrituras:
1. LA LEVADURA DE LA CARNE, EL MUNDO Y EL MAL:
a. Esta levadura es la que daña nuestro ser en
las tres áreas que lo conforman como son el alma, el cuerpo y el espíritu; y tal
es su efecto que produce un sabor u olor desagradable a Dios, una sensación a putrefacción
o descomposición, es decir a muerte solo perceptible en el Espíritu, por lo que
debe ser desechado o resucitado a través del Cristo.
b. Cuando la palabra es leudada con ella, es
porque no hay la presencia de Espíritu Santo y existe manipulación, es letra
muerta que no vivifica, trae confusión, es pan que sabe bien para el gusto del
hombre carnal, pero su efecto es dañino espiritualmente ya que trata de satisfacer
necesidades humanas, puras vanidades, intereses llenos de iniquidad, impiedad y
corrupción engordando con sus azucares tóxicos, llevándonos a un coma diabético,
espiritualmente hablando.
c. Sube los niveles de soberbia, religiosidad, hipocresía,
mentira, engaño, maldad, violencia, dureza; los fariseos por ejemplo, eran conocedores de la palabra,
se jactaban de llamarse pueblo escogido de Dios (por derecho divino), nación
santa, sin embargo sus acciones estaban muy lejos de lo que el Señor esperaba, tenían
un corazón endurecido, eran de dura cerviz, eran pueblo rebelde, desobediente,
que buscó poner a Dios a su estatura, en vez de procurar ellos estar a la
estatura de Dios, del Cristo resucitado, todo esto porque no tenían de la
presencia del Espíritu Santo. Marcos 8:15 “…Mirad, guardaos de la levadura de los
fariseos, y de la levadura de Herodes”; 1 Corintios 5:6 “No es buena vuestra jactancia.
¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?”; Lucas 12:1 “…Guardaos de
la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”.
d. Hace que decaiga nuestro semblante, producto
de la efervescencia de maldad en nuestra vida, así como la de Caín y Herodes
que leudando sus vidas con ira, celos, malicia, adulterio y muerte se transformaron
en seres despiadados, crueles, de intraficable severidad e inconmovible ante el
prójimo, sin considerar a Dios. Ezequiel 2:4 “Yo, pues, te envío a hijos de
duro rostro y de empedernido corazón;…”; Génesis 4:5 “pero no miró con agrado a
Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”;
Mateo 2:16 “…se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años
que había en Belén y en todos sus alrededores…”; Oseas 7:4 “Todos ellos son adúlteros;
son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que
está hecha la masa, hasta que se haya leudado”.
2. LA LEVADURA DE DIOS:
a. Produce nutrientes para fortalecerme y
mantenerme firme en mí caminar con Dios.
b. Preserva mi testimonio, da un sabor especial
de sal que sala.
c. Hace uso del poder de Dios a través de la
oración, para transformar y convertir mi vida.
d. Crea las condiciones adecuadas para que los
elementos indeseables del enemigo no me puedan tocar.
e. Inhibe el crecimiento del mal en mi vida.
f. Por su fermentación, de la leche no adulterada
(la palabra), se obtienen los más deliciosos manjares celestiales que el Señor tiene
preparado para quienes le aman.
g. Me enriquece espiritualmente, mi alma empieza
a prosperar, se empieza a revelar los misterios ocultos, dándole un sabor, un aroma
y una textura sublime a mi vida.
h. Detoxifica mi alma (elimina sustancias tóxicas,
la corrupción de la carne y del corazón), trayendo paz y santidad.
i. Disminuye y acelera los tiempos de conversión,
viene la prueba.
Pero, para que el Señor ponga la nueva levadura
es necesario que limpiemos nuestra vida de manera sincera y de verdad, verdad
sin hipocresía ni engaños; que la limpiemos de toda vieja levadura de pecado,
con arrepentimiento y conversión genuina, que seamos aprobados y pasados por
fuego, para no pisotear la sangre del cordero que fue derramada en la cruz por
nuestro Señor Jesucristo: 1 Corintios 5:7-8 “Limpiaos, pues, de la vieja levadura,
para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es
Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la
vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura,
de sinceridad y de verdad”.
Leudémonos las tres medidas de masa (alma, cuerpo
y espíritu) con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, para que el Reino de los
cielos sea sembrado con buena semilla y no sea arrancado el trigo cuando haya
que recoger la cizaña para ser quemada. Mateo 13:33 “Otra parábola les dijo: El
reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en
tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”.
El Señor espera que tales adoradores le alaben en
Espíritu y verdad, que mi cuerpo sea una ofrenda grata a los pies del Señor y estoy confiado que el mismo Dios me santificará por completo, llevándome de su mano a moradas de bendición, que pueda yo guardarme
irreprensible para su venida, ofreciéndome voluntariamente como sacrificio de alabanza
con el pan leudado de mi vida en Dios. Amén... Amos 4:5 “Y ofreced sacrificio de alabanza
con pan leudado, y proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis,
hijos de Israel, dice Jehová el Señor”.
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