Mucho se ha dicho sobre el
adulterio, por lo general está referido a la relación sentimental que una persona
mantiene con otra, es decir un(a) tercero(a), aún y a pesar que uno o ambos se
encuentren casados y son parte de una agrupación familiar, pero poco se conoce al
respecto de sus consecuencias; hay teorías humanas que avalan que el adulterio
es algo "excitante y necesaria" para mantener matrimonios “felices”, inclusive
hay personas que conociendo el estado de infidelidad de su pareja prefieren
callar, ya sea por costumbre, por interés o por miedo de perder ciertos
beneficios.
El adulterio va acompañado de mentiras, y es un espinoso tema, sobre todo por las consecuencias emocionales, sociales, legales y espirituales que genera y trae la infidelidad descubierta u oculta. La palabra tiene su origen etimológico,en el latín “adulterium”, vocablo integrado por “ad” que denota aproximación, y por “alter” que significa “otro”, es decir aproximarse a otro; a su vez también procede de “adulterare” que se traduce como contaminar algo, corromperlo o cambiarle su esencia.
Al adulterar y aproximarse a otro, que no debe, se contamina, corrompe y cambia la esencia de una relación que fue asumida y pactada por voluntad propia y bajo acuerdo entre dos, con el compromiso de guardarla y mantenerla pura ante los ojos de Dios, esto es producto de una sociedad en decadencia, que vive de sus deleites y acciones almáticas.
Pero ahora se nos presenta la siguiente interrogante: ¿En qué somos adúlteros ante Dios? ese ha sido y seguirá siendo uno de los problemas más controversiales del ser humano, en especial por ciertos religiosos, que no pueden ocultar su condición espiritual ya que Dios todo lo ve y no le podemos engañar, así que si cometemos adulterio en contra de Dios somos flagrantes transgresores, la reflexión de hoy se basa en que ¡Somos adúlteros en flagrancia! y qué debemos hacer para dejar de serlo.
El adulterio va acompañado de mentiras, y es un espinoso tema, sobre todo por las consecuencias emocionales, sociales, legales y espirituales que genera y trae la infidelidad descubierta u oculta. La palabra tiene su origen etimológico,en el latín “adulterium”, vocablo integrado por “ad” que denota aproximación, y por “alter” que significa “otro”, es decir aproximarse a otro; a su vez también procede de “adulterare” que se traduce como contaminar algo, corromperlo o cambiarle su esencia.
Al adulterar y aproximarse a otro, que no debe, se contamina, corrompe y cambia la esencia de una relación que fue asumida y pactada por voluntad propia y bajo acuerdo entre dos, con el compromiso de guardarla y mantenerla pura ante los ojos de Dios, esto es producto de una sociedad en decadencia, que vive de sus deleites y acciones almáticas.
Pero ahora se nos presenta la siguiente interrogante: ¿En qué somos adúlteros ante Dios? ese ha sido y seguirá siendo uno de los problemas más controversiales del ser humano, en especial por ciertos religiosos, que no pueden ocultar su condición espiritual ya que Dios todo lo ve y no le podemos engañar, así que si cometemos adulterio en contra de Dios somos flagrantes transgresores, la reflexión de hoy se basa en que ¡Somos adúlteros en flagrancia! y qué debemos hacer para dejar de serlo.
Algunos de los sinónimos de adulterio son: Infidelidad, Amancebamiento, Concubinato, Promiscuidad, Lío, Amontonamiento, Engaño, Fraude, Simulación, Falsedad, Disfraz, Apariencia, Arreglo, Arrimo, Amparo; ellos están asociados a lo que a continuación vamos a discernir en Espíritu, ponga mucha atención:
La palabra en 1 Tesalonicenses 5:23 establece que: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”; al hablar de adulterio, por lo general se piensa en la acción sexual, en la acción de la carne y sus efectos emocionales, pero poco se profundiza sobre las acciones y efectos del alma y del espíritu, donde podemos estar adulterando.
Muchas personas pudiesen ser adúlteros sin haber consumado el acto sexual, el ejemplo más claro y conocido en la biblia esta es Santiago 4:4 que expresa “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”, nuestra alma es adultera cuando nos hacemos amigos del mundo, entonces: ¿Cuánto de nosotros está en amistad con el mundo? ¿Seguro que no estoy lejos de Dios, aun estando en la iglesia? ¿Qué me hace prevaricar contra Él?
Por ejemplo, podemos estar pegados a un celular, ipod, TV, computadora, red social, centro comercial, amigos, familiares o trabajo en exceso; pasar todo el día en búsqueda de amistades, dinero, títulos, bienes, viajes, carros, comida, ropa, etc., asociándonos con cualquier cosa menos de Dios; sembrando en nuestras vidas el amor por la vanidad o los caprichos necios, desarrollando conversaciones nada edificantes, sin sentido, discusiones estériles, contiendas, ira, desgaste innecesario, frustraciones, afanes producto de una amistad dañina con el mundo que al final deriva estrés, ansiedad, depresiones, en algunos casos acompañado de daños en la audición o el sistema nervioso, síndrome del túnel carpiano, sobrepeso u obesidad, enfermedades oculares, cáncer, adicción, codicia, perversión, deseos y apasionamientos engañosos, inclusive hasta problemas mentales que pudiesen llevarnos a la muerte. Jeremías 9:2 dice: “…Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores”.
La infidelidad a Dios, por lo general, es falta de entendimiento, es la inmediata ruptura o disolución de la unión conyugal entre el esposo (el Cristo) y su esposa (la iglesia, mi persona); es como tratar de engañar a Dios y darle ocultamente una patada al pacto sagrado de la fidelidad que asumimos el día que decidimos creer y recibirlo como nuestro Señor y salvador, cometiendo pecados e injusticias, sembrando maldad en mí y discordia en otros, especialmente en los hermanos, no guardando la palabra del Señor, queriendo demandar beneficios, milagros o acciones sobrenaturales a Dios en mi vida, pero ni siquiera cumplimos lo mínimo que es mantenernos fiel en obediencia.
Proverbios 6:32 dice que: “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace”; Proverbios 6:19-21 “El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio. Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre; Átalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello”; 1 Corintios 6:9 “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?...”; Mateo 12:39 “El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”.
Hay hijos de Dios que piensan
que porque han servido, asisten en una iglesia o hablan en nombre del Señor ya están
listos, cumplieron con la medida del Señor y dejan de avivar el fuego del Espíritu; se olvidan que tenemos que pasar por debajo de su vara para entrar al reino, y el
Señor dirá si es suficiente o no; la medida que decidimos asumir puede ser insuficiente; puede ocurrir
que seamos ovejas de apariencia pero con un corazón corrompido espiritualmente, ojos
llenos de adulterio, viendo defectos, pecados, demonios y maldad en otros por todos
lados, sin dolernos de ellos y sin misericordia, y no somos capaces de
reconocer y ver los nuestros, ya que mi condición impía no me permite que se me
revele el amor y la paz del Señor, es por eso que no logro alcanzar su reposo,
la palabra no haya cabida en mí, vivo en una constante “guerra espiritual” con
alguien que fue vencido, ignorando el sacrificio del cordero inmolado.
Se nos olvida muchas veces que la palabra
viva llegó a mi vida, que el Espíritu Santo mora en mí y posiblemente lo puedo
estar contristando por estar adulterando, por mi falta de conversión e inconstancia en la oración, la
alabanza y la adoración; es como si tuviera el corazón dividido, buscando un líder,
pastor, un profeta, un apóstol, un ungido, alguien de carne y hueso que me
seduzca, me deleite, que ore o imponga sus manos sobre mí para que una manifestación sobrenatural
me saque de mi estado de desobediencia, frialdad y rebeldía, y no me postro y clamo
al Cristo que todo lo puede y que venció en la cruz, simplemente porque creo que Dios no me
escucha.
Oseas 7:4 confirma cuando dice que “Todos ellos son adúlteros; son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa, hasta que se haya leudado”. 2 Pedro 2:14 “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición”; 1 Corintios 6:19 "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros…?"; Jeremías 29:23 “Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos, y falsamente hablaron en mi nombre palabra que no les mandé; lo cual yo sé y testifico, dice Jehová”.
Oseas 7:4 confirma cuando dice que “Todos ellos son adúlteros; son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa, hasta que se haya leudado”. 2 Pedro 2:14 “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición”; 1 Corintios 6:19 "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros…?"; Jeremías 29:23 “Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos, y falsamente hablaron en mi nombre palabra que no les mandé; lo cual yo sé y testifico, dice Jehová”.
Se puede adulterar creyendo
más en sus propios pensamientos, en las doctrinas manipuladas, ya sean del mal, religiosas o humanas,
en las oraciones carnales, almáticas, sin la presencia del Espíritu Santo, sin
el fuego que quema el incienso, sin la sal que da gusto, sin el aceite extraído
del sumo del olivo, sin el vino sacado de la vid de aquella que se obtiene en la presencia de Dios en los lugares celestiales, donde se muele el incienso con las rodillas. Nuestras oraciones deberían
ser deseando la leche no adulterada que se expresa en 1 Pedro 2:2: “Desead,
como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación” ya que el único que da crecimiento espiritual y
santidad es el Señor a través de su palabra revelada y atando a mi corazón sus
mandamientos y enseñanzas.
Oremos: Señor, perdóname, ya no
quiero seguir siendo un adultero en flagrancia, a ti no te puedo engañar, ya no quiero seguir en amistad con el mundo,
porque eso me aleja de ti, las distracciones del mundo me llevan muchas veces a
perderme en mis pensamientos, en las cosas que no te agradan y que tú no me has
mandado hacer, vivo escuchando otras voces que tratan de confundirme, desviar
mis ojos de ti y que me conducen por caminos oscuros de muerte. Padre Santo hazme
saber cada vez que adultere contra ti; cuando cometa injusticia en contra de mi
esposa, mis hijos, mi familia, mis hermanos, mi prójimo, no quiero deshonrarte,
disciplíname si es necesario, enséñame a serte fiel, ayúdame a mantenerme firme
en tu santidad, guárdame cuando llegue la tentación y no permitas que sea
piedra de tropiezo para otros. Arrepentido estoy por mis pecados, Gracias Señor por llegar
a mi vida sin merecerlo, te amo Señor. Bendito sea tu nombre Jesucristo. Amén
PD. Si te has sentido identificado con este mensaje, alégrate por el Señor te ha tocado, dale la gloria a Él, al Dios Vivo... Convierte tu sentir en una acción, devolviendote de tus malos caminos, convirtiendo tu vida de verdad, verdad, no adulterando ni pisoteando más la sangre de Cristo... Le amo en el Señor mi incógnito lector, Dios te bendiga en Espíritu...
PD. Si te has sentido identificado con este mensaje, alégrate por el Señor te ha tocado, dale la gloria a Él, al Dios Vivo... Convierte tu sentir en una acción, devolviendote de tus malos caminos, convirtiendo tu vida de verdad, verdad, no adulterando ni pisoteando más la sangre de Cristo... Le amo en el Señor mi incógnito lector, Dios te bendiga en Espíritu...
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