lunes, 27 de febrero de 2017

QUÉ SERÍA DE MÍ


En este caminar de la existencia terrenal humana, he experimentado diferentes etapas que me han marcado y han sido trascendental para mi vida; me han llevado desde la cúspide del “éxito” (o lo que yo creía que era) al foso más oscuro y vil que una persona pueda experimentar, a tal punto que, puedo afirmar con conocimiento de causa que nada soy, si no hubiese aparecido el Señor Jesucristo en mi vida, a veces me pregunto ¿Qué sería de mí? y ¿Dónde estaría? sin su amor y misericordia.

Cuando comencé en la vida cristiana, necesite tantas veces de personas de cierta madurez espiritual (bendigo sus vidas) para que me enseñaran cosas que para mí parecían chinas, es decir, difícil de comprender, luego entendí que solo guardando la palabra, presentándome en oración, doblando rodillas, humillándome ante su presencia de corazón, en comunión íntima con Dios, profetizando a mi alma, sometiéndola como acto de alabanza y adoración, obediente a la autoridad de Cristo, es donde Él me convenció de pecado, justicia y juicio, llevándome a caminos rectitud en búsqueda de la perfección, donde he ido convirtiendo poco a poco cada área de mi vida, revelando cosas a mi mente y a un corazón dispuesto a recibir por dura que sea, una palabra sin manipulación o condición, sólo para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3), por eso no hay lugar más alto y más grande que estar postrado a los pies del Señor recibiendo de su amor y disciplina: Proverbios 4:4-6 “Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará”.

Cuando se habla de la Revelación, por lo general se relaciona con la interpretación de una verdad secreta u oculta, generalmente, está asociada a una persona entendida, un profeta con autoridad espiritual, de cierto prestigio religioso o santidad, capaz de hacer declaraciones divinas o sobrenaturales, sobre la cual no se tiene conocimiento previo y que muchos la consideran “verdad” por vienen de parte de “Dios”, sin embargo, por lo general, olvidamos que la revelación va acompañada de una acción y un efecto; si la palabra llega a mí y no me acciono, no me activo, no produce una transformación, un cambio o conversión en mi vida, no ha sido revelada, es letra muerta, porque no hizo efecto, fue cauterizada por mi alma.

Muchas veces la palabra es revelada por el Espíritu Santo a quien menos esperamos: “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” Lucas 10:21; “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” 1 Corintios 1:25-29.

Existen muchos sinónimos de la palabra Revelación, de los cuales podemos tomar unos cuantos: Manifestar, descubrir, develar, explicar, mostrar, presentar, exponer, aparecer, anunciar, testificar, alabar, comunicar, confesar, desenmascarar, enseñar, exteriorizar, predecir, proclamar, reflejar, sincerar, desnudar, entre otros. Es muy común utilizar estos ligeramente, sin discernimiento y humildad en el corazón; muchos religiosos se sirven de ellos para señalar los pecados a otros, que hipócritamente no ven en ellos, o para presagiar cosas en el nombre del Señor que Él no ha dicho, pero lo más sorprendente es, con la naturalidad que lo dicen, sin temor reverente, como si fueran los propios adivinos, consejeros espirituales, agoreros o mercaderes de la palabra que están muy lejos de ser la verdad, apostatas de la palabra, creyéndose más sabios, ungidos o santos que los demás, sin darse cuenta que son ellos los que más necesitan que se les revele la palabra por la condición de pecado que poseen y soberbia espiritual en la que se encuentran, piedra de tropiezo que impide su comunión con el Señor; Dios me guarde de ser uno de ellos.

El profeta Daniel en el versículo 2:30, le fue revelado un misterio que a una autoridad (rey) era imposible de entender por su condición espiritual, ya que andaba en pecado, quiere decir que la palabra puede llegar a alguien y a otro se les puede revelar: “Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón”.

Hay palabra que debe ser revelada a mi corazón que solo un varón o varona de Dios lleno de la presencia del Espíritu Santo puede discernir y entender; y es tan poderoso su manifestación en nuestra vida y la espada es tan cortante, que inmediatamente puedo quedar postrado ante su presencia, con cara de vergüenza y arrepentimiento, clamando el perdón del Padre: Salmo 130:4  “…en ti hay perdón”; Apocalipsis 1:1 “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto…”. Hay quienes son sorprendidos por el poder del Espíritu Santo en sus vidas y reciben un gozo tremendo, ya que han entendido que en la adversidad, la aflicción, en el vituperio son bienaventurados, y su alma reposa porque Cristo los hace descansar: 1 Pedro 4:12-14 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros…”. Hoy le pido al Señor que traiga palabra profunda a mi vida, que me haga morir a mi yo y resucite mi espíritu en Él, sólo me basta su gracia, lo demás es basura.


Oremos: Señor recibe mi oración como un acto de alabanza y adoración. Gracias Padre, porque un día pusiste tu mirada en este vil pecador, que sería de mi, ahora entiendo porque he padecido todo lo que me ha sobrevenido, sé que tú quieres manifestarte en mi vida, quieres revelarte y llenarme de tu gloria, pero yo por estar pendiente de otras cosas y ocupado con lo terrenal no me había dado cuenta. Hoy me gozo en tu presencia y te pido que guardes a este templo, a tu cuerpo, a tu iglesia de contaminarse con voces extrañas del mundo y las regiones celestes, que nos llevan a muerte y perdición. Tú eres el único que mereces ser exaltado, tú eres la revelación, eres el principio y el fin, el poder, el Dios manifestado, lo eres todo, bendito seas por siempre Señor. Esperamos confiadamente de lo que ha de venir, estás próximo a buscar a el pueblo santo escogido desde el principio de los tiempos, gracias por amarnos e injértanos a la vid sin merecerlo, glorificamos tu santo nombre Jesucristo, gracias por tu sangre, gracias por hacerme parte del Israel de Dios, te amo y en tus brazos quiero permanecer hasta que me llames a tu presencia. Amén

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