En este caminar de la existencia terrenal humana, he
experimentado diferentes etapas que me han marcado y han sido trascendental
para mi vida; me han llevado desde la cúspide del “éxito” (o lo que yo creía
que era) al foso más oscuro y vil que una persona pueda experimentar, a tal
punto que, puedo afirmar con conocimiento de causa que nada soy, si no hubiese
aparecido el Señor Jesucristo en mi vida, a veces me pregunto ¿Qué sería de mí? y ¿Dónde estaría? sin su amor y misericordia.
Cuando comencé en la vida cristiana, necesite tantas veces de personas de cierta madurez espiritual (bendigo sus vidas) para que me enseñaran cosas que para mí parecían
chinas, es decir, difícil de comprender, luego entendí que solo guardando la
palabra, presentándome en oración, doblando rodillas, humillándome ante su
presencia de corazón, en comunión íntima con Dios, profetizando a mi alma, sometiéndola
como acto de alabanza y adoración, obediente a la autoridad de Cristo, es donde Él me convenció de pecado, justicia y juicio, llevándome a caminos rectitud en búsqueda de la perfección, donde he ido convirtiendo poco a
poco cada área de mi vida, revelando cosas a mi mente y a un corazón dispuesto a recibir por dura que sea, una palabra sin manipulación o condición, sólo para edificación,
exhortación y consolación (1 Corintios 14:3), por eso no hay lugar más alto y
más grande que estar postrado a los pies del Señor recibiendo de su amor y
disciplina: Proverbios 4:4-6 “Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón
mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere
inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la
dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará”.
Cuando se habla de la Revelación, por lo general se relaciona con la interpretación de una verdad secreta u oculta, generalmente, está
asociada a una persona entendida, un profeta con autoridad espiritual, de
cierto prestigio religioso o santidad, capaz de hacer declaraciones divinas o sobrenaturales,
sobre la cual no se tiene conocimiento previo y que muchos la consideran “verdad”
por vienen de parte de “Dios”, sin embargo, por lo general, olvidamos que la
revelación va acompañada de una acción
y un efecto; si la palabra llega a mí y no me acciono, no me activo, no produce
una transformación, un cambio o conversión en mi vida, no ha sido
revelada, es letra muerta, porque no hizo efecto, fue cauterizada por mi alma.
Muchas veces la
palabra es revelada por el Espíritu Santo a quien menos esperamos: “En aquella
misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y
entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” Lucas
10:21; “Porque lo insensato de Dios es
más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues
mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni
muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a
lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” 1 Corintios
1:25-29.
Existen muchos sinónimos de la palabra Revelación,
de los cuales podemos tomar unos cuantos: Manifestar, descubrir, develar,
explicar, mostrar, presentar, exponer, aparecer, anunciar, testificar, alabar, comunicar,
confesar, desenmascarar, enseñar, exteriorizar, predecir, proclamar, reflejar, sincerar,
desnudar, entre otros. Es muy común utilizar estos ligeramente, sin discernimiento
y humildad en el corazón; muchos religiosos se sirven de ellos para señalar los
pecados a otros, que hipócritamente no ven en ellos, o para presagiar cosas en
el nombre del Señor que Él no ha dicho, pero lo más sorprendente es, con la
naturalidad que lo dicen, sin temor reverente, como si fueran los propios adivinos,
consejeros espirituales, agoreros o mercaderes de la palabra que están muy
lejos de ser la verdad, apostatas de la palabra, creyéndose más sabios, ungidos
o santos que los demás, sin darse cuenta que son ellos los que más necesitan
que se les revele la palabra por la condición de pecado que poseen y soberbia espiritual
en la que se encuentran, piedra de tropiezo que impide su comunión con el Señor; Dios me guarde de ser uno de ellos.
El profeta Daniel en el versículo 2:30, le fue
revelado un misterio que a una autoridad (rey) era imposible de entender por su
condición espiritual, ya que andaba en pecado, quiere decir que la palabra puede
llegar a alguien y a otro se les puede revelar: “Y a mí me ha sido revelado
este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino
para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los
pensamientos de tu corazón”.
Hay palabra que debe ser revelada a mi corazón que
solo un varón o varona de Dios lleno de la presencia del Espíritu Santo puede discernir
y entender; y es tan poderoso su manifestación en nuestra vida y la espada es
tan cortante, que inmediatamente puedo quedar postrado ante su presencia, con
cara de vergüenza y arrepentimiento, clamando el perdón del Padre: Salmo 130:4 “…en ti hay perdón”; Apocalipsis 1:1 “La revelación de
Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto…”. Hay quienes son sorprendidos por el poder del Espíritu Santo
en sus vidas y reciben un gozo tremendo, ya que han entendido que en la
adversidad, la aflicción, en el vituperio son bienaventurados, y su alma reposa
porque Cristo los hace descansar: 1 Pedro 4:12-14 “Amados, no os sorprendáis
del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os
aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de
Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque
el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros…”. Hoy le pido al Señor que traiga palabra profunda a mi vida, que me haga morir a mi yo y resucite mi espíritu en Él, sólo me basta su gracia, lo demás es basura.
Oremos: Señor recibe
mi oración como un acto de alabanza y adoración. Gracias Padre, porque un día
pusiste tu mirada en este vil pecador, que sería de mi, ahora entiendo porque
he padecido todo lo que me ha sobrevenido, sé que tú quieres manifestarte en mi
vida, quieres revelarte y llenarme de tu gloria, pero yo por estar pendiente de
otras cosas y ocupado con lo terrenal no me había dado cuenta. Hoy me gozo en
tu presencia y te pido que guardes a este templo, a tu cuerpo, a tu iglesia de
contaminarse con voces extrañas del mundo y las regiones celestes, que nos
llevan a muerte y perdición. Tú eres el único que mereces ser exaltado, tú eres
la revelación, eres el principio y el fin, el poder, el Dios manifestado, lo
eres todo, bendito seas por siempre Señor. Esperamos confiadamente de lo que ha
de venir, estás próximo a buscar a el pueblo santo escogido desde el principio
de los tiempos, gracias por amarnos e injértanos a la vid sin merecerlo, glorificamos
tu santo nombre Jesucristo, gracias por tu sangre, gracias por hacerme parte del
Israel de Dios, te amo y en tus brazos quiero permanecer hasta que me llames a
tu presencia. Amén
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