sábado, 14 de enero de 2017

EL VARÓN AZOTADO

En estos días, en mis oraciones le di gracias a Dios por mi papá; hombre lleno de defectos pero que sembró los valores que yo necesitaba para madurar inclusive di gracias por los azotes que me había concedido de muchacho, aun el 41 de la chancleta que me dejó marcado en una de mis piernas por un acto de rebelión, ya que eso me formó el carácter y me enseñó a respetar.

Cuando hablamos de azote, por lo general, lo relacionamos con vapulear, flagelar, fustigar, disciplinar, apalear, cachetear, zarandear, tundir, pegar, golpear, zurrar, sacudir, batuquear, castigar, herir, dar de nalgadas o maltratar a alguien. El azote para los niños o jóvenes, es para muchos psicólogos la principal causa que anula la personalidad, llevándolos a sentirse despreciados, acusados, ignorados o exigidos, inclusive dicen que puede traer trastornos emocionales, y lo avalan con estadísticas, por ejemplo en España el 35,4% de las personas han sido maltratados en la primera etapa de su desarrollo ha generado en sus personas poca confianza e inestabilidad emocional, y de acuerdo a sus criterios, estás causas pudieran ser corregidas estableciendo un mejor vínculo afectivo entre los padres e hijos, según lo afirmaron los Doctores Ruth y Henry Kempe (1960).

Esta problemática ha sido tema de discusión en diferentes sociedades “civilizadas” por mucho tiempo, existiendo dos corrientes debidamente marcadas; una defiende a los padres que siguen creyendo que las nalgadas, las bofetadas o los azotes son medios necesarios para inculcar disciplina, obediencia y valores a sus hijos; y la otra la cual describe axiomas y teorías modernas buscando crear conciencia e incentivar disciplina y no precisamente haciendo uso de la disciplina física por los supuestos traumas que puedan generar al llegar a la adultez. Hay quienes piensan que el castigo físico no enseña a cómo actuar adecuadamente ni a entender, ya que ese procedimiento conductual no es el correcto, por lo que tratan de promover el uso de la comunicación, la asertividad, la empatía y la paciencia para conseguir mejores resultados, sin embargo, ¿Qué ha pasado en estos tiempos? ¿Por qué seguimos en un proceso de autodestrucción emocional, física y espiritual? y a pesar de que hay tantos grupos sociales con diferentes metodologías en proceso de formación ciudadana, ¿por qué existe tanta decadencia? Simplemente porque no hemos elegido la opción correcta, teniendo oídos no escuchamos, teniendo ojos no vemos, no hemos entendido que quiso decir Jesucristo cuando dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida…” Juan 14:6a.

El azote del padre, es bueno siempre, inclusive el Señor exhorta a los padres a que no se rehúsen a aplicarlo, Proverbios 23:13 dice: “No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá”; Proverbios 13:24 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”; Proverbios 20:30 “Los azotes que hieren son medicina para el malo, Y el castigo purifica el corazón”; entonces ¿Por qué no ha sido efectivo? Por las intenciones del corazón, poseemos un corazón lleno de maldad que está entre dos aguas, el cual se niega a aplicar o que se le aplique el azote ya que le tenemos miedo a Dios, no confío en su justicia, pienso que el Señor es como yo, vil y cruel, y como soy pecador y seguramente he hecho pacto con la muerte me da pavor someterme a esa dura prueba, no poseo entendimiento, no se me ha revelado ¿qué es Jesucristo para mi vida y cuál es la inmensidad de su amor?, prefiero apegarme a una misericordia religiosa condicionada, a la mentira, al ocultismo que a la purificación, al proceso de morir y resucitar en Cristo, a la conversión genuina, soy débil espiritualmente pero duro en el alma.

Isaías 28:15 “Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos”; Isaías 28:18 “Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis de él pisoteados”; Apocalipsis 3:19 “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”; Joel 2:13 “Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo”; Jeremías 30:11 “Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo”; 1 Juan 4:18 “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. Si quiero ser perfeccionado tengo que dejar el temor y recibir de la justicia de Dios lo que me corresponde, con arrepentimiento, convirtiéndome de mis malos caminos, recibiendo su azote espiritual, con humildad y dejándome ministrar por el Espíritu Santo.

Jesucristo que fue el varón azotado, en vano no fue a la cruz; por amor pagó en el madero siendo inocente el precio de mi iniquidad, fue herido de muerte, derramó hasta la última gota de sangre, pasando por el azote cruel de los hombres, fue molido textualmente hablando a causa de mi maldad, rebelión y multitud de mis pecados con el fin de salvarme, hacerme acepto, trayendo paz, sanación y mi reconciliación con el Padre, sin ni siquiera abrir su boca para reprocharme nada al respecto, ¿Pero qué he hecho yo a cada instante? Ignorar lo sucedido.

Hay quienes menosprecian el azote de Dios; Proverbios 3:11 “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección”; piensan que nunca llegará, prefieren vivir tapando sus inmundicias con velos de indignación y huir de la corrección de sus azotes, ojalá que nunca él tenga que decir: “He aquí yo estoy contra ti, oh soberbio, dice el Señor, Jehová de los ejércitos; porque tu día ha venido, el tiempo en que te castigaré” Jeremías 50:31. La invitación es a evaluarnos y abrir nuestro corazón al Señor, arrepentirnos e iniciar las obras dignas, que santifiquen nuestras vidas, obteniendo así la comunión que nos lleve a adorarlo y alabarlo en Espíritu y verdad.


Oremos: Señor mi entendimiento es corto y mi mente no llega a discernir por qué he de pasar por tus azotes, solo sé que tu palabra lo establece y así lo quiero hacer como oveja tuya sin objetar. Si he de perderlo todo a causa de ti, dispuesto estoy, pero no te apartes de mí, sin ti estoy perdido, ya que en mi debilidad puedo llegar a caer por falta de fe y oración. Dame la firmeza que necesito para soportar la prueba. Trae sanación a todo mi ser, permite que pueda testificar de ti, acá, allá y más allá. Levántame como un adorador, que tú llama consuma todo lo que soy y que mi semblante nunca decaiga por causa de las actitudes de mi corazón. Gracias por pagar el precio en la cruz por mi sin merecerlo, te amo Padre Santo, tuyo sea el poder y la gloria. Amen.

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