Existen expresiones de la cara que manifiestan el
estado de ánimo de una persona, especialmente cuando refleja su estado espiritual,
emocional o físico, a esto se le conoce como semblante. El semblante revela
muchas cosas que están alojadas en el corazón, por ejemplo: el malhumor, el
gozo, la tristeza, la felicidad, la ira, la paz, la luz, la tinieblas, la
santidad, el pecado, la mentira, la verdad, etc. Por ejemplo, es muy común escuchar
«El semblante se le había iluminado al decirlo», «Escondía el semblante pálido y
doliente esa persona», «Tiene muy mal semblante después de no haber dormido durante
tantas noches», «Regresó de las vacaciones contento y con muy buen semblante».
La palabra dice que nosotros no podemos engañar
al Señor, él escudriña nuestro pensamientos, conoce nuestros corazones, pesa
nuestros espíritus y observa cuando nuestro semblante se decae, como le paso a
Caín, en Génesis 4:5-7, el Dios Padre conocía su condición espiritual sólo con
mirar su semblante por eso le hizo una advertencia: “pero no miró con agrado a Caín
y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces
Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a
la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”, en
otras palabras, le dijo que si su semblante se mantenía y no hacía el bien, el
pecado que estaba a la puerta de su corazón lo iba hacer caer y se señorearía
de él, se convertiría en el señor del pecado, por eso fue expulsado de la
tierra que habitaba al asesinar su hermano Abel.
En vista de esto, ¿Cómo puedo identificar que ha decaído
mi semblante?
1. Cuando mi mirada es diferente, cambian las
actitudes de mi cuerpo, la luz que hay en mi es tinieblas; Mateo 6:22-23 dice: “La
lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará
lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así
que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿Cuántas no serán las mismas tinieblas?”
2. Cuando vivo en una constante queja, se me nota la
tristeza y no me esfuerzo por salir de mi condición; Job 9:27 “Si yo dijere: Olvidaré
mi queja, Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré”.
3. Cuando hablo desbocadamente sin medir palabras, me
dejo gobernar por las emociones, mi alma, oscureciendo mi vida y poniendo cargas
a otros por mi maldad; Santiago 3:3-6 refiere que: “He aquí nosotros ponemos freno
en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.
Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son
gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también
la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán
grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad.
La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama
la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”; a
sabiendas que de todo lo que digamos daremos cuenta ante el Señor: “El hombre bueno,
del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro
saca malas cosas. Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres,
de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado,
y por tus palabras serás condenado” Mateo 12:35-37.
4. Cuando no quiero escuchar al Señor, sino que me
invento un evangelio a mi medida, acorde a mis intereses, producto de mi pecado
por no haber una conversión genuina, entonces huyo buscando el que se me
acomode e invento cuentos para justificar mi condición espiritual alejada de
Dios: 2 Timoteo 4:3-4 “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina,
sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.
5. Cuando ando en rebeldía y no escucho ni veo las
cosas del Señor con claridad; Ezequiel 12:2 “Hijo de hombre, tú habitas en medio
de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír
y no oyen, porque son casa rebelde”.
6. Cuando mi amor por el Señor se ha enfriado, no
oro lo suficiente, las oraciones son estorbadas por mi pecado, mi alma es la
que domina, tengo la carne a flor de piel, no alcanzo la paz, envejeciendo y
secando mi ser. Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer
amor”. Salmo 32:3 “Mientras callé, se
envejecieron mis huesos...” Salmo 38:3 “…Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado”.
Ojalá, nunca tengamos que dar cuenta ante Señor
por haber pecado luego de haber decaído nuestro semblante, mantengámonos firmes
en toda circunstancias, seamos como José que su fidelidad hacia Dios fue tan
grande que el Señor le concedió honra, honor y gloria, fue prospero hasta el
día de su muerte y José mantuvo siempre su semblante porque el Cristo permanecía
en él, le importaba más su comunión con el Señor que todo lo que había recibido.
Génesis 39:6 “Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba
de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia”.
La palabra dice que el principio de la sabiduría
es el temor de Dios y si en algo hay que alabarse es en entenderle y conocerle,
por eso en Eclesiastés 8:1 dice: “¿Quién como el sabio? ¿Y quién como el que sabe
la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad
de su semblante se mudará”.
Quien quiera que la luz del Señor permanezca en su
rostro y su semblante no decaiga, busque al Cristo, tenga temor por lo santo, reciba
de su amor de manera genuina, sin incredulidad y condiciones, sin olvidar
ninguna de sus enseñanzas, pídale al Señor que le ayude a convertir su alma,
que le devuelva de sus malos caminos, enderece el rumbo, refrene su lengua, no permita
que se sienta en silla de escarnecedores con sus hermanos, lleve el bien al
prójimo y renuncie al mundo, a sus deseos y su carne, que ponga paz en su
corazón, desechando toda maquinación propia de nuestra maldad. Porque es
necesario que me vista de santidad, que me mantenga en los lugares celestiales,
que la firmeza en la roca no sea un decir, sino una acción, para obtener la
victoria que solo Cristo da: 1 Corintios 15:53-54 “Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y
cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida
es la muerte en victoria”.
Oremos: Señor hoy quiero reconocer que mi
semblante ha decaído muchas veces, y he pecado contra ti, perdóname Padre; reconozco
que me he llenado de enojo, ira, malas palabras, pensamientos, tristeza y cualquier
cantidad de inmundicia que sale de mi corazón perverso. Ya no quiero ser igual,
ayúdame a convertir mi alma y permanecer más en tu presencia, quiero ser
ofrenda grata para ti, quiero quemar del incienso que te agrade, que mi
semblante, sea el Cristo que vive en mí, no quiero deshonrarte con mis
acciones, ni mis actitudes espirituales, hazme fuerte porque débil soy. Te amo
mi Señor, en ti confío. Amén.
Excelente tema!!!! Muy completo. Bendiciones
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