miércoles, 12 de octubre de 2016

EL PASO QUE DOY


En estos días un amigo muy querido, se despidió intempestivamente de nosotros, sus compañeros de toda vida, momento que dejó un ensordecedor silencio ya que nadie se lo esperaba tan pronto; decidió dar el paso para cambiar de estilo de vida en búsqueda de algo diferente, acorde al valor y peso específico que él considera, algo más gratificante para su espíritu y su alma; camino que, sin duda, traerá mucha incertidumbre, pero con la fe puesta en Dios, estará mucho mejor. Por eso le deseo Buen viento y buena mar, Capitán, comandante, marino de adversidades y mi hermano querido.


A veces, cuando se va a realizar una travesía a pie, por terrenos pedregosos en busca de lugares más altos, debemos prepararnos para ello, es necesario tener unas piernas fortalecidas que puedan mantenerse firme ante la adversidad de la subida, llevar el tipo de calzado adecuado para lograr alcanzar la meta y evaluar el camino que he de seguir; por ejemplo, en lo que se refiere al calzado no voy a subir con chancletas, tenis o zapatos de suela, sino busco una botas todo terreno, que me protejan los tobillos y sean cómodas para el trayecto, si es posible que tengan una plantilla ortopédica para descansar mis pies. Así mismo preparo el plan de ruta, estudio el trayecto, eligiendo el camino, busco la información correcta para no perderme, utilizo los instrumentos adecuados (brújula, cantimplora, mapa, entre otros).

Si se investiga sobre el calzado, por ejemplo, en la antigua Mesopotamia o ciudad de los ríos, era común unos zapatos de cuero crudo, amarrados a los pies por tiras del mismo material. Los coturnos (las botas) eran símbolos de alta posición social, quiere decir que el tipo de calzado que se usaba distinguía su status y hasta su caminar. Igualmente en Roma el calzado indicaba la clase social, los cónsules por ejemplo usaban zapatos blancos, los senadores zapatos marrones prendidos por cuatro cintas negras de cuero atadas con dos nudos, y el calzado tradicional de las legiones militares eran los botines que descubrían los dedos. Actualmente hay quienes les gusta llevar zapatos que sean duraderos, cómodos y si son de marca mucho mejor.

En el caminar de la vida, por lo general, nunca se considera cuál es el tipo de zapato que llevamos, tampoco si mis pies están preparados para sostenerme y mucho menos si vamos por el camino correcto, a pesar que todos fijamos una meta y sabemos a dónde queremos llegar; somos tan osados y despreocupados que nos atrevemos a emprender el viaje sin saber si completaremos el recorrido, zarpamos del puerto sin hacer el preparativo para zarpe.

Un famoso futbolista, Suramericano llamado Leonel Messi, en la Copa América Centenaria, había decidido retirase de su selección, porque no ha podido ganar ninguna copa en años que posee con ella, ¿Quién puede dudar que sus pies no están preparados? ¿Qué no posee el calzado más apropiado?, el más aerodinámico, el diseñado por los más costosos laboratorios del mundo, ¿Quién puede pensar que no ha recorrido el camino que él ha querido?, pero, no ha logrado el objetivo de ganar una copa y ser feliz, a pesar de ser el mejor jugador de futbol, de tener la fama y todo el dinero del mundo.

Sin embargo, alcanzar la meta, no es garantía de que sea feliz. Hay otro futbolista que le antecedió, llamado Diego Maradona, que muchos fanáticos lo llamaron “dios”, también muy famoso, alcanzó una copa del mundo e hizo cosas maravillosas en el futbol socker, pero, ¿Qué ha pasado con su vida? Muchos la consideramos un desastre, sumergida en abusos, droga, y pare de contar, que ha decepcionado a muchos de sus seguidores, en especial a niños y jóvenes adolescente, o peor aún, manda un mensaje que dice que para ser famoso es bueno tener estas actitudes.

Reflexionando un poco, preguntémonos: ¿Cuál es el calzado espiritual que estoy llevando?, ¿Mis pies están fortalecidos en el Señor?, ¿El camino que recorro es el de Jesucristo? Déjeme decirle que en lo espiritual no es lo bonito, lo bueno o lo correcto de ciertas cosas que hacemos, sino lo qué estamos calzando o usando acerca de Dios; esa es la esencia.

Podemos estar usando el calzado del resentimiento, el egocentrismo, la ira, malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez que enferman y contaminan mis pies y me llevan por caminos de maldad equivocadamente, que al final traen consigo castigo, sin embargo tratamos de que este camino sea menos doloroso, ya que no nos gusta la disciplina de Dios, y entonces buscamos el trayecto más cómodo que me puede llevar a caminos de perdición.

Una vez el Señor le dijo a Moisés: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” Éxodo 3:5. A veces nos encontramos con el Señor, espiritualmente hablando, y es necesario que nos quitemos el calzado que llevamos puestos, porque estos no son calzados dignos, ni cumplen la función que necesitamos para estar en su presencia. A lo mejor, puede que estos sean de marca (por ejemplo: bondad, generosidad, etc) o tenga los adornos llamativos (ministerio, servicio, diezmo u ofrenda), si la esencia no es Dios, no hay pureza en el corazón, para nada sirven. “Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas” Isaías 3:18. El calzado cuando está sucio es una agresión ante la pureza del lugar, lo apreciamos en el Japón y los países árabes, que las personas deben despojarse de sus zapatos y lavarse los pies para poder ingresar como señal de respeto a ciertos lugares. Nadie utiliza calzados llenos de inmundicia, de “caca” o “popo” a pesar que sean de marca. El calzado involucra mis pies y el camino que he estado caminando, por eso debemos cuidar que mi calzado espiritual sea el correcto y muestre nuestro caminar con Dios.

Quienes se nieguen a caminar por las sendas de luz, es porque andan en tinieblas, utilizando calzados incorrectos, sus pies van pereciendo poco a poco sin darse cuenta, 1 Samuel 2:9 “El guarda los pies de sus santos, más los impíos perecen en tinieblas”; Salmo 40:2 “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”, si no nos arriesgamos a dar el paso en Dios, nunca veremos como el mar o la adversidad se abre delante de sus ojos, abriendo el camino de vida, no seremos capaces de poner los pies sobre tierra seca, sobre la roca firme que es nuestro Señor Jesucristo. Te invito a hacerlo y luego me cuentas. Dios te bendiga.

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