En
estos días un amigo muy querido, se despidió intempestivamente de nosotros, sus
compañeros de toda vida, momento que dejó un ensordecedor silencio ya que nadie
se lo esperaba tan pronto; decidió dar el paso para cambiar de estilo de vida en
búsqueda de algo diferente, acorde al valor y peso específico que él considera,
algo más gratificante para su espíritu y su alma; camino que, sin duda, traerá mucha
incertidumbre, pero con la fe puesta en Dios, estará mucho mejor. Por eso le deseo
Buen viento y buena mar, Capitán, comandante, marino de adversidades y mi hermano
querido.
A
veces, cuando se va a realizar una travesía a pie, por terrenos pedregosos en
busca de lugares más altos, debemos prepararnos para ello, es necesario tener unas
piernas fortalecidas que puedan mantenerse firme ante la adversidad de la
subida, llevar el tipo de calzado adecuado para lograr alcanzar la meta y evaluar
el camino que he de seguir; por ejemplo, en lo que se refiere al calzado no voy
a subir con chancletas, tenis o zapatos de suela, sino busco una botas todo terreno,
que me protejan los tobillos y sean cómodas para el trayecto, si es posible que
tengan una plantilla ortopédica para descansar mis pies. Así mismo preparo el
plan de ruta, estudio el trayecto, eligiendo el camino, busco la información correcta
para no perderme, utilizo los instrumentos adecuados (brújula, cantimplora, mapa,
entre otros).
Si
se investiga sobre el calzado, por ejemplo, en la antigua Mesopotamia o ciudad
de los ríos, era común unos zapatos de cuero crudo, amarrados a los pies por
tiras del mismo material. Los coturnos (las botas) eran símbolos de alta
posición social, quiere decir que el tipo de calzado que se usaba distinguía su status y hasta su caminar. Igualmente en Roma el calzado indicaba la clase social, los cónsules
por ejemplo usaban zapatos blancos, los senadores zapatos marrones prendidos
por cuatro cintas negras de cuero atadas con dos nudos, y el calzado
tradicional de las legiones militares eran los botines que descubrían los
dedos. Actualmente hay quienes les gusta llevar zapatos que sean duraderos, cómodos
y si son de marca mucho mejor.
En
el caminar de la vida, por lo general, nunca se considera cuál es el tipo de zapato
que llevamos, tampoco si mis pies están preparados para sostenerme y mucho menos
si vamos por el camino correcto, a pesar que todos fijamos una meta y sabemos a
dónde queremos llegar; somos tan osados y despreocupados que nos atrevemos a emprender
el viaje sin saber si completaremos el recorrido, zarpamos del puerto sin hacer
el preparativo para zarpe.
Un
famoso futbolista, Suramericano llamado Leonel Messi, en la Copa América Centenaria,
había decidido retirase de su selección, porque no ha podido ganar ninguna copa
en años que posee con ella, ¿Quién puede dudar que sus pies no están preparados?
¿Qué no posee el calzado más apropiado?, el más aerodinámico, el diseñado por los
más costosos laboratorios del mundo, ¿Quién puede pensar que no ha recorrido el
camino que él ha querido?, pero, no ha logrado el objetivo de ganar una copa y ser
feliz, a pesar de ser el mejor jugador de futbol, de tener la fama y todo el dinero
del mundo.
Sin
embargo, alcanzar la meta, no es garantía de que sea feliz. Hay otro futbolista
que le antecedió, llamado Diego Maradona, que muchos fanáticos lo llamaron “dios”,
también muy famoso, alcanzó una copa del mundo e hizo cosas maravillosas en el
futbol socker, pero, ¿Qué ha pasado con su vida? Muchos la consideramos un desastre,
sumergida en abusos, droga, y pare de contar, que ha decepcionado a muchos de sus
seguidores, en especial a niños y jóvenes adolescente, o peor aún, manda un
mensaje que dice que para ser famoso es bueno tener estas actitudes.
Reflexionando
un poco, preguntémonos: ¿Cuál es el calzado espiritual que estoy llevando?, ¿Mis
pies están fortalecidos en el Señor?, ¿El camino que recorro es el de Jesucristo?
Déjeme decirle que en lo espiritual no es lo bonito, lo bueno o lo correcto de ciertas
cosas que hacemos, sino lo qué estamos calzando o usando acerca de Dios; esa es
la esencia.
Podemos
estar usando el calzado del resentimiento, el egocentrismo, la ira, malos pensamientos,
los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, el
engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez que
enferman y contaminan mis pies y me llevan por caminos de maldad equivocadamente, que al final traen consigo castigo, sin embargo tratamos de que este camino sea menos doloroso, ya que no nos gusta la disciplina de Dios, y entonces buscamos el trayecto más cómodo que me puede
llevar a caminos de perdición.
Una
vez el Señor le dijo a Moisés: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque
el lugar en que tú estás, tierra santa es” Éxodo 3:5. A veces nos encontramos
con el Señor, espiritualmente hablando, y es necesario que nos quitemos el calzado
que llevamos puestos, porque estos no son calzados dignos, ni cumplen la función
que necesitamos para estar en su presencia. A lo mejor, puede que estos sean de
marca (por ejemplo: bondad, generosidad, etc) o tenga los adornos llamativos (ministerio, servicio,
diezmo u ofrenda), si la esencia no es Dios, no hay pureza en el corazón, para nada sirven. “Aquel día quitará
el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas” Isaías 3:18. El calzado
cuando está sucio es una agresión ante la pureza del lugar, lo apreciamos en el
Japón y los países árabes, que las personas deben despojarse de sus zapatos y lavarse
los pies para poder ingresar como señal de respeto a ciertos lugares. Nadie utiliza
calzados llenos de inmundicia, de “caca” o “popo” a pesar que sean de marca. El
calzado involucra mis pies y el camino que he estado caminando, por eso debemos
cuidar que mi calzado espiritual sea el correcto y muestre nuestro caminar con Dios.
Quienes
se nieguen a caminar por las sendas de luz, es porque andan en tinieblas, utilizando
calzados incorrectos, sus pies van pereciendo poco a poco sin darse cuenta, 1 Samuel
2:9 “El guarda los pies de sus santos, más los impíos perecen en tinieblas”; Salmo
40:2 “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis
pies sobre peña, y enderezó mis pasos”, si no nos arriesgamos a dar el paso en Dios,
nunca veremos como el mar o la adversidad se abre delante de sus ojos, abriendo
el camino de vida, no seremos capaces de poner los pies sobre tierra seca, sobre
la roca firme que es nuestro Señor Jesucristo. Te invito a hacerlo y luego me
cuentas. Dios te bendiga.
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