viernes, 8 de julio de 2016

EL CAPITÁN DE MI VIDA…


Una emoción es un estado afectivo que experimentamos temporalmente, es una reacción subjetiva a lo que nos rodea que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influenciado muchas veces por la experiencia o la expectativa de lo desconocido, involucrando un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el bien, el mal, el mundo y sus relaciones. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente que pueden alterar nuestra alma, cuerpo o espíritu.

Las emociones son estados afectivos intrapersonales necesarios para el desarrollo del ser humano, siempre y cuando sean canalizadas correctamente; pueden ir desde lo que creemos que es el amor hasta la tristeza, pasando por: La euforia, la alegría, el estímulo, el reconocimiento, la competencia, el optimismo, la perseverancia, la atracción, la exaltación, el orgullo, la satisfacción, el entusiasmo, la serenidad, el agradecimiento, la vergüenza, la hostilidad, la repugnancia, el aburrimiento, la confianza, la paz, la sorpresa, la impresión, la conmoción, la alteración, el desasosiego, el enternecimiento, la turbación, la agitación, la inquietud, el miedo entre otros. Pero, quien domina mis emociones ¿Seré yo el Capitán de mi vida?
Si las emociones no son sometidas o dirigidas por Dios, estas pueden convertirse en un caballo desbocado que nos impulsa a efectuar nuestros deseos desordenados y asumir actitudes nefastas para nuestra vida trayendo consigo afectaciones mentales, físicas o espirituales que pudieran ser irreversibles, por ejemplo ha habido muchas personas exitosas que han caído en depresiones profundas por haber dependido del dinero, de amigos, de bienes, del trabajo, de la familia, etc., que cuando la pierden o son desechados se desequilibran emocionalmente.
Las emociones desbocadas originan complejos profundos (espirituales) e imperceptibles por quien los posee; para muestra: existen los complejos de “superioridad” o “inferioridad”; unos porque necesitan sentirse superiores (porque sienten poca valía y tienen la necesidad de alimentar su ego) y creen que obteniendo un statu quo o sometiendo a alguien lo lograrán, cosa que no es de Dios; “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” 1 Juan 2:16. Y los otros porque se sienten inferiores dejándose arropar por la inercia social, la cizaña, la crítica oculta generada de corazones de malos procederes, o simplemente permanecen en una zona errada de confort que trae esclavitud, adicción, aflicción o sometimiento humano. Ambos son terriblemente nocivos para la persona. 
Por ejemplo, cuando se obtiene una victoria, en cualquier ámbito de la vida: personal, familiar, laboral, deportivo, etc., la tendencia del ser humano es a exaltarse o enorgullecerse, ¡Lógico verdad!, pero ¿Qué pasa cuando se empieza a sentir diferente o se cree que pasó a otro nivel?, entonces se cambia la manera de relacionarse, nos creemos mejores, seres superiores, modificamos los hábitos de conducta, la manera de pensar, de hablar, de caminar, de mirar, en fin un sinnúmero de características propias en perjuicio del prójimo, cerrando las puertas a familiares o amistades, reflejando en sí, la existencia de un ego o una soberbia oculta que sale a la luz, una vez obtenido el éxito. Hay un dicho que dice: "Dale al hombre poder y grandeza y sabrás quien es", por tal motivo la palabra dice: “No concedas, oh Jehová, al impío sus deseos; No saques adelante su pensamiento, PARA QUE NO SE ENSOBERBEZCA” Salmo 140:8.
El mismo efecto ocurre cuando se presenta un evento desafortunado, una desgracia, contrariedad, una pérdida o una meta no alcanzada; el corazón tiende a entrar en profundo dolor, duelo, abatimiento, tristeza, sufrimiento, menosprecio o decepción, ocasionando problemas internos tales como: infartos, desanimo, depresión, frustración, tormento, mal humor, dejadez, desórdenes alimenticios, entre otros.
Muchos podríamos pensar que la victoria o la aflicción son merecidas o no, por la manera como se obtuvieron o llegaron, pero eso es una decisión soberana de Dios y Él es quien permite u ordena toda situación de acuerdo a sus propósitos eternos, punto que lo reflexionaremos en otro momento. Lo que si no hay que olvidar y meditar con revelación es lo siguiente: “…el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:17.
¿CÓMO IDENTIFICO SI ESTOY SIENDO DOMINADO POR MIS EMOCIONES DESBOCADAS?
1.   Si vivo afanado. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” Mateo 6:34.
2.   Cuando digo mentiras. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer... porque es mentiroso, y padre de mentira” Juan 8:44.
3.   Si me dejo dominar por el mundo, pecado y el mal. “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” Colosenses 3:5.
4.   Cuando adulo para obtener algún beneficio. “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” Judas 1:16.
5.   Si vivo con actitudes de necedad e insensatez. “Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas”. 2 Timoteo 2:23.
6.   Cuando oigo consejo del mal y vivo desacreditando a otros. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado” Salmo 1:1.
7.   Cuando no he aprendido a perdonar a mi enemigo y guardo odio en mi corazón. “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” Mateo 5:43-44.
8.   Si dejo a mi lengua actuar desenfrenadamente. …El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” 1 Pedro 3:10.
9.   Cuando cometo injusticia ante Dios. “Toda injusticia es pecado…” 1 Juan 5:17.
¿QUÉ DEBO HACER PARA EVITAR SER DOMINADO POR LAS EMOCIONES?
1.   Esperar y poner la mirada en el Señor. “Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación…” Miqueas 7:7. 
2.   No desmayar o desesperar ante la tribulación. “Por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria” Efesios 3:13.
3.   Morir al orgullo, al ego y la soberbia. “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco” “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría” Proverbios 8:13 y 11-2.
Cuando dejamos que el Espíritu Santo tome el control de nuestras vidas, Él nos enseñará y alertará si estamos siendo dominados por nuestras emociones: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” Juan 14:26. Si de algo hay que alabarse o exaltarse es en entender y conocer a Dios, lo demás es vanidad y aflicción: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” Eclesiastés 2:11; “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” Jeremías 9:24.
Quien se crea el Capitán de su vida (señor), a sabiendas que el corazón del hombre es animal, terrenal y diabólico (Alma), y no se someta a Cristo (Vida), es un esclavo de sus emociones (Muerte). Si quiere ser libre, reconozca que necesita de Dios y búsquelo (Espíritu), su gracia es suficiente (Salvación), lo demás llegará si su santa voluntad lo permite (Añadidura).

Oremos: Señor hasta hoy he entendido que vivido desbocadamente dando rienda suelta a mis emociones, he querido ser el Capitán de mi vida y no he dejado que tu capitanees, he dejado que el ego predomine sobre mí y he caído en pecado, he cometido injusticia, me he sentado en silla de escarnecedores, me he dejado llevar por la ira, he dado rienda suelta a mi lengua sin poner freno, solo por querer alcanzar las cosas del mundo, olvidando que tú eres primero. Perdona Padre Santo, tengo mucho que someter a tu Espíritu convirtiendo mi carácter, mi forma de proceder, actuar, pensar y hablar, buscando tus caminos de santidad. Dios por favor no apartes de mí tu precioso Espíritu; guarda y bendice con tu presencia a mi familia, a mis amigos, aún aquellos que me han hecho mal, sin yo saber, trae paz sobre ellos y permite que se arrepientan de corazón como yo lo he hecho hoy. Amén

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