Hace años una tía de mi
esposa, sembró en el patio de la casa una pepa o SEMILLA de un aguacate que NOS
GUSTÓ TANTO, que quisimos cosecharla por su sabor y por su tamaño, ya que era grande
y cremoso, inclusive podría ser usado como mantequilla.
Me puse a investigar
sobre el aguacate y descubrí que también es conocido como avocado, avocat,
cura, palpa gigante, paltay, etc., incluso existen nombres en numerosos lugares que tienen su origen en lengua de los primeros pobladores aztecas. La palabra
aguacate viene del náhuatl ahuacatl referido a los testículos por su semejanza; cuenta con más de 500 variedades, es
originario de México, Colombia y Venezuela. El aguacate es un fruto muy
versátil, su sabor permite una infinidad de combinaciones y es utilizado en
recetas dulces, saladas o picantes, que proporciona al paladar una textura
fresca y untuosa, una delicia culinaria. Pero además ofrece muchas propiedades
beneficiosas, como la regulación del colesterol gracias al
ácido oleico que posee, a las grasas mono insaturadas combinadas con el
contenido de beta sitosterol, también aporta gran cantidad de calorías más que
muchas otras frutas, sanas para el organismo.
Mi mata de Aguacate ME
HA DEJADO MUCHAS ENSEÑANZAS: Tardó más de 7 años en dar sus primeros frutos,
inclusive luego de varios años de darme sombra y sucio, por la cantidad de
hojas que producía, decidí cortarla y sembrar otra cosa, pero un sabio del
Señor, me preguntó que si ya había hablado con ella y le había orado, por
supuesto esto me saco de mi esquema lógico mental, porque ¡qué es eso hablar y
orar por una mata!, en ese momento supe que EL SEÑOR HABLÓ. Romanos 8:19 dice que:
“…el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los
hijos de Dios”; Entonces ese varón de Dios la saludo, le dijo que era una
hermosa planta, la invitó a alabar al Señor y ella empezó a mover sus hojas (Y
no había brisa) como asintiendo que lo iba hacer, le ordenó dar frutos en su
nombre, y oró por ella, un año después de este hecho, el noble ÁRBOL le
regalo al Señor dos frutos, dos hermosos aguacates que los entregamos como
primicia al Señor en la Iglesia.
Seis meses después, volvió
a cargar, y brotaron de sus pámpanos, muchas flores, que dieron frutos, 20
aguacates, contentos estábamos nosotros, comimos, disfrutamos y regalamos a
algunos amigos, para compartir de los frutos que el Señor nos había regalado;
actualmente se encuentra en su tercera carga, luego de ser podada en menguante,
ella se llenó de cogollos y flores como nunca lo había hecho, sus hojas son
hermosas, y de las flores salieron más 200 pequeños frutos, que están en
proceso de maduración, pero ocurrió algo sorprendente que me ha hecho crecer más
espiritualmente que les voy a relatar al respecto:
1. Muchos de sus frutos han caído a piso
producto, de que sus pámpanos no eran fuertes, otros son los pájaros, los
fuertes vientos y las tormentas, otros se secaron porque no le llegó suficiente Savia.
Sin embargo, hay más de 100 aguacates que andan creciendo, no sé si lleguen a
convertirse en los frutos que queremos recoger, eso lo dirá el Señor. En lo que
a mí respecta, debo velar porque mis pámpanos sean fuertes para que mis frutos
no se vayan a perder o caer, no dejar que el mal o circunstancia trate de
robarme la paz y el gozo que me da el Señor, debo fortalecerme con la savia del Espíritu en mis debilidades, haciendo de ese pámpano una rama fuerte, pegada a la vid.
2. La palabra pámpano, por lo general
es utilizado para referirse a las uvas, sin embargo, el diccionario la define
como sarmiento verde, es decir rama, vástago, mugrón, rastro, greña,
tierna y delgada; o pimpollo (brote, renuevo, retoño) de la vid, Juan 15:4 enseña que: “Permaneced en mí, y yo en
vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en
la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”, MI MATA DE AGUACATE,
que andaba seca de frutos y sin la presencia de Dios, le fue necesario que uno
de sus hijos llegara hasta donde ella se encontraba para que la manifestación
del poder de Dios se activara y produjese grandes cosas pasara de MATA a ÁRBOL,
porque el árbol da frutos; Es entonces donde mi vida necesita pasar de Mata (Muerte)
a Árbol que de buenos frutos (Vida) en Espíritu, donde el verbo se haga carne y
pasemos de tinieblas a luz.
3. Cómo hijo de Dios debo estar bien pegado
del pámpano, en oración, en capacitación y congregándome en la iglesia donde
asisto, pero ojo, eso no es suficiente, si esta iglesia, si este templo no permanece en Cristo: si existe la
manipulación, el énfasis en las cosas del mundo (dinero), si vivo en la constante búsqueda
de la añadidura y el milagro y hablo más del mal que del Señor, vivo haciendo guerra espiritual con alguien que fue vencido en la Cruz y no me dedico a la conversión de mi alma, no puedo llevar frutos de calidad; y no me
refiero a frutos multitudinarios de personas, bienes, plata o fama, sino
frutos de conversión, arrepentimiento, perdón, amor sincero, servicio, fe, paciencia,
bondad, mansedumbre, benignidad, templanza, que hacen la diferencia; porque arrastrar
gente con necesidades utilizando la carne, la manipulación y la mentira es
sencillo, pero enseñarles que deben permanecer en el Señor a pesar de las circunstancias,
buscándolo en todo tiempo, en las buenas y las malas, creyendo así no llegue lo anhelado, ni sienta el poder de Dios, ni reciba de lo que necesito, allí es donde muchos fracasamos, objetamos, culpamos, criticamos,
reclamamos y nos apartamos.
Muchas otras enseñanzas
me ha regalado el Señor con mi ÁRBOL DE AGUACATE, que quisiera comentar, pero
lo haré en otro momento, quiero dejarles este regalo para que lo degusten y
reflexionen en la presencia del Señor: Juan 15:8 “En esto es glorificado mi Padre, en que
llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.
Oremos: Quiero Señor
llevar muchos frutos en Espíritu y no en mi carne a tu presencia, quiero
glorificar tu nombre, que todo ojo vea que tú eres mi Dios, el Dios de dioses,
el Señor de señores, que apartado de ti nada puedo hacer, bendice mi vida con
tu santa presencia y guarda mis pasos, quiero sentarme a tu lado en la
eternidad y ver tu luz. Gracias Señor, gracias Padre Celestial por fijarte en mí,
gracias por lo que me has dado, gracias por el alimento, por el vestido, por el
aire que respiro, gracias por mis hijos, te amo mi Señor Jesucristo. Amén
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