sábado, 25 de junio de 2016

LO QUE APRENDÍ DE MI MATA DE AGUACATE


Hace años una tía de mi esposa, sembró en el patio de la casa una pepa o SEMILLA de un aguacate que NOS GUSTÓ TANTO, que quisimos cosecharla por su sabor y por su tamaño, ya que era grande y cremoso, inclusive podría ser usado como mantequilla.

Me puse a investigar sobre el aguacate y descubrí que también es conocido como avocado, avocat, cura, palpa gigante, paltay, etc., incluso existen nombres en numerosos lugares que tienen su origen en lengua de los primeros pobladores aztecas. La palabra aguacate viene del náhuatl ahuacatl referido a los testículos por su semejanza; cuenta con más de 500 variedades, es originario de México, Colombia y Venezuela. El aguacate es un fruto muy versátil, su sabor permite una infinidad de combinaciones y es utilizado en recetas dulces, saladas o picantes, que proporciona al paladar una textura fresca y untuosa, una delicia culinaria. Pero además ofrece muchas propiedades beneficiosas, como la regulación del colesterol gracias al ácido oleico que posee, a las grasas mono insaturadas combinadas con el contenido de beta sitosterol, también aporta gran cantidad de calorías más que muchas otras frutas, sanas para el organismo.

Mi mata de Aguacate ME HA DEJADO MUCHAS ENSEÑANZAS: Tardó más de 7 años en dar sus primeros frutos, inclusive luego de varios años de darme sombra y sucio, por la cantidad de hojas que producía, decidí cortarla y sembrar otra cosa, pero un sabio del Señor, me preguntó que si ya había hablado con ella y le había orado, por supuesto esto me saco de mi esquema lógico mental, porque ¡qué es eso hablar y orar por una mata!, en ese momento supe que EL SEÑOR HABLÓ. Romanos 8:19 dice que: “…el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”; Entonces ese varón de Dios la saludo, le dijo que era una hermosa planta, la invitó a alabar al Señor y ella empezó a mover sus hojas (Y no había brisa) como asintiendo que lo iba hacer, le ordenó dar frutos en su nombre, y oró por ella, un año después de este hecho, el noble ÁRBOL le regalo al Señor dos frutos, dos hermosos aguacates que los entregamos como primicia al Señor en la Iglesia.

Seis meses después, volvió a cargar, y brotaron de sus pámpanos, muchas flores, que dieron frutos, 20 aguacates, contentos estábamos nosotros, comimos, disfrutamos y regalamos a algunos amigos, para compartir de los frutos que el Señor nos había regalado; actualmente se encuentra en su tercera carga, luego de ser podada en menguante, ella se llenó de cogollos y flores como nunca lo había hecho, sus hojas son hermosas, y de las flores salieron más 200 pequeños frutos, que están en proceso de maduración, pero ocurrió algo sorprendente que me ha hecho crecer más espiritualmente que les voy a relatar al respecto:

1.     Muchos de sus frutos han caído a piso producto, de que sus pámpanos no eran fuertes, otros son los pájaros, los fuertes vientos y las tormentas, otros se secaron porque no le llegó suficiente Savia. Sin embargo, hay más de 100 aguacates que andan creciendo, no sé si lleguen a convertirse en los frutos que queremos recoger, eso lo dirá el Señor. En lo que a mí respecta, debo velar porque mis pámpanos sean fuertes para que mis frutos no se vayan a perder o caer, no dejar que el mal o circunstancia trate de robarme la paz y el gozo que me da el Señor, debo fortalecerme con la savia del Espíritu en mis debilidades, haciendo de ese pámpano una rama fuerte, pegada a la vid.

2.     La palabra pámpano, por lo general es utilizado para referirse a las uvas, sin embargo, el diccionario la define como sarmiento verde, es decir rama, vástago, mugrón, rastro, greña, tierna y delgada; o pimpollo (brote, renuevo, retoño) de la vid, Juan 15:4  enseña que: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”, MI MATA DE AGUACATE, que andaba seca de frutos y sin la presencia de Dios, le fue necesario que uno de sus hijos llegara hasta donde ella se encontraba para que la manifestación del poder de Dios se activara y produjese grandes cosas pasara de MATA a ÁRBOL, porque el árbol da frutos; Es entonces donde mi vida necesita pasar de Mata (Muerte) a Árbol que de buenos frutos (Vida) en Espíritu, donde el verbo se haga carne y pasemos de tinieblas a luz.

3.     Cómo hijo de Dios debo estar bien pegado del pámpano, en oración, en capacitación y congregándome en la iglesia donde asisto, pero ojo, eso no es suficiente, si esta iglesia, si este templo no permanece en Cristo: si existe la manipulación, el énfasis en las cosas del mundo (dinero), si vivo en la constante búsqueda de la añadidura y el milagro y hablo más del mal que del Señor, vivo haciendo guerra espiritual con alguien que fue vencido en la Cruz y no me dedico a la conversión de mi alma, no puedo llevar frutos de calidad; y no me refiero a frutos multitudinarios de personas, bienes, plata o fama, sino frutos de conversión, arrepentimiento, perdón, amor sincero, servicio, fe, paciencia, bondad, mansedumbre, benignidad, templanza, que hacen la diferencia; porque arrastrar gente con necesidades utilizando la carne, la manipulación y la mentira es sencillo, pero enseñarles que deben permanecer en el Señor a pesar de las circunstancias, buscándolo en todo tiempo, en las buenas y las malas, creyendo así no llegue lo anhelado, ni sienta el poder de Dios, ni reciba de lo que necesito, allí es donde muchos fracasamos, objetamos, culpamos, criticamos, reclamamos y nos apartamos.

Muchas otras enseñanzas me ha regalado el Señor con mi ÁRBOL DE AGUACATE, que quisiera comentar, pero lo haré en otro momento, quiero dejarles este regalo para que lo degusten y reflexionen en la presencia del Señor: Juan 15:8  “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.


Oremos: Quiero Señor llevar muchos frutos en Espíritu y no en mi carne a tu presencia, quiero glorificar tu nombre, que todo ojo vea que tú eres mi Dios, el Dios de dioses, el Señor de señores, que apartado de ti nada puedo hacer, bendice mi vida con tu santa presencia y guarda mis pasos, quiero sentarme a tu lado en la eternidad y ver tu luz. Gracias Señor, gracias Padre Celestial por fijarte en mí, gracias por lo que me has dado, gracias por el alimento, por el vestido, por el aire que respiro, gracias por mis hijos, te amo mi Señor Jesucristo. Amén

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